el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 6 de mayo de 2012

06/ 05: THE UNWRITTEN Vol.4

Evidentemente, el final del tomo anterior fue demasiado heavy. Tanto que el arranque de este me mareó con su avalancha de referencias a lo que pasó en el anterior, hechos que yo –para variar- recordaba muy vagamente. Las consecuencias de lo sucedido en el Vol.3 que ameritaban una exploración por parte de Mike Carey eran tantas, que Leviathan (la saga central del Vol.4) tarda bastante en arrancar. Hay que armar un nuevo status quo, afianzarlo mínimamente, definir un nuevo rumbo para Tom Taylor y sus amigos y recién ahí, poner en marcha la siguiente epopeya.
La verdad es que –sin ser chota- Leviathan está muy estirada. La idea es excelente. Lo que Tom aprende al final del arco es fundamental y va a abrir muchísimas puertas a futuro. El tema es cuántas páginas necesita Carey para llegar a ese punto. Para mi gusto, son muchas. ¿Y con qué las rellena? Con una idea casi ramplona, casi un choreo barato a The League of Extraordinary Gentlemen: un bizarro team-up entre todos los personajes literarios en cuyas historias aparece una ballena: el bíblico Jonás, Simbad el Marino, Pinocho, el Barón de Münchhausen... y por supuesto, la ballena es Moby Dick. Ese truquito sirve para que la historia en sí (que conecta al clásico de Herman Mellville con la teoría política de Thomas Hobbes) dure 28 páginas más de las que debería. No está mal, es divertido y está bien escrito. Pero no hacía falta, es casi una canchereada por parte del guionista.
Lo más notable es cómo entra en la rosca el Leviatán de Hobbes. A ver: se suponía que The Unwritten era una historieta sobre literatura, un juego entre realidad y ficción, entre el mundo y la palabra. Ahora irrumpe el pensamiento y la ecuación se altera para siempre. Okey, la teoría política es pensamiento escrito. O sea, tiene por dónde entrar a la rosca. Pero yo (que estudié Ciencia Política) no me imaginé que Carey se iba a meter en ese terreno y menos que le iba a ir tan bien a la hora de hilar conceptos teóricos con ficciones literarias.
Por el lado de los personajes secundarios, la apuesta de este tomo es el desarrollo de Richie Savoy, mientras que Lizzie Hexam (muy protagonista en el tomo anterior) avanza muy poquito. El monstruo de Frankenstein otra vez aparece cuando menos te lo esperás y está cada vez más claro que es un actor importantísimo en esta saga. Por el lado de los villanos, Rauch, la titiritera, es el personaje mejor desarrollado del tomo. Y Carey se las ingenia para que Wilson Taylor, el papá (o en realidad, el creador) de Tom siga apareciendo bastante y no sólo en los flashbacks al pasado del protagonista.
Y si el arranque del arco central requería un ejercicio de memoria para no quedar pagando con las referencias al Vol.3, imaginate lo que pasa cuando llegás al episodio final del tomo: un unitario que retoma la historia iniciada en el último episodio del Vol.2! Obviamente, no me acordaba un carajo, excepto que había un conejo pasado de rosca que puteaba más que Cazador. ¿De dónde venía y por qué? Tuve que repasar el Vol.2 para tener una mínima noción. Esta segunda entrega en la saga de Pauly Bruckner (que así se llama el conejo zarpado) es mucho mejor que la primera y hasta tiras más pistas de qué carajo está pasando y cómo puede llegar a empalmar este plot con la saga central, la de Tom Taylor.
A cargo de los dibujos de todo el tomo está Peter Gross, que sigue sin convencerme. No lo considero un muerto de frío, pero bueno, no me llega, no me dice nada. Y no me olvido de otros trabajos suyos mejores que este. Por suerte en todas las secuencias que tienen que ver con Moby Dick, Gross entrega apenas unos bocetos y el dibujo final (no sólo la tinta) está a cargo de Vince Locke, que pone mucho de su propia cosecha. El combo Gross-Locke (qué loco que llamen a Locke para una saga en la que tiene tanto peso Hobbes) es muy satisfactorio y en sus mejores viñetas (que son esos primeros plano llenos de rayitas) me hizo acordar a Guy Davis. En la historia de Pauly Bruckner también, Gross entrega bocetos muy básicos y el responsable del look definitivo de las páginas es el grossísimo Al Davison, un dibujante británico oscuro, casi maldito, con menos fans que la leucemia pero de excelente calidad. La dupla Gross-Davison pela las imágenes más fuertes del tomo, muy bien coloreadas por Chris Chuckry, que acá cambia totalmente su paleta para adaptarse a un relato que –por ahora- no se toca para nada con la trama central.
Estamos ante un tomo de transición, de pre-temporada, de esos en los que un equipo que peleó la punta el torneo pasado hace ajustes y se prepara para salir a disputar el torneo siguiente con todas las pilas, a jugar todos los partidos como si fueran finales. El cierre del Vol.4 me hace tenerle muchísima fe al Vol.5. Y si todavía no te enganchaste con The Unwritten, por enésima vez te recomiendo que lo hagas. Este es un comic atrapante, inteligente, original, filoso y con miles de referencias al maravilloso universo de la literatura. “Agarrá los libros, que no muerden”, dice el dicho popular. “Bueno, casi ninguno...”, agregaría Carey.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de leer de un tirón los 13 primeros números, excelentes, hace rato que no me cebaba tanto con nada. Muy bueno el mundo que va armando, el juego con "la palabra hecha carne" y cómo usa los formatos tipo blog o páginas web para contar la historia ¡gracias por la recomendación Andrés!
Lucas

Redskull dijo...

desde que la empeze a ler por culpa de tus anteriores review, siempre me parecio una serie excelente...Y te re engancha.

alcoholical mystic dijo...

Me fui a una cabaña en el campo y leí todo en CBR por unos 3 días,es tan buena que me llegó a decepcionar un poco que se fueran aclarando los misterios y avanzando hacia un desenlace,sería interesante recordar otras obras donde se trate tan lucidamente el tema de los limites ficción-realidad,aparte de lo de Borges no recuerdo nada mas...pero claro, no soy necesariamente la manzana mas culta del cajón . Saludos Andres.

Andres Accorsi dijo...

Si te atrapa ese tema no dejes de entrarle a Jardines de Kensington, al novela de Rodrigo Fresán.

Milo Garret dijo...

También, por qué no, a los últimos arcos de la etapa de Morrison en Animal Man, y al emotivo último número de su Doom Patrol.

alcoholical mystic dijo...

Gracias por sus recomendaciones.De Fresan no he leído nada, supongo que este es un buen momento para empezar. Lo de Morrison en Animal Man sin duda es un gran ejemplo y lo había olvidado, mientras que su Doom Patrol la estoy leyendo de vez en cuando ...Saludos!