el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 8 de diciembre de 2024

DELIRIOS DE DOMINGO

Bueno, estoy en casa, ya pasé por la CCXP de San Pablo, ya se terminaron las chances de que Racing gane el torneo local, tengo un par de libros leídos y me atrevo a robarle un rato a la Comiqueando Digital para escribir un par de reseñas. Ahí vamos. Hijos de puta, cómo se nota que cuando tienen ganas y le ponen onda las cosas salen de otra manera. La otra vez vimos la antología con la que DC festejaba los 80 años de Aquaman, y costó encontrar tanto autores de primera línea como historias relevantes. Pero para festejar los 80 de Catwoman, un equipo editorial liderado por Ben Abernathy salió a la cancha con el cuchillo entre los dientes y levantó muchísimo la vara. Veamos. Ed Brubaker y Cameron Stewart, un dream team, aportan una muy linda historia que encaja perfectamente en la fundamental etapa en la que ambos estaban en la serie mensual de Selina. La de Ram V y Fernando Blanco tiene muy buenos momentos, pero creo que es secuela directa de aquel infausto nº50 de Batman, en el que se suponía que Bruce y Selina se iban a casar y al final nos quedamos sin boda. Will Pfeifer nos acribilla con un meta-comic tan alucinante que en un momento resulta obvio que va a ser un sueño, una pesadilla, o fruto de un plan de un villano que altera las percepciones de Selina. MUY grosso todo, salvo el dibujo de Pia Guerra, que es de la B (y no mejoró nada desde los tiempos de Y the Last Man). La Catwoman de los ´90 vuelve en una breve historieta con un guion poco pretensioso pero digno de Chuck Dixon, y unos dibujos de Kelley Jones que me generan sensaciones encontradas: dibuja todo bien, a Clayface lo hace espectacular, pero se va al carajo con el tamaño de las tetas de Catwoman. Un placer reencontrarme con Mindy Newell, guionista a la que DC manijeó fuerte a fines de los ´80 y después desapareció. Acá aporta una muy buena historia (ambientada en la época en la que Selina era "escort", como en Year One), con correctos dibujos de Lee Garbett. Lo de Liam Sharp son apenas tres paginitas, con unos dibujos de la San Puta. Jeff Parker nos trae a la Catwoman de la serie de Batman de los ´60 (sin aclarar si es Julie Newmar o Lee Meriweather), en una historia delirante, divertida, también con un dibujo muy notable, a cargo de Jonathan Case, un autor al que no conocía. Una especie de versión más mainstream yanki de Jordi Bernet, realmente talentoso. Tom King y Mikel Janin nos cuentan la historia del embarazo de Selina y el nacimiento de Helena, la hija que tiene con Batman. No sé si esto es canónico, o si es de Tierra-2 o de otra continuidad paralela, pero es una historia emotiva, bien narrada, con buenos diálogos y un gran final. A la gloriosa Ann Nocenti le toca colaborar con el difunto dibujante brazuca Robson Rocha que (no sé por qué) le pone a Catwoman el traje que usaba Michelle Pfeiffer en la peli Batman Returns. El guion es digno, sin saltos al vacío. Y dejé para el final la historieta con la que abre la antología, con un guion espectacular de Paul Dini y muy buenos dibujos de Emanuela Lupacchino. Una joyita escrita por uno de los tipos que mejor entiende a Selina. Y además, hay muy lindos pin-ups de capos como Ty Templeton, Steve Rude, Tula Lotay o Tim Sale. Así que es un librito cuya compra está más que justificada par el fan de DC en general, y que para el fan de Catwoman es poco menos que imprescindible.
Me voy a Perú, año 2024, cuando se publica Marías que se van, otra novela gráfica del talentoso Gino Palomino. Esta vez, se trata de un extenso relato ambientado en París en el año 1924 y tiene como co-protagonista a César Vallejo, poeta peruano que existió en el mundo real y que vivió en la Ciudad Luz en aquellos años apasionantes (no casualmente los mismos que tomó Juan Díaz Canales para la aventura de Corto Maltés que vimos el 05/11/24). Marías que se van está muy bien dibujada, más allá de algunas páginas en las que escasean bastante los fondos. El dibujo tiene ritmo, es expresivo, la puesta en página es ganchera, el color -sin ser maravilloso- hace su aporte y a nivel gráfico el relato fluye muy bien. Los personajes son interesantes y la trama es muy ingeniosa, una investigación detectivesca con algún que otro paso de comedia y algún momento más turbio, más violento, muy al estilo de los mejores álbumes de Gil Jourdan, la obra maestra de Maurice Tillieux. El problema que le encontré a Marías que se van es la extensión. En los años ´60, un monstruo como Tillieux agarraba este guion y te lo contaba en 50 páginas. Con mucho texto, con 12 viñetas por página, pero te lo liquidaba en lo que dura un albumcito normal del mercado franco-belga. Palomino, en cambio, necesita 200 páginas para contar la historia y no son muchas, pero tiene algunas páginas de 10 viñetas y alguna que otra viñeta muy cargada de texto. Nunca me llegué a aburrir, todo el tiempo pasan cosas atrapantes, jamás me imaginé la vuelta de tuerca que el autor se guardaba para el epílogo... pero me parece que la magnitud de la historia en sí no daba para 200 páginas. Se podría haber sintetizado un poco, depurado un poco, para que entrara en una extensión menor. Así como está, a la aventura y el misterio Palomino le pudo meter comedia, política, data histórica, un elenco vasto y bien trabajado... y también varias peripecias de esas que -cuando mirás el big picture- no le aportan tanto a la trama en sí. Banco la ambición de Palomino, el trabajo que hay detrás de ese rigor histórico, los giros ingeniosos del guion, la calidad del dibujo (muy superior a lo que vimos en la reseña del 27/08/24), pero me hubiese gustado dedicarle menos horas a la lectura del libro y que, cuando lo acomode en el estante, me ocupe menos lugar. Son boludeces, ya lo sé. Lo importante es que Marías que se van ofrece una muy buena combinación de guion, dibujo y narrativa, sumamente disfrutable. Además me imagino que para el fan de la obra poética de Vallejo debe ser un flash verlo correr por París, repartir piñas y esquivar balazos. A mí, que no sé un choto de poesía, ese aspecto del comic no me llegó, pero me parece muy piola que esté. Ah, y no sé si Gino fue alguna vez a París, pero la dibuja muy bien y te da ganas de ir a recorrerla, o -si ya fuiste alguna vez- de volver. Obviamente no está igual que hace 100 años, pero sigue siendo una ciudad maravillosa, con muchísima importancia en el desarrollo de esta historieta. Estoy atento a los futuros trabajos de Gino Palomino, hoy con un asiento asegurado en la mesa de los autores latinoamericanos a los que vale la pena seguir de cerca. Y nada más, por hoy. Tengo empezado un libro de casi 600 páginas, que espero terminar pronto. Ni bien lo logre, sale reseña acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

1 comentario:

PEL-PER dijo...

Está más que claro que no es Lee Meriwether sino Julie Newmar! Ella tenía rasgos felinos marcados muy diferentes en la serie comparada con su otra versión en la película de los años 60, más ciertos cambios mínimos sutiles en su disfraz con respecto al adaptado para la otra actriz.