el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 12 de marzo de 2018

PONIENDOME AL DIA

Venía de varios días con poco tiempo para sentarme a escribir reseñas, pero hoy me levanté temprano y me pude organizar mejor.
Convertir a La Odisea en un comic es una gran idea. De hecho, ya se hizo mil veces. Convertir a La Odisea en un comic de 28 páginas (140 viñetas) es una pésima idea, porque tenés que sintetizar todo el relato de Homero a su mínima expresión y hasta dejar cosas afuera. Sin embargo, a partir de esa pésima idea, el guionista Federico Villalobos y el inmenso dibujante Jorge González lograron en 2008 una versión realmente efectiva del clásico de la antigüedad. Obvio, todo pasa muy rápido. De una viñeta a otra pasan meses, o años. Pero está la esencia del relato de Homero, no hay grandes traiciones ni omisiones.
Y obviamente el ancho de espadas es el dibujo de González. Con un trazo suelto, como de lápiz sin entintar, el autor de Fueye y Dear Patagonia abreva en las siempre rendidoras fuentes de Lorenzo Mattotti y logra convertir al lápiz en varita mágica. Tanto en las páginas de siete o nueve viñetas como en las splash-pages, el trazo de González combina power con lirismo como sólo los grandes pueden hacerlo. Así, este clásico hiper-sintetizado se convierte en un festival de imágenes maravillosas, difíciles de olvidar. Entiendo que este es un trabajo por encargo, de esos que González hace para subsistir, no para ganar premios ni prestigio. Pero la verdad, a nivel visual me gusta más su trabajo en La Odisea que lo que le vimos en Fueye o Dear Patagonia. Es así, lo admito (y lo siento si a alguno le molesta): me gusta más el González “careta” que el González más “autor”, más libre, más poético, o más climático. Por eso atesoraré hasta el infinito y más allá estas 28 páginas en las que González, sin mezquinar un gramo de su talento, se pone las pilas para CONTAR UNA HISTORIA, meta ulterior de cualquier historietista que se precie de tal.
Me voy a EEUU, a 2009, cuando se edita Power Up, una de las novelas gráficas de Doug TenNapel, el creador del famoso Earthworm Jim, quien desarrolló una notable carrera como historietista, que yo hasta ahora conocía sólo por historias cortas en antologías.
Power Up es una narración clásica, con presentación, nudo y desenlace perfectamente estructurados, un personaje que evoluciona, un final donde se cierran todas las puntas argumentales… Técnicamente, es un guión redondo, perfecto. Hay buenos personajes secundarios, la línea que baja está buena (a pesar de que TenNapel tiene fama de ser un tipo muy de derecha, ideológicamente bastante nefasto), los toques de comedia están bien puestos… La verdad que no hay mucho para discutirle.
Eso sí, para que te cierre la historia, TenNapel te pide un esfuerzo mayúsculo en materia de suspensión del descreimiento. Buena parte de la gracia de Power Up reside en su ambientación realista, en su dinámica de sitcom, en su manejo de lo cotidiano… y cuando irrumpe el elemento fantástico, se hace… excesivamente fantástico. TenNapel no se calienta en absoluto por conservar el verosímil y bueno, como la historia está bien contada uno se deja llevar, incluso en el tramo final donde el realismo costumbrista convive (a los codazos) con un planteo de aventura fantástica MUY extremo, muy bizarro.
Por supuesto ayuda que el dibujo sea muy bueno (con reminiscencias de Bill Watterson y Dave Cooper) y esté muy bien puesto al servicio del relato. Creo que voy por más obras de Doug TenNapel.
Cierro con Agosto y Mardel- plata, otra obra de Brian Janchez publicada en 2017. Esta vez Janchez vuelve a su habitual estilo narrativo que consiste en combinar personajes muy losers, climas muy melancólicos, una especie de trama romántica y chistes muy efectivos basados en la observación de las boludeces cotidianas, o simplemente en gags guarangos o escatológicos. En ese sentido, Agosto y Mardelplata no ofrece sorpresas para el lector que sigue hace unos años la obra de este prolífico autor. De hecho es una obra tan Janchez, que si leíste mucho Janchez te puede sonar a algo repetido, a un déja vu.
Como siempre, lo más notable en cada trabajo de Brian es el timing, el manejo del tempo narrativo, que es lo que le da profundidad a los personajes y eficacia a los gags. Esos planos que se repiten a lo largo de varias viñetas, como si de pronto estuviéramos viendo teatro, esos silencios, las secuencias en las que las pulgas de Mardelplata se roban el protagonismo… con esos truquitos el comic sostiene el interés del lector a lo largo de 48 páginas (que en otras obras de Janchez se pasan volando y en esta no tanto).
Si te gustan las historias muy reales, muy basadas en las boludeces de todos los días, en las relaciones con parejas, madres, mascotas y soretes varios a los que día a día nos toca fumarnos, Agosto y Mardelplata tiene buenas probablidades de emocionarte, engancharte o arrancarte alguna risa.
Y hasta acá llegamos. Vuelvo pronto, con nuevas reseñas.

3 comentarios:

Rodrigo Lopez dijo...

Muy de acuerdo Andrés con lo que comentas de La Odisea. David Rubin se quejó de lo mismo cuando ilustró Romeo & Julieta para la misma colección. Meter clásicos como esos en 28 pags es una pésima idea. Yo solo lo veo como una movida de la editorial para que los padres les compren esos libros a los hijos y los lean en comics. Pero el nivel de compresión que tiene la historia para que quepa en esas pocas viñetas es ridículo.

Saludos

Andrés Accorsi dijo...

No sabés las ganas que tengo de conseguir el Romeo y Julieta de Rubín. Pero está agotado hace años... :(

Rodrigo Lopez dijo...

En scans se encuentra facil...por si sirve de consuelo.