el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 26 de diciembre de 2024

MAGIA EN BLANCO Y NEGRO

Bueno, después de un paréntesis muy largo para mi gusto, tengo el placer de contarles que ya está lista la Comiqueando Digital nº10 (se puede descargar por muy poquita plata en www.comiqueandoshop.blogspot.com). Eso significa que vuelvo a tener tiempo para leer comics y reseñarlos en este espacio, volver a participar en el canal Disfuncionales y Vehementes y demás actividades que tenía suspendidas. Hoy terminé de leer El Espíritu de Mascarín, una historieta realizada por el genial Oswal a partir de 1974 en una revista quincenal, ahora recopilada en un libro muy cheto por Deux. Por suerte lo único que hizo Deux fue llevarlo a la imprenta: del armado y el diseño del libro se encargó Silvina Viola, la hija de Oswal, que cuidó con pasión el trabajo de su padre. Originalmente, las aventuras de Mascarín ocupaban dos páginas en la revista Chaupinela, y eran páginas repletas de viñetas muy chiquitas. A veces llegaban a ser más de 40 viñetas por página, una demencia. En 2001, cuando Oswal le vendió este material a la Eura, lo rearmó en episodios de 10 páginas, con muchos menos cuadros por página, y eso es lo que podemos apreciar en este libro. Los guiones... son de 1974. No esperes genialidades, aunque tampoco vas a encontrar ninguno que te falte el respeto. Tampoco esperes que Oswal explique categóricamente qué o quién es Mascarín. Va a quedar todo en el terreno de la especulación, o de la interpretación de cada uno. Mascarín es -ante todo- un concepto muy loco, que le permite al autor contar las típicas historias de sustitución de identidades (como esos episodios de Spider-Man contra el Chamaleon, o Batman contra Clayface), pero a una velocidad supersónica. Mascarín cambia de identidad seis, siete, ocho veces en 10 páginas, y eso acelera y potencia el ritmo de las aventuras... y la frustración del inspector de policía que se propone capturarlo. Como en las historietas de The Spirit, hay episodios más aventureros y otros más profundos, más centrados en la vida (generalmente chota) de algún personaje al que Oswal desarrolla mucho más que al protagonista mismo. Yo creo que a la serie el falta eso: explicar, o por lo menos darle desarrollo y profundidad, a Mascarín. El resto funciona, porque las ideas son buenas, los diálogos no descollan pero acompañan, y las resoluciones son siempre sorprendentes. Y lo que realmente convierte a este libro en una pieza fundamental en la biblioteca de cualquier fan del comic es -sin dudas- el dibujo. No sé cuánto de esto redibujó Oswal en 2001, pero se ve todo demasiado bien. El claroscuro ágil, vertiginoso, del maestro se complementa a la perfección con las tramas mecánicas y el resultado es un kilombo nuclear que detona la página. Es como una vorágine, que rara vez da tregua, en la que Oswal te tira una imagen perfecta atrás de otra, sin descuidar nunca la fluidez del relato. Acción, emociones, personajes hiper-expresivos, siluetas, contornos, pinceladas cargadas de sutileza... Una belleza realmente inexplicable. El maestro Oswal nos dejó en 2015, pero por suerte todavía queda su obra, y ojalá se siga reeditando con esta calidad, así llega a un público que la pueda valorar y atesorar. Y estudiarla, porque leyendo a Oswal se aprende un montón.
Vuelvo con Gou Tanabe, casi un fetiche de este blog, y me interno en las casi 300 páginas que componen la primera parte de su adaptación de Las Montañas de la Locura, el extenso relato de H.P. Lovecraft, escrito en 1931 y publicado originalmente en 1936. La historia está protagonizada por un grupo de científicos y aventureros (todos varones) de la Universidad de Miskatonic, que parten rumbo a la Antártida para descubrir los secretos del continente blanco. Lo primero que me viene a la mente es... che, para escribir esto hay que saber un montón. No sé si Lovecraft estudiaba a fondo todas estas disciplinas, o si mandaba fruta, pero acá nos habla de geografía, de geología, de biología, de meteorología, de física, de química, de espeleología... y si es fruta, la verdad que no se nota para nada. Es todo muy convincente. Lovecraft pone sobre la mesa una cantidad brutal de nociones científicas para construir el verosímil de una trama en la que -obviamente- en algún momento van a irrumpir los elementos fantásticos que le va a agregar peligro y horror a la epopeya de los protagonistas. Lo que más me gusta, por lo menos de esta primera parte, es que los protagonistas nunca están ahí cuando se desencadena la acción. Cuando la expedición liderada por Lake descubre los cuerpos de "los antiguos", estos llevan ahí millones de años inactivos. Y cuando el grupo de Dyer encuentra a la malograda expedición de Lake, los vemos descubrir los restos, los vestigios, de una masacre espantosa que nunca nos muestran, y que cada lector se la imagina de una manera distinta, con distintos niveles de crueldad y violencia. Tanabe elige con mucho criterio qué textos de Lovecraft conservar en su versión y cuáles no, y logra un clima de suspenso y tensión muy similar al de los relatos del mítico escritor. Y cuando le suma los dibujos, la locura se hace más palpable, el horror se hace más horrendo y el suspenso crea más tensión. Tanabe narra pausado, como Lovecraft, y se toma su tiempo para crear climas ominosos y para mostrar en dibujos con muchísimo detalle lo que el texto describe con palabras. Paisajes, animales, criaturas... todo cobra relieve y belleza gracias al trazo de Tanabe, que complementa su línea elegante con un excelente trabajo de aplicación de grisados mediante tramas. Lo único que le falta es variar un poquito más los enfoques cuando muestra primeros planos de los personajes hablando. Las viñetas de "talking heads" se parecen mucho unas a otras, y hay páginas en las que abundan bastante. Este es un manga ideal para gente que nunca leyó manga. Fans de Lovecraft hay en todas partes, y yo supongo que la mayoría no conoce a Gou Tanabe, pero se puede dejar subyugar tranquilamente por la lograda combinación entre la prosa del ídolo yanki y el trazo y la narrativa del ídolo ponja. Tengo el Vol.2 en la pila de los pendientes y prometo entrarle a la brevedad. Nada más, por hoy. Ojalá tengamos otro posteo antes de fin de año, ya en la cuenta regresiva hacia el 15º aniversario del blog, y el post número 3000. Y obviamente, si te gusta leer sobre historietas, no te pierdas la Comiqueando Digital, que es una bomba atómica de 426 páginas, con 15 notas inéditas, colaboradores de primer nivel y contenidos audiovisuales exclusivos.

2 comentarios:

Obi Bujannie dijo...

"Este es un manga ideal para gente que nunca leyó manga", Presente. El manga NO me llama, pero Tanabe me vuelve loco. No se si es por esa impronta clásica, ese nivel de detalle, pero me vuelve loco. El mérito acá no es solamente de HPL. Leí lo que publicaron acá los de Planeta y "En la noche de los tiempos" (publicado en España en tapa dura y -hay que decirlo- un tamaño levemente mayor y una impresión apreciablemente mejor) y es, sencillamente, brillante lo que hace... para volverse loco. Lovecraft no es un escritor fácil de adaptar y el tipo no solo lo hace casi textual sino que expande y profundiza cosas desde lo gráfico. Un capo. ¿Qué otra cosa me recomendarías Andrés en el estilo Tanabe?

Andrés Accorsi dijo...

Es que no sé si existe un "estilo Tanabe"... Está esta bestia que hace esto... y después hay un montón de otros dibujantes que hacen otra cosa... Shin Yamamoto, si querés probar, maneja una estética en un punto similar a la de Tanabe...