Segundo tomo de los Fantastic Four de Matt Fraction y esta vez nos concentramos sólo en el título principal, el que tiene como dibujante a Mark Bagley y como protagonistas a Ben, Johnny, Reed, Sue y los hijos de ambos. Estamos en esa saga que empezó en el Vol.1 (lo vimos el 29/05/14) en la que Reed y su familia se van de vacaciones, a pasear por los confines más remotos del espacio-tiempo, mientras en realidad Mr. Fantastic busca la cura para una extraña enfermedad degenerativa que lo está afectando. Es una linda consigna, que le da a Fraction mucha libertad para hacer básicamente lo que se le dé la gana, con espacio para historias cósmicas y grandilocuentes, y para historias más chiquitas, más intimistas.
El TPB va a explorar las dos variantes, más una tercera, en un número especial, injertado de prepo para conectar con la patética saga conocida como Age of Ultron. Ponele que, como Sue tiene mucho protagonismo en esa saga, era importante que Fantastic Four tuviera un tie-in con AoU. Pero, ¿aporta algo en el contexto de ESTE recopilatorio? No, absolutamente nada. Se podría haber reeditado en el TPB de AoU, o en ningún lado, porque la verdad que es una sucesión de lugares comunes berreta y estridente como las guerras de mediáticos en los programas de la tarde. El dibujante, André Araujo, no es malo. Con tiempo, con más rodaje y si lo dejan volar, quizás se convierta en un nombre a tener en cuenta.
Pero vamos a lo que importa, que son los cinco episodios de Fraction y Bagley. Arrancamos bien, con una historia sin machaca, en la que el conflicto central se da en el fuero íntimo de Reed, en la cuerda floja entre la integridad, el amor, la lealtad y el plan que –en una de esas- lo salve de irse al descenso. El segundo unitario es el de Julio César y lleva a la familia Richards al Imperio Romano para una aventura menor, con algo de acción y la presentación de un nuevo personaje secundario, que –sospecho- se va a revelar más adelante como alguien a quien ya conocíamos.
La saga zarpada, ambiciosa, “hickmanera”, de este tomo es la de los dos numeritos contra Blastaar, con una buena dosis de machaca, conceptos complejos que tienen que ver con el inicio y el fin de la existencia, y mucha chapa para los mejores personajes que tiene esta serie: Franklin y Valeria Richards. Y cierra un unitario tranqui, centrado en Ben, que elige pasar esos pocos días del año en los que recupera la apariencia humana en su viejo barrio, pero en la década del ´30. Allí ayudará a un viejo comerciante judío a liberarse de los aprietes de unos malvivientes (también de “la cole”) y repartirá piñas con y sin su característica super-fuerza. No me llegó a aburrir, pero tampoco me sorprendió en lo más mínimo.
Me quedo, entonces, con el primer unitario, y con los dos numeritos a todo o nada contra Blastaar, que –no sé por qué- es un villano que me gusta mucho. Rescato también el nivel de los diálogos, muy parejo y muy arriba, y sobre todo ese clima de libertad que señalaba antes. No se me ocurre postular que acá Fraction estaba haciendo comic de autor dentro del mainstream, porque es evidente que se tuvo que comer ese sapo cósmico del tie-in con Age of Ultron. Pero fuera de eso, este es un comic que se permite jugar por afuera del reglamento y hasta se da el lujo (como se daba Fraction también en Hawkeye) de plantear historias sin peleas entre buenos y malos, sin estridencias innecesarias.
Mark Bagley acompaña decorosamente, sin descollar, muy bien respaldado por las tintas de Mark Farmer y los colores de Paul Mounts, que le dan ese sabor tan típico de Alan Davis, aunque Bagley no dibuje tan bien como el prócer británico. Lo más loable es cómo Bagley pela versatilidad y va de un planeta alienígena a un barrio judío de la Nueva York de la Gran Depresión, a los suntuosos palacios del Imperio Romano y de ahí a las entrañas de una nave/fortaleza construída para ser testigo del fin de la existencia. Sin escatimar fondos y sin chorear fotos, el tipo se arremanga y logra ambientar correctamente cada una de las historias que pergeña Fraction, lo cual no es poco.
En unos meses –parece mentira- no va a haber más comics de los Fantastic Four. Y ahí sí diremos “la puta que lo parió, ganaron los malos”. Mientras tanto, yo sigo explorando la breve etapa de Matt Fraction, que no tiene con qué bancarle los trapos a la de Jonathan Hickman, pero tampoco está nada mal.
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2 comentarios:
¿Qué onda lo de los FF? ¿No va a salir más la revista?
No es más que otro pretexto para liquidar la serie actual, que ya puestos esta más mediocre en décadas del cuarteto, para volver a relanzará en unos pocos meses a bombo y platillo con un equipo de recubren.
Por cierto, un aviso a todo aquel que disfrute o haya disfrutado alguna vez con la primera familia, no os acerquéis al anual de este año… Es para tener pesadillas y que se medio olviden cinco décadas de grandeza. Yo por mi parte al tal Robinson este le pongo en el mismo bombo y nivel que otros genios del medio como Dan Jurgens.
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