el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 12 de octubre de 2023

PREVIA AL FINDE EXTRA-LARGE

Se viene mi último finde en Buenos Aires por un tiempo bastante largo y por suerte es un finde larguísimo y con muchas opciones. Pero antes, tenemos reseñas. Algún día voy a terminar de encontrar y leer todas las obras del período oscuro de Osamu Tezuka. Cuando uno cree que ya las leyó todas, aparece una nueva. En este caso una que se llama Record of the Glass Castle, que pasó por dos antologías distintas pero quedó inconclusa. Eso no impidió que una editorial yanki lo publicara mediante un crowdfunding y que, eventualmente, cayera en mis manos. Record of the Glass Castle es un thriller pasado de rosca, con un voltaje de sexo y violencia bastante ido al carajo. Está ambientado en 1992, que es -para cuando Tezuka escribe el manga- un futuro bastante cercano, pero aún así le habilita al autor la posibilidad de incorporar varios elementos que aún hoy, 30 años después, siguen siendo más fantasía que realidad. Como en Swallowing the Earth (ver reseña del 18/09/10) tiene mucho peso en la trama un personaje ingenuo al que varias mujeres intentan seducir. Como en Ayako (ver reseñas del 06 y 15/05/10) hay una relación incestuosa entre un hombre y una mujer con lazos sanguíneos de por medio. Como en MW (ver reseña del 28/06/10) hay un asesino inescrupuloso que burla varias veces a las fuerzas policiales. Y como en todas las obras de Tezuka de esta época, la narrativa y la puesta en página son totalmente frenéticas. Seguramente llama la atención mucho más esto que el dibujo en sí, que es bueno, pero todavía muestra algunos resabios de cuando el Manga no Kamisama trabajaba para el público infantil, y por momentos parece un poquito apresurado. El impacto grosso, sin dudas, está en el guion, que no da tregua. Tezuka te enrosca en una trama espesa, que es de esas en las que a partir de cierto punto te queda claro que puede pasar absolutamente cualquier cosa. Y ese rumbo toma la historia, con personajes muy bien construidos, cuyas motivaciones están perfectamente explicadas. Tras una acumulación de peripecias una más tremenda que la otra, a 20 páginas del final Tezuka mete un elemento nuevo: una rosca macabra entre el protagonista principal y un político que en realidad es un capo mafia. Pero no se llega a desarrollar, porque el manga se termina de un modo abrupto. Muy loco cómo el Manga no Kamisama le pega un volantazo tan radical a la saga, y cuando recién empieza esta "segunda etapa", la deja inconclusa. En fin, no la quiero hacer larga al pedo. Record of the Glass Castle no es ni ahí el mejor manga de este período glorioso de Tezuka, y ni siquiera tiene un final. Es un lindo agregado para la colección de cualquier fan del Más Grande, más que nada por lo raro y por lo huevos que implica publicar en EEUU una historieta de un autor japonés, de los años ´70, que no termina y donde el protagonista es un tipo que asesina gente a lo pavote y se garcha a su sobrina.
Me vengo a Argentina, año 2023, cuando Loco Rabia publica la ópera prima del belga Joris Mertens, que se había editado en Europa en 2020. Se trata de una novelita de poco más de 100 páginas titulada Béatrice, cuya característica más saliente es que está toda narrada con imágenes, sin diálogos ni bloques de texto. No es fácil contar una historia de más de 100 páginas con la imagen como única apoyatura, pero Mertens demuestra que le sobra jerarquía para acometer la epopeya. A nivel narrativo, la historia se desarrolla de manera clara y fluida, pasa de la cotidaneidad a la fantasía con total naturalidad. En esas transiciones es muy importante el color, que también es un elemento central en Béatrice. Mertens maneja unos engamados espectaculares, y cuando se va al blanco y negro también la rompe toda. Estamos frente a una obra de una enorme belleza, que nos propone un viaje al pasado, a la nostalgia, a cuando las grandes ciudades europeas todavía conservaban una magia, un pulso, una dinámica que hoy se perdió. Béatrice nos invita a reflexionar acerca de eso, también acerca de la rutina, de un ritmo de trabajo que mecaniza y deshumaniza. Pero en un momento aparecen sueños, fantasías, anhelos, por qué no... y la trama se va en una dirección inesperada y maravillosa. No quiero contar mucho más para no spoilear, pero sí, Béatrice es una obra fundamental, que pone a Joris Mertens en la lista de los autores a los que hay que seguir de cerca y comprarles todo. Me parece genial que una editorial argentina haya apostado por este trabajo, y que el autor belga haya aceptado que acá se publique en tapa blanda, tamaño más chico y papel más croto que el que debe haber usado Rue de Sevres para la edición francesa. En estas páginas vemos cómo la curiosidad de la joven protagonista abre las puertas hacia un mundo inesperado, cautivante y feliz. Ojalá los lectores y lectoras de nuestro país tengan ese mismo grado de curiosidad, le den una posibilidad a Béatrice y descubran esta auténtica maravilla. Gracias por la magia, es realmente emocionante encontrarse de la nada con autores tan talentosos a los que uno no tenía ni en pedo en su radar. Nada más, por hoy. Falta poquito para clavar la pausa, pero vamos a intentar que no falten posteos de acá al 19. Gracias y hasta pronto.

2 comentarios:

Adrián Montini.- dijo...

Pude leer Béatrice en estos días y es un viaje fascinante. Tiene una estética cautivante, con estudiadísimas puestas de luz y color, lo que le da un clima y unos tiempos internos muy logrados. Altamente recomendable !

Mauricio dijo...

La lei hace un mes a todos los que se la recomende quedaron fascinados. Una hermosa historía.