Con esta serie me pasa algo rarísimo: me encanta la premisa, me gusta el clima, me engancha el ritmo que le imprime Scott Snyder a las aventuras, me sorprendo con lo bien que el guionista maneja los diálogos, llenos de modismos propios de las distintas etapas en las que sitúa las historias, me parece que está bien armado el elenco de secundarios… pero detesto al protagonista. Skinner Sweet me parece un personaje despreciable, pero además choto, unidimensional, básico… Desde el primer tomo estoy esperando que Snyder se juegue a hacerlo boleta y lamentablemente, parece que tenemos Skinner para rato. Aún así, este tomo me gustó mucho más que el anterior. Trato de explicar por qué.
Arrancamos con un arco de tres episodios, ambientado primero en la infancia y después en la juventud de Skinner Sweet y su primer némesis, Jim Book. Primero en el marco de la Guerra de Secesión y más tarde en las campañas de los milicos yankis contra los apaches, Snyder nos revela un montón de datos acerca de estos dos personajes, en secuencias anteriores al Vol.1. Acá ya está clara la crueldad y la falta de escrúpulos de Skinner, pero por lo menos se lo ve menos invulnerable, más humano. Y además pega más fuerte ver a un pibe hacer esas maldades. Como punto extra, en el segundo episodio de la trilogía, Skinner y Book casi no aparecen y todo se centra en la piel roja Mimeth, quien resulta ser la verdadera pionera en esto de los vampiros americanos.
El siguiente arco tiene cuatro episodios y retoma la progresión lineal de la serie para llevarnos a 1954. Y acá Snyder frota la lámpara y pela una genialidad: Travis Kidd, un pibe que parece John Travolta en Grease, o James Dean en Rebel Without a Cause, y que se dedica a cazar vampiros con una mala leche fascinante. Acá la serie encuentra un personaje carismático, tridimensional, complejo, con huevos y recursos para que uno hinche, más que nunca, por ver al sorete de Skinner definitivamente exterminado. Son 80 páginas narradas a un ritmo frenético, con flashbacks muy bien calzados a la infancia de Travis (que tiene que ver con lo que sucedió en Las Vegas en el Vol.2) y con una mirada sutil y llena de ironía acerca de esa época de los EEUU tan fértil para la ficción. Lo mejor de todo es que Skinner aparece con el arco argumental ya bastante avanzado y hay que sufrirlo pocos episodios. Sobre el final, van a tener peso Los Vasallos del Lucero y Pearl, pero el núcleo central de la saga es 100% Travis Kidd, un gran hallazgo por parte de Snyder.
Y predeciblemente, Calvin Poole (secundario en el tomo anterior) vuelve esta vez como protagonista, para un arco breve, también ambientado en 1954 y que es apenas una excusa para hablar de la tensión racial, otro elemento típico de este período histórico en EEUU. Y de nuevo, no aparece el nefasto Skinner Sweet, lo cual suma bastante.
Por el lado del dibujo, el nivel es altísimo. Para el arco ambientado a fines del Siglo XIX tenemos a un especialista, el prócer catalán Jordi Bernet, que venía de años de lucimiento en la revista de Jonah Hex, que transcurría en ese mismo período. Clásico y efectivo, Bernet deja todo y logra páginas memorables. En los cuatro episodios de Travis Kidd tenemos al titular de la serie, el cada día más grosso Rafael Albuquerque (que nos visitara recientemente en Comicópolis), jugado al vértigo, a la machaca a todo o nada, pero con muy buen laburo en los fondos y algunas puestas en página geniales y sumamente arriesgadas, como esa doble página cerca del final del tercer episodio. Y los de Calvin Poole son episodios tan de relleno que ni siquiera tienen los dos el mismo dibujante. En el primero aparece Roger Cruz, un brazuca bien del montón, que se esfuerza por no chorear ni a Jim Lee ni a Joe Madureira (que es lo que hizo toda la vida) y le sale algo híbrido,a a mitad de camino entre el realismo y el grotesco. Y en el segundo, un ídolo: el tano Riccardo Burchielli, viejo compañero de correrías de Brian Wood, cuando Brian Wood la descosía en Vertigo. Obviamente a Burchielli le sobra oficio para salir bien parado de este desafío y logra imágenes y secuencias mucho más interesantes que las de Cruz.
Lindo tomo de American Vampire, como para tenerle fe a un repunte que ojalá sea definitivo. Tengo ya comprado el Vol.5, así que eventualmente le hincaré los colmillos.
domingo, 12 de octubre de 2014
12/ 10: AMERICAN VAMPIRE Vol.4
Etiquetas:
American Vampire,
Jordi Bernet,
Rafael Albuquerque,
Scott Snyder,
Vertigo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Que loco, a mi me encanta Sweet, sobre todo en contraposición a Pearl y su marido que son demasiado nobles. Es como que cada vez que pensas "bue, acá va a tener una chance de jugarla de bueno" el chabón siempre da un volantazo para quedar como un sorete (lo de las Vaegas en el 2 es de lo que más marcado me quedo) y eso me copa mucho.
Publicar un comentario