Esta es una novel gráfica de Edgar Clement, uno de los autores centrales del comic mexicano reciente, que se serializó a partir de 1993 en la revista Gallito Comics, que tuvo en su país un impacto similar al que tuvo la Fierro clásica en el nuestro.
Sin embargo, la estética, algunos elementos del argumento y hasta la fecha en la que se publicó acercan a la obra de Clement más a Cazador que a la Fierro. Como en aquellas primeras entregas de la historieta de Jorge Lucas y su equipo, acá tenemos un dibujo que le debe muchísimo al de Simon Bisley; un artista al que se le nota la pasión por el color, pero publicado en blanco y negro; un argumento en el que predomina la machaca sobrenatural, condimentada con un humor negro bastante corrosivo; y un nivel de violencia realmente escabroso.
Y hasta ahí llegan las coincidencias. Por lo demás, el guión de Operación Bolívar es bastante más complejo que lo que podía apreciarse en el Cazador, apoyado en una trama más espesa, con una conspiración a escala continental en la que avechuchos humanos (yankis y latinoamericanos) se enroscan con ángeles y demonios para quedarse con el cuasi-infinito mercado de los estupefacientes. Esto da lugar a la aparición de varios personajes, encabezados por Leonel Arcángel, a los que felizmente Clement logra darles bastante desarrollo, en medio de la vorágine de tiros, explosiones, torturas y mutilaciones.
Sin ser brillante, el guión tiene bastante ritmo y la aventura está bien llevada. Los malos no son tan obvios, el plan está bien, y sí, los “héroes” zafan de peligros bastante imposible. El verosímil se hace añicos bastante temprano, pero no es lo importante, queda claro que a Clement le importa poco que la epopeya de Leonel sea creíble. Le importa mucho más que sea impactante, y en eso residen tanto los aciertos como los tropiezos del guión.
En materia de dibujo, Clement muestra una amplia gama de recursos. La onda básica es típica de Bisley: muy basada en la anatomía humana, con volúmenes muy marcados y cierto coqueteo con el grotesco en las expresiones faciales e incluso en algunas musculaturas. Pero además hay ciertos elementos barrocos, sobrecargados, en las alas de lo ángeles, y en los dibujos donde Clement resuelve todo sólo con la línea negra sobre el fondo blanco. Los fondos son invariablemente fotos mínimamente retocadas y este vicio se extiende a los vehículos, armas de fuego y otros objetos. Y después hay muchos recursos más, desde parodias del lenguaje publicitario hasta recortes de diarios.
Tanta variedad de efectos, de técnicas y ese “pecado original” que consiste en realizar en blanco, negro e infinitos tonos de grises una historieta que pedía a gritos el color, hacen que la faz gráfica sea bastante confusa, bastante poco accesible para el lector que no está curtido en estas lides. Entiendo que Clement quisiera mostrar su innegable versatilidad y su gran manejo de las distintas técnicas, pero a nivel narrativo el resultado se empantana un poco. Una pena.
De todos modos, si lo contextualizamos en su época, Operación Bolívar es un trabajo notable. Por su ambición, por su apego a una identidad 100% mexicana a la que hoy muchos autores renuncian en busca del hitazo “for export”, porque se nota que es la obra de un artista que hizo lo que se le cantó el orto y además se divirtió sin tomar al público por idiota. Me gustaría ver obras posteriores de Edgar Clement, para constatar las mutaciones que seguramente sufrío su estilo a medida que fue alcanzando la madurez gráfica y narrativa.
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1 comentario:
Interesante reseña. Acá la liga de la continuación de OP. http://www.interzone.produccionesbalazo.com/2011/05/title-001/
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