Aprovecho un rato libre
para reseñar un par de libros que ya tengo leídos.
Me voy a 2015, cuando se
reúne después de muchísimos años la dupla integrada por el escritor y guionista
estadounidense Jerome Charyn y el dibujante francés François Boucq, para la que
será su tercera (y hasta ahora última) obra en conjunto. A lo largo de 80
páginas, Little Tulip nos invita a seguir la vida de Paul, un chico que nace en
Estados Unidos, se muda con su familia a Rusia y durante los años ´40 vive la
pesadilla de la persecución política, la captura a manos del régimen stalinista
y la vida en cautiverio en un gulag de Siberia. Tras recuperar la libertad en
1953, vuelve a New York. Charyn nos narra en paralelo la infancia y juventud de
Paul en Rusia (donde le dicen Pavel) y su presente, ambientado en la
convulsionada New York de principios de los ´70. Y tanto el joven Pavel como el
adulto Paul la van a pasar sumamente mal.
Little Tulip es una de las
historias más sórdidas, más oscuras, más desoladoras que leí en mi vida. Ni
siquiera cuando narró su autobiografía en la novela The Catfish Man, Charyn se
privó de mostrarnos escenas violentas o escabrosas. Pero en esta obra lleva ese
nivel de truculencia y mala leche a límites insospechados. Acá sí, no vas a
encontrar ni cinco centavos de esperanza. Recién sobre el final, Charyn se
anima a explorar una remota posibilidad de paz y tranquilidad para un personaje
que a lo largo de la novela va a perder prácticamente todo. Ya sea en Rusia o
en EEUU, bajo la mano dura de Josef Stalin o bajo la mascarada de Richard
Nixon, Pavel/ Paul será protagonista o testigo de asesinatos, violaciones,
torturas, mutilaciones, peleas sangrientas y escenas de sexo con menores de
edad.
No quiero contar más del
argumento, pero básicamente son esas dos historias: el paso de Pavel de niño a
joven en las heladas estepas rusas y una aventura de corte más policial en la
New York de los ´70, entrelazadas con notable habilidad por un Charyn
inspiradísimo. Y por supuesto, todo retratado con escalofriante belleza por el
inmenso Boucq, quien maneja a la perfección la documentación histórica, el
marco de realismo que requiere la historia, y a la vez sabe aportar esa cuota
de expresionismo, de grotesco incluso, que acentúa la crueldad, la perversión o
la venalidad de los distintos personajes que pueblan las viñetas de Little
Tulip. Imposible recomendarla lo suficiente, de verdad. Si leíste La Mujer del
Mago o Boca de Diablo, ya sabés que Charyn y Boucq no fallan.
Salto a Argentina, a 2018,
cuando se publica el primer librito de Proyecto Tifón, una saga que reúne a
varios de los superhéroes que integran el universo de Capitán Barato, creados
por Daniel Muller y Lea Caballero. Acá el Capitán Barato aparece muy poquito,
en un brevísimo back-up en el que lo vemos hospitalizado. Yo asociaba al
personaje con el humor, o la comedia, y claramente este libro no va para ese
lado.
El tramo central de la
publicación está dividido en dos capítulos, ambos escritos por el imparable
Rodolfo Santullo, que creo que nunca había escrito superhéroes. El primer
capítulo se centra en Miss Capi, una justiciera urbana sin poderes que
sobrevive de modos absolutamente inverosímiles a los embates de varias villanas
(estas sí, bastante más power que un humano normal). Recién al final las
Tragedias parecen infligirle a la heroína la previsible derrota, acompañada de
una “muerte” que cualquier fan de los superhéroes sabe que se va a revertir.
Todo esto está dibujado por Kristian Rossi, a quien se le nota mucho el
parentesco estético con Eduardo Risso (de quien es asistente), con una
narrativa muy sólida, un buen trabajo en el color y algunos fondos que podrían
estar y no están (los que están, están buenísimos).
Durante todo ese primer
tramo, Miss Capi trata infructuosamente de contactarse con otro héroe, Alto
Voltaje, quien está investigando acerca del Proyecto Tifón y su vinculación con
quien parece ser el principal villano de esta saga. Alto Voltaje será el
protagonista excluyente del segundo capítulo, donde no hay mucho más que una
confrontación con los esbirros de este villano (al que Santullo logra dotar de
una cierta tridimensionalidad) y la confirmación de que el Proyecto Tifón es
mucho más peligroso de lo que suponían los héroes. Este tramo tiene a cargo de
la faz gráfica a Pablo Ayala (lo vimos allá por el 16/05/18), que lleva al
extremo la técnica de las fotos retocadas en el Photoshop, con millones de
filtros y efectos locos. El fuerte de Ayala es el color digital, con el que
logra unos engamados muy atractivos, que además de darle clima al relato le dan
una pátina de belleza pictórica. Y lo vi un poco más firme en las escenas de
acción que en trabajos anteriores. Aclaro que NO soy fan de la estética
pseudo-pictórica basada en el manoseo de fotos, pero hecha esa salvedad, el
trabajo de Ayala me gustó.
Lo único que realmente no
me cerró es lo poco que pasa en 52 páginas. Puestos a sintetizar o ir al grano,
se podría haber contado lo mismo en 24 ó 30, como mucho. Pero como los diálogos
de Santullo son ágiles y los dibujos se ven bien, no me molesta tanto la
estirada. Veremos cómo sigue la historia en la segunda entrega, en la que el
foco estará puesto en otros personajes a los que nunca escuché nombrar.
Nos reencontramos pronto
con nuevas reseñas, acá en el blog.
2 comentarios:
Andres : Que opinas del sello Young Animal? Patricio Cordova.
Todavía no leí nada, Patricio. Voy muy atrasado. Pero en principio, me parece interesante como espacio de libertad creativa dentro de una editorial grande.
Publicar un comentario