el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 26 de febrero de 2012

26/ 02: PROMESAS ROTAS

Nueva antología de historietas cortas de Hiroshi Hirata, repletas de samurais, daimios, ronins y estipendios medidos en kokus. De todas las que leí hasta ahora, esta es la que trae las historietas más antiguas, en su mayoría realizadas por el maestro a fines de los ´60, que es cuando despega en Japón la historieta para adultos (o el gekiga, aunque no sean exactamente lo mismo) ya no en el bizarro formato de “mangas de alquiler”, sino en revistas grossas, de altos standards de calidad y tiradas de alcance nacional.
La verdad es que el dibujo de Hirata no está tan afianzado como en los tomos que recopilan material más “moderno”. La única historieta dibujada... a los pedos y con errores medio groseros es la última. En especial las primeras páginas, que aparentemente fueron hechas en tiempo record. En el resto del tomo Hirata se ve sólido, pero sin el virtuosismo que nos deslumbrara en otros títulos. La narrativa está muy controlada, porque las páginas están repletas de viñetas muy chiquitas, y esto es parte del motivo por el cual el dibujo se luce menos. Por supuesto, hay algunas secuencias de alto impacto, y algunas de indecible belleza. Hay una historieta (la única con guión de un tercero) todo trabajada con aguadas, hay un uso magistral de las tramas mecánicas y unas ilustraciones al inicio de cada historieta con unos detalles y un laburo de plumín que te hielan la sangre. Y aún así, visualmente Promesas Rotas se queda bastante atrás de los tomos que reúnen las historias de los ´70 y ´80.
De todos modos, lo que define son los guiones, y en ese rubro la cosa viene aún más despareja. La primera historia, sin ser gloriosa, es fuerte, shockeante, imbuída (como muchas otras en este tomo) de ese clásico fatalismo japonés, en el que los personajes tienen muy claro que el curso de sus acciones lleva hacia un desenlace trágico, y aún así avanzan hacia el mismo como cumpliendo un protocolo, o una profecía ineluctable.
La segunda debe ser la más breve del tomo (sólo 24 páginas) pero probablemente sea la mejor, la que mejor arma y mejor sostiene la tensión dramática de principio a fin. Le sigue la que está dibujada con aguadas, un bodrio infumable, escrito por Keizuke Kazahaya. Un horror, posta.
La cuarta historia tal vez no sea la mejor, pero seguro es la más interesante, porque acá Hirata pela los mismos conceptos que años más tarde vimos eclosionar en Death Note: Yanosuke Kasai desarrolla una técnica que le permite matar a sus víctimas a distancia y sin heridas, mediante paros cardíacos. Incluso puede calcular cuándo va a morir cada enemigo, lo cual convierte a Kasai en un hombre valiosísimo para un poderoso señor feudal que quiere acabar con una conspiración que se teje en su contra. No sólo la historia está bien planteada, sino que el final es tan redondo como impredecible.
En la siguiente historia, aparece otro samurai con una técnica parecida, pero va para otro lado: hay mucha más machaca y el argumento tiene mucho menos atractivo. La sexta historia arranca bien, pero rápidamente derrapa hacia otro bodrio al que le sobran personajes, diálogos, datos y protocolo.
El séptimo relato es intenso, perturbador y jodido. Es una historia de amor y dignidad, con bastante sexo y violencia. De hecho se llama “El Impotente”, porque al protagonista le cortan el miembro viril (ay, la puta que te parió, con eso no se jode!). Le sigue otra historia estirada, que se pierde en los laberintos del chamuyo, las negociaciones y las reverencias y termina por aburrir, pese a que tiene un par de secuencias muy grossas. Y la última, la que está dibujada a los santos pedos, también dura más de lo que debería, pero por lo menos el guión está bueno y termina con un doble impacto, dos sacudones de último momento, uno de ellos en el bloque de texto con el que cierra la historieta.
Resumiendo, un tomo prescindible, sólo recomendable si sos MUY fan de Hiroshi Hirata o del manga de temática histórica.

2 comentarios:

Leandro dijo...

Andrés, lo que hizo Teo ayer no es imperdonable? Está mal que le desee una rotura de ligamentos una vez que se vaya de la Academia? Para mí es de mal tipo jugar así, sin respeto por una hinchada que le demostró tanto cariño y le bancó un montón de desplantes.
El dibujo de Hirata es impresionante!

Andres Accorsi dijo...

Espantoso lo de Teo. No tiene que jugar nunca más. Pero para mí el problema es más profundo, el problema es Basile, que se quedó en los ´70.