Ah, bueno. Esto es realmente una joya, una de esas obras que te hacen dar gracias a los dioses de todos los panteones por haber salido fan del comic y no filatelista, numismático o miembro de Los Borrachos del Tablón. Me acuerdo que cuando reseñé el Vol.2 de esta serie (un lejano 10/09/10) comentaba que me había gustado mucho más que el Vol.1. Bueno, este tomo me gustó mucho más que el Vol.2. En este arco compuesto por tres historias de 30 páginas Ed Brubaker pela una magia asombrosa, sin nada que envidiarle a las grandes obras de Alan Moore, o de quien vos quieras. Esto es Primer Nivel, de la primera viñeta hasta la última, mejor que Incognito, mejor que Fatale, mejor que Gotham Noir, mejor que aquel hermoso unitario de Hawkman… No se me ocurren trabajos ni siquiera de Brubaker y Sean Phillips que le hagan el aguante a The Dead and the Dying, que es como se titula este arco argumental.
Brubaker arma tres historias autoconclusivas de 30 páginas, totalmente interconectadas entre sí. Si leés una sola, te vas a emocionar, las vas a pasar bomba. Si leés las tres, vas a coincidir conmigo en que acá estamos frente a una genialidad. La primera historia se centra en Jake Brown, el boxeador del corazón roto y el destino trágico, que lucha no sólo por deporte, sino para escaparle a la sombra de su padre, un gangster sumamente pesutti, mano derecha de Hyde, el capo mafia más heavy de la ciudad. De pronto, alguien le chorea 50 lucas verdes a Hyde y su hijo Sebastian (amigo desde la infancia de Jake) se encargará de que los que le tocaron el culo la paguen caro.
La segunda historia se centra en un personaje apenas esbozado en el Vol.2, Teegar Lawless, un ex-combatiente de Vietnam que se las ve feas a la hora de reinsertarse en la sociedad tras su regreso a EEUU. Además de laburar muchísimo a Teegar, Brubaker nos revelará cómo y gracias a quién Sebastian Hyde recupera el honor y la guita que le afanaron en la historia anterior. Esta es la historia más shockeante, salpicada de drogas, sexo salvaje, masacres sangrientas y flashbacks traumáticos a la guerra de Vietnam.
La tercera historia tiene más sexo, más drogas y más tragedias, urdidas en torno a Danica Briggs, la chica que le rompió el corazón a Jake Brown y que… tuvo algo que ver con la desaparición de las 50 lucas de los Hyde. Si leés las historias en orden, ya sabés qué le espera a Danica, pero estas 30 páginas son fundamentales para terminar de redondear al personaje, para explicar cómo y por qué elige lo que elige y actúa como actúa en las dos historias anteriores. Dramatismo, profundidad, diálogos y bloques de texto brillantes. Acá está todo.
Y fijate que cuando leés las tres historias, te cae la ficha de que el verdadero protagonista de The Dead and the Dying no es ni Jake, ni Teeg, ni Danni. El eje, el personaje que hace que las tres historias avancen hacia donde avanzan, es Sebastian Hyde. Y Brubaker lo trabaja tan bien y le dedica escenas tan definitivas en las tres historias que no necesita dedicarle otras 30 páginas para que se luzca. Se luce así, en esos roles engañosamente secundarios que cumple en las historias de Jake, Teeg y Danni. Otra demostración de talento de un guionista inspiradísmo.
Como en tantas obras de Brubaker, acá la faz gráfica está en manos del maestro Sean Phillips, el socio ideal del guionista, el que lo entiende a la perfección, el que se acopla con él para transmitir la sensación de que la historieta tiene un único autor. Capo absoluto a la hora de los climas sórdidos, amo y señor de esa atmósfera decadente con la que logra que las ciudades de EEUU nos asfixien, Phillips dibuja la historia de Jake de modo absolutamente clásico, tradicional. En la de Teegar introduce un recurso narrativo arriesgado: las viñetas en negro intercaladas en momentos clave. Y en la de Danica incorpora unas acuarelas fastuosas para ilustrar los sueños de la protagonista; y se zarpa en una sóla puesta en página, esa en la que divide la plancha en tres viñetas horizontales y luego las atraviesa con un dibujo enorme de Danica, “pisado” por los bloques de texto. Las carátulas de los episodios están pintadas al estilo de las novelas pulp de los años ´40, con una textura que remite a la del lienzo. Y el color de Val Staples acompaña a la perfección el claroscuro potente e infalible de Phillips.
Y sí, son 90 páginas de historieta, nomás. Quizás te parezca poco. Pero hay que subrayar que el sello Icon (de Marvel) las editó a sólo u$ 11.99 y en un papel de recontra lujo, mucho más grueso que el del típico TPB americano. En la edición que sea y al precio que sea, no te pierdas esta joya del Noveno Arte. Papa finísima, de verdad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario