el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 30 de marzo de 2023

OTRA NOCHE CON RESEÑAS

Vamos con las reseñas de otros dos libritos que pude leer entre ayer y hoy, aprovechando largos viajes en bondi. Entre 2010 y 2012 salieron en Francia los tres álbumes de Showman Killer, la saga creada por Alejandro Jodorowsky y Nicolás Fructus, que en 2017 ECC publicó en un único tomo, en formato "jibarizado", como le dicen los españoles a las ediciones que aparecen en un tamaño menor al original. La verdad que el tamaño a veces importa: acá las letras se ven muy chiquitas y el dibujo hiper-impactante de Fructus pierde un poco en la reducción. El despliegue visual del autor justifica por sí solo una edición más grande. Fructus tiene un trazo muy detallado, muy rico en matices, y -como buen francés- se copa narrando "de lejos", en tomas panorámicas en las que la viñeta se llena de paisajes, o de edificios inmensos, repletos de pequeñas líneas, elementos casi microscópicos, y efectos de iluminación alucinantes, que seguramente se verían mejor en páginas más grandes. Pero en este formato también se luce, porque estamos hablando de un artista cuyo talento traspasa las confines de la página. Showman Killer tiene tanto que ver con La Casta de los Metabarones, que es casi imposible no imaginarse esta saga dibujada por Juan Giménez, o por Moebius. Y sin embargo, Fructus la hace 100% suya, le pone su impronta, su técnica personalísima de color, su manejo personal de las expresiones faciales y corporales (el único rubro en el que pierde fácil contra Giménez y Moebius) y un hambre de gloria, unas ganas de trascender, de comerse cruda a la historia, que te deja idiota, pidiendo más. Fructus es como un Vicente Segrelles más moderno, más atrevido, más extremo. Un virtuoso sin más límites que el capricho de los editores franceses de que no haya páginas con menos de cinco viñetas y que unas cuantas tengan más de diez. Acá vez a Fructus "tirar" en un cuadrito lo que cualquier dibujante del mainstream yanki te muestra en una doble splash page. Visualmente, Showman Killer es un despelote cósmico, tremendamente disfrutable para cualquier fan del dibujo. El guion de Jodorowsky no se queda atrás. Después de haber creado al guerrero definitivo, nos trae al mercenario definitivo. Una especie de Lobo pero con los poderes del Martian Manhunter recontra papeados, ponele. Un tipo insensible, frío, implacable, inescrupuloso... hasta un punto. Como en casi todas las historias protagonizadas por mercenarios, algo va a pasar que le va a aflojar el corazón y Showman Killer va a terminar por jugarse el pellejo en una cruzada que considera justa, más allá del rédito económico que puede obtener (o no). Lo acompañan un gran elenco de secundarios, en una aventura extrema que tiene por lo menos dos giros argumentales en el tercer tramo que nunca me vi venir. Los diálogos conservan la chispa que vimos y disfrutamos en La Casta de los Metabarones, con términos como "paleoputas", "onironautas", "omnimonarca" o "suprahierofante", que le dan una pátina muy original a conceptos que, muy bien adornados con un contexto de ciencia-ficción, podrían aparecer en una saga de magia, fantasía e intriga palaciega ambientada en algún imperio ancestral de los que suelen visitar Mazzitelli y Alcatena. Podría estar días enteros tirando similitudes y diferencias entre esta obra de Jodorowsky y los clásicos de Eduardo y Quique, pero para sintetizar, creo que Mazzitelli se copa más con lo poético, y por eso se juega más a los bloques de texto, y al chileno le gusta más lo prosaico, se emociona con la exploración del costado más truculento, más perverso, más macabro de lo que tiene para contarnos, y por eso escribe más pensando en la acción y en cómo la va a retratar el dibujante. Asi es como este Showman Killer, sin ser el comic más violento de Jodorowsky, parece una de Marshal Law con naves espaciales comparado con cualquier saga de Mazzitelli y Alcatena. Banco fuerte a esta breve serie. Y me parece muy bien que no la hayan continuado, porque el final del Vol.3 es un final posta, muy redondo y muy satisfactorio. Y porque Jodo ya está muy viejito y por ahí si la sigue la caga, como a la saga del Metabarón. Aceptá los laburos más abyectos, con tal de que paguen bien, y con esa guita comprate Showman Killer, que la rompe toda.
Me voy a EEUU, donde en 2020 sale una serie de Dr. Strange que dura apenas seis números: Surgeon Supreme, con guiones de Mark Waid y (esto hay que destacarlo) un solo dibujante en las seis entregas: el más que correcto (y por momentos muy grosso) Kev Walker. Salvo por alguna que otra tirada a chanta en alguna secuencia en la que los fondos brillan por su ausencia, el británico ofrece un trabajo muy sólido, con una gran variedad de enfoques y angulaciones, formas originales de mostrar los conjuros del Tordo y personajes muy expresivos, sin caer en la caricatura. Lo ayuda muchísimo la gran labor del colorista, el amigo argento Java Tartaglia. Pero lo que más me sorprendió fue el enfoque de Waid en los guiones. Debo confesar que compré el librito por accidente, mi intención era empezar a coleccionar la etapa de Dr. Strange escrita por Jason Aaron. Y bueno, en el fragor del combate, en una convención de EEUU donde levanté ofertas a lo pavote, cayó este tomo en vez del que yo quería. Posta, no me arrepiento de nada. Acá está la efímera Surgeon Supreme completa, y es una pena que no siguiera porque Waid, además de las aventuras y las luchas con villanos, ofrece una mirada muy interesante al costado olvidado de Stephen Strange: su carrera como eximio cirujano. Por esa rendija, el guionista mete reflexiones acerca de cómo funciona el sistema de salud, de cómo la burocracia se morfó a la medicina, y aprovecha para rodear al Tordo de nuevos y atractivos personajes secundarios. Por si eso fuera poco, se acuerda de que otro Doctor místico de Marvel, el Dr. Druid, alguna vez fue psiquiatra y, al mismo tiempo que Stephen, decide reincorporarse al ámbito médico. Si conocés un toque la historia de Anthony "Druid" Ludgate, vas a estar todo el tiempo al filo del asiento, atento a ver si le clava o no la puñalada trapera al Hechicero Supremo, y si no, vas a disfrutar a lo loco de la interacción entre dos veteranos muy curtidos, muy capos en la magia, que juegan a ser médicos y a ver quién es el más arrogante y el más poronga. Excepto por la elección de los villanos, Waid se ajusta perfectamente al canon de Dr. Strange y lo enriquece con nuevos personajes, nuevos conflictos y un ámbito (el del hospital) que había aparecido apenas en un par de viñetas, allá por 1963, cuando Stan Lee y Steve Ditko narraron el origen del personaje. En estos breves seis números, Waid y Walker ofrecieron una mirada fresca, actual, dinámica, muy divertida y muy piola del Doctor, como para dejar en claro que es un personaje cuyas posibilidades narrativas están muy lejos de agotarse. Ahora sí, ni bien pueda, trato de empezar a coleccionar la etapa de Aaron... Por ahora, nada más. Creo que fui al carajo con la extensión de los textos, no? Bueno, ni bien pueda, vuelvo a postear. Seguramente será el mes que viene. Gracias y hasta entonces.

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