sábado, 15 de mayo de 2010
15/ 05: AYAKO Vol.2
Lógicamente, no me podía resistir demasiado a la tentación de leer el final de esta obra de Osamu Tezuka cuyo primer tomo me había elevado el cebamiento a niveles que traspasaron la estratósfera, la escala richter y la temperatura de un horno de fundición, todo al mismo tiempo. Y ahora sí, lamentablemente, para explicar por qué me gustó este tomo voy a tener que contar cosas de las que no quise contar en la reseña del anterior, o sea que hay serios riesgos de spoilers.
La segunda parte de la saga arranca, como era lógico, con el día en que finalmente se reúne la familia Tenge para leer el testamento del todavía moribundo Sakuemon. La última voluntad del otrora poderoso terrateniente hace explotar las pasiones: el hijo mayor, Ichiro, desplazado en el reparto de la herencia por su esposa Sue (y amante de su padre, con quien concibiera a Ayako), decide eliminar a su mujer para quedarse con todo. Poco después muere Sakuemon y Naoko descubre la relación entre Ayako y Shiro, lo cual enfrenta a los dos miembros menos malos de la familia Tenge.
De ahí pegamos un salto de 10 años, y la decadencia de los Tenge ya es notable. Con Ichiro a la cabeza, el latifundio no logra resistir a los embates de un gobierno que quiere modernizar la región rural de Idogawa y, forzados a demoler el granero en cuyo sótano vive escondida Ayako, otra vez Shiro e Ichiro confrontan por el destino de la hermana menor. Finalmente Ayako termina en la casa de la madre de los Tenge, quien le revela a la ahora mujer de veintisiete años otro secreto shockeante: durante años, un misterioso benefactor domiciliado en Tokyo depositó muchísimo dinero en una cuenta de ahorro a nombre de Ayako. Con ese dato, Ayako huye de la finca rumbo a la gran ciudad para encontrarse con el poderoso empresario Tomio Yutenji, que no es otro que su hermano Jiro, que cambió de identidad luego de traicionar a los militares yankis para los que espiaba.
Y ahí la cosa se hace definitivamente policial: Tezuka nos revela todas las conexiones de Tomio con el hampa, su red de impunidad tejida a base de sobornos a políticos y su rivalidad con otra banda mafiosa que controla los negocios turbios de Tokyo. Y reaparece el inspector Geta, que lo viene siguiendo a Tomio de hace 20 años, cuando se llamaba Jiro y participó del asesinato del novio de Naoko. Todo este tramo es gekiga clásico, oscuro, sórdido y realista al mango. En el medio, Ayako trata de adaptarse sin demasiado éxito a la vida en la ciudad, bajo el atento cuidado de Tomio. Aún así, otro personaje entra en escena y conquista a la ex-cautiva: nada menos que Hanao Geta, el hijo del policía que investiga a Tomio.
La tensión crece alrededor del empresario/ capo-mafia y una traición en el seno mismo de su entorno lo fuerza a dejar Tokyo y regresar a la finca de los Tenge, donde Ichiro y Shiro deciden ocultarlo de la cana en una pequeña mina de carbón. De a poco, todos los personajes confluyen en ese lugar y todo está listo para un desenlace electrizante, en el que salen a la luz todos los crímenes, las traiciones, las mentiras y las miserias que enchastraron las vidas de esta familia y de todos los que tuvieron la mala suerte de estar cerca de ella. Y hasta ahí llego. No puedo contar qué pasa, ni quiénes mueren y quiénes sobreviven. Pero es impresionante.
Lo que hace Osamu Tezuka en esta saga es directamente dar cátedra. Logra cerrar todas y cada una de las puntas que abrió a lo largo de casi 700 páginas en las que desarrolló una trama complejísima, que abarca 25 años en la vida de 10 ó 12 personajes importantes y todo cierra de modo brillante. El Manga no Kamisama regula la tensión y los volantazos de la trama para mantenernos todo el tiempo al filo del asiento, a la espera de una pausa, o de algo que nos permita respirar. La asfixia narrativa llega al clímax en un secuencia de 45 viñetas en las que (como si fuera una obra de teatro) Tezuka repite siempre el mismo decorado y siempre el mismo enfoque, mientras los personajes entran, salen, se besan, discuten, se cagan a trompadas, y se tratan de matar y violar unos a otros. Posta, nunca había visto algo así, ni siquiera en Cerebus.
Ayako es una tragedia familiar, pero también un thriller policial, condimentado con mucho de runfla política y con todas las atrocidades que se te ocurran en materia de crímenes, lujuria y corrupción. Y también es una de las mejores historietas de Tezuka, allá arriba, con MW, Oda a Kirihito, Apollo´s Song y alguna otra de las que realizó el Dios del Manga en aquel alucinante descenso a las profundidades del gekiga con el que nos sorprendió en la década del ´70. Gloria infinita para él.
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4 comentarios:
¡Muy buena reseña Andrés!En las obras maestras de Tezuka te faltó Adolf (a mi me pareció impresionante).
Sí, pero es de los ´80, ya es otra cosa, otro período. El Tezuka de los ´80, sin dejar de ser genial, tiene características distintas del de los ´70, que es el que a mí más me gusta.
HIJO DE PUTA ,ACCORSI !
Qué te hace que uno más putee a tu santa progenitora y a vos,no !?
pero esta vez es de esas puteadas súbitas de asombro... junto a la lectura online de "Bakuman" la de este ,tu blog ,se ha convertido en pasión en menos de 48 horas!
Dejame trabajar tranquilo,querido !
No sigas moviendo más data en este blog que no puedo parar de leer ,no puedo despegarme del monitor y tengo mucho laburo que terminar ,you motherfucker !
W-
Este es un viaje de ida, Walther...
Agarrate fuerte, que hasta el 31 de Diciembre no paramos!
Abrazo!
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