el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 19 de febrero de 2013

19/ 02: LA CHICA DE IPANEMA

El título de este álbum no puede ser más frutihortícola. Lo que pasa en la historia no tiene nada que ver con esa famosa canción, de la que apenas se “oye“ un pedacito en la última viñeta, encima en la versión de Frank Sinatra.
Lo importante, obviamente, no es eso, sino que estamos ante una nueva colaboración entre el guionista Yves H. y su ilustre padre, el glorioso Hermann. Ya los habíamos visto trabajar juntos en Manhattan Beach 1957 (allá por Marzo de 2010) y esta obra de 2005 es su cuarta historieta en conjunto (en unos días leo la tercera, que está ahí, pidiendo pista). Este Hermann tiene poquísimo que ver con el que descubrimos en los setentosos álbumes de Comanche: acá el maestro belga ya encontró definitivamente su estilo y lo refinó para crear un sello gráfico indudablemente propio, sin renunciar a su inscripción en el estilo académico-realista. Este Hermann mete más cuadros por página, dibuja a los personajes más redondeados (pareciera sentirse mucho más cómodo dibujando a gordos que a flacos), simplificó muchísimo el trazo y ganó en complejidad y sutileza cuando se lanzó a darle color directo a sus páginas. Un porcentaje muy importante de lo mucho que se disfruta la faceta visual de este libro tiene que ver con cómo Hermann aplica el color, cómo elige la paleta, cómo crea y ejecuta efectos alucinantes en la iluminación, como se pone al servicio de los climas que propone el guión. Este es otro trabajo magistral del belga, repleto de detalles increíbles, personajes muy expresivos, referencias fotográficas muy bien integradas al dibujo, un repertorio amplísimo de enfoques (siempre bien elegidos) y lo que subrayaba recién, un manejo exquisito de las posibilidades que le brinda el color directo.
El argumento que propone Yves H. es sumamente atractivo: una investigación policial absolutamente realista, que respeta al milímetro los procedimientos (más incluso que lo que veíamos en Gotham Central), y que busca esclarecer la muerte de una joven y la desaparición de otra. Ron Chávez, detective de la policía de Los Angeles, llevará adelante la mayor parte de la pesquisa y por supuesto se topará con una intrincada red de impunidad tejida por mafiosos, empresarios encumbrados de Hollywood y gente vinculada a la política. Hasta ahí, todo bárbaro. Los personajes están bien construídos, no hay sacudones ilógicos, el plan B de los villanos está bien planteado, la policía no encuentra pistas de casualidad, cuando aparecen el gore o el grim ´n grittty impactan y estremecen de verdad, se nota que Yves H. estudió la geografía y la sociedad de Los Angeles y sus suburbios... un lujo.
El problema es que la novela gráfica tiene sólo 52 páginas, y el argumento es demasiado complejo para 52 páginas. Así es como el guionista mete groseros masacotes de texto en casi todas las páginas, en los que nos narra secuencias enteras que su padre no dibuja porque no tiene espacio. Incluso avances importantes en la investigación de Chávez y el LAPD se cuentan en esos bloques de texto, además de algunas conjeturas, sensaciones, recuerdos y esas cosas que sirven para meternos más en la mente de los protagonistas. O sea que, aunque te aterren esos párrafos infinitos de texto -que parecen capítulos de El Capital de Marx, con las notas al pie y todo- no te los podés saltear porque te quedás afuera de cosas realmente importantes para la resolución del misterio.
Y así, entre los mega-bloques de texto que escribe Yves H. y las muchas viñetas por página que dibuja Hermann, La Chica de Ipanema llega a un final, que no es para nada el que uno espera. La novela le saca mucho jugo al hecho de que está ambientada en Hollywood, pero el final no tiene nada que ver con el del típico thriller del cine yanki. No quiero contar nada, simplemente destacar la fina ironía del giro con el que, en la última página, los autores le ponen el broche de oro a una historia dura, tensa, 100% verosímil (nadie se sorprendería si estuviera sacada de los diarios) y que sufre un poquito por el hecho de estar caprichosamente comprimida en menos páginas de las que hacían falta para que padre e hijo brillaran en todo su esplendor. En 52 páginas, les salió una historieta buenísima. En 64, no me quiero ni imaginar lo que se podría haber hecho con ese mismo argumento. Mínimo, una obra maestra.

7 comentarios:

brunowayne dijo...

Andres, pregunta descolgada. Tengo ganas de leer algo de "Calin & Hobbes". ¿Qué me recomendás? ¿Algún libro en particular para empezar? Grazzie

brunowayne dijo...

Quise poner "Calvin & Hobbes"...

Andres Accorsi dijo...

Cualquier recopilatorio en inglés te va a hacer fan para siempre de la tira.

Anónimo dijo...

Creo que estoy preguntando una boludes... Batman tierra uno de Geoff Johns, esta bueno?

Andres Accorsi dijo...

No lo leí, Anónimo.

Andrés G. dijo...

Che, Bone de Jeff Smith garpa, no?

el integral enorme ese en blanco y negro que venden en amazon le hace justicia?

Andres Accorsi dijo...

Recomiendo A MORIR la lectura de Bone. Y sí, en blanco y negro se la recontra-banca.
Puesto a elegir, yo no compraría el mega-mamotreto que incluye los nueve TPBs, porque es medio inmanejable (además de intransportable). Pero si está muy barato, no lo dudes.