el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 12 de octubre de 2024

EL CAMINO DE VUELTA

Bueno, creo que batí mi propio record. Estuve más de tres semanas, en una de esas 25 días, sin leer ni una sola historieta. Fueron días en los que leí solo literatura y textos sobre historieta, pero cero narrativa secuencial. En contrapartida, compré un montón de material, que andá a saber cuándo podré leer. Y no fue fácil retomar la lectura, costó (de nuevo) encontrar el tiempo. Volví con un libro de muy fácil comprensión, un álbum de apenas 48 páginas, compuesto por chistes de una página o historietas cortas, de no más de cinco páginas. Se trata de un libro que la petrolera Shell editó en el verano boreal de 1994, como parte de una colección promocional que se regalaba a quienes cargaban nafta en las estaciones de servicio... de Francia. La mayor parte del libro tiene como protagonistas a Le Petit Noël y el robot Élaoin, personajes creados en 1957 por el maestro André Franquin para una famosa historia navideña, muy recordada por los fans de la revista Spirou. Lamentablemente, en este regreso, Noël y su robot no cuentan con el talento de su creador, sino que están a cargo de Stibane y Serdu, autores que -sin ser catastróficos- nos hacen extrañar muchísimo la magia y el desparpajo del creador del Marsupilami. Son historias cortitas, o chistes largos, claramente apuntadas al público infantil, con varios puntos de contacto con Torni Yo, aquella serie que crearan para la revista Genios los queridos Carlos Trillo, Eduardo Maicas y Gustavo Sala. Y lo más lindo, lejos, son las 10 páginas de aventuras del Marsupilami que sí están escritas y dibujadas por Franquin. Acá aparecen una breve aventura de cuatro páginas y varias planchas autoconclusivas, donde el maestro despliega su impresionante timing para el humor, la pantomima y la narración dinámica, ágil, de gran impacto cómico, tanto cuando recurre a los diálogos como cuando prescinde de ellos y carga en el las imágenes todo el peso del relato. Supongo que este material también proviene de las páginas de la revista Spirou, pero el libro no lo especifica. Nada, un libro cortito, sencillo, sin muchas pretensiones, que solo le puedo recomendar a los que (como yo) quieren tener cualquier cosa que lleve la firma de ese monstruo indescriptible de la historieta franco-belga que fuera André Franquin. Tengo otro libro de esta misma colección en el pilón de los pendientes, pero queda para el año que viene, me parece...
Y también me encontré con historietas cortas, muy accesibles y con una narrativa muy ágil en La Rebelión, el libro de Ian Debiase publicado este año por Hotel de las Ideas. Ambientados en los álgidos días de lo que se conoció como "el Cordobazo", los relatos de Debiase parten de una exhaustiva investigación histórica, que incluyó entrevistas a gente que estuvo ahí, y se enriquecen con pinceladas de ficción que agrega el autor. Diálogos, vínculos, pequeños pasos de comedia, momentos más reflexivos, otros más intensos, con el peligro, la violencia y la muerte como protagonistas. Debiase toma fragmentos de lo que fue el levantamiento popular más importante de la segunda mitad del Siglo XX y con ellos nos invita a armar un tapiz, un rompecabezas, que nos permite entender el Cordobazo desde distintas ópticas, poner el foco en distintas aristas de lo que pasó, de lo que significó ese estallido. A veces el resultado es más épico, a veces más terrenal, o más vinculado al costumbrismo, y a veces definitivamente poético. Lo único que no hace La Rebelión es invitarte a sacar tus propias conclusiones. Las conclusiones ya están tomadas, y Debiase te las da masticadas: los jóvenes y los obreros que salen a copar las calles son los buenos y las fuerzas represivas que responden a la dictadura encabezada por Juan Carlos Onganía son los malos. No hay mucha sutileza en ese aspecto. Pero en tiempos de negacionismo y reivindicación de los genocidas, nunca está mal poner en claro de qué lado estaban los asesinos armados hasta los dientes con tanques u ametralladoras, y de qué lado los pibes y pibas que tiraban piedras y alguna que otra bomba molotov. Debiase lleva esta distinción diáfana entre buenos y malos incluso al plano estético. A los milicos y policías les dibuja rostros duros, adustos, hasta les agrega una sonrisa sádica en las viñetas en las que golpean a los manifestantes. Son personajes planos, con poca profundidad, que en algunas viñetas meten miedo y en otras, cuando se ven burlados por el ingenio de los jóvenes, transmiten un patetismo desolador. Por el otro lado, los chicos y chicas que se movilizan y llegan a confrontar cuerpo a cuerpo con los represores, están dibujados con muchísima onda. Transmiten alegría, simpatía, sueños por los que vale la pena pelear, valentía. Y tanto en un bando como en otro, llama la atención el cuidado que le pone el autor a la reconstrucción de la época: los uniformes, vehículos, ropa y peinados nos remiten en el acto a 1969 y hablan de un notable trabajo de documentación. No sé si La Rebelión se propone ser el comic definitivo acerca del Cordobazo, pero lo presenta de un modo muy accesible, con mucha onda, con excelentes dibujos, con historias breves que nunca se hacen densas ni agobiantes, con rigor histórico y con la intención (creo yo) de poner en valor esa explosión de rebeldía que se le plantó a un régimen totalitario y lo debilitó como nunca antes. Y si bien por momentos la historieta puede ser "liviana", no se esconden ni se desenfatizan las trágicas consecuencias que tuvo para muchos de estos jóvenes la decisión de salir a las calles de Córdoba a confrontar con las fuerzas represivas de la dictadura. Gran trabajo de Ian Debiase, que lo afianza como uno de los autores actuales que, además de dibujar cada vez mejor, tiene cosas interesantes para decir y ganas de jugársela. Nada más, por hoy. Ojalá hayan aprovechado el parate del blog para leer muchos comics, y nos reencontramos pronto, ni bien tenga más libros leídos para reseñar.

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