el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 31 de agosto de 2025

DOMINGO DE LLUVIA

Por ahí me equivoco, pero tengo la sensación de que hacía mil años que no posteaba en el blog un domingo... como si importara, no? Hoy empiezo con una obra maestra: edición británica de una obra realizada para el mercado francés por uno de los mejores autores italianos de la actualidad. La verdad es que los ingleses publican muy bien, en tamaño un toque más chico y tapa blanda, esas obras que los franceses te sacan en formatos enormes, pesadísimos y demasiado chetos para mi gusto. Así que, gracias a la editorial Self Made Hero, pude acceder por poca plata a Gauguin: The Other World, esta increíble biografía de Paul Gauguin realizada en 2016 por el indescriptible Fabrizio Dori. Cuestión fundamental, sin la cual no podemos seguir adelante con la reseña: ¿Hay alguna chance de que esta novela gráfica atrape a alguien que no es fan de Gauguin, que no sabe o no le interesa saber quién fue Gauguin? Yo creo que muy pocas. Obviamente, al estar dibujada con semejante virtuosismo, el solo de hecho de pegarle un vistazo a las imágenes, la hace atractiva. Porque vas a ver a un Dori distinto al de sus obras más conocidas, que no se va al carajo con la puesta en página sino que se ajusta a grillas más tradicionales (porque sabe que la figura de Gauguin va a traer lectores que no están muy curtidos en esto del relato secuencial) y porque el italiano ensaya una maravillosa mixtura entre su estilo y el del famoso pintor francés de fines del Siglo XIX. El resultado es visualmente bellísimo, si bien tanto el estilo pictórico (no necesariamente de este pintor en particular) como el de Dori tienden un poco hacia figuras estáticas, sin esa dinámica típica de las historietas, sobre todo aquellas enfocadas en la acción. Y claro, Gauguin: The Other World no está centrada en la acción. No vuela un sopapo en más de 120 páginas. Dori cuenta de manera muy personal la vida y las pasiones del artista francés, con un ritmo muy pachorro, más jugado a la introspección, a la reflexión, con momentos oníricos, porque todo está teñido de un cierto misticismo, e incluso en un momento la mitología de los nativos de Tahití copa la parada y se convierte en el eje del relato durante varias páginas. Pero básicamente te tiene que interesar la vida de Gauguin para engancharte con la trama. No hay otros personajes que aporten carisma o intriga, no hay aventuras (a pesar de las locaciones exóticas), no hay tiros ni piñas, el sexo no está enfatizado, los diálogos no juegan a ser picantes... Es la vida de un tipo que eligió un camino atípico, que se vinculó con el arte, con la gente, con su propia familia, de un modo atípico, y que -lógicamente- se chocó con los obstáculos típicos de quien opta por vivir a contramano de su entorno y de su tiempo. Dori le agrega una fina pátina de elementos fantásticos, de manera muy sutil, muy elegante, lo cual le permite esas instancias en las que el protagonista dialoga (prácticamente) consigo mismo, con sus fantasmas y sus obsesiones, lo cual nos permite a nosotros entender un poquito mejor qué lo motiva a pegar esos volantazos tan osados en su vida. Si sos fan de Paul Gauguin, te recomiendo enfáticamente este libro. Y atenti, que habrá más Fabrizio Dori en el blog, en un futuro no muy lejano.
Me voy a Brasil, año 2019, para encontrarme con un autor al que no conocía y me voló la peluca: Camilo Solano. Una bestia, un historietista con un talento descomunal. La portada de O fio do Vento te desorienta por completo, porque el estilo que vas a ver adentro del libro no se parece en nada al de la portada. A lo largo de unas 90 páginas, este monstruo del claroscuro va a desplegar un estilo que en la base, en la forma de plantear la viñeta y de pensar y mover a los personajes, parece una especie de John Kricfalusi, un demente, un alucinado, un pasado de rosca total. Pero después, en la etapa de la tinta, Solano abraza otro tipo de excesos y se sube a la tendencia de los europeos que meten mucha mancha negra, mucha rayita y le ponen todo a los efectos de iluminación. Ahí aparecen Frederik Peeters, Blutch, Christophe Blain... Y sí, un comic dibujado por Kricfalusi y entintado por Blutch es una bizarreada, pero también una genialidad. Y eso es lo que nos ofrece la faz gráfica de O fio do Vento: una estética underground, atrevida, grotesca, combinada con un trabajo impresionante en la incorporación de la línea y la mancha negras. El guion es divertido, está repleto de escenas impactantes y de diálogos muy graciosos. Los personajes son copados, las situaciones son originales... el problema de O fio do Vento es el argumento, es cómo y en base a qué hilvana Solano todas estas situaciones. Y acá es donde la novela gráfica flaquea como tal. Porque arranca con una situación (la del tipo que hace transmisiones amateurs de radio), después agarra para otro lado (este tipo resulta ser músico y empiezan a aparecer otros integrantes de la banda en la que toca), después para otro, y el foco del relato se desplaza una y otra vez sin mucha lógica. Cuando parece que el protagonismo lo va a acaparar "Labios de Miel" (apodado así porque silba bárbaro), Solano lo desactiva para contar una historia centrada en su padre, pero sobre el final arranca otra mini-historia, de nuevo con "Labios de Miel" en el rol central. Por ahí, en vez de forzar una única historia de 90 páginas, Solano debió haber pensado este libro como un compilado de historias cortas, con cuatro o cinco principios y cuatro o cinco finales. Esta forma que encontró para llevarnos de una trama a la otra sin clavar un "fin" hasta la última página, es bastante torpe, bastante fallida. Una pena, porque el dibujo es excelente, la narrativa tiene una intensidad y una polenta impresionantes y los personajes daban para más. Me encantaría encontrarme con un comic en el que Camilo Solano solo esté a cargo de los dibujos, o con un libro de historias cortas de este autor. Pero me pareció tan genial toda la parte visual de O fio do Vento que me voy a terminar por comprar cualquier garcha que me cruce por ahí y que lleve su firma. Nada más, por hoy. Nos reencontramos el mes que viene, con nuevas reseñas acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

miércoles, 27 de agosto de 2025

MIÉRCOLES DE CALORCITO

Nos merecíamos un día como el de hoy, después de habernos cagado bastante de frío durante todo este eterno mes de Agosto. Yo ayer no me moví de casa, así que aproveché para avanzar con las lecturas. A un ritmo sumamente pachorro, sigo adelante con mi colección de Archives de Plastic Man. Un lejano 10/06/16 comentamos el Vol.5 y ahora me toca hablar del 6... que sorprendentemente (o no) me encuentra listo para repetir lo mismo que escribí aquella vez. Aventuras policiales con un personaje que tiene superpoderes y otro que no para de generar situaciones cómicas, villanos estrafalarios pero sin superpoderes (esta vez aparece uno CON superpoderes: el Grasshopper) que a menudo mueren y nunca regresan a vengarse de los buenos, una estructura de relatos en la que al final de cada uno todo vuelve a foja cero y nadie recuerda nada de los episodios anteriores, chistes de humor verbal y de humor físico y un dibujo que nos permite afirmar que en esta época (1946-47) Jack Cole estaba on fire, pero todavía lejos de hacerle sombra a Will Eisner (que es, claramente, su principal referente estético). Me quedo un poquito más con el dibujo: hay algo muy loco en el trazo de Cole, porque nos llena con muy poco. El tipo no se calentaba en lo más mínimo por el realismo ni por el detalle. Resolvía todo de un modo minimalista, y el lector tiene que poner mucho de sí para que esas calles parezcan calles, esos edificios parezcan edificios y esas ametralladoras parezcan ametralladoras. Cole dibuja lo mínimo indispensable, busca la síntesis más extrema, más despojada, en la que todo eso se reduce a íconos. El esmero del autor se nota más en los primeros planos y en la forma en la que acomoda muchísimos elementos gráficos (y los textos) en esas seis o siete viñetas que tiene para llenar en cada página. Así es como tenemos aventuras de 15 ó 16 páginas en las que pasan muchísimas cosas, los personajes hablan sin parar y cada golpe, caída o disparo es acompañado de una hermosa onomatopeya. Y sin embargo todo fluye de un modo muy ágil, muy ganchero, nunca sentís que te están tirando con demasiadas cosas juntas. Evidentemente eso es fruto de una excelente planificación de la página y de una inigualable composición de las viñetas. De todas las historietas de este tomo (originalmente publicadas en las revistas Plastic Man y Police Comics) hay solo dos guiones que si los presentás hoy en una editorial actual no te los rebotan: el del tipo que regala cuatro millones de dólares (hoy serían como 400) y el del asesino con las flechas de Cupido. El resto son muy predecibles, medio pavotes, o muy traídos de los pelos... lo cual no significa que no sean divertidos, o que no se puedan disfrutar si los leés 80 años tarde y con la primaria completa. De alguna manera extraña, este material perdura, no huele a naftalina como las historietas de casi todos los superhéroes de la Golden Age. Son comics que hoy no pasan vergüenza, sobre todo si se los piensa como entretenimiento infanto-juvenil. Y eso habla de lo capo que era Jack Cole en los años ´40. Me faltan solo dos Archives para completar la colección. Acepto donaciones.
¿Te parece leer en portugués una novela gráfica de guionista español y dibujante argentina? Y bue... acá no la edita nadie y en España no la encontré. La verdad es que tenía muchas ganas de leer El Amante de Lady Frankenstein y ver hasta dónde habían llegado Hernán Migoya y Patricia Breccia con la cautivante consigna de mezclar El Amante de Lady Chatterley con Frankenstein. Pero en la práctica descubrí que la consigna no se sostiene más de 80 páginas y que la novela se estira innecesariamente para alcanzar esa extensión. Esto mismo, en 64 páginas pegaría más fuerte y se disfrutaría mucho más. A diferencia de la mayoría de los autores que reversionan la obra de Mary Shelley, a Migoya parece no importarle mucho la labor científica de Victor Von Frankenstein. No indaga mucho ni en el cómo ni en el por qué de su obsesión por darle vida a criaturas monstruosas que arma en base a cadáveres rejuntados por ahí. Simplemente es una especie de genio alienado capaz de resucitar fiambres, mientras ningunea soberanamente a los seres vivos, incluyendo a la hermosa mujer que recibe como esposa a partir de un arreglo entre familias poderosas. Victor es un personaje muy secundario en buena parte de la obra, un ente cuya ausencia dispara la búsqueda de Elizabeth, quien necesita un hombre para amar y lo encuentra en Adam, el apuesto jardinero. La primera mitad de la novela va a estar regida por la lujuria y la segunda por el terror, porque los amantes ahora van a ser muertos resucitados. El final es trágico, impredecible, muy impactante y, como ya dije, me habría gustado más si sucedía 20 páginas antes, para cerrar la trama de manera más sucinta, menos descomprimida. El dibujo de Patricia se muestra sólido y versátil. Dibuja con el mismo aplomo personajes seductores y personajes esperpénticos, que están ahí para perturbar o causar miedo en el lector. Se nota la solvencia tanto en las expresiones faciales como en los cuerpos, los personajes se mueven con naturalidad, los fondos están muy bien trabajados y la aplicación de los grises es impecable. El trazo de Patricia es mucho menos sintético que en otros trabajos más o menos recientes (pienso, por ejemplo, en Mano Blanca): acá hay más mancha negra, más texturas, más efectos de iluminación, más detalles en la ropa... por momentos hay tanto detalle que parece una cruza entre Patricia y Horacio Lalia o Solano López. Lo único que no me copa de la faz gráfica es cuando Patricia corta al medio una viñeta con una diagonal para meter DOS viñetas en el espacio de una. Hay puestas en página organizadas con diagonales que quedan buenísimas, pero cuando una viñeta chica de pronto se convierte en dos triangulitos, la narrativa se resiente y el dibujo no se luce. En esos casos, prefiero dos rectángulos finitos o el viejo y querido "inset". No me queda muy claro por qué en Argentina no hay una edición local de El Amante de Lady Frankenstein, porque es una novela gráfica que -sin ser la Octava Maravilla- puede enganchar sin ningún inconveniente a los fans del erotismo, del terror, del drama, de Mary Shelley, de D.H. Lawrence y de dos capos de tremenda trayectoria como son Migoya y Breccia. Es un comic violento, sí, obvio. Hay sangre, mutilaciones, asesinatos, garches bastante subidos de tono (sin genitales, aclaremos), pero se aclara que es solo para adultos y listo. En fin, hasta acá llegamos, por hoy. Nos encontramos esta noche en el canal de YouTube de Comiqueando para una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta y si no, muy pronto en este mismo espacio, con nuevas reseñas.

lunes, 25 de agosto de 2025

LUNES ANTOLÓGICO

Venía bastante embalado con el comic brasileño, pero le voy a meter pausa unos días, para leer material de otros países de Latinoamérica que conseguí en estos últimos meses. Empiezo en Colombia, año 2024, con una antología titulada Aguacero que reúne trabajos de autores y autoras jóvenes de Bogotá que participaban del Taller Distrital de Narrativa Gráfica de Idartes allá por 2022. De esta frase ya se desprenden tres problemas: 1) se trata de autores sin trayectoria, perfectos desconocidos de los cuales un buen porcentaje tal vez no llegue a trabajar nunca de manera profesional en el mundo del comic. 2) es un taller, por ende se estimula (como es lógico) la búsqueda y la experimentación, algo que en manos de autores no profesionales puede dar resultados catastróficos. Y 3) son muchos autores para un libro de apenas 70 páginas, o sea que cada uno tuvo pocas páginas para desarrollar sus historias, sus personajes, etc. Con todo esto en contra, veamos qué se puede rescatar de Aguacero. El dibujo de Isabel Trujillo es realmente sólido. Cami San, autora de "Ser Playa" la tiene muy clara, maneja una línea muy idónea para trabajar en una onda poética, introspectiva, sutil. Diana Sarasti no es una virtuosa del dibujo, pero narra bien y lo que cuenta es divertido e interesante. Uno de los que más se destacan es Marco Pinto, que no solo dibuja bárbaro, sino que además desarrolla en tres páginas una buena idea. Otro excelente dibujante es Rick Renart, que maneja un claroscuro potente y lo complementa muy bien con grises y con un toque de naranjas que le quedan muy bien. Y otro gran dibujante, muy completo, con un trazo exquisito y a la vez sumamente idóneo para narrar aventuras, es Iván Saboya. Su historieta resume en apenas cuatro páginas una trama que daba para 10 ó 12, pero igual se disfruta muchísimo. El resto, lo de siempre. Historias demasiado breves en las que apenas se logra esbozar una idea, o haikus que apenas logran tirar cuatro o cinco frases con una intención más poética que narrativa, o delirios fumancheros inentendibles, o historietas tan mal dibujadas que resulta casi imposible involucrarse en la lectura. Por suerte, hay una selecta minoría dentro de Aguacero que permite suponer que la nueva camada de autores y autoras de Colombia nos va a dar unas cuantas alegrías. No ahora, claro, sino cuando los dejen crecer, aprender las cositas que les falta aprender, y desarrollar su talento en más páginas, con menos restricciones.
En el año 2018 se empezó a publicar en Japón una antología llamada Tezucomi, de la que salieron 18 números, en formato magazine. La consigna era juntar a autores importantes, tanto de Japón como de otros países, para homenajear a Osamu Tezuka con nuevas historietas que de algún modo intersectaran con los grandes clásicos del maestro. A principios de 2021, la editorial francesa Delcourt tradujo todo este material, hizo una selección, y lanzó tres tomos de más de 400 páginas con lo que -suponían- más le iba a interesar a los lectores galos. En España, Planeta hizo lo propio, y la selección no coincide, ya que -lógicamente- la selección española prioriza los trabajos de autores de ese país. Pero no me quiero meter con la edición española, porque siempre que la vi estaba carísima y nunca la pude comprar. El Vol.1 de la francesa, en cambio, me sonrió desde una batea de ofertas y es el único que tengo en mis manos (si alguien me quiere donar los otros dos, yo feliz de la vida). Si digo en la misma frase "selección" y "francesa", enseguida pensamos en un subcampeonato, algo que estuvo cerca de ser glorioso, pero no llegó. Algo de eso hay. Veamos. El Tezucomi Vol.1 de Delcourt arranca con un delito a mano armada: nos meten más de 60 páginas de una serie de tres tomos, que -si te copa- te tenés que comprar POR FUERA de esta antología. Se trata de una obra basada en Dororo y titulada "Search and Destroy", escrita y dibujada por Atsushi Kaneko, el mangaka que nos visitó hace muy poquito en la Crack Bang Boom. El dibujo de Kaneko es espectacular, MUY occidental en un montón de cosas, super dinámico, atrevido, con cosas de Paul Pope, de Luis Bustos y hasta de Massimo Rotundo. Una bestia total. Lástima que la historia apenas arranca... y que no tiene mucho que ver con Dororo, para ser sinceros. Después nos hacen el mismo truco sucio (60 páginas de una serie de tres tomos) con "La niña de la noche", una especie de remake de Ayako a cargo de Kurin Kubu, artista mucho más limitado (o limitada, no lo sé) que Kaneko. Su versión de Ayako es más porno que la de Tezuka... y su dibujo va bastante para el lado del fan service pajeril. No tiene mucho más atractivo que eso. Por suerte ahí se termina el curro de mostrarte la puntita de series que tenés que ir a leer a otros libros. Llega la versión de Prime Rose que nos ofrece Souichiro, muy jugada a la machaca, pero dentro de todo eficaz y correcta. Una obra corta y zarpada de Tezuka como fue Barbara, cae en manos de Atsuko Ishida, que no tiene la menor idea de qué hacer con ella. Ni siquiera están buenos los dibujos, la narrativa es confusa... una cagada atómica. El que más parecido a Tezuka dibuja en todo el tomo es el maestro brasileño Mauricio De Souza, que homenajea a quien fuera su amigo con una historieta de Ribbon no Kishi un poquito ingenua, pero sólida y consistente con ambos mundos, el del Dios del Manga y el del Walt Disney de Brasil. Ahora es el turno de los autores franceses, y tenemos al amigo Jean-David Morvan en equipo con ScieTronc, un muchacho fuertemente influenciado por el shonen noventoso. Ambos cuentan una nueva historia de Midnight, también muy jugada a la acción y las peleas, con un nivel de violencia electrizante y una muy linda aparición de Black Jack. El propio Black Jack protagoniza la siguiente historieta, con un guion logradísimo de Elsa Brants y dibujos realmente majestuosos de Bertrand Gatignol, mucho más jugado que en el trabajo que vimos el otro día (09/08/25). Son menos de 20 páginas, pero con un impacto alucinante. Otro francés, Reno Lemaire, propone una nueva versión de Kimba, también pasada de rosca en materia de violencia. El dibujo es bueno, no le cuesta para nada narrar en sistema oriental, pero el guion es un poco básico y se aleja mucho del espíritu de Tezuka. Y otra historia de autores franceses donde la machaca es protagonista está a cargo de Florence Torta y Philippe Cardona, quienes vuelven al universo de Dororo, de un modo bastante más fiel al original que el de Atsushi Kaneko. El dibujo es excelente, pero no hay mucha más sustancia que las luchas, el gore y la sangre. Y me guardo para el final a dos de mis autores españoles favoritos. El enorme Víctor Santos aporta una historia perfectamente conectada con la que narrara Tezuka en la mítica MW. Es casi un "episodio perdido" del clásico seinen del Manga no Kamisama, dibujado de manera brillante por un Santos inspiradísimo. Y por último lo tenemos a Juan Díaz Canales, acá como guionista y dibujante de una historia que se conecta -también de manera notable- con la de Adolf, el clásico ochentoso de Tezuka. Acá, además del führer, tienen peso en la trama tres personas llamadas Richard, como un guiño a los tres Adolf de la obra original. La trama es intensa, atrapante, sin elementos fantásticos ni chistes, y con mucho peso del contexto histórico que es -lógicamente- la Segunda Guerra Mundial. Una cátedra del guionista de Blacksad y Corto Maltés, que además dibuja como los dioses en ese estilo fascinante, entre Will Eisner y Naoki Urasawa. Espero conseguir algún día los tomos restantes, sobre todo para leer el material de los autores españoles, que son los que -me parece- mejor sintonizaron la onda de actualizar/ homenajear al historietista más importante de todos los tiempos que fue (obviamente a mi criterio) Osamu Tezuka. Perdón por la extensión de la entrada de hoy, y nos vemos el miércoles a las 22:30 en el canal de YouTube de Comiqueando con una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta.

jueves, 21 de agosto de 2025

JUEVES FUTURISTA

Hora de comentar un par de libritos que pude leer en estos días, para no perder la sana costumbre. Retomo con el Vol.5 la lectura de Lazarus, la serie de Greg Rucka y Michael Lark que tenía en pausa desde el 09/04/24. Después de un tomo medio pecho frío, este repunta de nuevo y vuelve a la temperatura volcánica que caracteriza a esta serie. Una serie que combina con maestría ciencia ficción, guerra, espionaje, runfla política, drama familiar y machaca entre seres con habilidades sobrehumanas. No es fácil que semejante cóctel no te explote en la cara, y Rucka lo logra con una solvencia admirable. Este es el momento de la saga en la que Forever Carlyle se recupera de las tremendas heridas sufridas en un combate pasado, para chocar de lleno con un adversario mucho más poderoso: la verdad. Secretos que le habían sido ocultados durante años, ahora salen a la luz y obligan a Forever a repensar su origen, su identidad, su vínculo con su familia y su rol en esta guerra sin cuartel entre los poderosísimos clanes que se repartieron el mundo. Pero además, tiene que volver a entrar en acción, para una lucha tremenda contra el Lazarus de una familia rival, una especie de Hulk perverso, grosero, despiadado y virtualmente invencible. La machaca cobra mucho peso en un tomo en el que Lark dibujó una cantidad ingente de miembros amputados, tripas al aire y sangre por todas partes. Pero además avanzan muchísimo el plot familiar y el plot político, que a esta altura ya se fusionó con el plot bélico, porque las facciones enfrentadas se están tirando con todo lo que tienen. Sin dudas un gran momento de esta serie, no para engancharse si no leíste lo anterior, pero sí para disfrutar de dos autores que se nota que tienen todo absolutamente bajo control. Cositas para criticar, siempre hay. Por el lado del guion, lo mismo de la vez pasada: Rucka se pasa un toque de solemne y se echa de menos alguna pincelada de humor, o por lo menos alguna secuencia más distendida, donde no esté por irse todo a la mierda en cada viñeta y en cada diálogo. Y por el lado de Lark, también una crítica habitual: da un toque de bronca ver a un virtuoso de esta magnitud dibujar solo los cuerpos y los rostros, y chorear TODO lo demás de fotos. Decorados, paisajes, objetos, vehículos, armas... en TODO se ve un sutil retoque de Lark (y del colorista Santiago Arcas) sobre fotografías, una práctica que responde a una lógica exclusivamente industrial: hay que entregar no menos de 22 páginas por mes, y esta es la única forma en que Lark puede dibujar todo lo que pide el guion con ese nivel de detalle y de realismo. No me consta que si pudiera entregar un episodio por año Lark dibujaría todo sin tomar ni una sola referencia fotográfica, pero lo sospecho. Ya estoy cerca del final (tengo entendido de que son siete TPBs) y no tengo ni el Vol.6 ni el Vol.7, pero los deseo fervientemente, porque la trama se puso jodida como enema de chimichurri y necesito saber cómo termina esta salvajada.
Vamos a Japón, año 2021, cuando se recopila otra tanda de historias cortas del maestro coreano Boichi, en el libro titulado (con un vuelo creativo inigualable) Boichi Short Stories Vol.2. A diferencia del Vol.1 (lo vimos hace poquito, el 15/07/25), este segundo tomo trae solo cuatro historias, un toque más extensas. Y hay menos variedad de géneros: acá se lo ve a Boichi más jugado a la ciencia ficción. Una ciencia ficción triste, crepuscular, que me hizo acordar a esos mangas de Yukinobu Hoshino que vimos un lejano 26/06/12. La primera historia es la más obvia, la más lineal, y narra el enfrentamiento entre un grupete de milicos humanos y unas criaturas que parecen diseñadas por Philippe Druillet en su época más falopera. La segunda ya levanta un poquito la puntería, al presentar un drama más humano, con más profundidad, más interés por parte de Boichi en meternos en la psiquis de los personajes y entender sus motivaciones y sus obsesiones. La tercera es la más breve, la menos ci-fi y la más impredecible del tomo: una historia que plantea el debate acerca del aborto, lleva el conflicto al límite y lo remata de manera sobrenatural, con la impredecible irrupción de un elemento fantástico que te deja estupefacto. La historia termina con una doble splash inconcebible, majestuosa y perturbadora a la vez, con una composición, una complejidad, un nivel de detalle que no puede ser real. Podés estar -fácil- dos horas colgado mirando esa imagen, incluso a riesgo de que se te quede grabada en la mente para siempre. Y la cuarta historia es la más extensa, al punto que parecieran ser tres episodios de 35-40 páginas que componen una especie de miniserie. Acá vuelve la ciencia ficción, pero más cercana, más próxima, sin necesidad de irse al carajo con conceptos muy ambiciosos. El futuro de "Él existió ahí" está acá nomás, a la vuelta de la esquina y un poco por eso la historia pega tan fuerte. Los sacudones más grossos están en el segundo tercio de la obra, con lo cual al terminarlo uno se pregunta qué se estará guardando Boichi bajo la manga para el tramo final. Y no, si bien el final es más que digno, no pasa nada que supere las genialidades que tira el autor en el tramo "del medio". Por suerte los méritos de "Él existió ahí" exceden la sorpresa o el impacto: es una historieta donde tienen mucho más peso los climas y el desarrollo del personaje central que la trama en sí. Del dibujo ni hace falta hablar, porque es descomunal de punta a punta. Obviamente es fruto de un trabajo en equipo: ningún ser humano por sí solo puede dibujar lo que dibuja Boichi en estas historias. Y está buenísimo. Es perfecto, es minucioso, es frondoso, y a la vez es sumamente expresivo y emocionante. Gran acierto de Ivrea haber apostado por este material, tan distinto del obvio. Y gran trabajo de Damián Gaggero en la traducción. No mucho más, por hoy. Gracias por el aguante y nos vemos el miércoles 27 en el canal de YouTube de Comiqueando con otra emisión en vivo de Agenda Abierta. Casi seguro antes de eso clavo una nueva entrada con más reseñas, acá en el blog.

lunes, 18 de agosto de 2025

LUNES CON TRIPLETE

Pasó otra Crack Bang Boom a caballo de un nuevo finde largo, y ya es hora de retomar la sana costumbre de las reseñas de los comics que pude leer en estos días. Empiezo en 2017, en EEUU, con una antología llamada "DC House of Horror", compuesta por ocho relatos de 10 páginas en los que Keith Giffen tira los argumentos para que otros guionistas los desarrollen, pero con dos particularidades: 1) todas las historias van para el lado de monstruos, fantasmas y cosas escalofriantes y 2) el maestro se permite imaginar para cada historia un mundo alternativo distinto, en el que el canon oficial de DC no corre. Entonces lo que toma es algún rasgo importante de los personajes, alguna situación puntual, y desde ahí, apoyado en el contraste entre lo que el lector asume como familiar y la sorpresa, urde las tramas. Pero el problema es que ni aún así salen grandes historias. Hay dos bastante buenas: en una, Giffen reinterpreta a Black Canary como una villana muy jodida, y la otra nos invita a pensar, de manera sumamente perturbadora, qué pasaría si Batman y el Joker fueran en realidad la misma persona. Y hay una tercera historia interesante, que es la del fantasma de una Wonder Woman ya difunta, que vuelve convocada por unas pibas que juegan con la tabla ouija y posee a una de ellas. Una idea potente, pero no para desarrollar en 10 páginas y jugarle todas las fichas al impacto final (al estilo de los comics de la E.C.), sino para darle otro vuelo, otro rumbo y otro peso dramático. Por suerte, estas tramas que plantea Giffen y desarrollan otros guionistas (uno más ignoto que el otro) van a manos de dibujantes que le ponen mucho huevo a su función. La primera historieta (con Martha Kent como protagonista) está muy bien dibujada por un Howard Porter que sigue en busca de la redención. La segunda (la del fantasma de Diana) está en manos de una siempre inspirada Bilquis Evely (ya veremos muy pronto un TPB todo a cargo de Giffen y la talentosa autora brasileña). La de Harley Quinn la dibuja el glorioso Kyle Baker, que es quien más se esfuerza por recrear la estética clásica de la E.C.. En la de Batman/ Joker se luce un Rags Morales soberbio, con momentos dignos de Brian Bolland. La de la Justice League se beneficia de un Scott Kolins que pone el alma en cada viñeta. La de Green Arrow y Black Canary nos muestra a un Dale Eaglesham que tampoco se guarda nada. Al maestro Howard Chaykin le tocó el peor guion (el de Billy Batson/ Shazam) y aún así entregó un trabajo más que competente. Y del único que realmente esperaba más es de Tom Raney, que despachó sin demasiado entusiasmo las paginitas de la historia protagonizada por Two-Face. Entre una cosa y otra, DC House of Horror queda en el pilón de las antologías prescindibles, de esas que está bien comprar solo si las ves en oferta.
Me voy a Francia, año 2022, cuando la maestra Florence Cestac publica el tal vez sea su historieta más grosera: Ginette. Se trata de una novelita gráfica de 97 páginas, realizada para un formato de publicación de bolsillo (como el de los libritos que vimos el 07/05/24 o el 19/05/24), por lo que cada página tiene normalmente dos o tres viñetas, no más. Alguna vez cuatro, y alguna vez una sola, pero casi siempre dos o tres, para que el dibujo se luzca, la narrativa no se empantane y la letra de los globos se pueda poner a un tamaño más que legible. Con Ginette no solo me cagué de risa, sino que tuve zumbidos en la entrepierna. Se trata de una prostituta que cuenta su historia en primera persona, y que no para un minuto de hablar de sexo, por supuesto en clave humorística. Esto se tendría que haber publicado en la SexHum®, de una. Es una sucesión interminable de chistes de garches, pijas y orgasmos, infinitamente más gracioso que el episodio promedio de Clara de Noche, por tomar una referencia que manejamos todos. Las anécdotas más sórdidas, los clientes más excéntricos, los más horribles, los más copados... las distintas formas y tamaños de los penes... Cestac no se priva de nada a la hora de mostrar el lado cómico de la profesión más antigua del mundo y lo hace con tanta altura, que a nadie en su sano juicio se le ocurriría arrastrar a Ginette al barro del debate que se da hoy en la sociedad acerca de las trabajadoras sexuales. El dibujo está muy cuidado, pero no pierde esa espontaneidad, esa fuerza casi brutal que tiene el trazo de Cestac. Todo el tiempo la autora (ícono de la historieta humorística francófona) juega al límite del grotesco, y a la vez logra personajes muy lindos, muy queribles, como lo hacía el inolvidable Tabaré. Acá hay también un gran trabajo en los fondos, a pesar de que una constante que se repite en todo el libro es que los personajes y los globos están en blanco y negro y todo el resto de los elementos de la viñeta están pintados de un mismo color (el rosa que predomina en la portada). Zarpada, carismática y con un arsenal humorístico tan atractivo como sus curvas, Ginette es una obra magnífica, que arranca muy arriba ya desde el prólogo de Philippe Druillet y no pierde nunca la potencia (sexual).
Para mí, Zapam Zucum era un fanzine muy cheto editado por su propio autor, el as chileno Rodrigo López en formato chiquito y con grapas. Imaginate mi sorpresa cuando me encontré con esa misma historieta, publicada en formato álbum a todo culo por una editorial de Brasil. Dije "no puedo ser tan pelotudo de comprar un comic de un autor chileno que ya tengo, y encima en portugués". Pero después me acordé que la historia es muda, y que acá ningún traductor brazuca le metió mano a los textos de Rodrigo, así que me lo compré, para tenerlo en un formato mucho más acorde a la belleza de la historieta. En Brasil, el comic se conoce como A Lenda de Zapam Zucum y el libro está inflado con unas cuantas páginas de relleno, para llegar decorosamente (ponele) a las 56 páginas. López nos cuenta sin palabras pero con mucha emoción y un dibujo majestuoso la leyenda de esta especie de mujer-mito de la época de la conquista española, que -según narra la leyenda- solía aparecer por La Rioja para rescatar bebés de los indígenas asesinados por los europeos, protegerlos y alimentarlos con sus gigantescos pechos. Es una historia de misticismo, violencia, crueldad y venganza en la que esta mujer enorme y desnuda, que vuela y emite leche como si fueran casi los rayos de Cyclops, acapara todo el protagonismo desde que entra en escena. Es una historia bastante breve y sin palabras, con lo cual todo está jugado al impacto que generan las imágenes de López. No me quiero extender mucho hablando del estilo del ídolo chileno, así que quien lo desee puede releer la reseña del 27/12/18 o alguna otra de las que le dediqué en los años (siglos) que lleva el blog. La novedad acá es que López no utiliza las palabras y tiene que proveernos de toda la información necesaria para que la trama nos cautive y nos emocione solo con sus dibujos y con la forma en que organiza las viñetas en la página. El resultado es sencillamente espectacular. Si no sos fan de Rodrigo, es un gran punto de entrada a su obra y si ya lo sos, ni hace falta que te cuente por qué el álbum brazuca de la editorial Tábula es el soporte ideal para esta joya en la corona del destacadísimo autor trasandino. Nada más, por hoy. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

miércoles, 13 de agosto de 2025

MIÉRCOLES LATINOAMERICANO

Bueno, bajé un poquito el ritmo de lectura, porque le estoy metiendo horas extras al sitio de Comiqueando para que no falten contenidos los días que yo voy a estar en Rosario, disfrutando de la Crack Bang Boom o boludeando por ahí. Pero bueno, algo tengo como para reseñar hoy, y veremos cuándo retomo porque la idea para el viaje no es leer comics, sino avanzar con literatura y textos SOBRE comics que tengo pendientes hace siglos. Allá por el 26/12/19 me tocó disfrutar de un álbum de Aline, la genial creación de Adâo Iturrusgarai, y quedé tan manija que cuando encontré otra recopilación (acertadamente titulada "Antrología") me tiré de cabeza. Acá me encontré con 120 páginas más de tiras protagonizadas por esta entrañable atorranta, sus dos novios titulares y un montón de chongos suplentes. Pionera del poliamor, Aline no puede parar de pensar en coger, ni de hablar de coger, ni de coger propiamente. Y las tiras giran (lógicamente) en base a la vida licenciosa y alocada de esta piba fanática del sexo, sin entrar en la lógica del porno. La gracia está en lo que sucede y en cómo se cuenta lo que sucede, no en lo que se muestra. No hay tantas viñetas en las que vemos a Aline y sus novios teniendo sexo, y muy rara vez hay planos en los que Adâo dibuja genitales de manera explícita. Siempre con un humor afilado, a veces más sutil y a veces más grotesco, el autor reúne en cada capítulo del libro pequeñas sagas con un arco argumental para cada una. Así vemos a Aline inscribirse en una escuela de rock, tratar de triunfar en el mundo de la moda, abandonar a sus novios para recuperar el placer de ser soltera, tener de vecino a un asesino serial, inventar de cero una nueva religión o ser secuestrada por malvivientes, entre otras consignas que -combinadas con la personalidad de los protagonistas- serán disparadores de un montón de chistes brillantes. De verdad, me reí fuerte unas cuantas veces, porque Iturrusgarai trabaja muy bien sobre el costado desopilante de cada una de estas temáticas y cuando estas conectan con reflexiones acerca de nuestra realidad, dejan ver a un autor con una mirada muy aguda, muy inteligente, a años luz de los chistes "de pija y concha" con los que podría llenar la tira, si quisiera. Los chistes que recopila la Antrología no están ordenados por fecha de creación, por eso vemos idas y vueltas en el dibujo de Adâo. Por momentos aparece algún chispazo de su estilo más antiguo (el más prolijo, más redondito) pero casi todo está dibujado en su estilo más actual, ese que es más suelto, más anguloso, más minimalista, como si se fuera acercando a la línea de Johnny Ryan, ponele. A mí me gusta más de antes, a Adâo le gusta más el de ahora, pero la verdad es que la diferencia no es tanta, y ambos son perfectamente idóneos para ilustrar estas pequeñas comedias zarpadas, donde las ideas, los diálogos y las personalidades de los protagonistas son las estrellas indiscutidas. Como siempre digo, me parece insólito que en Argentina no estén editados los libros de este genio brazuca que vive hace muchos años en nuestro país.
El otro día (o para ser más precisos, el 31/07) leí un tomito italiano de Dago que cerraba con el primer episodio de una saga más extensa, que -lógicamente- continúa en el siguiente. Y no, en el Vol.139 de esta colección que republica los episodios semanales de Dago que aparecen en la revista LancioStory tampoco está el final de esta aventura conjurada por los maestros Robin Wood y Carlos Gómez. Son 60 páginas dibujadas a todo culo por el cordobés, con un color que no molesta para nada, en un formato lindo, cómodo, económico... pero evidentemente esas 60 páginas y las 12 del tomito anterior no le alcanzan a Robin para resolver esta red de intrigas en torno al asesinato de una nena en una pequeña ciudad de Europa. Y como no tengo el tomito siguiente, me quedé con la leche de saber cómo se resuelven tanto ese misterio, como otras movidas turbias que crecen con el correr de las páginas. Así que me tengo que conformar con lo que hay, que es un elenco bastante nutrido, con unos siete u ocho personajes importantes, a los que Wood maneja con gran aplomo, siempre con cuidado para que la entrada y salida de escena de cada uno de ellos sea prolija, coherente. El paraguayo no fuerza nunca la lógica del relato con casualidades bizarras, no rellena con boludeces, es sutil a la hora de bajar línea sobre el rol de los poderosos en el encubrimiento del crimen y nos entretiene con secuencias románticas sin que la saga se transforme en una típica telenovela de "chico pobre se enamora de minita rica", o en un tibio remedo de Romeo y Julieta. El rol de Dago es, en estas 60 páginas, menos importante que en las 12 primeras. No solo porque ahora hay más protagonistas entre los cuales repartir el juego, sino porque Robin se guarda el estallido de acción y espadazos para ese final que este tomito no incluye. Y bueno, mala leche. Me los guardo para mostrarlos en un video sobre Dago que tengo ganas de hacer para el canal de YouTube, y después se los regalo a alguien que sepa leer en italiano o que se mate a pajas con los dibujos de Gómez. Me da bronca, porque huelo un final muy impactante, con sorpresas grossas bien manejadas. Nada más, por hoy. Nos vemos jueves y viernes en la Crack, y nos reencontramos la semana que viene con nuevas reseñas, acá en el blog.

sábado, 9 de agosto de 2025

NOCHE DE SÁBADO

Ya palpitando la previa del viaje a Rosario para la Crack Bang Boom, tengo un par de libros para reseñar. Quería hacerlo ayer, pero bueno, se dio hoy. Entre fines de 2021 y principios de 2022, resignadísimo a no tener nunca una edición en castellano de Chicanos, me puse a coleccionar una edición italiana, de la que llegué a reseñar varios tomos (creo que el último fue un 13/01/22). Pero claro, no estaba completa, o por lo menos yo nunca la conseguí completa. El sueño de la edición integral en castellano de este clásico de Carlos Trillo y Eduardo Risso nos lo cumplieron Historieteca y Puro Comic a fines de 2024, cuando editaron la serie completa, los 32 episodios de 12 páginas, en un masacote de casi 400 páginas que es una bomba atómica. Los libritos italianos que tuve (todavía los tengo, si alguien los quiere se los regalo) llegaban hasta el episodio 22, así que para completar la lectura me faltaban los diez últimos, que son los que me devoré en estos días. Repito algo que ya dije: de las tres series largas que Trillo y Risso producen para la Eura en los ´90, Chicanos es -lejos- la mejor dibujada de las tres. Acá lo tenemos al León de Leones en un nivel demoledor, por momentos incluso mejor que en 100 Bullets, porque se puede zarpar más en el diseño de los personajes y hacerlos más grotescos, más caricaturescos, no tan realistas como el mangum opus de Brian Azzarello. Esos personajes hiper-expresivos, sumados a una ciudad magistralmente retratada, a unas secuencias demasiado bien planificadas y a un claroscuro extremo, ejecutado con maestría, dan como resultado unas páginas increíbles, que justifican por sí solas la compra del libro. En cuanto a los guiones, en general me gusta más reirme de gente que se cree muy poronga que de gente vulnerable. Acá lo tenemos a Trillo ensayando uno y mil artilugios para que nos riamos de las desgracias de una piba pobre, feucha, con un cuerpo para nada hegemónico, a la que le pasan todas. Alejandrina le pone garra, se esfuerza, se arriesga, pero sus raptos de valentía o de ingenio rara vez dan los frutos que ella espera (y en un punto, merece). No es exactamente una heroína, pero es un personaje con el que el lector empatiza sin ninguna dificultad, básicamente para sufrir con ella, porque las derrotas y las humillaciones que acumula no parecen tener fin. O sea que hay que tener mucha mala leche para que se te ocurran estos guiones y bastante mala leche para disfrutarlos. ¿Es, en realidad, una denuncia muy elaborada y muy elíptica acerca de lo mal que lo pasan los latinos en Estados Unidos? Puede ser. ¿Está todo exagerado para subrayar ese discurso de manera humorística? Ponele. Más allá de pedirle o no rigor testimonial a las desventuras de Alejandrina Jalisco en esa New York inclemente y despiadada, lo más destacable es lo bien que funciona este humor tragicómico de Trillo. En este último tramo, la comedia costumbrista le roba un poquito de protagonismo a los casos más o menos policiales, y Carlos y Eduardo encuentran un nuevo equilibrio entre ambos componentes que le hace muy bien a Chicanos. La serie llega a un final con 32 episodios a cuestas sin decaer nunca. No se termina porque los autores ya no saben qué inventar. La cortan ellos por decisión propia, en un momento en que la serie atravesaba una etapa de verdadera excelencia y claramente podrían haberla seguido durante años. Por suerte está disponible este librazo, para que todos podamos acceder a la obra, leerla, si hace falta discutirla, y sobre todo atesorarla.
Durante mi viaje a Francia en 2023, un amigo me regaló Pistouvi, una novela gráfica infanto-juvenil escrita por Merwan y dibujada por Bertrand Gatignol, quien ilustró uno de los álbumes que me faltan de Donjon: Monsters. Me aburrí bastante durante la lectura, porque en casi 190 páginas pasan muy pocas cosas. La gran mayoría de la obra es más descriptiva que narrativa. Merwan imaginó personajes atractivos, los colocó en un mundo de fantasía muy lindo, medio Hayao Miyazaki, con criaturas raras y demás... y básicamente el libro es presentarnos a Pistouvi, Jeanne, un par de personajes más y el campo fantástico en el que viven. Cuando aparece el conflicto, ya falta muy poco para que termine la obra y la resolución es más metafórica que dramática. Por ahí es todo un gran simbolismo que yo, como un pelotudo, no entendí... pero no creo, porque se supone que Pistouvi es una historieta para chicos... ¿O no? El hecho de que se publique en blanco y negro me hace dudar. Justo los franceses, que son capos en esto de leer los distintos segmentos del mercado, no se van a mandar la cagada de tratar de venderle a los chicos historietas en blanco y negro, no? La verdad que no lo sé. Me quedo con lo que realmente me encantó, que es el dibujo de Gatignol. Me hizo acordar al de Dolo Okecki (vimos su trabajo el 02/06/19), pero más suelto, con más plasticidad y más expresivo. Muy linda la puesta en página, precioso el trabajo de aplicación de grises, personajes con mucha onda... Visualmente, Pistouvi me pareció una delicia. Y me dejó con más ganas de capturar ese Donjon: Monsters que me falta. No sanateo más. La cortamos acá, y nos reencontramos con nuevas reseñas ni bien tenga más material leído. Si querés leer más, ya sabés: entrás a https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y te bajás los números que te falten de la Comiqueando Digital. Valen chauchas y están llenos de artículos bien a fondo, a cargo de enormes especialistas de toda el habla hispana. Gracias y hasta pronto.

jueves, 7 de agosto de 2025

ESSENTIAL WEB OF SPIDER-MAN Vol.2

Caí en este masacote de 480 páginas por un capricho: quería tener la saga de Kraven´s Last Hunt en blanco y negro, porque me parecía muy choto el color. Y bueno, acá está, completa y en una versión en la que (para mi gusto) se luce mucho más el trabajo de Mike Zeck y Bob McLeod. Kraven´s Last Hunt es una marcianada, no solo porque cambia totalmente el tono medio jocoso de las aventuras de Spider-Man. Además es la primera vez que un mismo arco argumental atraviesa los tres títulos que tenía en ese momento el personaje (Amazing, Spectacular y Web), y encima todo a cargo de un mismo equipo autoral. O sea que durante dos meses, los guionistas y dibujantes titulares de Spider-Man se tuvieron que dedicar a otra cosa (o tomarse vacaciones) porque J.M. DeMatteis, Zeck y McLeod les coparon la parada en las tres series regulares. Y esto evidencia algo obvio: Kraven´s Last Hunt es una novela gráfica de 132 páginas, cortada arbitrariamente en seis fetas para aquella publicación original de 1987. Un comic raro, oscuro, no porque haya pasado desapercibido sino porque DeMatteis le imprime un ritmo atípico, una cadencia perturbadora y un cierto vuelo poético muy dark, mucho más cerca de The Killing Joke que del típico arco argumental de Spidey. La referencia a la obra de Alan Moore es inevitable, porque DeMatteis hace con Kraven lo mismo que el Mago de Northampton con el Joker: poner el foco en la motivación de un villano totalmente pasado de rosca y mostrarnos en detalle cómo ésta se convierte en obsesión, y deja atrás los límites de la cordura con resultados truculentos. Así llega a nuestras manos un relato todo lo heavy que podía ser en 1987 un comic que se distribuía masivamente en kioscos y comiquerías, sin sellitos onda "sugerido para lectores maduros". Hay violencia a raudales, sangre, torturas, desnudos (no explícitos), se habla bastante de canibalismo, un poquito de política, y al final uno de los protagonistas se vuela los sesos con un rifle. Spider-Man no hace chistes, no aparecen ni J. Jonah Jameson ni la Tía May y apenas se mencionan al pasar los sucesos de los arcos argumentales anteriores. Esto que Kraven le hace a Peter, se lo podría haber hecho a cualquier otro héroe de Marvel (a Iron Fist, ponele), y la historia sería básicamente la misma, excepto que el clásico rival de Kraven es Spider-Man, no Iron Fist. El dibujo de Mike Zeck arranca en un nivel increíble, y -como siempre- con el correr de las páginas se va replegando cada vez más hacia los layouts, y deja el acabado en manos de Bob McLeod, que al principio es apenas el entintador y al final ya tiene que poner mucho más de su cosecha, porque se nota que lo que entrega Zeck es apenas un boceto. La combinación entre ambos funciona muy bien, y abundan las páginas realmente hermosas, con unos claroscuros tremendos, unos climas totalmente siniestros y unas expresiones faciales magníficas. ¿Y qué onda el resto del tomo? Porque además de Kraven´s Last Hunt, acá tenemos 12 números y un Annual de Web of Spider-Man... Bueno, el Annual zafa porque es como una colección de datos, fichas, breves textos sobre los poderes, el equipamiento y los enemigos olvidados de Spidey. La trilogía ambientada en el Reino Unido (que empieza con guiones de David Michelinie pero la termina Jim Shooter) es bastante decente, y se anima a meterse (aunque sea de manera superficial) en el conflicto entre el gobierno de Margaret Thatcher y los rebeldes de Irlanda del Norte. Pero entre el 23 y el 28, tenemos una seguidilla de números MUY malos, donde lo más parecido a un autor es Michelinie revoleando plots para que los desarrollen guionistas de menor calibre. Los nºs 29 y 30 mejoran bastante, cuando James Owsley pone el foco primero en el finado Ned Leeds y después en Richard Fisk, el hijo de Kingpin y Vanessa, que en esta época operaba bajo la identidad de The Rose. El 30, sobre todo, es un acertado pase en limpio de un montón de sucesos ocurridos en arcos previos, vinculados a The Rose, Hobgoblin, Kingpin y demás personajes de las series de Spidey y de Daredevil. En cuanto a los dibujantes, el arco en el Reino Unido está a cargo de Marc Silvestri, en la época en la que todavía era un dibujante promisorio, al que solo le faltaba encontrar un buen entintador (algo que sucedería cuando pase a Uncanny X-Men, a formar dupla con Dan Green). Y después, hasta que llega Kraven´s Last Hunt, tenemos una sucesión funesta de dibujantes realmente chotos, un descenso a los abismos del horror que se corta cuando aparece Steve Geiger, que no es un genio ni mucho menos, pero sobrevive a dos ordalías jodidas de verdad, a saber: 1) que en un mismo episodio le metan mano a tus lápices CINCO entintadores distintos y 2) que te entinte Vince Colletta. No sé qué fue de la vida de este muchacho, pero acá se esforzó por hacer tolerables los tres numeritos que faltaban para que llegara Mike Zeck a romperla. En fin, hay que tener bastante estómago para leer comics de Spider-Man de 1986-87. Creo que el primer Essential de Web... me lo compraría solo si lo veo a un precio absurdo, y porque tiene varios episodios escritos por Peter David. Y lo que pasaba en paralelo en Amazing y en Spectacular, la verdad que no me interesa en lo más mínimo. Cuando estaba Roger Stern, ponele que tenían algún atractivo. Pero después, de ahí hasta la época de Paul Jenkins y J.M. Straczynski, lo único que me animo a rescatar son saguitas medio descolgadas como Kraven´s Last Hunt, algún arco de Ann Nocenti o algún Annual que rompa con el esquema habitual. Nada más, por hoy. Esta tarde se inaugura la FED, así que andaré pululando por ahí. Y en una de esas, mañana también hay reseñas acá en el blog.

lunes, 4 de agosto de 2025

LUNES DE DIBUJANTAZOS

Las primeras reseñas de Agosto están dedicadas a dos libros que brillan sobre todo por la calidad de los dibujos. En primer lugar, Creepy Presents Bernie Wrightson, un libro muy cheto, editado por Dark Horse en tapa dura y (acertada decisión) en el mismo tamaño que los magazines de la editorial Warren donde apareció originalmente todo este material durante los años ´70 y principios de los ´80. La verdad es que no son tantas las historietas que dibujó Wrightson para Eerie y Creepy, y así como el libro, para acumular una cantidad razonable de páginas, tiene que clavarnos más de 30 páginas de ilustraciones y portadas (que por supuesto son muy hermosas, pero prescindibles) realizadas por el ídolo. Pero eso no sería nada, si además el tomo no incluyera TRES historietas en las que Wrightson solo se encargó de las tintas. Sí, de doce historias cortas, TRES lo tienen al co-creador de Swamp Thing como un mero entintador, un "fuckin´tracer", como decían en la gloriosa película Chasing Amy. Las tintas de Wrightson le agregan un montón de onda tanto a los lápices de Carmine Infantino como a los de Howard Chaykin, pero la narrativa que estamos viendo es la de estos otros autores. Y en el caso de la historieta dibujada por Chaykin, las tintas de Wrightson ni siquiera quedan bien. Así que , de todo este masacote, nos quedan para disfrutar a pleno solo nueve historietas. Y acá es donde realmente el nivel del material deslumbra a propios y ajenos. Wrightson adapta un cuento de Edgar Allan Poe y uno de Howard P. Lovecraft de manera magistral, y además nos ofrece una historieta hermosísima (la única a todo color) que se titula "The Muck Monster" y es una especie de "Lado B" del clásico relato de Frankenstein. También con guion propio, desarrolla la muy atractiva "The Pepper Lake Monster", con unos dibujos devastadores. Y después colabora con los tres guionistas que más trabajo tenían en las antologías de Warren: con Bill DuBay realiza la correcta "Nightfall", Nicola Cuti escribe la rarísima (y atrapante) "A Martian Saga", y nos quedan tres guiones de un íntimo amigo de Bernie (autor también del prólogo), el siempre picante Bruce Jones. Wrightson y Jones tenían una química especial, que acá logra que nos parezca bueno un guion medio choto como el de "The Laughing Man", que nos conmueva el vuelo poético de "Clarice", y bueno... la tercera historia de la dupla es "Jenifer", un clásico absoluto, incuestionable, insumergible, inolvidable. Una joya de 10 páginas en la que ambos autores alcanzan cotas de calidad que alcanzan y sobran para subirse para siempre al Olimpo de los genios del terror. De los guiones que Wrightson no dibuja (sino que solo entinta), destaco el de "Country Pie", también obra de Jones. Como ya mencioné, la narrativa es 100% Infantino, así que si sos fan del tano cabrón, acá lo vas a ver muy bien apuntalado por un guion muy dinámico (al que le alcanzan seis páginas para contar un montón de cosas) y por un trabajo de tintas y aguadas que le agrega Berni y le queda genial. En fin, la versión "sincera" de este libro debería ser bastante más finita (más barata, también), pero así como está queda muy lindo en la biblioteca al lado del de Richard Corben.
Hace no tanto tiempo, el 18/04/25, me tocó leer el Vol.8 de Dead Dead Demon´s Dededede Destruction, del inclasificable Inio Asano. Ahí me encontré con un extenso flashback al origen secreto de la amistad entre las dos protagonistas, Ouran y Kadode, y cerré con la frase "ojalá el flashback no abarque TODO el Vol.9, porque quiero saber cómo sigue el bolonki de los aliens en Japón y toda la trama política y de espionaje que armó Asano alrededor de eso, que me tiene muy enganchado". Bueno, este flashback no ocupa todo el tomo, sino que termina unas 30 páginas antes del final... para dar paso a otro flashback, esta vez al momento en que la nave de los aliens llegó a Tokyo. De nuevo me quedé sin lo que vine a buscar, pero eso no es lo peor. Lo peor es que, si Asano se toma para este otro flashback la misma cantidad de páginas que se tomó para el que vimos en los Vol.8 y 9, vamos a retomar el hilo de la narración en tiempo presente cuando falten menos de 100 páginas para el final de la serie, que llegará en el Vol.12. Acá por lo menos, entre tanta pavada, hay un poquito de subtexto: una reflexión acerca de la tensión entre el Bien y la Justicia, que roza la temática del inolvidable Death Note y de tantos comics de justicieros violentos que operan por afuera de la ley, con sus propios códigos. Pero nada es demasiado explícito, salvo el amor que se tienen estas dos pibitas, inquietas, kilomberas, explosivas. Y por supuesto el punto más alto de Dead Dead Demon´s Dededede Destruction es el dibujo de Asano y su equipo, que la rompen toda. Acá hay unas páginas donde la aplicación de grises está tan lograda, denota tanta inspiración, que hasta opaca el trabajo de la línea negra, que suele ser perfecto. Lo único que encuentro para criticar es la sobreabundancia de primeros planos, pero la verdad que al ser un guion tan basado en los diálogos y en los sentimientos, las expresiones faciales de los personajes merecen esa atención extra que les dan los primeros planos. Ya tengo comprados los tres tomitos que faltan para llegar al final, así que seguramente en los próximos meses me voy a enterar cómo termina este delirio de Inio Asano que arrancó tranqui, después levantó temperatura y ahora se enfrió a fuerza de flashbacks muy estirados, cuando una de las cosas más copadas que tenía la serie era que arrancaba con todo ya empezado, con un statu quo totalmente atípico, y a la vez totalmente normalizado por el ecosistema en el que se mueven los personajes. Nada más, por hoy. Sigo adelante con las lecturas, con la planificación de los viajes que se vienen y con el nº12 de Comiqueando Digital, previsto para fin de año. Gracias y hasta pronto.

jueves, 31 de julio de 2025

JUEVES EN CASA

Hoy no pisé la calle, estuve todo el día en casa. Un embole importante. Pero el lado positivo es que tengo un rato para escribir reseñas... y por ahí después junto ganas de salir a comer algo en algún lugar copado. La bisagra entre las décadas del ´80 y ´90 fue un momento muy interesante en el comic británico, una etapa en la que floreció un comic alternativo muy vital, raro, experimental, rupturista. Una primavera cortita, porque en pocos años las revistas que apostaron por la vanguardia habían desaparecido, pero que nos dejó algunas obras muy notables. En el mejor año de su historia (1991) Dark Horse decidió publicar en EEUU algo de toda esa explosión alternativa británica (mezclada con cositas de un par de autores yankis) y así nació Deadline U.S.A., una antología en formato librito de 100 páginas en blanco y negro que tuvo apenas tres entregas, para luego pasar al formato comic book (con menos páginas), en el que salieron ocho entregas más. Esos ocho comic books los completé y leí hace no mucho, y DESPUÉS me enteré que antes había que leer los tres libritos, de los que (hasta ahora) conseguí solo el Vol.2. Con una ingenuidad digna del boludo que creyó que si ganaba la ultraderecha iba a cobrar en dólares, yo suponía que el recurso de publicar historias largas en fetas se había utilizado solo en los comic books, no en los libritos. Bueno, en este Vol.2 me encuentro con un montón de historietas serializadas, de las que aparecen unas pocas páginas y terminan en continuará. Ya sé como siguen, porque (si bien no tengo el Vol.3), leí los episodios que aparecieron en los nºs 1 al 8 de la colección siguiente, pero igual es un pijazo. Entre estas serializaciones, hay material MUY grosso, como Thirteen O´Clock de Richard Sala o Wired World de Philip Bond, y cosas más raras, más crípticas (pero visualmente atractivas) como Silence, de Alec Stevens, o Doe (de Ho Che Anderson). Entre las historietas autoconclusivas, hay entregas de una sola página de los gloriosos Milk & Cheese (a cargo del inmenso Evan Dorkin), una muy bizarra de Tank Girl (por Alan Martin y Jamie Hewlett), una de Hugo Tate (por Nick Abadzis), un gran episodio de Johnny Nemo (de Peter Milligan y Brett Ewins) y uno de Be-Bop and Lula, escrito y dibujado por el inolvidable Steve Dillon, en un estilo mucho más despojado, más cercano al de Moebius, sobre todo cuando dibuja paisajes futuristas. Y por supuesto, historias cortitas muy raras, muy experimentales, como las de Phil Hester (otra antología en la que aparece este monstruo), las de Shaky Kane, las de D´Israeli, o la de Rachel Ball. Obviamente no faltan un par de autores totalmente pasados de rosca, que aportan trabajos 100% inentendibles e inabordables, ya sea por la torpeza en la narrativa, por la impericia en el dibujo o por un rotulado abominable. Pero bueno, soy fan del comic británico alternativo de esta época, y ni bien vea a buen precio el Vol.1 y el Vol.3 de esta primera etapa de Deadline U.S.A., los voy a capturar.
Me voy a Italia, año 2015, cuando sale el Vol.138 de la colección Ristampa Dago, en la que la editorial Aurea recopila (o recopilaba, no lo sé) los episodios de Dago que aparecían semanalmente en la antología LancioStory, en entregas de 12 páginas. Acá ya estamos en el último tramo de la carrera de Robin Wood, en la que el ídolo escribía la serie semanal, pero había delegado en otros guionistas las novelas gráficas mensuales. "La Rosa del Mondo" ofrece 60 páginas de historieta (cinco episodios semanales) a todo color, escritas por Wood. Las primeras 48 páginas conforman el arco argumental que da título al tomito, y están dibujadas y coloreadas por el marplatense Marcelo Borstelmann (a quien ya vimos por acá un lejano 06/03/17). El tratamiento del color es rico en efectos de iluminación y en texturas, pero acentúa el principal (tal vez el único) defecto del dibujo de Borstelmann. Cuanto mejor logrado está el objetivo de que las imágenes parezcan fotos, más llama la atención lo estático del dibujo. O sea que el mayor grado de realismo se traduce en una mayor dureza en el movimiento y las expresiones de los personajes. El guion es una larga batalla entre dos bandos, uno que ataca una ciudad y otro que la defiende, y el rol de Dago en el conflicto es francamente menor, si no fuera porque tiene intereses románticos en las dos mujeres con cierto protagonismo en la historia que -obviamente- luchan una para cada bando. Cuando uno se convence de que Dago va a hacer "la Gran Archie" (es decir, no decidirse nunca entre la rubia y la morocha y seguirle el juego a las dos), Wood nos sorprende en las páginas finales: allí el veneciano, una vez finalizado el sangriento combate, se va con una de las dos, a vivir unas vacaciones de paz, amor y besos. Y en las 12 páginas restantes, arranca un nuevo arco argumental, esta vez dibujado (como los dioses) por el cordobés Carlos Gómez. La trama no está ni cerca de resolverse cuando el tomito llega a la última página, pero los caraduras de la Aurea le ponen a la última viñeta un cartelito que dice "FINE". Fine, las tarlipes. Menos mal que tengo el librito que le sigue, y pronto me voy a enterar cómo continúa la historia de Dago con Ercole Boldrini, un muchacho falsamente acusado de haber matado a una nena, al que el héroe salva de morir en la horca. Como siempre digo, no soy muy fan de Dago, porque me la baja un poco leer una y mil aventuras del Guacho Pistola que le gana a todos en todas las disciplinas. Dago es tan capo como Batman, pero además le baja la caña a cuanta mina linda se le cruza. Y a mí me gusta que los héroes la remen más de atrás, que transpiren más la camiseta, que las victorias les cuesten un huevo. Si no, es un trámite, se pierde la épica. Pero bueno, cada tanto, hago el esfuerzo, porque me gustan los diálogos que escribía Robin y porque (por lo menos en la serie semanal) Dago suele tener muy buenos dibujantes. Acá, esas 12 paginitas de Gómez (coloreadas por Lautaro Rinaldi), prometen un Vol.139 repleto de magia. Y además está buenísimo ver al cordobés plantar páginas de no más de cinco viñetas, después de haber leído esos álbumes hechos para Francia en los que metía 11 ó 12 cuadros por página, algunos microscópicos. Nada más, por hoy. Cerramos Julio con 13 entradas, una barbaridad. Veremos qué onda Agosto. Gracias y hasta pronto... Y quienes todavía no descargaron la Comiqueando Digital de https://comiqueandoshop.blogspot.com/, dale... media pila, que vale chauchas y es lo ÚNICO por lo que cobramos, de todo lo que brindamos todos los fuckin´días hace 8.500 fuckin´años.

martes, 29 de julio de 2025

MARTES SOLEADO

Todavía no terminó Julio y ya clavé 12 entradas en el blog. ¿Qué me contursi? La verdad que entre películas y lecturas, salió un mes ultra-comiquero. Vamos con las reseñas de un par de libros más. Por esas cosas de los japoneses y la extraña forma que tienen de vender las licencias de los mangas a las editoriales extranjeras, Ivrea metió en un mismo tomo dos obras de Junji Ito que no tienen un choto que ver una con la otra. El tomo argentino se titula "Frankenstein" y tiene más de 400 páginas. La primera mitad, está compuesta por historias de terror/ misterio/ suspenso/ bizarreadas varias, casi todas protagonizadas por Oshikiri, un pibe que vive solo en una extraña mansión en la que pasan cosas muy locas. Hay fantasmas, muertos en las paredes, un vórtice que da a otra dimensión... y algunas cosas son reales y otras son alucinaciones de Oshikiri. Lo que hace acá Ito es tirar una idea fuerte, desarrollarla hasta donde se le da la gana, y terminar la historia donde a él le parece, no necesariamente cuando el conflicto que plantea llega a una resolución. Algunas son buenas ideas, desperdiciadas en malas historias. Y otras ni eso. Son imágenes de alto impacto, enigmáticas, perturbadoras o simplemente asquerosas, alrededor de las cuales el autor trata de armar un argumento, con distintos niveles de éxito. La verdad que si fuera por este primer tramo, ni se me ocurriría conservar este libro, porque ni siquiera el dibujo de Ito está en un nivel cercano a los de sus momentos más gloriosos. Las tramas son un poco rudimentarias, el capricho de que los protagonistas sean siempre chicos y chicas de escuela secundaria me seca los huevos sobremanera, y en todos los casos, lo que Ito cuenta en 30 ó 35 páginas se podía contar en 10 ó 12. Felizmente, después de esta primera mitad medio "más de lo mismo", tenemos la adaptación de Frankenstein, sorprendentemente fiel a la versión original con la que la genial Mary Shelley inauguró eso que hoy llamamos "ciencia ficción" allá por 1818. Como cuando le tocó adaptar "Indigno de ser humano", acá Ito se pone la 10 y la cinta de capitán. Su Frankenstein, además de MUY respetuoso de la versión literaria, es un manga atrapante, narrado de manera magistral, sin abusar de los bloques de texto (vicio muy habitual en las adaptaciones), repleto de imágenes impactantes, aunque esta vez perfectamente integradas a un argumento sólido. Como en la novela de Shelley, acá no pasa todo por las tropelías que comete el monstruo sino más bien por las oscuras obsesiones que atormentan a Victor Frankenstein, su creador. El personaje central es Victor, y su criatura tiene un rol importante, pero no le roba el protagonismo. Por supuesto que, con la adaptación en manos de Ito, el terror se va a hacer presente en la narración. Pero es un elemento más, al igual que el drama. También hay una trama romántica (una y media, podríamos decir) y momentos (el principio y el final) donde se impone una aventura en paisajes exóticos, todo maravillosamente dibujado por el astro japonés. No hace falta que lo subraye, pero sin dudas estas casi 200 páginas (originalmente realizadas por Ito a mediados de los ´90) son las que hacen que valga la pena comprar y atesorar el libro, sobre todo si sos fan de Frankenstein o de los orígenes de la ciencia ficción.
Vamos a Estados Unidos, fines de 2018, cuando DC publica la antología Nuclear Winter Special, un librito con 10 historias cortas de ocho páginas cada una, hilvanadas por una secuencia medio en joda, en la que el protagonista es Rip Hunter. Lo que más me sorprendió es la calidad de los dibujantes: el italiano Giuseppe Camuncoli, Brad Walker, el rosarino Cristian Duce, Yasmine Putri, Dexter Soy, el prócer Jerry Ordway, el maestro Phil Hester, el chileno Amancay Nahuelpan y Scott Kolins. No hay uno flojo, de verdad. Visualmente, es una antología muy pareja, y con un nivel altísimo. Veamos qué onda los guiones. La historia de Damian Wayne contra Ra´s al Ghul (a cargo de Colin Kelly y Jackson Lanzing) no está mal, es correcta y poco pretensiosa. La de Superman y Martian Manhunter ambientada en el futuro del One Million es excelente, sorprendente y emotiva. La de Flash (a cargo de Jeff Loveness) no me pareció gran cosa. La de Supergirl (de Tom Taylor) me intrigó porque está ambientada en un futuro en el que Kara es bastante mayor, y tiene una hijita. No sé si está conectada a una saga más extensa que nunca leí, o si es un invento fumanchero de Taylor, pero funciona. Mairghread Scott firma el unitario protagonizado por Aquaman, también muy poco ambicioso, bastante entretenido. La de Firestorm está a cargo del maestro Paul Dini, que se zarpa un poquito en la cantidad de texto y la cantidad de cuadros que le hace dibujar a Ordway, pero está muy bien, es una linda vuelta de tuerca a un concepto bastante ramplón como era el de la Nuclear Family (creada por Mike W. Barr como antagonistas de los Outsiders). El propio Hester escribe el guion de la historieta de Kamandi, que está muy buena y te deja con ganas de más. La más flojita tal vez sea la de Catwoman (escrita por Cecil Castelucci) y el librito cierra con una de Green Arrow, a cargo de un guionista al que nunca había oído nombrar: Dave Wielgosz. Una muy grata sorpresa, porque -si bien prácticamente no hay acción- nos presenta a un Oliver Queen crepuscular muy interesante, muy consistente con lo que fue toda la trayectoria de Green Arrow como superhéroe, y con una exploración de sus vínculos muy intensa y muy profunda, sobre todo si pensamos que está todo contado en apenas ocho páginas. Como siempre, por sobre el frío del invierno y por sobre la desolación de los escenarios de futuros distópicos, en los que la Tierra está hecha mierda o los superhéroes están viejos o derrotados, se impone la luz, la esperanza. No importa cuándo, no importa cómo, los íconos de la justicia, la bondad y el altruismo van a aportar su granito de arena para que el universo, la ciudad, una familia, o un amigo, sean un poquito más felices. Casi todos los guionistas que colaboran en el Nuclear Winter Special captaron esa consigna y la convirtieron en historias cortas que tal vez no tengan tanta prensa ni tanta repercusión como las series mensuales o las miniseries de Black Label, pero que se disfrutan sin mayores inconvenientes y además inspiraron a los dibujantes para que se pongan las pilas y realicen trabajos muy, muy notables. Hasta acá llegamos, por hoy. Capaz que hay una entrada más antes de fin de mes (lo dudo), pero lo que es seguro es que nos vemos mañana a las 22:30, en vivo en el canal de YouTube de Comiqueando, en una nueva emisión de Agenda Abierta. ¡Gracias y hasta entonces!

sábado, 26 de julio de 2025

NOCHE DE SÁBADO

Tengo un par de libros leídos y un rato libre antes de que empiece el partido de Racing, así que ahí vamos... Durante muchos años soñé con conseguir en un idioma legible algún álbum de Franka, el gran clásico del comic de los Países Bajos, escrito y dibujado por Henk Kuijpers. Cuando finalmente vi uno en francés, me tiré de cabeza sin notar que en la portada decía "Tomo 2"... y así me encontré con una aventura que viene empezada, con personajes y situaciones que Kuijpers no se calienta en lo más mínimo en recapitular para los que nos sumamos tarde. Pero eso sería lo de menos. El verdadero problema es que en estas 44 páginas, Kuijpers mete argumento para otras 64 ó 70 páginas. El resultado es un episodio tremendamente convulsionado, en el que pasan cientos de cosas, con páginas de 13 y hasta 15 viñetas, muchas de ellas repletas de texto. Cuando llega una página con siete cuadros, o una secuencia muda, sentís un alivio absoluto, un nirvana, como si cagaras después de 20 días sin sentarte en el inodoro. La historieta es divertida, la aventura que viven Franka y Ava es ganchera, llena de elementos fantásticos que me recordaron a esas novelas de Tarzan en las que encuentra civilizaciones perdidas con dinosaurios vivos y todo en el fondo de un volcán. El tema es lo apretado que está todo para entrar en apenas 44 páginas. Y por suerte, está el dibujo, que es formidable. Esta es una obra de 1986, en la que lo encontramos a Kuijpers en perfecta sintonía con lo mejor de la línea clara ochentosa: hay mucho Yves Chaland, hay mucho Mique Beltrán, algo de Daniel Torres, algo de Rubén Pellejero, y por supuesto el trabajo hiper-minucioso en fondos, edificios y paisajes que todos estos autores heredaron de Hergé. Cuando los personajes incursionan en espacios oscuros, donde sí o sí cobra protagonismo la mancha negra, Kuijpers recurre a yeites clásicos de Jean-Claude Mézieres, que domina con mucha solvencia. El dibujo es dinámico, expresivo, y fluye con muchísima naturalidad a pesar de que todo está muy chiquito, para que entren 13 ó 15 viñetas por página. Lo extremo de las peripecias y la ambientación exótica (una selva perdida en el fondo de la Tierra) facilitan las excusas para que las chicas pierdan gradualmente su ropa, hasta quedar prácticamente en bolas, pero Kuijpers no cede a la tentación de sexualizar los cuasi-desnudos de Franka y sus compañeras. Me imagino esto mismo dibujado por alguien tipo J. Scott Campbell, este mismo argumento convertido en un comic de Danger Girl, y no solo ocuparía seis veces más páginas, sino que sería prácticamente una historieta porno, repleta de poses minuciosamente pensadas para exhibir la nerca que queda al aire. Como primera aproximación a las aventuras de Franka, esta segunda parte de "Les Dents du Dragon" fue un poco mucho. Salí a la ruta y a los 300 metros me pasó por encima un camión. Pero el dibujo me volvió loco, y ni bien consiga otro álbum de esta serie, voy a insistir, a ver si tengo suerte y me encuentro con un guion que entienda cuánto diálogo y cuántas peripecias se pueden meter en 44 páginas sin provocarle un ACV al lector.
Me voy a Brasil, año 2004, cuando se recopilan en libro 10 historias cortas de los gemelos fantásticos, Fábio Moon y Gabriel Bá. En este "10 Paezinhos-Critica" aparece básicamente el mismo material que Dark Horse publicó en el libro De:Tales, que alguna vez vi, pero nunca pude comprar. Hay una sola historieta realizada a cuatro manos por los gemelos, una anécdota autobiográfica ambientada en París, y una con guion de Gabriel y dibujos de Fábio, la poética "El Camino". Y después, en el resto del libro, cada uno va a aportar sus trabajos personales, sin cruzarse con el otro, como Gilbert y Jaime Hernandez en Love & Rockets. La historieta más larga es "El Sapo", 18 páginas con guion y dibujos de Gabriel Ba que, con un girito más ambicioso en el final, podría haber sido una obra maestra del comic existencialista. El dibujo es glorioso, el tempo es totalmente cautivante, los bloques de texto están utilizados de una manera brillante... solo le faltó eso: un rulito más fuerte para rematar la historia y hacerla todavía más conmovedora. Y por el contrario, entre los aporte de Fábio Moon, la mejor historia es "Feliz Aniversario, Meu Amigo", que es una belleza total, llena de momentos y diálogos preciosos... pero que no maneja ningún tipo de suspenso porque desde el principio uno sabe cómo va a terminar. Algo que pudo ser un thriller, con una revelación shockeante para un final que resignificara todo, es en realidad un slice of life con un elemento sobrenatural. Manejado con elegancia y sobriedad por un autor que la tiene clarísima, pero a costa del impacto que pudo tener y no tiene. Después hay muy buenos relatos breves, casi todos en esa veta entre costumbrista y poética que los hermanos llevaron a la perfección en Daytripper, la que -al día de hoy- es su obra maestra. Pero acá todo el material está en blanco y negro, con lo cual se disfruta muchísimo el manejo del claroscuro que exhiben cada uno de ellos. Fábio con un trazo más tradicional, más orgánico, con más texturas y volúmenes, y Gabriel con una línea más despojada, que por momentos se acerca a Mike Mignola o a Eduardo Risso por la forma de incorporar las masas negras. El gran hallazgo del librito es que hay una historia que aparece dos veces: un guion muy simple, que vemos primero dibujado por Fábio y después dibujado por Gabriel, para cotejar ambas versiones y ver cómo cada uno de los hermanos interpretó la misma partitura. Pero si sos fan de los gemelos, todo lo que vas a encontrar acá te va a emocionar, o a sorprender. No rascaron el fondo del tacho para juntar 10 historietas y armar un libro. En todo caso, el relleno para completar 100 páginas son algunas carátulas e ilustraciones sueltas, mientras que la calidad de las historietas es muy pareja y muy alta. Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog, y el miércoles a las 22:30 con una nueva emisión de Agenda Abierta, en vivo en el canal de YouTube de Comiqueando. ¡Gracias y hasta entonces!

miércoles, 23 de julio de 2025

GEMAS DE ANTAÑO

Hoy tengo para reseñar dos libritos con historietas muy viejas: uno de los ´50 y otro de los ´70. Veamos con qué me encontré en estos trips al período precámbrico. En un lejano 24/04/14, me tocó reseñar el libro de Archie Americana Series correspondiente a los años ´60. Hoy me voy más para atrás, a leer comics de Archie de los años ´50. Por supuesto lo primero que hay que hacer es putear en todos los idiomas a la editorial, por no incluir créditos. El prólogo de Victor Gorelick nombra a varios de los autores más relevantes que tuvo Archie en los ´50, pero falta la info de quién escribió y quién dibujó cada una de las 16 historietas seleccionadas para este libro. Los dibujantes no son gran cosa. En general, cumplen sin descollar. Ninguno está ni cerca de Dan DeCarlo, y ni el propio DeCarlo mostraba en los ´50 el nivel que va a ostentar en las décadas siguientes. Pero son dibujo correctos, muy claros, muy expresivos, puestos 100% al servicio del relato. El dibujante que menos me gustó (ojalá pudiera saber el nombre) tiene un montón de rasgos que reaparecen en las obras de Beto Hernandez, obviamente modernizados, pasados por el tamiz de un autor que tiene también otras influencias, y puestos en función de otro tipo de historias. Me sorprendió que la gran mayoría de los guiones son de buenos para arriba. Hay uno malísimo, que te hace dudar del criterio de la gente que eligió las historietas para armar un "Best of", que es ese en que Archie se pone a hinchar las pelotas con su ascendencia escocesa y hay un montón de chistes, uno más boludo que el otro, con una gaita. Y después los mejores son los que tienen que ver no con situaciones disparatadas que se dan como consecuencia de coincidencias medio bizarras, sino con planes que alguien elabora. Un plan de Archie para levantarse a Veronica, un plan de Betty para arruinarle la cita con Archie a Veronica o viceversa, un plan de Reggie para que Archie quede como un forro tanto con Betty como con Veronica, un plan de Archie y/o Reggie para franelearle la novia a Moose, un plan de los padres o de los profesores para sosegar a estos borregos que se llevan al mundo por delante, y hasta un plan de Archie y Reggie para cagarlo a Jughead. Obviamente, la mayoría de las veces los planes salen mal, y eso genera los momentos más cómicos de las historietas. El Archie de los ´50 juega menos con la brecha generacional que el de los ´60, pero igual se nota cómo este cambio social que pone a los adolescentes en el centro de la escena, descoloca un toque a los guionistas. De pronto, los pibes que hasta un punto eran casi mascotas bípedas de sus padres, empiezan no solo a decidir por ellos mismos, sino a imponerle las reglas del juego a toda una sociedad. Las historietas de la pandilla de Riverdale son un testimonio riquísimo para quien quiera estudiar esos procesos... y para quien quiera ver de dónde tomaron los guionistas de The Simpsons esa forma tan extraña de hacer que pasen las décadas sin que los personajes acumulen pasado en sus biografías.
Nouvelles Histoires es un compilado de historias cortas de Régis Franc, de las que aparecían en las páginas de Pilote a mediados de los ´70, cuando la revista fundada por René Goscinny y sus amigos ya había pasado de semanal a mensual. En total son nueve historietas, de cuatro o cinco páginas cada una, realizadas por Franc entre 1976 y 1977 y -si no me equivoco- nunca traducidas al castellano. Para la portada, eligieron una viñeta de la mejor historieta del tomo: la del manager garca que quiere dormir al boxeador medio tonto. Es una gema de cinco páginas, que se desarrolla y resuelve a través de diálogos, y que Franc no va a superar, por lo menos en este librito. En general, las historias de Franc están jugadas a los diálogos, o a un monólogo interno de un protagonista. Muchas veces parecen breves obras de teatro, porque hay un único escenario y poca acción. O a un film donde la cámara se queda quieta y nos muestra un mismo paisaje a la mañana, a la tarde, a la noche... para plasmar los distintos ritmos, los distintos flujos de personas, en distintas actividades. Incluso hay una muy buena (la primera del álbum) donde el decorado es siempre el mismo y la historia va saltando por distintos momentos en la vida de Marcel, el protagonista. En unas viñetas es adulto, en otras es niño, en otras ya no está... pero todo pasa por esa mesa y ese ventanal. Después perfecciona el truco en la historia del militar y su novia Alberte, pero el guion no es tan atractivo. Varios de estos relatos se sostienen no por lo que cuenta Franc, sino por los trucos narrativos que emplea, que estaban bastante a la vanguardia en el contexto de 1976-77. A nivel visual, el recurso más notable que emplea Franc (además de dejar quieta "la cámara" durante páginas enteras) es el de dibujar a los humanos con rasgos de animales. Así tenemos historias profundas, casi existencialistas, con conflictos bien de adultos, pero protagonizados por conejos, gatos, chanchos y ratones. El trazo es limpito, diáfano, y en los años posteriores va a mejorar todavía más, cuando Franc alcance una síntesis aún mayor. Las Nouvelles Histoires resultan engañosas, porque toman la estética de los Looney Tunes, Tom & Jerry y demás clásicos de la animación para contar historias sin acción, sin violencia, que terminan cuando uno menos lo espera y que a veces narran muy poco, apenas una situación aislada. El ritmo, en vez de frenético como en los cartoons, es parsimonioso, pecho frío. Y los personajes no son necesariamente queribles, ni mucho menos tiernos. Con esto te quedará claro que las historietas de Régis Franc no son para cualquier tipo de lector, y también servirá para empezar a vislumbrar por qué son básicamente desconocidas fuera de Francia. Yo lo banco por los riesgos que asumía, más que por los resultados que conseguía. No me veo compelido a salir como loco a buscar más álbumes de Franc, pero me parece importante haber conseguido y leído este, porque tiene todas las características que hacen que el autor sea digno de atención y de estudio por parte de los que nos dedicamos a esto. Nada más, por hoy. Ni bien tenga más material leído, reaparezco por acá con nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.