domingo, 3 de julio de 2011
03/ 07: EX MACHINA Vol.5
Se vienen las elecciones para Jefe de Gobierno porteño y esa es una excusa tan buena como cualquier otra para volver a visitar al amigo Mitchell Hundred, el ingeniero que un día se hizo superhéroe y juntó tanta chapa que después se postuló para intendente de New York y ganó por afano.
Este es el famoso arco argumental que habla del faaaasssso. Acá, el intendente Hundred y sus colaboradores evalúan proponer cambios en las leyes vigentes acerca de tenencia y consumo de drogas, porque se dan cuenta de que son anticuadas y que –en la práctica- no resuelven absolutamente nada. El que se droga, ¿tiene que ir preso, o hacer un tratamiento para rehabilitarse? ¿Es lo mismo fumar marihuana que inyectarse heroína? ¿Puede el Estado negarte la libertad de –en tu casa y sin joder a nadie- meterte lo que se te cante en tu organismo? Hundred y su equipo se hacen estas preguntas, un poco a raíz del mini-escándalo generado por declaraciones del intendente en un programa de radio, donde “confiesa” (como si fuera un crimen) haber fumado faso en su juventud. Y enseguida, el guionista Brian Vaughan aprovecha la situación para tirarnos (sin aburrir ni predicar) un montón de datos asombrosos acerca del consumo de drogas en los EEUU. El más llamativo es el cruce con el tema racial: de los presos por tenencia de drogas, el 80% son negros o hispanos, y sin embargo los que más drogas consumen son los blancos. ¿Son serias las leyes vigentes, o son una mera excusa para “limpiar” las calles de negros y latinos?
Para sumarle espesor al dilema, tenemos a una mina que se inmola al mejor estilo talibán en reclamo por su hijo, que fue asesinado en la cárcel, donde cayó por vender faso. Y a un degenerado que se hace pasar por bombero para irrumpir en las casas, robar y matar gente. Los conflictos se apilan, pero ninguno es lo suficientemente físico como para que Hundred use mucho sus poderes, o como para garantizar buenas escenas de acción. Entonces Vaughan recurre al flashback, a la historia en la que Great Machine captura a este pibe que vendía faso y lo entrega a la cana. Para que haya acción en cuatro episodios, el flashback se estira un poco más de lo razonable, pero bueno… tiene que aparecer Great Machine volando y disparando para mantener la fachada de que esto tiene algo que ver con el género superheroico.
La mamá de Hundred sigue sin aparecer, Amy Angotti (estrella del tomo anterior) aparece apenas en dos escenas, debuta una chica con pinta de misteriosa (January Moore, hermana de Journal), avanza un sub-plot que involucra a Kremlin, hay muchas escenas de contrapunto entre Hundred y su vicejefe Dave Wylie, y por si faltara algo, todo un episodio –realmente brillante- dedicado a indagar en el pasado, la personalidad y las motivaciones de Rick Bradbury, el guardaespaldas de Hundred, otrora ladero de Great Machine.
Tony Harris sigue firme en su estilo de realismo fotográfico, lindo pero pecho frío, con momentos de gran lucimiento, sobre todo en las expresiones faciales, en esa extensa secuencia de acción protagonizada por Great Machine y en los arrebatos de violencia que se precipitan cada vez que entra en escena el bombero loco, para repartir hachazos a domicilio. El colorista JD Mettler pela acá algunas de sus mejores páginas, especialmente durante el flashback que nos muestra a Bradbury en la Guerra del Golfo, todo virado a los amarillos y naranjas.
Ex Machina sigue su curso y por suerte nunca baja del increíble nivel en el que arrancó. Vaughan logra un comic que no se parece a ningún otro: acá, el peligro que afronta el héroe es quedar como un facho con los votantes progres, o como un revolucionario extremista con los votantes conservadores, o como un chamuyero con los medios de prensa. Esa es la tensión que mantiene a Ex Machina interesante, mientras nos invita a reflexionar sobre temas tan actuales y reales como el matrimonio igualitario, la educación pública, el miedo a los ataques terroristas o la despenalización del consumo de marihuana. Falta la saguita en la que lo pescan a Hundred usando los poderes para escuchar conversaciones telefónicas de sus adversarios, o la saguita en la que crea la UCEP para cagar a palos a los indigentes que viven en la calle. Pero claro, el protagonista de esta ficción es un héroe y nuestro PROcesado jefe de gobierno está claramente del lado de los villanos. Ojalá el domingo que viene gane la Justicia.
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4 comentarios:
Por favor... no me digas que pensas que "la justicia" es Filmus-Tomada
La Justicia es que Macri se vaya a su casa, o a Boca, o a la cárcel.
¿A quién hay que votar para sacar a Macri de ahí? No me importa, voto al que sea. A Darth Vader, a Norman Osborn, a Videla, si hiciera falta.
A Filmus lo voté en 2007 en el ballotage, obviamente para votar contra Macri. Iba con Heller, que me cae mejor que Tomada. Pero repito: si vas contra Macri, te voto aunque seas un genocida hijo de un tren cargado con siete millones de putas.
Señor Accorsi, me comentaron que usted es un militante acerrimo del PRO
Jajaja! Sí, me pinté de amarillo hasta la punta de la chota ;)
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