Vuelvo a encontrarme con otra serie de Vertigo que tenía muuuy abandonada. Acá queda clarísimo por qué a Fables la apodamos “el X-Men de Vertigo”: este tomo presenta un crossover de nueve episodios repartidos entre tres títulos distintos: la ya clásica Fables, el spin-off que tenía como protagonista a Jack of Fables (que no estaba demasiado bueno y duró relativamente poco) y una miniserie de tres partes, the Literals, creada por Bill Willingham y Matthew Sturges especialmente para este ambicioso crossover.
La historia, básicamente, enfrenta a las fábulas con un tipo, Kevin Thorne, que tiene el poder de re-escribir el universo. Thorne puede, de un plumazo literal, moldear a su capricho el mundo en el que transcurre esta historia, desde lo más conspicuo hasta detalles mínimos e intrascendentes. De pronto, Thorne decide tirar a la mierda este universo que ya imaginó y arrancar con la escritura de uno nuevo, y por supuesto, los muchachos de Fabletown tendrán que impedir que eso suceda.
La historia está un poquito estirada, pero bien. Willingham y Sturges la complementan con peripecias y situaciones menores, que por ahí no tienen mucho que ver con el bolonki este de Thorne, pero que están bien pensadas y sirven para definir mejor a los personajes e incluso para sembrar plots que se desarrollarán mejor en los episodios futuros de las dos series regulares que salían en ese entonces. Los propios guionistas –acá más concientes que nunca del proceso por el cual se escriben las historias- se hacen cargo de que el final es un poco Deus Ex Machina, lo cual no lo hace menos ingenioso ni menos satisfactorio. La saga termina, ni más ni menos, como debía terminar.
Por supuesto, más interesante resulta el desarrollo de las tramas, para lo cual hay un pequeño obstáculo: los Literals, es decir, Kevin Thorne, su hijo y su nieto, y las hermanas Page vienen de la revista de Jack of Fables y los guionistas suponen –en mi caso, erróneamente- que todo el mundo seguía las dos colecciones. Por ende, dan por sentado que uno conoce a todos estos personajes (y la dinámica entre ellos y con Jack) y no se esfuerzan por explicar cosas que uno –que en su puta vida leyó Jack of Fables- tendrá que deducir medio a los ponchazos. Para no ser menos, también dan por obvias un montón de cosas que tienen que ver con la serie central de Fables, pero como esa sí la sigo desde el principio, entendí todo. Tampoco hay taaantas referencias: las suficientes para que, si decidís saltearte esta saga y retomar Fables en el Vol.14, te queden unas cuantas incógnitas por despejar. Por ahí me resultó rara la proliferación de escenas en clave más cómica, más distendida, pero bueno, evidentemente la saga de los Literals se venía gestando en la revista de Jack of Fables donde el tono era –deduzco- más festivo y menos dramático.
Por el lado de los dibujantes, tenemos tres, cada uno a cargo de tres episodios: Medalla de Oro, obviamente para Mark Buckingham, el pulenta, el que la rompe desde el número uno de esta longeva serie. Su fascinante mezcla entre Steve Ditko, Jack Kirby y Steve Rude funciona a la perfección y sus páginas son, lejos, las más atractivas del tomo. Medalla de Plata para Russ Braun, un dibujante correcto, sobrio, que dibuja unas minitas hermosas y maneja un muy buen repertorio de expresiones faciales. Y Patada en el Orto para Tony Akins, dibujante mediocre, tosco, con menos gracia que un desalojo. Sus páginas no llegan a ser un suplicio, pero al lado de Buckingham y Braun pasa más vergüenza que Deux cuando pone stand en la Feria del Libro.
The Great Fables Crossover no es ni por casualidad la mejor saga de la serie más exitosa de Vertigo. Aún así, es una lectura entretenida, con muchísimas ideas muy originales (esos personajes que encarnan a los géneros literarios son una genialidad) y situaciones muy gancheras y muy bien resueltas. Ojalá en el Vol.14 Bill Willingham retome todas las puntas argumentales que abrió en el Vol.12 y que me dejaron muy cebado.
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