el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 18 de octubre de 2018

JUEVES TRANQUI

Día tranquilo, en la antesala de un finde que promete bastante acción, ideal para sentarse a escribir las reseñas de los libros que leí en estos últimos días.
Empiezo con un clásico semi-oculto de aquel glorioso 1986: Roy Mann, una colaboración entre el guionista Tiziano Sclavi (quien ese mismo año crearía nada menos que a Dylan Dog) y el dibujante Atilio Micheluzzi, dos íconos del comic italiano.
Roy Mann es una aventura con muchísimo ritmo, que coquetea entre homenajear a la ciencia-ficción clásica de Flash Gordon y Brick Bradford y deconstruirla desde una mirada irónica o paródica. Sclavi no se define por una u otra postura (en parte porque la obra tiene sólo 46 páginas) y juega un poquito a cada cosa. Y además le da mucha preponderancia a un tercer eje, el más atractivo por lo menos para mi gusto: Roy Mann es –además- un metacomic. El protagonista es un guionista de historietas que un día despierta en una realidad que no es la que él habita normalmente, sino la que él imagina para escribir sus guiones de fantasía y ciencia-ficción. Sclavi mezcla, entonces, dos niveles de realidad, y de ese “sube-y-baja” salen los mejores momentos de un álbum sumamente disfrutable.
Por supuesto hay también un enorme mérito por parte del maestro Micheluzzi, que acá brilla con una línea clara de asombrosa elegancia, con un tratamiento del color, los fondos y los vehículos muy cercano al de Moebius, una chica preciosa que parece dibujada por Vittorio Giardino y una puesta en página 100% de Micheluzzi, con esas viñetas finitas widescreen que aparecen en casi todas las páginas y que nadie más metía en sus comics en 1986. Visualmente, estamos ante una historieta fantástica, con un vuelo y una sutileza dignos de Winsor McCay. y mucho gancho para el lector que entre en busca de acción, escenarios grandilocuentes y mujeres hermosas con escasa vestimenta. La edición de Toutain es rara, porque soslaya la participación de Tiziano Sclavi hasta hacerla casi invisible. Se ve que cuando salió esto en España (1990), al creador de Dylan Dog todavía no se lo consideraba uno de los “Grandes Autores Europeos”. En fin…
Y no me muevo de España, porque el otro libro que leí, si bien es una edición argentina, es obra de un rosarino radicado hace mil años en la Madre Patria. Me refiero al maestro Jorge Isaurralde Gómez, más conocido como Tátum, quien la rompiera en los ´80 con historias cortas en Cairo y El Víbora, para luego desaparecer virtualmente del campo de la historieta.
Pero hete aquí que Tátum volvió, bastante cambiado desde el apartado gráfico, y decidido a convertir en historietas unos cuantos relatos del inimitable Ambrose Bierce. Como ya es costumbre, me tengo que quejar del libro, que nos ofrece 96 páginas, de las cuales sólo 77 son de historieta, y el resto es la nada misma. La edición es hermosa, pero realmente no hacían falta esas 19 páginas de relleno.
Dos de los relatos que adapta Tátum son tan breves que ni siquiera entendí cuál era el conflicto, o la gracia. Y tampoco cuál fue el criterio para incluirlos. Pero en los relatos más extensos, Tátum logra hacernos creer que estas historias nacieron en forma de historieta, pensadas desde el minuto cero para ser narradas con secuencias de imágenes, no en prosa. Una Noche de Verano, Parker Adderson Filósofo y Una Confabulación Imperfecta no sólo funcionan muy bien como historietas, sino que además son historietas con guiones, climas y personajes de la San Puta. Y a otras se le nota más la raíz literaria, o no, pero las tramas me resultaron menos satisfactorias, por eso destaco principalmente a esas tres.
El dibujo del rosarino, que antes era más etéreo, más volado, ahora se volvió más terrenal y más apegado a una estética feísta, como si Miguel Gallardo empezara a dibujar con su mano menos hábil, o si Philippe Vuillemin tratara de dibujar respetando las proporciones anatómicas y usando documentación posta para recrear decorados y vehículos del Siglo XIX. Es un dibujo raro, un tanto grotesco pero sumamente efectivo, muy potenciado por el color y por los aciertos de Tátum en materia de armado de las secuencias y elección de los planos.
Recomiendo a full Una Noche de Verano a cualquier fan de Ambrose Bierce, de las adaptaciones literarias al comic o a quien quiera descubrir (tarde pero seguro) al maestro Tátum, de quien espero que se publiquen varios libros más.
Gracias a todos y vuelvo pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.