el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 29 de diciembre de 2024

DOMINGO DE FIACA

Qué lindo es estar todo el día en calzoncillos, tirado en la cama o en el sillón, sin hacer nada, o a lo sumo leyendo comics. Ahora que salió la Comiqueando Digital nº10 (ya se puede descargar por muy poquita plata en https://comiqueandoshop.blogspot.com/) me puedo dar el lujo de dedicarle todo el domingo al ocio, algo sumamente recomendable para bajar unos cuantos cambios. Las lecturas me llevan primero a España, año 2003. Cuenta la leyenda que en el 2000, el dibujante David Ramírez publicó en la revista Dolmen una historieta en joda, donde se satirizaba con muy mala leche a Antonio Martín, una especie de institución en el comic de la Madre Patria. Martín es historiador del comic, crítico y además dirigió las líneas de comic de Planeta-DeAgostini en la época en la que era -por lejos- la editorial nº1 del mercado. Pero así de grossa como es su trayectoria, el tipo no se bancó la joda (que, repito, era picante al borde del mal gusto) y le metió una demanda tanto a Ramírez (un cuatro de copas) como a Vicente García, editor de Dolmen. Años más tarde, la justicia española falló a favor del agraviado, y condenó a David Ramírez a pagar una multa millonaria... y así es como en 2003 aparece "Artículo 20", una especie de "We Are the World" en el que un montón de autores colaboran gratis en una antología co-editada por Dolmen y Astiberri, cuyo objetivo era juntar fondos para que Ramírez pudiera costear la multa. Lo bueno: las historietas no hablan de Martín ni de Ramírez. Ningún autor nombra a ninguno de los dos. Las historietas (y textos) hablan de censura, de libertad de expresión, de cómo naturalizamos la imposibilidad de hablar y opinar acerca de ciertos temas, etc.. Lo malo: a cada autor le dieron una sola página para trabajar. Hay que ser MUY capo para poder plantear una idea y desarrollarla en una sola página, y así naufragan en la intrascendencia dibujantes y guionistas que habitualmente la rompen. No tiene sentido juntar a semejante elenco de colaboradores y después no darles espacio para que se luzcan. Algunos lo hacen, a pesar de todo, y los quiero destacar. La portada de Albert Monteys es buenísima, me hizo comprar el librito sin tener la menor idea de lo que me iba a encontrar adentro. José Luis Ágreda se va bien al carajo en ocho viñetas muy zarpadas, al filo de lo impublicable. La de Josep Busquet y Ramón Bachs te desgarra el alma, pero está muy bien. Quim Bou tiene una idea que claramente requería más espacio, y la termina apretando en una página con VEINTE viñetas microscópicas, donde el dibujo no solo no se luce, sino que apenas se entiende. La pongo entre los mejores aportes, simplemente por la calidad de la historia y los textos. La de Muñoz, Trashorras y Luis Bustos también queda apretadísima en una página llena de viñetas ínfimas, pero la compresión brutal le termina por quitar buena parte de la gracia. Zafa el dibujo, nomás. Bartual y Castaño aportan dos historias cómicas de media página, también con muchas viñetas, pero muy graciosas y transgresoras. Excelente el trabajo de Luis Durán, a quien no amedrenta la obligación de tener que meter mucho texto en cada viñeta. Otro de los que resuelve con jerarquía es Guillem March, capo. Bien también la de Santiago García y Pepo Pérez. Brillante la de Raule y Roger (un poquito apretada, claro). Muy grosso también lo que nos trae Víctor Santos. Y en la última página, tenemos un chiste mudo de Alex San Vicente, que es una especie de clon un poquito más moderno de Quino, uno que cada vez que metía un chiste sobre censura y libertad de expresión la clavaba en el ángulo. Artículo 20 es una gema extraña y bizarra del comic español, que resulta atractiva sobre todo por el tremendo listado de autores que participaron. Esto tracciona y cautiva más allá de la calidad misma de las historietas... que tampoco está mal.
Última tarde de domingo de 2024, me pareció un buen momento para leer Domingo a la Tarde, la novela gráfica de Camila Torre Notari aparecida este año. Es paradójico, pero lo que más me gusta de Camila es lo que más le juega en contra... Me explico: los cuatro segmentos que componen esta obra (al igual que tantas otras obras de la autora) son historietas costumbristas, alegres, llenas de buena onda y vitalidad. En los cuatro aparecen los sueños de los protagonistas, pero casi todo es 100% real, al punto que parecen historias tomadas de la vida de la propia Camila, su familia o sus amigos. Esta impronta cercana, humana y copada se disfruta muchísimo. No hay tantos historietistas que logren que uno se enganche con historias cotidianas de gente que sale a pasear, se junta a charlar con amigos o vecinos, o se pone a cocinar. Y al mismo tiempo, más de una vez te preguntás "¿y dónde está el conflicto?". ¿Dónde está eso que pasa y que desafía a los personajes y los acorrala para que tomen decisiones cruciales en las que hay un montón de cosas en juego? En las historietas de Camila, eso aparece poco, y no está enfatizado. De los cuatro segmentos de este libro, uno solo (el que protagoniza Margarita) está atravesado por un conflicto que genera tensión en el lector y que, para resolverse, va a requerir cambios que tampoco están muy enfatizados. El resto de lo que le pasa a los personajes son -para decirlo en criollo- boludeces, minucias de la vida cotidiana, que a veces ni siquiera aspiran al rango de "anécdotas". Entonces, para el lector que busca en las historietas una narración intensa, con acción, con momentos jodidos... las historietas de Camila son anatema. Acá no va a encontrar nada de eso. Acá tenés que venir buscando otra cosa, que tiene que ver con una mirada alegre de la vida cotidiana en los suburbios, o incluso de un viaje por Rusia de dos señoras de unos 65-70 años. La irrealidad, lo fantástico, aparece en las escenas oníricas, que además es donde Camila más se suelta a la hora de dibujar y planificar la puesta en página. Pero siempre está claro que son sueños, entonces vos sabés que si pasa algo extraño, o algo peligroso, no va a afectar la calma y la buena onda que rigen las vidas posta de los protagonistas. De Rimski-Korsakov a Evangelion y Saint Seiya, estos relatos de Domingo a la Tarde tienen un encanto muy especial, el encanto de lo cotidiano: del fulbito, el chinchón, el barrio, la siesta, las mascotas y la pileta. Me da la sensación de que esta impronta amistosa y cercana los hace un buen punto de entrada para gente que habitualmente no lee historietas, y eso sin dudas suma un montón. Sobre todo si te edita Maten al Mensajero, que es un sello que suele buscar lectores por fuera del circuito tradicional. Y hasta acá llegamos... No sé si vuelvo a postear antes de fin de año, pero el miércoles seguramente habrá un posteo para conmemorar los 15 años del blog. Mientras tanto, sigue la cuenta regresiva hacia el post nº3000, que seguro va a aparecer en Enero. ¡Gracias y hasta pronto!

2 comentarios:

Nahuel2017 dijo...

Che andres de casualidad ubicas la tira hungara " Jucika" y sabes si es recomendable?

Andrés Accorsi dijo...

No, no la conocía. Pero el dibujo se ve lindo...