el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 28 de marzo de 2023

NOCHE DE MARTES

Acá andamos, triste por la noticia de que se nos fue el maestro Ernesto García Seijas... y con un par de libritos leídos y listos para ser reseñados. Empiezo en Japón, año 1986, cuando el glorioso Shotaro Ishinomori, el Rey del Manga, empieza a serializar Hokusai, una extensa obra de casi 600 páginas centrada en la vida Katsushika Hokusai, el famoso dibujante y pintor nipón del Siglo XIX, célebre a nivel mundial por su icónica ilustración de "La gran ola de Kanagawa". Prolífico, virtuoso, pero también mal llevado y cascarrabias, Hokusai es señalado como el principal exponente de un estilo de ilustración llamado " ukiyo-e", y gracias a Ishinomori me entero que incursionó también en otros estilos y otras escuelas. Y que se cambió muchas veces el nombre con el que firmaba sus obras. El manga recupera anécdotas de distintas etapas de la vida del artista, desde la niñez hasta que muere a los 90 años. Ishinomori no utiliza elementos fantásticos, pero la obra no es exactamente gekiga, porque recurre muchas veces a la comedia y el humor. La propia personalidad de Holusai y las situaciones en las que se ve envuelto se prestan con facilidad a ser retratadas en tono de comedia y Shotaro no se resiste. También hay momentos dramáticos, violentos y hasta poéticos perfectamente plasmados por el Rey del Manga. Lo único choto es que en cada capítulo hay una escena en la que aparece una mujer desnuda, a menudo para coprotagonizar escenas de sexo con e protagonista... que muchas veces no tienen nada que ver con la trama que urde Ishinomori. En una de esas fue una imposición por parte de la editorial, andá a saber... Las distintas épocas que visita el manga le sirven a Shotaro para poner en contexto las ilustraciones y dibujos más conocidos de Hokusai, que aparecen reproducidos en el manga y son realmente impactantes. Y por supuesto el dibujo de Ishinomori también es alucinante. Su forma de componer la viñeta, el armado de las secuencias... Se trata de un autor prácticamente contemporáneo de Osamu Tezuka y el único que rivalizó con él en cantidad de páginas producidas y de hits en el mercado japonés... aunque con mucha menos suerte a la hora de ver su material publicado fuera de la islita. Hay mucho de Tezuka en el estilo de Shotaro, incluso ese vicio que el Manga no Kamisama ya casi había dejado atrás en los ´80, que consiste en deformar groseramente a los personajes cuando gritan, y hacerlos saltar, caerse o pelear con gestos ampulosos, muy exagerados, típicos de la historieta humorística o infantil. A medida que Hokusai envejece, baja un par de cambios en sus rabietas y el mangaka aprovecha para dejar de lado esos excesos visuales. Sin dudas es algo que al lector japonés no le hace ruido, y a nosotros, acostumbrados a un comic para adultos más parsimonioso, o incluso más solemne, nos resulta medio bizarro. Hokusai es un personaje complejo y fascinante, al que Shotaro Ishinomori logra retratar en toda su dimensión. Y también a su entorno, y a su época, y a su impacto en la cultura visual de Japón. El libro es un masacote que se lee a un ritmo ágil, dinámico, que te atrapa con la potencia de las historias y la belleza de los dibujos. Creo que hasta un fan del manga más pochoclero, de machaca, demonios, espadas y superpoderes, se puede llegar a enganchar con esta hermosa obra.
Me vengo a Argentina, año 2022 (vamos que me falta poco para terminar de leer todo lo que se publicó acá el año pasado), cuando se edita en Córdoba la antología Mamma Marilyn. Se trata de 12 historietas en las que hay un elemento común: una pistola, llamada como el libro, que va a aparecer siempre en relatos marcados por el crimen y la violencia. También en algunas historias va a aparecer Núñez, ese personaje basado en el Gauchito Gil que creara Juan Bertazzi en el libro que vimos el 12/06/21. La antología tiene un problema que es el nivel marcadamente desparejo de los dibujantes. Al lado de monstruos como Nicolás Brondo o Hernán González, hay autores bastante consolidados como Pablo Burman y Alfredo Retamar (los dos en un nivel más que interesante), un tipo que es muy capo en la ilustración y tiene una técnica increíble pero al que la narrativa de historieta le cuesta bastante (el uruguayo Mann House), dibujantes que están ahí, un escalón por encima de lo presentable (Mari Salina y Casimiro), y unos cuantos chicos y chicas a los que le falta muchísimo para publicar en un libro que se vende en librerías y comiquerías de todo el país. Pero bueno, por suerte también hay buenos guiones. El mejor es el de Juli Lorente, una gema de 24 páginas que no querés que se termine nunca. Cristian Blasco aporta dos muy buenos guiones: el que abre la antología (originalmente publicado como revista hace unos años) y las 32 páginas de Circus, el extenso relato que le saca un jugo enorme a la fuerza expresiva y lírica del dibujo de Burman. Por el lado de Bertazzi tenemos dos historias muy cortas, una con Núñez muy bien resuelta, y una dibujada por Casimiro que es ingeniosa pero está un poco sobre-explicada. Y hay un par de historias más con las que no pude enganchar porque la nula calidad de los dibujos me lo impidió. Una pena, porque técnicamente el libro es lindo y la idea de que haya un objeto como hilo conductor de historias distintas, con distintos autores y distintos géneros, está muy piola. Ojalá que la próxima vez que a Blasco se le ocurra coordinar un proyecto de este tipo consiga mejores dibujantes, que potencien la fuerza de los guiones. Abrís con una portada buenísima de Quique Alcatena, cerrás con una ilustración preciosa de Brondo... y bueno, adentro hay que bancar los trapos. No podés poner a cualquiera que pasaba por ahí a dibujar historietas, porque en el contraste con los grossos se nota mucho. Nada más, por hoy. Gracias y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog.

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