el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 23 de enero de 2019

UNA NOCHE MAS

Mientras el amigo Donald Trump y sus esbirros aplauden el intento de golpe de estado en Venezuela, yo me siento a escribir las reseñas de un par de libritos que me bajé en estos días.
Arranco con The Territory, una obra que ya tiene 20 años encima y una dupla autoral con chapa de Dream Team: nada menos que los británicos Jaime Delano y David Lloyd, los mismos de The Horrorist y de la mejor época de Night Raven.
El trabajo de Lloyd es alucinante. Acá el prócer abandona su estilo más formal, o más frío, como si de pronto quisiera dejar de seguir las huellas de Frank Hampson y Solano López para convertirse en un discípulo avanzado de Joe Kubert. Este es un Lloyd más salvaje, que dibuja más suelto, que se va al carajo con la puesta en página, con las líneas cinéticas, con los ángulos que elige. Un Lloyd vibrante, emotivo, al que –como en casi todos sus trabajos- el color no le hace justicia. En The Territory, Lloyd tiene la posibilidad de colorear sus propios dibujos y no, no tengo dudas de que esto se vería aún mejor en blanco y negro.
En el guión también, tenemos a un Delano extraño, casi frenético. La historia nos transporta a un mundo extraño, repleto de elementos de ciencia-ficción, aventura clásica y terror, todos mezclados. El guionista propone un ritmo muy intenso, muy vertiginoso, que no da tiempo para explicar qué carajo está pasando, ni quién es este personaje que dice no recordar nada de su pasado, ni cómo funciona este mundo alucinante al que se traslada. La idea no es explicar, sino impactar al lector con secuencias potentes, trepidantes, combates tremendos contra hombres, monstruos y máquinas, traiciones, persecuciones…
Por momentos The Territory parece uno de esos guiones raros que escribía Ricardo Barreiro para Skorpio o Fierro en los ´80, esas aventuras enroscadas, explosivas, con más violencia que profundidad. O sea que si lo que te gusta de Jamie Delano es esa capacidad de abordar temas socialmente relevantes, o de meterse a full en la psiquis de los personajes, la verdad que acá vas a encontrar algo muy distinto. Bien escrito, muy ganchero, pero sin ese toque más jugado, o más corrosivo que suelen tener los guiones de este ídolo.
Allá por el 22/10/13 me tocó reseñar Mocha Dick, de la dupla integrada por el guionista Francisco Ortega y el dibujante Gonzalo Martínez (no el Pity, otro Gonzalo Martínez), ambos referentes de la historieta chilena actual. En 2017, la dupla lanzó una nueva novela gráfica: Álex Nemo y la Hermandad del Nautilus, bastante emparentada con la anterior en el sentido de que el protagonista es un adolescente chileno a quien vamos a acompañar en una gran aventura que va a marcar también su tránsito hacia la juventud.
Álex Nemo y la Hermandad del Nautilus es el enésimo comic de aventuras ambientado en universo literario, un recurso ya bastante utilizado, pero que acá funciona a la perfección. Buena parte de la trama se motoriza con la interacción entre personajes de nuestra realidad y de las novelas del glorioso Jules Verne, o sea que si tenés presente (o más o menos) la obra del mítico escritor francés, vas a cazar y a disfrutar toneladas de referencias. Y si no, igual la historia se hace muy llevadera, muy entretenida.
Las peripecias son gancheras, los personajes están bien trabajados, el ida y vuelta entre el mundo real y los mundos ficticios está bien planteado, las escenas de acción y las revelaciones impactantes están bien repartidas a lo largo de las 125 páginas que dura la obra… La idea es que cualquier lector de 12 años en adelante se sumerja en la novela y no la suelte hasta el final. Y eso fue exactamente lo que me pasó a mí.
En la faz gráfica lo tenemos a Martínez tan sólido como en Mocha Dick, con la misma soltura, la misma magia a la hora de aplicar grisados y texturas, la misma versatilidad para plasmar expresiones faciales de personajes muy distintos entre sí, y –me parece- más logros en el armado de las secuencias. Como buen arquitecto, Martínez le presta muchísima atención a los fondos, en los que nos ofrece un laburo descomunal. Pero también la rompe cuando dibuja máquinas, trajes de época, animales, paisajes exóticos… Hermoso trabajo de este inmenso narrador de aventuras.
Y obviamente no puedo dejar de señalar que, una vez terminada la historieta, el libro se pone la capucha, empuña el chumbo y sale a robar con casi 40 páginas en las que tenemos diagramas técnicos de los vehículos ficticios que aparecen en la obra, el listado de las referencias a todas las obras literarias y autores a los que se hace mención, y –lo más ladri- un glosario de personajes, locaciones, especies animales y artefactos tecnológicos que aparecen en la historia. Todo esto es absolutamente innecesario y no le agrega casi nada a la muy grata experiencia de leer Álex Nemo y la Hermandad del Nautilus. Por supuesto, espero ansioso el próximo trabajo de Ortega y Martínez.

Y esto es todo por hoy. Pronto habrá más reseñas para compartir, como siempre, acá en el blog.

1 comentario:

Gonzalo Martinez dijo...

Muchas gracias, Andrés. Un abrazo grande.