el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 14 de junio de 2019

CUASI-TRASNOCHE DE VIERNES

Me colgué horas y horas con pelotudeces y ahora me queda poco tiempo para escribir un par de reseñas antes de salir a hacer otras pelotudeces.
Arranco con el primer integral de Mikilo, que recopila un montón de historietas originalmente publicadas entre 1999 y 2001, años horrorosos para la historieta argentina. Mikilo fue una apuesta muy interesante de autores hasta ese entonces poco conocidos: el guionista Rafael Curci y los dibujantes Tomás Coggiola y Marcelo Basile, a los que más tarde se sumaría Sergio Ibáñez, de notable trayectoria en las antologías de Columba y demás diarios y revistas. Las aventuras de Mikilo nos invitaron a recorrer los mitos y leyendas de la Argentina profunda, en historias de misterio, a veces condimentado con terror, con machaca entre monstruos que se cagan a palos o (en el mejor de los casos) con un cierto vuelo poético.
En general, le encuentro dos problemas a los guiones de Curci: uno menor, que es que los diálogos nunca terminan de sonar 100% argentinos; y uno más preocupante, que es que las tramas son bastante parecidas entre sí. Se repite bastante un mismo esquema, en el que lo que cambia son las criaturas a las que se enfrentan Mikilo y su hermano humano. Patagonia, la saga más extensa que incluye este tomo, es un ejemplo bien gráfico de esto : a lo largo de  50 páginas los personajes avanzan medio a los tumbos, sin un objetivo claro, y la gracia son los obstáculos que les toca sortear en una acumulación de peripecias que se hace sosa y reiterativa. Y cerca del final del libro tenemos El Sabueso de Santa Mónica, un guión excelente, clásico y asombroso a la vez, en el que no se ven los problemas estos que yo marcaba recién. Sin dudas el tramo que más me gustó de esta impactante edición.
Y además El Sabueso de Santa Mónica cuenta con los dibujos de Ibáñez, que le aporta a la serie un upgrade grosso en la faz gráfica. Ibáñez trae la impronta de los maestros del comic de terror de los ´70 (Berni Wrightson, José Ortiz, Horacio Lalia) y aleja un poco a Mikilo de esa estética más tributaria del comic de superhéroes que (todos sabemos) funciona mejor en las historietas a color. El tomo incluye también dos historias cortitas dibujadas por el propio Rafael Curci, que por suerte no insistió y delegó este trabajo en Coggiola y Basile, que lo hacen mucho mejor. Si nunca leíste Mikilo y querés descubrir por qué se ganó el rótulo de « el Hellboy argentino », entrale con confianza al integral.
Salto a 2002, a Francia, para deleitarme una vez más con Seix Cent Soixante-Seize Apparitions de Killoffer, un libro grandote, difícil de guardar, en el que explota definitivamente el gran Patrice Killoffer, uno de los miembros “perfil bajo” de L’Association. Esta es la obra maestra de este autor grandote, al que su amigo Lewis Trondheim suele dibujarlo en sus historietas con cabeza de oso, y además es una obra tan personal que él es el protagonista y su nombre aparece en el título. Pero no salgan corriendo: no es otra aburrida historia autobiográfica de un dibujante mediocre que corre atrás de un laburo, una mina, o una idea.
666 Apparitions… es un delirio grotesco que sólo puede suceder en la mente del autor. Este viaja a Canadá, pero deja sus platos, ollas y cubiertos sucios en su cocina de París. ¿Que hará toda esa mugre durante su ausencia? ¿Cómo evolucionará? La respuesta que imagina Killoffer es increíble. Con texto en apenas ocho de sus 48 páginas, 666 Apparitions… muestra un dibujo que va de Tardi a José Muñoz y de Charles Burns a Hergé, un balance impactante entre blancos y negros y una narrativa totalmente original y desenfrenada.
No quiero ahondar mucho en la trama, porque esto hay que verlo para creerlo. Por suerte está editado en Brasil, así que capaz que se puede conseguir sin necesidad de leer francés. Seix Cent Soixante-Seize Apparitions de Killoffer es un magnífico monumento al descontrol, donde lo que empieza como un delirio inofensivo termina con una pantomima truculenta y escabrosa, que incluye masacres, orgías, violaciones, canibalismo, borracheras y estallidos de violencia extrema, condimentados con pis, vómitos, guasca, mierda y sangre. Y talento. Mucho talento.

Nada más por hoy. Gracias por leer y será hasta la próxima.

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