el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 20 de enero de 2020

LUNES ASFIXIANTE

Sí, ya sé que posteando sólo los lunes y jueves no llego nunca a las 120 entradas en el año. Matemáticamente, no da ni a palos. Pero bueno, es el tiempo que estoy encontrando para escribir. Ya veremos si más adelante puedo recuperar un poco más de ritmo y tener semanas con más de dos posteos.
Empiezo en Europa, en 2006, cuando dos enormes autores argentinos radicados en el Viejo Continente lanzan la novela gráfica Tres Artistas en París, la colaboración entre Carlos Sampayo y Oscar Zárate que precede a Fly Blues (reseñada un lejano 07/07/10). Este es un gran trabajo de los maestros argentinos, repleto de sutileza, profundidad, situaciones muy verosímiles y un enfoque muy interesante sobre los “white people problems”. Al principio hay un amague de thriller, de cosa turbia o violenta, pero es un engaña-pichanga de Sampayo, quien no necesita del shock o la violencia para atraparnos con la trama. La forma en que el pianista, el artista plástico y el escritor intersectan con la periodista Chantal Fernandes compone el núcleo de la obra, que se enriquece con los flashbacks donde Sampayo expone los secretos más oscuros de estos tres prestigiosos referentes de las artes occidentales. Con esos cuatro personajes, más un puñado de secundarios, se arman 78 páginas muy atractivas, de lectura muy clásica, muy accesible, donde Sampayo logra indagar a fondo en las motivaciones y expresiones un tanto excéntricas de estos tres maestros, cada uno en su disciplina artística.
No quiero ahondar mucho en el argumento, porque la verdad es que lo más atractivo está en los vínculos, en escenas muchas veces resueltas a través de los diálogos, que conviene experimentar de primera mano, no que te las cuente cualquier gil. Le dedico unas líneas al dibujo de Zárate, siempre expresivo, generoso, desbordante de color y personalidad, muy beneficiado por la posibilidad de no dibujar nunca más de seis cuadros por página. El argentino radicado en Londres deja la vida en los climas, en los paisajes, en lo que cada personaje nos dice con su rostro y su lenguaje corporal… y no tanto en el armado de la secuencia. Casi no hay manipulación de la puesta en página para lograr efectos expresivos que potencien el relato. Pero hay unas cuantas páginas realmente muy hermosas, al nivel de lo mejor que nos diera este notable autor, injustamente poco conocido en su país. Ojalá algún día haya edición argentina para Tres Artistas en París. Sampayo y Zárate se lo re-merecen.
Entre 2014 y 2015, Marvel nos dio una cátedra de cómo fracasar teniendo todo a favor. Lanzó una serie de S.H.I.E.L.D. escrita por el maestro Mark Waid, con portadas del increíble Julián Totino Tedesco, con un rol central para el Agente Coulson (amado por millones de fans de las películas y series de TV de Marvel), y te puso en el primer número dibujos de (agarrate fuerte) Carlos Pachecho, en el segundo de Humberto Ramos, en el tercero de Alan Davis, en el cuarto de Chris Sprouse y en el quinto y sexto, dibujantes menos conocidos pero más que aceptables. Además, en una movida de encomiable valentía, le pidieron a Waid que no estire las ideas para que cada una ocupe un TPB entero, sino que arme la serie con episodios autoconclusivos, de modo que el TPB tenga seis historias completas, cada una con un tema propio y con distintos héroes y heroínas invitados de distintos rincones del Universo Marvel. ¿Qué más querés? ¿Que venga Ivana Nadal a tu casa a leértela en baby doll?
Sin embargo, a la serie le fue mal y el nº12 fue el último. ¿Cuál fue el problema? Ni idea. Lo único que tengo para aventurar es que Waid no se juega el pellejo en cada historia. Cumple dignamente, las ideas están bien, los diálogos son magníficos, se nota que conoce a la perfección a cada personaje que trae como invitado, el ritmo es siempre de palo-y-palo (porque tiene que rematar las ideas en 20 páginas) y la única vez que una historia se extiende a dos episodios (nºs 5 y 6) nos ofrece los mejores guiones de este primer TPB. Se nota la intención de que no sólo Coulson sino también los otros agentes de S.H.I.E.L.D. tengan ciertos matices, ciertos rasgos de personalidad llamativos, y por ahí eso cobra más relevancia en el segundo TPB (que está ahí, pidiendo pista). O sea que lo único que me faltó fue creerle a Waid que sus breves epopeyas van a tener alguna relevancia a futuro en la vida de los personajes, que no son apenas excusas para divertirnos durante 20 páginas con machaca a todo o nada con bonitas pinceladas de comedia. Hasta ahí no llegué, porque a las aventuras de S.H.I.E.L.D. no les alcanzó el espesor dramático para llevarme hasta ese punto. Pero sin dudas las disfruté mucho.
En cuanto a los dibujantes, me impactaron sobre todo los trabajos de Ramos, Davis y uno de los que no conocía, Paul Renaud, muy buen émulo de Terry Dodson, potenciado al infinito por una labor subyugante de Rómulo Fajardo en el color digital. Veremos con qué me encuentre cuando le entre al Vol.2.
Ya estoy en plena lectura de un nuevo librito, así que ni bien pueda, vuelvo a postear reseñas acá en el blog. Hasta entonces.

1 comentario:

Wilgenhofff dijo...

Romulo Fajardo Jr es a mi entender 1 de los dos mejores artistas del color en comics; el otro sería Tomeu Moreau