Ah, bueno, se puso densa la cosa. Al lado de lo que pasa en este tomo, todas las escenas de acción del Vol.1 (que no eran tantas) parecen una gilada, un engaña-pichanga para que no creyéramos que nos estábamos fumando un manga de más de 300 páginas sin acción. Este tomo mantiene esa onda de poca acción, de conflictos más psicológicos que físicos, unas... 50 ó 60 páginas. Y de ahí en más, pasa de todo.
Por supuesto, recomiendo releer la reseña del Vol.1 (salió hace un par de semanas, el 12/05) para entender un poco más de qué va esta epopeya espacial con la que Keiko Takemiya redefinió el manga de ciencia-ficción en la segunda mitad de los ´70. Aquella vez, yo decía que para el final del tomo no me quedaba claro quiénes eran los malos y quiénes los buenos. Con otras 300 páginas más en el buche, ahora sí, creo que los malos son los terrícolas y los buenos los Mu, humanos mutantes con cuerpos más débiles y zarpados poderes mentales. En este tomo, los humanos (liderados por Keith Anyan) no tendrán reparos en destruir un planeta entero para tratar de exterminar a los Mu, y cuando estos traten de escapar en sus naves, serán misileados sin piedad por la flota terrestre, que logrará masacrar a un tercio de los Mu. El propio Keith Anyan bajará al planeta donde se refugian los telépatas a tratar de matar a su líder, Jomy Marcus Shin, y se irá con un empate: no logra matar a Jomy, pero sí secuestrar a Physis, la pitonisa, la mujer-oráculo cuya sabiduría y habilidad de ver el futuro orientan y contienen al impulsivo Jomy.
Había un tercer personaje importante en el primer tramo, Seki Ray Shiroe, que en este morfa banco de suplentes a lo pavote. Lo reemplaza un nuevo personaje mucho más atractivo, pero del bando contrario: Tony es el primer niño Mu nacido de un vientre materno en cientos de años, durante esa “primavera” en la que los telépatas logran asentarse en el planeta Naska. Una bizarra transformación lo convertirá de un día para el otro en un muchachito de 12 años, con una inteligencia y unos poderes sobrehumanos, una especie de ancho de espadas para el mazo de los Mu... si Jomy supiera cómo jugar al truco. Lo cierto es que la presencia de Tony desequilibra más de lo que ayuda al líder de los mutantes en fuga, que para el final del tomo irán por la revancha contra los terrícolas. Ya en esas últimas páginas, la misión que hasta entonces motivaba a ambos bandos (regresar a Terra y repoblarla) ya importa poco y nada. Ahora es más atractivo vengar un genocidio con otro.
Lo que antes era medio Matrix y medio saga de la Fundación de Asimov, ahora es mucho más Star Wars, o sea, más obvio, menos sutil, más virado a la machaca. Desde que Keith Anyan pisa el suelo de Naska, Takemiya nos bombardea con larguísimas escenas de acción, muy complicadas de dibujar, además, porque los telépatas combaten a distancia, y porque pasan muchas cosas al mismo tiempo. Ahí la autora se enreda un poco en la narrativa, al tratar de mostrar tantos sucesos paralelos. Hay que prestar mucha atención para no perderse, y eso nos distrae un toque de la magnitud de lo que está narrando Takemiya. Una vez que Keith deje Naska, se reestablecerá (más o menos) el status quo, con conflictos menos físicos, la retorcida intriga palaciega entre gente que se lee la mente, y el misterio de Tony, sumado a las consecuencias de la muerte de su madre y las pistas que tira el borrego acerca de Physis. Y después, la destrucción de Naska, des-enfatizada, casi desaprovechada por la autora, que elige no mostrar en detalle cómo se hace mierda el planeta que albergaba a los Mu.
Por suerte, todos estos golpes de efecto hacen que la trama, si bien pierde sutileza, no pierda interés. Acá también hay algunas escenas de sobra, que aportan poco y nada, pero son menos que en el Vol.1. La decompresión del relato es mucho menor. Y en cuanto al dibujo, el principal logro de Takemiya siguen siendo los espectaculares trucos expresionistas a los que recurre cuando decide meterse en la mente de sus personajes y mostrarnos sus miedos, sus angustias, sus inseguridades, los fantasmas que los atormentan. Esa secuencia en la que la flota de los Mu abandona Naska y empiezan a llover los misiles también es majestuosa. Y lo más flojo también se repite del Vol.1: los protagonistas masculinos tienen cara de nena de 15 años, excepto Tony, que tiene cara de nena de 12. Hay personajes “viejos” sin cara de nene, pero para mostrar que los grossos son muchachos jóvenes, Takemiya los apendeja y los aputaza demasiado, como si esto fuera un shojo o –peor todavía- un yaoi, el género que inventó la propia Takemiya. Aún así, estamos ante un excelente trabajo de una dignísima heredera de Osamu Tezuka y Shotaro Ishinomori, a años luz de las pelotudeces que les vemos hacer a tantas chicas que hoy brillan en el shojo.
Prometo entrarle pronto al Vol.3, a ver cómo cierra la saga.
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2 comentarios:
No ubico a este autor ni al título en particular. Pero apenas vi la portada se me vino a la cabeza el capitán Harlock, hahah.
Es autora, estimado. Keiko Takemiya es mujer y muy hermosa, por cierto.
Creo que Harlock es un manga contemporáneo a este, o por ahí cerca.
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