el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 8 de junio de 2012

08/ 06: DMZ Vol.9


No sé si será fruto de la abstinencia (la tenía abandonada desde Noviembre) pero la verdad es que en mi regreso a la DMZ la encontré mucho mejor que la última vez que la había visitado. Cuando reseñé el Vol.8, me acuerdo que pedía la cabeza de Matty Roth, el protagonista. Estaba hasta las pelotas de verlo veletear y bastante indignado por los últimos giros que le había pegado el guionista Brian Wood.
Y mirá qué loco: este tomo, que me volvió a cebar casi como al principio, es el tomo en el que menos aparecen los personajes secundarios. Excepto el papá de Matty, que copa la parada en en el último episodio, todo el resto desaparece del mapa y Matty se queda solo como loco malo, a bancarse a lo guapo el peso de la trama y –sobre todo- las consecuencias de las cosas funestas que pasaron en el tomo anterior. Lo más loco es que ese personaje al que yo tanto puteaba se la banca más que dignamente y logra reencauzar –él solito- tanto su rumbo como el de esta serie dura, compleja y atractiva como pocas.
Este tramo de DMZ conserva un hilito de su impronta política, un leve aroma de su temática social y algunos chispazos de sus coqueteos con el género bélico. Esta vez, está todo tan para el orto que Wood apela a contar la historia de DMZ como si fuera un comic del post-holocausto. Matty vaga por la cuidad semi-desierta como el Mark de Robin Wood y Ricardo Villagrán, como el Sr. Jepperd de Jeff Lemire. Lo amenazan los propios sobrevivientes, lo atormentan los fantasmas, lo agobia la atmósfera de desesperanza, abandono y destrucción. Por momentos parece que no hay salida, que ahora sí, el bajón gana por goleada y terminamos todos pegándonos un corchazo. Por ahí necesitaba eso: tocar fondo, tanto él, como la ciudad con la que se encariñó, como la causa con la que se comprometió, para empezar el repunte, para encontrar la nueva vuelta de tuerca que le permita (a él y a DMZ) encarar la recta final con mejores perspectivas.
Lo cierto es que el último episodio del tomo es tan importante y está tan bien escrito, que hace que los cuatro anteriores parezcan chamuyo, excusas baratas para estirar. No lo son, para nada. Pero esa escena final (larga, tensa, definitiva) entre Matty y su padre se morfa el tomo y proyecta una sombra gigantesca sobre todas las peripecias previas. Una vez más, cambia el status quo de Matty y de la serie. Y está bien. No es un volantazo caprichoso, no es un manotazo de ahogado. Es una evolución lógica, coherente, necesaria para preparar el terreno para el final, y Wood la arma perfecto para que cualquiera que no se cope con este nuevo status quo pueda decir “podría haber sido mil veces peor”.
El tomo arranca con el número 50 de la serie y dicho acontecimiento se festejó con una antología, en la que Wood aportó varias historias cortas y convocó a distintos dibujantes, además del titular, Riccardo Burchielli, al que en ese número lo dejaron publicar en blanco y negro, cosa que lo mejora mucho. La mejor de las historias cortas es esa, la que dibuja Burchielli en blanco y negro. Y el otro dibujante que la descose (aunque con un guión menor) es Fábio Moon, que hace magia en apenas cuatro páginas. Todo el resto del libro lo dibuja Burchielli en el estilo de siempre, coloreado por el eficiente Jeromy Cox. Y está muy bien. Ya sabemos qué le podemos pedir al tano y qué no.
DMZ retomó la senda que la llevó a ser una de las series más crudas, jodidas y desgarradoras de la historia del comic. Aún con todas sus limitaciones, aún transitando el camino del dolor y la auto-compasión, Matty Roth volvió a convertirse en un protagonista viable para esta anti-epopeya de verdad, memoria, justicia, solidaridad y dignidad en la que los buenos tienen todas las de perder. Incluso está presente el fantasma de la derrota más heavy, que es la de empezar a parecerse demasiado a los malos. En Octubre, cuando me toque viajar a New York, me va a costar no imaginármela devastada y bajo sitio como nos la muestran Wood y Burchielli. Así de real, así de fuerte, se vive la lectura de este comic.

2 comentarios:

Andrés G. dijo...

que casualidad que hace unos dias nomas salio el ultimo tpb de dmz, que ganas de leerlo )':

LFKO dijo...

Sigo insistiendo que Wood cometió un error con Matty... entre que decide hacerse respetar por sí solo al final de War Powers y se muestra como un cabronazo casi independiente de Parco en Hearts And Minds, a Wood le faltaron algunas páginas que justificaran mejor qué fue lo que llevó a Matty a comportarse de una manera tan arrogante y tarada, más allá de la pose de "ahora tengo poder y no respondo ante nadie". Sólo se ve de manera superficial cuando masacra a una pandilla pero nada más, muy poco.

De hecho M.I.A. para mí quedó un poco coja debido a eso. Wood alcanza a salvar a Matty como protagonista viable para los 20 números finales de la serie, pero siempre queda la sensación de que faltó algo que habría hecho su caída y redención más auténtica.

De todos modos, el resto de los elementos de la serie funcionan casi perfecto, como se pudo ver en Collective Punishment que viene justo después; que son algunos de los mejores números de la serie, apoyado por los dibujantes de lujo que Wood se consiguó (Andrea Mutti, Nathan Fox, Chiang, Zezejl, Lapham).