el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 15 de enero de 2019

TARDE DE MARTES

Aprovecho un rato libre para reseñar un par de libros que ya tengo leídos.
Me voy a 2015, cuando se reúne después de muchísimos años la dupla integrada por el escritor y guionista estadounidense Jerome Charyn y el dibujante francés François Boucq, para la que será su tercera (y hasta ahora última) obra en conjunto. A lo largo de 80 páginas, Little Tulip nos invita a seguir la vida de Paul, un chico que nace en Estados Unidos, se muda con su familia a Rusia y durante los años ´40 vive la pesadilla de la persecución política, la captura a manos del régimen stalinista y la vida en cautiverio en un gulag de Siberia. Tras recuperar la libertad en 1953, vuelve a New York. Charyn nos narra en paralelo la infancia y juventud de Paul en Rusia (donde le dicen Pavel) y su presente, ambientado en la convulsionada New York de principios de los ´70. Y tanto el joven Pavel como el adulto Paul la van a pasar sumamente mal.
Little Tulip es una de las historias más sórdidas, más oscuras, más desoladoras que leí en mi vida. Ni siquiera cuando narró su autobiografía en la novela The Catfish Man, Charyn se privó de mostrarnos escenas violentas o escabrosas. Pero en esta obra lleva ese nivel de truculencia y mala leche a límites insospechados. Acá sí, no vas a encontrar ni cinco centavos de esperanza. Recién sobre el final, Charyn se anima a explorar una remota posibilidad de paz y tranquilidad para un personaje que a lo largo de la novela va a perder prácticamente todo. Ya sea en Rusia o en EEUU, bajo la mano dura de Josef Stalin o bajo la mascarada de Richard Nixon, Pavel/ Paul será protagonista o testigo de asesinatos, violaciones, torturas, mutilaciones, peleas sangrientas y escenas de sexo con menores de edad.
No quiero contar más del argumento, pero básicamente son esas dos historias: el paso de Pavel de niño a joven en las heladas estepas rusas y una aventura de corte más policial en la New York de los ´70, entrelazadas con notable habilidad por un Charyn inspiradísimo. Y por supuesto, todo retratado con escalofriante belleza por el inmenso Boucq, quien maneja a la perfección la documentación histórica, el marco de realismo que requiere la historia, y a la vez sabe aportar esa cuota de expresionismo, de grotesco incluso, que acentúa la crueldad, la perversión o la venalidad de los distintos personajes que pueblan las viñetas de Little Tulip. Imposible recomendarla lo suficiente, de verdad. Si leíste La Mujer del Mago o Boca de Diablo, ya sabés que Charyn y Boucq no fallan.
Salto a Argentina, a 2018, cuando se publica el primer librito de Proyecto Tifón, una saga que reúne a varios de los superhéroes que integran el universo de Capitán Barato, creados por Daniel Muller y Lea Caballero. Acá el Capitán Barato aparece muy poquito, en un brevísimo back-up en el que lo vemos hospitalizado. Yo asociaba al personaje con el humor, o la comedia, y claramente este libro no va para ese lado.
El tramo central de la publicación está dividido en dos capítulos, ambos escritos por el imparable Rodolfo Santullo, que creo que nunca había escrito superhéroes. El primer capítulo se centra en Miss Capi, una justiciera urbana sin poderes que sobrevive de modos absolutamente inverosímiles a los embates de varias villanas (estas sí, bastante más power que un humano normal). Recién al final las Tragedias parecen infligirle a la heroína la previsible derrota, acompañada de una “muerte” que cualquier fan de los superhéroes sabe que se va a revertir. Todo esto está dibujado por Kristian Rossi, a quien se le nota mucho el parentesco estético con Eduardo Risso (de quien es asistente), con una narrativa muy sólida, un buen trabajo en el color y algunos fondos que podrían estar y no están (los que están, están buenísimos).
Durante todo ese primer tramo, Miss Capi trata infructuosamente de contactarse con otro héroe, Alto Voltaje, quien está investigando acerca del Proyecto Tifón y su vinculación con quien parece ser el principal villano de esta saga. Alto Voltaje será el protagonista excluyente del segundo capítulo, donde no hay mucho más que una confrontación con los esbirros de este villano (al que Santullo logra dotar de una cierta tridimensionalidad) y la confirmación de que el Proyecto Tifón es mucho más peligroso de lo que suponían los héroes. Este tramo tiene a cargo de la faz gráfica a Pablo Ayala (lo vimos allá por el 16/05/18), que lleva al extremo la técnica de las fotos retocadas en el Photoshop, con millones de filtros y efectos locos. El fuerte de Ayala es el color digital, con el que logra unos engamados muy atractivos, que además de darle clima al relato le dan una pátina de belleza pictórica. Y lo vi un poco más firme en las escenas de acción que en trabajos anteriores. Aclaro que NO soy fan de la estética pseudo-pictórica basada en el manoseo de fotos, pero hecha esa salvedad, el trabajo de Ayala me gustó.
Lo único que realmente no me cerró es lo poco que pasa en 52 páginas. Puestos a sintetizar o ir al grano, se podría haber contado lo mismo en 24 ó 30, como mucho. Pero como los diálogos de Santullo son ágiles y los dibujos se ven bien, no me molesta tanto la estirada. Veremos cómo sigue la historia en la segunda entrega, en la que el foco estará puesto en otros personajes a los que nunca escuché nombrar.

Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.  

2 comentarios:

Unknown dijo...

Andres : Que opinas del sello Young Animal? Patricio Cordova.

Andrés Accorsi dijo...

Todavía no leí nada, Patricio. Voy muy atrasado. Pero en principio, me parece interesante como espacio de libertad creativa dentro de una editorial grande.