el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 7 de mayo de 2012

07/ 05: EL CONDENADO

Allá por Diciembre de 2010 publiqué una reseña de Cayenne, una obra de Guillermo Saccomanno y Cacho Mandrafina publicada en Francia. Recomiendo releerla antes de seguir adelante (está en la página 175 del segundo libro del blog) porque Cayenne y El Condenado son la misma historieta con distinto nombre. De hecho, el primero de los episodios incluídos en esta edición argentina (esa que pedíamos a gritos en 2010) es el mismo que el que abre la edición francesa. El resto de los episodios, por suerte, son todos distintos y no coinciden tampoco con los que publicó Fierro allá por 2007-2008.
¿Ya está? Bueno, empiezo con una fe de erratas. En la reseña de Cayenne yo decía que el bar Sweet Sodome estaba en alguna ciudad portuaria no identificada de EEUU. Y no, nada que ver. En las historias de este tomo queda muy claro que el bar está en Melbourne, Australia, un toquecito lejos de EEUU.
El libro argentino abre con ese primer episodio (fundamental para entender que este Marcel Clouzot es el mismo tipo que se escapó de la penitenciaría de Cayena en la serie que salía en Skorpio en los ´70 y ´80) y cierra con una saguita de dos, que narran una maravillosa historia ambientada en la época en que Clouzot vagaba por los mares del sur. Las casi 100 páginas del medio componen una saga extensa, la saga de Carol, en la que Clouzot se establece como chofer, valet, guardaespaldas y confidente de una prostituta fina, que atiende a clientes de la alta sociedad australiana. No es exactamente una novela gráfica (como reza un texto en la portada del libro), porque Saccomanno no oculta en lo más mínimo el formato episódico de la historieta. De hecho, cada ocho páginas y con puntualidad suiza, la trama cierra y el relato nos devuelve al presente, a la época en la que Clouzot rememora estas vivencias sucedidas en su pasado. La gran mayoría de los segmentos de ocho páginas cierran tan bien, tan lindo, que serían –además- grandes historias unitarias.
Pero el formato serial le permite a Saccomanno desarrollar a los personajes, meterse a fondo en la vida de Carol, su hijo Jimmy y este tipo aparentemente sin emociones, este pecho frío al que por dentro le pasa de todo, pero no expresa nada. Los temas centrales son la corrupción, la facilidad con la que la gente juzga al prójimo, la tensa relación entre patrona y empleado y la improbable búsqueda de la redención por parte de un veterano de mil combates que ya está de vuelta de todo. Hay algún momento tierno, algún coqueteo erótico (lógico en una historia co-protagonizada por una meretriz) y cero chistes. De verdad, ninguno. Esto es amargo como la hinchada de Independiente, no hay margen ni para la más mínima sonrisa.
Dentro de este contexto áspero, heavy, mi secuencia favorita son esos dos episodios co-protagonizados por Philip, el cajero del banco que cree que se va a morir. A esa historia, le metés tres chistes y es un capítulo perfecto de The Spirit. Lo más flojo, el de la pelea de Clouzot con los otros choferes, que aporta muy poco. El final es un toquecito anticlimático, porque Marcel venía anunciando su movida hacía unas cuantas páginas, pero está muy, muy bien narrado. El Condenado peca un poquito de algún vicio literario (citas a escritores, extensos bloques de texto), pero está bien: Saccomanno es sinónimo de buena literatura argentina y de un impecable manejo del género negro.
¿Y qué se puede decir de Mandrafina que no se haya dicho ya? Acá se puede disfrutar del maestro en un excelente nivel, con toda su fuerza, toda su expresividad. Sus autos, paisajes y mansiones son increíbles, la puesta en página es absolutamente clásica, la acción está casi des-enfatizada, mientras que las emociones de los personajes están a flor de piel, sumamente amplificadas por el dibujo de Cacho. Es alucinante todo lo que las caras de Carol y Marcel nos dicen acerca de lo que les pasa. Cosas que el texto no siempre dice, pero que el dibujo prácticamente nos las grita en la cara. Otra cátedra de este artista fundamental, protagonista absoluto de los últimos 35 años de nuestra historieta.
Manchada por la literatura, por el género negro y por el formato serial que la obliga a “volver del flashback” cada ocho páginas, la historia del Condenado está llena de humanidad, de pasión, de climas jodidos, de giros impredecibles y de bajadas de línea para el lado correcto. Creadas hace poco más de 10 años para una editorial italiana, siempre es un placer leer esto en nuestro idioma y editado en nuestro país, más allá de que en la comparación con el papel y la impresión del libro francés, este salga perdiendo por goleada.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá que este libro venda bien, así editan mas de el Condenado.

Andres Accorsi dijo...

Seguro. Yo compré uno para mí y otro para regalárselo a un amigo fan de Mandrafina.

Anónimo dijo...

Andrés, estoy leyendo con alegría Gotham Central y recien ahora me entero de que el personaje de Renee Montoya fue originalmente creado para la serie animada de Batman. Estabas al tanto de esto? Que hacemo al respecto?

Andres Accorsi dijo...

Sí, claro que sabía. Y no hay que hacer nada, está bien. ¿Cómo van a ser tan boludos los autores de los comics como para no aprender de una serie tan gloriosa y tan perfecta como Batman: TAS? De ahí salió también Harley Quinn, por ejemplo, que no existía en las historietas.

Leandro dijo...

Andrés, ya que nombraste al Sacomanno literato recomiendo fervientemente su ¿novela? El buen dolor. Altísima literatura. Por otra parte, qué cagada la muerte de Caloi. Da bronca los comentarios hipócritas de algunos seres despreciables como Gelblumg.

Andres Accorsi dijo...

Jamás escucho ni miro los programas en los que aparece Gelblung, así que tengo el privilegio de desconocer sus comentarios acerca de casi todo.

ARIEL dijo...

QUE BUENO SERÍA PODER CONSEGUIRLO, SABÉS SI HAY PLAN DE EDITAR FRATELLI CENTOBUCHI Y LA SECUELA VIEJOS CANALLAS? ÉSTA ULTIMA CUAN EXTENSA ES? OJALÁ SE PUBLIQUEN

Leandro dijo...

Yo tampoco escucho ni sigo a Gelblumg, me refería a un comentario que replicaban, y que tuve la mala suerte de escuchar.