el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 9 de marzo de 2023

JUEVES A PLENO SOL

Alucinante tarde de verano en Buenos Aires, y yo acá, sentadito en el escritorio, con un par de libros para reseñar antes de clavarme una siesta abajo del ventilador de techo... Empiezo con un libro que me dio varias sorpresas. La primera: en la tapa no aclara que se trata del Vol.2 de una serie. Ese dato está chiquitito en el lomo del libro. Efectivamente, Lagos Connection es el segundo álbum de El Sueño del Tiburón, una serie que el maestro alemán Matthias Schultheiss inició en 1986, cerró en 1989 (cuando salió el Vol.3) y (segunda sorpresa) ¡retomó en 2013! Hasta ahora hay seis álbumes, de los cuales el último es de 2021. O sea que caí en el medio de una primera trilogía, de una serie que continúa aún hoy. Medio que me importa un carajo porque a) lo que me atrajo para comprar el libro (además del precio) es el dibujo de Schultheiss y b) este tramo de la saga se entiende sin problemas sin haber leído el Vol.1. Incluso si nunca leo el Vol.3 (bastante puteado por los fans de la serie), me puedo quedar con este final, que no es el que uno espera, porque el álbum termina con el protagonista hecho mierda, muerto o al borde de la muerte. ¿De qué va la historia? De una guerra entre mafias en el delta de Lagos, una ciudad de Nigeria emplazada sobre la costa del Océano Atlántico, plagada de piratas, corrupción policial y todo tipo de malvivientes. Allí vemos crecer a un francés, Lambert, un tipo adicto a la violencia, el crimen y los beneficios y el poder que se acumulan cuando uno es un criminal exitoso en un entorno corrupto. El comic narra básicamente el ascenso de Lambert, a fuerza de golpes osados y de una crueldad desmedida para con los enemigos a los que derrota y los atrevidos que osan traicionarlo. Violencia y crueldad son las claves de un relato plagado de acción, con mucha sangre, muertes horribles, violaciones, racismo explícito y total impunidad. En la segunda mitad del álbum, Schultheiss va a intentar humanizar un poco a Lambert a través de su relación sexafectiva con Sarah, pero las consecuencias de bajar la guardia van a ser funestas para el duro jefe de los piratas. En España nunca se publicaron más álbumes después de este, así que si me quiero enterar cómo carajo sigue la historia me tengo que pasar a la edición francesa. No sé si haré el esfuerzo, porque la verdad que la aventura en sí no me pareció gran cosa. Me impactó el nivel de mala leche y violencia, y me parece bien que el autor intente darle más carnadura al protagonista. Pero la estrella es claramente el dibujo. De hecho hay un par de momentos en los que la narrativa se hace confusa, porque Schultheiss dibuja a todos los africanos muy parecidos entre sí, o porque la composición de las viñetas no es muy clara, o porque los efectos del color opacan algún elemento visual importante para entender un cuadrito... y a nadie le importa, porque estamos todos flasheando con el estilo gráfico del alemán, con su tratamiento de la figura humana, de las expresiones corporales, del color... Visualmente, esto es un kilombo fascinante, por momentos estridente, con un despliegue de recursos por parte de Schultheiss que realmente te hiela la sangre. Eso es lo que hace irresistible a El Sueño del Tiburón. El resto, podría ser tranquilamente una serie menor en una antología tipo Skorpio o Lancio Story.
Allá por el 12/11/19 me tocó reseñar un muy buen comic argentino llamado Los Prodigios, que presentaba un nuevo universo superheroico desarrollado en nuestro país. En 2022 apareció un segundo libro ambientado en ese mismo universo: Los Desechables, con guion de Fede Sartori y dibujos de Facundo Moyano (otro Facundo Moyano, no el ex-diputado nacional). Mientras que Los Prodigios jugaba a contar una "versión argenta" del origen de una especie de Justice League, Los Desechables hace algo parecido, pero más cercano al Suicide Squad. De hecho, una vez presentados los protagonistas, el núcleo de la trama consiste en una misión suicida, encubierta, a cargo de personajes que tranquilamente pueden morir sin que nadie reclame nada. El dibujo de Moyano, si bien no es horrible ni tiene grandes pifias, me dejó un poco frío. Me resultó algo del montón, falto de identidad, de riesgo. El color sí, me parece que está buenísimo. Y el guion es muy entretenido: tiene muy buenos diálogos, los flashbacks están donde tienen que estar, la amenaza es creíble, hay giros que no te ves venir, y está todo muy bien integrado con lo que otro guionista (Gastón Flores) nos había contado en Los Prodigios. O sea que la idea de un universo consistente, compartido por varios autores y explorado en distintos títulos, no es una quimera, sino algo que se puede hacer realidad aquí y ahora. Tengo entendido que hay un tercer libro en camino, donde la historia del Prócer va a llegar a un final. Ojalá no sea un final para todo este universo, porque tanto Flores como Sartori se han esforzado por poblarlo con personajes interesantes y conflictos originales. Lo único que le podría criticar a Los Desechables es que, para ser un comic apuntado al fan de los superhéroes, la machaca tarda un poco en llegar. Hasta que empiezan a correr de lo lindo las trompadas, las patadas, los superpoderes y la sangre, ya van casi 40 páginas en las que lo principal es el diálogo entre personajes que apenas se mueven. Y eso puede desalentar o aburrir a algún lector desprevenido que crea que va a leer una saga del Suicide Squad, X-Force o cualquier otro grupo comando de tipos y minas con poderes. Fuera de eso, Los Desechables es una lectura muy disfrutable, que otra vez pone a Fede Sartori en la lista de los guionistas a los que conviene seguir de cerca. Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

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