Hora de reencontrarme con el increíble Shintaro Kago, el otro referente del ero-guro (siempre el primero será Suehiro Maruo) que tiene varias obras editadas en nuestro idioma.
Como ya postulé en la reseña publicada el 10/08/14, la comparación con Maruo desfavorece ampliamente a Kago, porque en materia de dibujo está muy lejos del nivel mostrado ya desde sus primeras obras por el autor de Midori, La Sonrisa del Vampiro y La Oruga. Para remarla, para llevarse un empate decoroso, para no ser catalogado de “el Maruo que dibuja mal”, Kago tiene que aguzar el ingenio a límites insospechados. En el libro que vimos el mes pasado, Kago desplegaba una gama asombrosa de ideas y recursos narrativos para crear un puñado de historietas experimentales, muy interesantes y decididamente vanguardistas. Esta vez, eso no sucede.
Cuaderno de Masacres ofrece 13 relatos breves ambientados en la época del Japón feudal (la que tantas veces visitamos de la mano del sensei Hiroshi Hirata) y el único recurso narrativo realmente arriesgado que propone Kago es el que ya vimos en Sin City y muchas obras posteriores: personajes que son protagonistas en una de las historias, son secundarios en otras, y sucesos que componen el núcleo de algunas tramas son mencionados casi al pasar en otras. De esa manera, los 13 relatos se van hilvanando hasta formar un tapiz muy sólido, con un verosímil y un tono compartidos, no como en Reproducción por Mitosis en el que cada historia era un universo aparte.
Por suerte, entre estas 13 historias cortas hay unas cuantas ideas tan zarpadas como brillantes, generosamente salpicadas con escenas tan atroces, tan truculentas, tan shockeantes, que te terminan ganando por el lado del absurdo. Más cerca de la carcajada que de la revulsión, La Maldición de Suzume, Las Cápsulas Sorpresa de Sobei, El Secreto de Shikitei Rokuba, El Amanecer de un Nuevo Día y la gloriosa parodia de Pinocchio titulada Zeheto & Hinokio me cerraron por todos lados y me impactaron con secuencias que (a pesar de estar bastante curtido en las lides del ero-guro) nunca pensé que iba a ver en una historieta. Lo que menos me convenció fue “la saga” de los trozos de tela, dos historias prácticamente enganchadas con un “pseudo-continuará”, que luego desembocan en la mucho más atractiva (y extrema) El Amanecer de un Nuevo Día.
Las últimas cuatro historietas son epílogos muy breves, de tres o cuatro páginas, en los que Kago retoma a algunos de los personajes importantes de los nueve relatos anteriores para pegarles una última vuelta de tuerca, en clave claramente humorística, en un formato que se hace bastante cargo de ser más “chiste largo” que “historieta corta”. De estos cuatro epílogos, el que más me gustó es el cuarto y último, una asquerosidad pasada de rosca, con sexo, escatología y mutaciones bizarras capaces de perturbar a cualquiera que no cultive un sentido del humor bastante pervertido.
Aclaro, por las dudas, que el dibujo, incluso muy por debajo de los standards del maestro Maruo, está muy logrado, con secuencias tremendas muy bien graficadas, con una narrativa cuidadísima y unos primeros planos y planos detalle de arrolladora belleza freak. Hecha esta aclaración, prometo entrarle pronto a un tercer libro de Shintaro Kago que tengo ahí, pidiendo pista, a ver con qué me encuentro. Ojalá me tope con nuevos experimentos a todo o nada como los de Reproducción por Mitosis, o con argumentos tan disparatadamente horrendos como los cuatro o cinco mejores de este tomo. Yo te avisé hace mucho: el ero-guro es un viaje de ida, depravado y demencial, obvio, pero también fascinante.
domingo, 28 de septiembre de 2014
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1 comentario:
Si, a mi también me encanta el eroguro y creo que es una pena que EDT se haya fundido, dado que tenía algunas obras más en carpeta que no verán la luz. Para colmo no sé de ninguna otra editorial que se anime a tomar la bosta, digo la posta de esta clase de mangas.
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