Hoy tengo poquito tiempo, y justo me leí un broli superpower, con milones de páginas. Trataré de ser sintético.
Metropol es una obra del genial Ted McKeever, serializada entre 1991 y 1992 en el sello Epic. Desde entonces, se reeditó dos veces, primero en cinco libros (excelente edición del sello canadiense Sorhenn) y más tarde en uno sólo (en Image, como parte de la colección de la cual ya vimos los dos tomos anteriores). La historia es básica: se viene el juicio final, el apocalipsis definitivo, en una extraña ciudad amurallada, sin contacto con el resto del mundo. Pronto las calles se infectan de monstruos y demonios, se extienden todo tipo de epidemias y muere gente por decenas de miles. Es hora de que entren en acción los ángeles, a tratar de parar la embestida del Infierno. Claro que los ángeles no son lindos, buenos y asexuados, sino gente normal, bastante baqueteada por la vida, que muere y renace con los poderes –y el designio- divinos.
McKeever nos mostrará la enésima batalla entre el Cielo y el Infierno librada en la Tierra, y será una batlla cruenta, truculenta, con un grado de violencia escalofriante. También (como suele suceder en estos casos) utilizará la situación límite para reflexionar sobre la alienación en las grandes urbes, lo fácil que juzgamos al de al lado, lo rápido que los mediocres y los resentidos abrazan la causa del Mal, lo difícil que es lograr que la solidaridad le gane al “sálvese quien pueda”. Todo esto en el marco de una aventura lineal, atrapante, de gran escala, que no cae en la grandilocuencia barata.
De todos modos, siempre se nota un piolín de la marioneta: de principio a fin, te queda claro que el guión de Metropol es este y no otro, porque así McKeever tiene excusas para dibujar lo que tenía ganas de dibujar. Y claro, no le podés decir ni mu, porque el dibujo del ídolo está a ese nivel superlativo, tremendo, de sus mejores trabajos. Con un claroscuro visceral y recontra-expresivo, McKeever deforma todo, rediseña todo, le imprime a todo su identidad gráfica, que corroe y carcome como un virus fuera de control a toda la imaginería de Cielo, Infierno y gran ciudad.
Pasada la mitad de la obra, el autor pega un volantazo muy fumado: en medio de una historia seria, jodida, densa... resucita Eddy Current (ver reseña del 08/12/10) para aportarle humor y delirio a un guión que no sé si lo necesitaba. El pase de magia es brillante: uno de los ángeles, Sarakiel, en realidad es la Monja, la amiga de Eddy. Y bueno, re-cierra. Pero después hace una demás: muy sobre el final, nos revela que otro de los ángeles, Jasper Notochord, muerto y resucitado como Enoch, en realidad es Spud, uno de los protagonistas de Transit (ver reseña del 01/06/10)... y eso cierra bastante menos. La idea es piola: Metropol vendría a ser el broche de oro de una especie de “trilogía urbana” de McKeever y está bueno que todos los personajes tengan su rol en la saga. Pero si tenés sólo seis “buenos”, que tres sean personajes de las obras anteriores, es un poco mucho, demasiada coincidencia.
Más allá de eso, Metropol te lleva puesto como una aplanadora. Es una saga muy jugada, muy a todo o nada, que no da respiro, llena de momentos alucinantes. Y dibujada por un genio pasado de rosca al que hay que comprarle todo lo que dibuja, siempre, hasta que llegue el verdadero Juicio Final o funcionen las escaleras mecánicas de la estación Juramento (a esta altura, las dos cosas son igual de improbables). Aguante McKeever.
miércoles, 26 de junio de 2013
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