el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 29 de enero de 2020

NOCHE DE MIERCOLES

Bueno, pintó el ratito para reseñar los libros que me devoré en estos últimos días.
Hace casi 10 años, el 25/06/10, empecé a leer The Goon, de Eric Powell. Y me gustó bastante, lo cual no se condice con el tiempo que pasó hasta que leí un segundo tomo de dicah serie, en este caso el Vol.1 (porque la numeración de los TPBs empezó en el 0). Ya tengo encanutados un par de tomos más, así que seguro que este año (o a lo sumo el próximo) voy a volver a esta ciudad crepuscular imaginada por Powell, en la que pululan los zombies, hombres-lobo, fantasmas y criaturas bizarras de todo tipo, vivas, muertas y no-muertas.
Este tomo incluye dos historias cortas (básicamente en joda, donde no hay mucho más que una situación disparatada resuelta a través de un estallido de violencia) y cinco historias largas, de las cuales sólo dos se meten a full con lo que parece ser la trama principal de The Goon: la lucha entre este portentoso muchachón y el Zombie Priest, villano central, cerebro (“cereeeebroooos…”) detrás de verdaderos ejércitos de no-muertos que le disputan al protagonista el control de la ciudad. Esas dos historias están buenísimas y la verdad es que Powell se anima a hacer avanzar esta trama principal sin ningún reparo. De las otras tres historias extensas, una (la de Navidad) me pareció bastante pavota, otra (la del ilusionista) me pareció que estaba bien pero no aportó demasiado, y una tercera (la del botín escondido en la casa embrujada) me pareció una genialidad. Esas son las 23 páginas que yo le daría al que jamás leyó The Goon para cebarlo definitivamente con esta serie, su elenco, su atmósfera, su ritmo.
El resto, muy similar al Vol.1: un combo muy eficaz entre un hard boiled a lo Sin City, con elementos de terror y con una violencia exacerbada al punto de la joda, al estilo Cazador. Sangre, tripas, tiros, hachazos, chistes, referencias a comics y películas Clase Z de los ´50 y ´60… Todo muy entretenido y dibujado como los dioses por este heredero de los grandes maestros de la E.C., con momentos re-Berni Wrightson y búsquedas narrativas en la tradición del mejor Will Eisner. The Goon no es la mega-maravilla universal que te cambia la vida, pero para pasar un buen rato con aventuras en son de joda y monstruos pulentosos que se cagan a palos, está perfecto.
Salto a Argentina, año 2019, cuando finalmente se hace realidad Pumbapá, el ambicioso proyecto de antología de historieta infantil impulsado hace unos cuantos años por Diego Cortés y Mariana Salina que quedara trunco tras la muerte del irremplazable guionista/ editor/ poeta/ comerciante/ genio/ etc.. Gracias a un crowdfunding y a la labor de Loco Rabia, Pumbapá se bajó de la lista de los proyectos imposibles y se subió a las bibliotecas de un montón de niños y niñas. Veamos cómo forma esta verdadera selección nacional de historietas para chicos.
Falta Messi, o sea, Chanti. El astro mendocino es un exponente fundamental de la historieta infantil, cuya ausencia me llamó la atención. Fuera de eso, la magia está garantizada, porque realmente se armó una antología poderosísima. Lo que más me gsutó fueron los dibujos de Coty Taboada, la muralista cordobesa que acá la rompe como historietista. Pero también encontré otros trabajos muy sólidos, disfrutables tanto a nivel gráfico como a nivel del guión: la historieta de Fer Calvi es excelente, la de El Perro de la Esquina de Leo Arias también, la de Sole Otero también. También me encontré con muy buenos dibujos de Aleta Vidal (autora también de la portada), Nicolás Brondo, J.J. Rovella, César Da Col (referente hace mil años de la historieta infantil, pero con poca obra editada en el país), y con un trabajo visualmente increíble de Fabián Mezquita. También me reí con la de Brian Jánchez, me pareció interesante la de Lubrio (aunque la letra tan chiquita me hizo doler la cabeza como si estuviera dando a luz a una ballena por la oreja) y descubrí cositas para rescatar en varias historietas más.
Pumbapá funciona como testimonio del muy buen momento por el que atraviesa la historieta infantil en nuestro país. Hay calidad, hay diversidad, no hay un molde al que todos clonan para colgarse de las tetas de los tres o cuatro productos más exitosos… la verdad que es un ámbito donde hay dificultades (como en todos) pero donde se está generando muchísimo material de gran nivel. ¿Qué hacemos los adultos con Pumbapá? Lo compramos, le dedicamos 25-30 minutos de lectura y quedamos como reyes regalándoselo a hij@s, sobrin@s, ahijad@s o mascotas bípedas, que leerán este material con ojos de niñ@ y seguramente sentirán esos primeros chispazos de pasión comiquera que –en una de esas- los llevarán a embarcarse en este camino hacia la perdición que nosotros transitamos hace tantos años con tanta alegría.

Nada más, por hoy. Cumplida la meta de los 10 posts por mes, creo que nos reencontramos en Febrero. Gracias y hasta pronto.

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