el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 12 de marzo de 2023

DOMINGO CALUROSO

Entre ducha y ducha, le sigo metiendo pata a la lectura de comics y ya tengo otros dos libros listos para reseñar. Me interné en un tremendo masacote de más de 300 páginas titulado The Woods Yearbook Edition Vol.1, porque por todos lados escucho que James Tynion IV es un gran escritor de fantasía y terror. Para mí era un no muy brillante esbirro de Scott Snyder que escribía comics de superhéroes, pero acá lo descubrí en su otra faceta. Y también hubo varias sorpresas. La primera es que The Woods parte del MISMO planteo que Aula a la Deriva, el manga de Kazuo Umezu que vimos allá por el 20/10/17. El principio de la serie es EXACTAMENTE igual. Después, Tynion llevará su saga para otro lado y corregirá algunos errores de Umezu, como por ejemplo centrar toda la acción en un único protagonista. The Woods es una obra de protagonismo decididamente coral, y lo mejor que tiene es eso: cómo Tynion se las rebusca para desarrollar a ocho o nueve personajes importantes (y varios secundarios) sin dejar de lado la acción y la aventura. Además, a diferencia de lo que pasa en el manga de Umezu, rápidamente se formará un grupo de alumnos que abandonarán la escuela para salir a recorrer el mundo hostil que la rodea, y (por lo menos en este tomo) no volverán. Esa es la otra sorpresa: este bestial tomo con 12 episodios y más de 300 páginas es apenas el primer tercio de la obra. Yo entré como un gil, convencido de que iba a leer una novela gráfica larga, y me encuentro con que se trata del primer recopilatorio de una serie que acumuló 36 capítulos. Esto se hace bastante evidente sobre el final, cuando ves que en el último episodio, si bien cierran unas cuantas argumentales, quedan 8000 cosas por explorar y por explicar. Así como le pasó a Umezu, que no supo cuándo clavar el freno y terminó por estirar Aula a la Deriva más allá de lo humanamente aguantable, The Woods también se va al carajo con su extensión. Con mucha generosidad, yo calculo que en 12 números más se puede cerrar todo y hasta queda espacio para un epílogo. Pero no: Tynion quiere que yo lea 24 números más... lo cual no va a suceder. Y eso que este tramo de The Woods me gustó... Se me hizo muy ganchero, me costaba bajar el libro para dedicarme a otra cosa y me lo terminé devorando todo en dos sentadas. El mundo fantástico en el que transcurre la saga es interesante, los personajes son copados, hay muy buenos diálogos, el guionista te tira anzuelos para que muerdas en forma de secuencias que se ubican mucho antes o un toque después de lo que narra en tiempo presente, la machaca no está al pedo, suele tener consecuencias bastante realistas... No es una fumanchereada sin pies ni cabeza como lo es durante largos tramos Aula a la Deriva. Pero bueno, prefiero invertir en otra cosa el tiempo, la guita y el espacio que me van a requerir los 24 episodios que me faltan. Me falta mencionar que el dibujante, Michael Dialynas, me pareció bastante del montón, por momentos incluso un poco precario. Eficaz en la narrativa, y para nada virtuoso ni original en todo lo demás. Con un dibujante más atractivo, capaz que el veredicto era otro. Por ahora es eso: The Woods es una muy buena idea, con buena trama y buenos personajes, que padece esa decisión ambiciosa de contar en 36 episodios una historia que daba para bastante menos.
Me vengo a Argentina, año 2022, cuando se publica Shams y la Puerta del Infierno, un libro compuesto por cuatro tramos de 32 páginas, que podrían ser los nºs 1 al 4 de una serie regular al estilo yanki. Se trata, además, de la primera parte de una saga pensada a largo plazo, de la que eventualmente veremos una continuación. Y también es la primera vez que tomo contacto con trabajo del guionista Abdul Wakil Cicco, el dibujante El Toreh y la colorista Leila Kovacs. Así como los ves, estos ilustres desconocidos me ofrecieron un buen rato de diversión y por momentos hasta me lograron emocionar. Shams y la Puerta del Infierno trabaja con muchos de los tópicos de la aventura sobrenatural para adultos que tanto nos copan a los que éramos fans de Vertigo, y se plantea instalar a Shams como una especie de justiciero místico argentino, pero que viene del palo islámico. Hay una gran indagación por parte del guionista de todo el misticismo vinculado al Islam, y un gran aprovechamiento de la filosofía y la cosmogonía que son centrales en esa religión que uno desconoce casi por completo. No sé si lo que más me gustó fue lo bien calzados que están los flashbacks, o lo rápido que me encariñé con el protagonista, pero sin dudas estamos ante un guion muy, pero muy bien escrito. Lo único que no me volvió loco es que Cicco recurre a un argumento ya muy trillado como es la guerra entre el Cielo y el Infierno. Los ángeles y los demonios tienen grandes secuencias y excelentes diálogos, pero el conflicto en sí es algo que uno ya leyó tantas veces que no genera mayor interés. El resto, todo ganancia. La machaca no está de adorno, muchas veces sentís que el héroe tiene altas chances de no llegar vivo al final, hay buenos personajes secundarios, hermosas secuencias mudas y una mirada definitivamente distinta al tema del héroe místico. La argentinidad no está muy al palo, pero también hace su aporte. El misterio está bien llevado, las revelaciones impactan en el momento justo y cuando Cicco te recuerda que este también es un comic de terror, sentís el rigor del miedo y la repulsión. El dibujo de El Toreh no me llamó mucho la atención, otro que (como Dialynas) no me pareció ni virtuoso ni original. Tampoco espantoso, aclaremos. Y el color de Kovacs sí, me parece que está muy bien, y que potencia con buen criterio los climas que propone el guion. Quiero más Shams, obviamente. Me hice fan del personaje y, si la trama no se estira hasta el infinito, acá hay sustancia para una saga realmente apasionante. No sé qué tan fácil será conseguir el libro, porque lo editó un sello muy chiquito (probablemente de los propios autores). Pero igual me animo a recomendarlo, porque es una lectura intensa, cautivante y gratificante. Nada más, por hoy. Hora de la enésima ducha. Ojalá baje la temperatura para la próxima vez que me tenga que sentar a redactar reseñas. Será hasta entonces.

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