Hace un par de años me embarqué en la odisea de To Terra, y ahora vuelvo a encarar una obra de Keiko Takemiya publicada en tres tomos, esta vez con el agregado de un guionista: el prestigioso novelista Ryu Mitsuse, fallecido en 1999. Andromeda Stories se publicó originalmente en Japón entre 1980 y 1982, es decir, justo después de To Terra, y nos muestra a Takemiya decidida a seguir por la senda de la ciencia-ficción a escala épica, inmensa, pero sin descuidar el desarrollo y la tridimensionalidad de los personajes.
Andromeda Stories arranca en un mundo idílico, donde la princesa Lilia celebra su fastuosa boda con el príncipe Ithaca. Los augurios son tan buenos, las conjunciones de los astros los favorecen tanto, que Ithaca, además de ascender al trono como rey de Cosmoralia, se pone al frente de un nuevo papado, una especie de reinado sacrosanto con influencia en buena parte de la galaxia. Todo parece ser maravilloso hasta que, despacito, de keruza, los invade una raza de seres mecánicos que mandan a unas cyber-arañitas a implantarse en los cerebros del rey y sus ministros para dominarlos y empujarlos hacia el abismo. Durante muchas páginas, nadie tiene la menor idea de lo que está pasando, y la que deduce la maniobra de las máquinas malignas es una joven y habilidosa guerrera, una especie de minita hiper-samurai-ninja-acróbata con implantes mecánicos que no tiene nombre pero sí mucho protagonismo.
Más cerca del final del tomo, la amenaza se va a manifestar con un poco más de claridad y serán varios los allegados a Lilia e Ithaca los que empiecen a creer que realmente el rey está bajo el influjo de un poder externo que le controla la voluntad. Entre ellos está Milan, el otro príncipe, el hermano de Lilia, quien orquestará un arriesgado plan para poner a salvo a uno de los hermanos gemelos a los que dará a luz la reina. El borreguito que queda en el palacio real se convertirá con los años en el Príncipe Jimsa, llamado por ancestrales profecías a liderar a su pueblo en la lucha para conquistar todo el cosmos.
Y habrá qué ver cuál de las dos tramas priorizan Mitsuse y Takemiya en el segundo tercio de la saga. Si la del príncipe destinado a conquistar el cosmos, o la del despelote interno que se arma en la corte de Ithaca y Lilia cuando salta a la luz (por lo menos puertas adentro) que el rey y varios de sus ministros fueron implantados con las cyber-arañitas para que respondan a los intereses de las máquinas, que –según nos revela un flashback- ya hicieron mierda a otro planeta, en un holocausto del que sobrevivió la minita guerrera super-power.
Esta primera parte de Andromeda Stories tiene el mismo problema que To Terra: un argumento muy interesante, conflictos muy fuertes, personajes muy lindos, muy humanos… y un guión por momentos bastante torpe. Los diálogos son intrascendentes, algunas escenas se estiran mucho más de lo necesario, hay que ser clarividente para darte cuenta cuándo empiezan y cuándo terminan los flashbacks y cuando a Takemiya se le ocurre narrar dos acciones en paralelo, se mete en un berenjenal en el que se mueve con la destreza de un pingüino empetrolado. Por suerte no hay grandes baches, la historia no cae en pozos de esos que con tres paladas de tierra se convierten en tumbas. Se puede no coincidir con cómo están mostrados algunos sucesos, pero hay sucesos. Todo el tiempo pasan cosas atractivas, que hacen avanzar a la trama o que le dan complejidad a los personajes. Eso, y lo ambicioso del planteo, hace que uno no se enfurezca cuando nota algún tropiezo en el guión.
Y muy por encima de los logros en materia argumental, brilla con fulgor incandescente el dibujo de Keiko Takemiya en más de 200 páginas pensadas para devastarte las retinas. El final de To Terra estaba mucho mejor dibujado que el principio y acá la autora sube un escalón más para deleitarnos con un grafismo demasiado perfecto para ser real, una combinación exquisita entre lo mejor del shojo (que la tiene a Takemiya como pionera) y lo mejor de Osamu Tezuka, Shotaro Ishinomori y Leiji Matsumoto, los autores que más se habían lucido en la ciencia-ficción hasta 1980. Lo único que no me gusta es cómo dibuja a los hombres-máquina. El resto es todo fascinante y está armado en unas páginas con una planificación impactante, arriesgada, decidida a enfatizar el dramatismo o el vértigo de lo que sucede en la trama.
Prometo entrarle pronto al Vol.2, porque –si bien no es perfecto- este primer tomo de Andromeda Stories me dejó bastante manija.
lunes, 9 de marzo de 2015
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2 comentarios:
Che Andrés, de Lucky Luke lo mejor es lo que escribió Goscinny, no?
Algún album que recomiendes?
Sin dudas, lo de Goscinny es glorioso.
Me cuesta decidirme por un sólo álbum, pero creo que voy con La Caravana.
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