Cuando el cubano Antonio Phroias se retiró de las páginas de la mítica revista MAD, ya enfermo y bastante veterano, su inmortal creación, Spy vs Spy, pasó a manos de otros autores, todos segundones y tercerones, a años luz del nivel del maestro. Hasta que en 1997, con la revista MAD ya bajo el control de DC Comics, se vino una renovación en la que llegaron, entre otras cosas, el color para todas las páginas interiores y más tarde los avisos publicitarios, dos rupturas importantes con la tradición de la revista fundada en 1952 por Bill Gaines. Dentro de esta ola renovadora, el inmenso Peter Kuper recibió el ofrecimiento para hacerse cargo de Spy vs Spy y aceptó, con la idea de quedarse un año o dos. Finalmente, se quedaría para siempre.
Este librito recopila 65 aventuras de los espías Blanco y Negro: unas poquitas de tres páginas, algunas de una página y la mayoría de dos. Con el diario de lunes es fácil opinar, lo tengo clarísimo. Pero posta, al que se le ocurrió poner a Kuper a continuar Spy vs Spy hay que levantarle un monumento. Claro, el ídolo ya había dado muestras contundentes de su talento para narrar sin palabras, en los cartoons de Eye of the Beholder y en la novela gráfica The System (la vimos acá el 25/11/10), y eso lo convertía en candidato lógico a tomar la posta de una serie que desde su debut en 1961 jamás permitió que sus protagonistas emitieran un sólo globo de diálogo. Aún así, con toda la chapa como dibujante y todos los recursos para crear historietas sin textos, lo que hizo Kuper en Spy vs Spy superó por completo todas las expectativas.
Lo más notable es cómo, sin tratar de parecerse a Phroias, Kuper logró mantenerse fiel a la esencia de la serie. Kuper hace millones de cosas que Phroias no haría. Sus pantomimas terminan con gags mucho más truculentos, en enchastres de gore y tripas, con órganos que vuelan por los aires y manchones de sangre. Sus espías se trasladan como si nada a la era de las cavernas, al imperio romano, al medioevo o al far west; a veces son meros espías y otras veces asumen profesiones diversas, como dentistas, tenistas o dibujantes de historietas (!). Como vimos en El Infante Dante Elefante (de J.J. Rovella), acá también vale todo, hasta jugar con las convenciones del lenguaje del comic, con tal de hacer reir sin palabras. Por supuesto la risa llega, y llega muy a menudo. Uno cree que a la altura de la página 50 ya presenció todas las resoluciones posibles a estas pequeñas y sangrientas batallas entre Blanco y Negro. Sin embargo, cuando ya los vio morir de todos los modos imaginables y ya cree poder adivinar cuál será el próximo objeto que le explotará en la cara a cada uno de ellos, Kuper vuelve a sorprender, a irse un cachito más al carajo, para garantizar una nueva carcajada.
De los prodigios gráficos de Kuper, sus técnicas y sus hallazgos en materia de dibujo y color, hemos hablado en otras reseñas que se pueden consultar haciendo click en la etiqueta del autor. No me quiero reiterar en ese sentido. Lo que sí me impactó como si fuera la primera vez que leía una historieta de este genio es la puesta en página, el despliegue de las viñetas en el espacio, el uso preciso y eficiente de las viñetas redondas, los juegos con las letras del título... un montón de maravillas que podrían no estar sin restarle gracia a los chistes, y sin embargo están y se disfrutan a full. Y algo más que está en estas páginas y llama la atención son... chistes de Sergio Aragonés! Pequeñísimos cartoons (también mudos, claro) que aparecen en las márgenes de las páginas, impresos en un tamaño microscópico. Entiendo que en la MAD los chistecitos de Aragonés acompañen a todos los trabajos de la revista, pero ¿en un recopilatorio de Spy vs Spy? ¿Te parece? ¿No daba para sacarlos?
Esto es una joyita del humor. Bestial, frontal, casi con menos sutileza que textos. Empezó hace más de 50 años como una sátira a la Guerra Fría y hoy es cualquiera: un canto desenfrenado y virtuoso a la violencia, la crueldad y el ansia destructiva que impulsa a estos dos personajes a la confrontación permanente, hasta cuando están descansando. Una salvajada visceral y maravillosa, repleta de risas, tiros, torturas y mutilaciones, dibujadas como los dioses por un Peter Kuper que no para de superarse a sí mismo. Acá no hay buenos ni malos. Pierda quien pierda en la última viñeta, gana el comic.
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3 comentarios:
Es cierto que kupert mantiene el nivel de phroias a pesar de que extraño la linea clara con la que dibujaba el cubano.
qué te parecen los dibujitos qué hizo -¿o hace?- Cartoon Network sobre la serie
Nunca los vi, Anónimo. Yo casi no miro tele.
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