Hace un calor espantoso a las 12 y media de la noche, pero estoy contento porque la Academia otra vez le dio murra a nuestros amarguísimos rivales de siempre. Vamos con las reseñas de dos libros que leí hace poco y me gustaron mucho.
Pablo De Santis me volvió a sorprender con Cobalto, una “serie” en la que recrea la magia de El Hipnotizador… o por lo menos repite el truco que tan bien le salió aquella vez: amagar con que nos va a contar una seguidilla de relatos autonclusivos y, ni bien nos engancha, pegar el volantazo y jugarse a fondo por una novela gráfica, en este caso mucho más breve que El Hipnotizador (apenas 46 páginas) pero no por eso menos contundente. Cobalto es un thriller con elementos fantásticos que te atrapa en tiempo record y te lleva, sin perder un minuto, rumbo a una resolución brillante, categórica, de esas que sólo se le ocurren a los grandes narradores. Todo eso sin mezquinar diálogos memorables y giros argumentales asombrosos.
La comparación con El Hipnotizador es medio inevitable, porque esta vez De Santis también cuenta con la complicidad de Juan Sáenz Valiente al frente de la faz gráfica. Pero acá Juan no busca reproducir las maravillas que nos regaló en su colaboración anterior con Pablo, sino que agarra totalmente para otro lado, se lanza en otra búsqueda, de otro grafismo. Este es un estilo raro de Sáenz Valiente, en el que las figuras se vinculan con los fondos y ambos elementos se vinculan con el color de un modo arriesgado, inesperado, muy original… y que me gusta un poco menos que el estilo más clásico de Juan. Como complemento (porque tratar de vendernos un libro con sólo 46 páginas de historietas es más difícil que convencernos de que Calcaterra, Arribas y Macri nunca pagaron ni recibieron coimas) tenemos tres historias cortas de la dupla, que en su momento aparecieron en Fierro, y donde vemos a Sáenz Valiente incursionar en otros estilos que domina a la perfección. Las tres están buenas, pero creo que La Pluma de las Historias Tristes es la que más me enganchó.
Vamos con otro tomo de la colección MAD´s Original Idiots, esta vez al dedicado a reunir los trabajos del malogrado maestro Wally Wood para los primeros 23 números de la famosa revista de humor satírico de la E.C.. No hace falta que lo diga yo (obviamente) pero Wood era un dibujante prodigioso, una especie de Will Eisner con poderes camaleónicos, capaz de reproducir fácilmente los rasgos distintivos de otros dibujantes. Un talento ideal cuando tenés que parodiar historietas de Superman, Batman, Flash Gordon, Prince Valiant, Pogo, Little Orphan Annie, Terry and the Pirates, los Blackhawks… y películas, y poemas, y afiches publicitarios… Wood no deja títere con cabeza y en cada viñeta pone una cantidad impresionante de detalles, en dibujos de enorme plasticidad, impactante belleza, perfectamente funcionales a la narrativa, y con unos minones infernales (especialidad de un tipo que durante muchos años paró la olla con historietas eróticas).
Como en el tomo anterior, acá tenemos un sólo guionista: el imparable Harvey Kurtzman, un auténtico subversivo, quien pone en juego una amplísima gama de recursos a la hora de satirizar (que es la mejor forma de cuestionar) a un montón de instituciones de la cultura, el entretenimiento, las costumbres y la propia estructura social de los EEUU de los años ´50. Incluso llega a escribir una historieta que satiriza las convenciones de… las historietas satíricas. Y además, ya en aquel entonces, se animaba con historietas que jugaban con la gramática misma del lenguaje del comic (la apabullante “3-Dimensions!”) o que giraban en torno al uso y abuso de las onomatopeyas (“Sound Effects!”). Un genio total. Ah, y en este tomo seguimos sufriendo un poco el color, que quedó realmente muy antiguo, pero no tanto el tema de la sobrecarga de textos en cada viñeta. Hay mucho, pero no tanto como en las historietas que dibujaba Jack Davis. Me queda un tomo más, prometo entrarle pronto.
Y prometo también volver con nuevas reseñas, ni bien tenga algunos libros más en pilón de los leídos.
lunes, 23 de enero de 2017
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1 comentario:
Andres, el mismo día compre La Sudestada y Cobalto porque me gusta el suspense, leí primero La Sudestada que me pareció sublime, pero a diferencia tuya algo que no me hizo Cobalto fue sorprenderme (hasta me pareció obvia su resolución) no se si fue porque los leí uno pegado al otro.
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