Se vienen muchos feriados seguidos, por lo menos acá en Argentina, y en general son días en los que leo poco. Por suerte tengo un par de libritos leídos, como para clavar hoy un posteo y cumplir con la meta de los diez por mes. Quizás haya uno más antes de que empiece Abril, pero no quiero prometer nada.
Arranco en 2007, cuando Dark Horse recopila en TPB la miniserie Outer Orbit, realizada por el virtuoso del lápiz, el titán de la tinta, el capo de la vida Zack Howard, junto a dos amigos suyos. El guionista de cine Reed Buccholz le dio una mano con los diálogos y un pibe que hoy tiene una chapa infinita, nada menos que Sean Murphy, se repartió el dibujo con el gran Zack.
Outer Orbit es aventura en estado puro, un comic de acción al palo, con explosiones, piñas, persecuciones, tiros, algún garchecito en medio de la confusión y cientos de chistes subidos de tono. En ningún momento asoma ninguna intención que vaya más allá de entretener un rato al lector y eso hace de Outer Orbit un producto absolutamente genuino. Los diálogos son realmente desopilantes, pero no es el único indicio de que los autores se cagaron de risa mientras trabajaban en esta historieta. Creo que no hay una sóla página donde no se sienta ese clima festivo, de sano descontrol, de “dale, rompamos todo, que vuele todo a la mierda”.
Imaginate una buddy movie ambientada en el futuro, con una pareja despareja que se mete en toda clase de kilombos y sale como puede. Claro, con esa consigna se complica crear una historieta que trascienda, que te deje pensando, o que te eleve como ser humano. Outer Orbit no busca ser eso, obviamente. Pero si te divierten la machaca, los chistes de pijas y pedos, los personajes bizarros, la acción palo-y-palo, y además querés que dos bestias del dibujo como Zack Howard y Sean Murphy te hagan mimos en los ojos, sin dudas Outer Orbit es un comic que tenés que buscar.
Salto a Argentina, año 2017, cuando se publica Norton Gutiérrez y el Collar de Emma Tzampak, una novela gráfica que Juan Sáenz Valiente había realizado unos años antes para el mercado europeo. Acá tenemos otra aventura redondita, atrapante de principio a fin, y por supuesto otro dibujante prodigioso. El planteo de Sáenz Valiente es más clásico, con una estética tributaria de la línea clara franco-belga, una paleta de colores acotada, muy sobria, quizás demasiado sobria, al punto de contrastar un poco con los momentos más estridentes del relato, repleto de acción y de peripecias imposibles, en las que los buenos salen ilesos de una trampa atrás de otra de los modos más inverosímiles que te puedas imaginar.
Esa decisión de bajarle varios cambios al color me hizo un poquito de ruido, pero no la critico. Lo que sí critico son esos momentos en los que algunos personajes (principalmente el villano y el profesor Brizio) se mandan largos soliloquios, a veces en viñetas muy pequeñas, y empantanan un poco ese ritmo totalmente cinematográfico, que hace que durante largos pasajes del libro nos parezca que estamos viendo un dibujo animado. Una vez, dos veces, el chiste causa gracia. Quince veces, no tanto.
Como tan bien lo hacía Hergé, Sáenz Valiente ofrece un trazo sintético, de engañosa simplicidad. Bien mirado, el dibujo nos regala una plétora de detalles y –lo más difícil- sin que las viñetas se vean sobrecargadas de información. Los personajes tienen ese plus de plasticidad y de histrionismo que los distancian definitivamente de los fondos y los paisajes, que (como en toda buena aventura de línea clara) tienen bastante peso en la trama.
Y acá sí, me encuentro con un autor que, además de entretener a sus lectores, quiere decir algo más, dotar a la aventura de un mensaje un poco más profundo. Entre la acción y la comedia, Sáenz Valiente hace evolucionar a casi todos sus personajes, mete revelaciones impactantes, reflexiones, cuestionamientos y esas cosas que hacen un poco más impredecible el accionar tanto de los buenos como de los malos.
Norton Gutiérrez y el Collar de Emma Tzampak es un comic de aventuras para todo público, pero detrás de su redondez oculta un cierto filo, una mirada un poco más ácida, o más escéptica, que le agrega una capa más de complejidad a la obra, y obviamente la enriquece. Sumamente recomendable.
Y hasta acá llegamos. Ni bien tenga un par de libros leídos, reaparezco con nuevas reseñas, acá en el blog. Gracias por el aguante de siempre.
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