Seguimos en aquel jueves 11 de Octubre que se niega a terminar. Son las diez de la noche, Nico Peruzzo y Nacho Alcuri están volviendo desde el Bronx hacia Manhattan, mientras Matías Bergara y yo pasamos por nuestro depto a dejar el material que nos compramos en la Convención y a cambiarnos la ropa, porque ahora la cita es en el pub Fat Buddha, donde los amigos de Vertigo festejan la aparición del último número de Scalped con una fiesta en la que paga todo DC.
Nacho y Nico llegaron sin problemas (Nacho todavía cargando los pilones de TPBs capturados en la Con) y Matías y yo llegamos bastante tarde, porque nos equivocamos y agarramos el subte para el lado contrario. A nuestro favor, debo decir que teníamos mal anotada la dirección del pub. Una vez ahí, nos encontramos con un Fat Buddha repleto (como en esta foto que encontré en la web), comida ya muy escasa y una torta con el logo de Scalped, cuyas últimas porciones sobrevivían con lo justo. Entre una multitud de gente que escabiaba como cosacos al ritmo de un DJ que pasaba un hip-hop poco atractivo, nos encontramos con Will Dennis (coordinador de Scalped y quien nos invitara a la fiesta), rodeado de su esposa y un par de sus asistentes, y por supuesto los agasajados, Jason Aaron y R.M. Guéra, autores de la magnífica serie. También estaban los maestros argentinos Eduardo Risso y Leandro Fernández y una horda de guionistas vertiguescos, entre ellos Brian Azzarello, Scott Snyder, Andy Diggle y Garth Ennis. Como el lugar estaba MUY lleno de gente (y después de un día de laburo en la Con mucha olía bastante mal), la onda era copar la vereda, donde los fumadores podían fumar y donde no se oía el cada vez peor hip-hop del DJ, lo cual facilitaba mucho el diálogo distendido con los grossos invitados. Seguro había más autores a los que no conocía y nadie me presentó, pero bueno, así pasaron un par de horas de jolgorio y canilla libre pagada por la editorial de Batman y Superman.
Hasta que en un momento, pasadita la una de la matina, Will Dennis dice “Bueno, vamos a bailar. Acá cerca hay un boliche copado que pasa música de los ´80. ¿Quién se prende?”. No había terminado de decir la palabra “eighties” y yo ya estaba en la puerta, viendo para dónde arrancar. Por supuesto se sumaron la esposa de Will y mis amigos uruguayos y rápidamente enfilamos hacia la disco. Cuando Dennis notó que los guionistas no lo seguían, mandó a uno de sus asistentes a decirles sutilmente que se pusieran las pilas. Minutos más tarde y a paso cansino, los autores arrancaron también hacia The Pyramid, el boliche elegido por el coordinador.
Imaginate mi sorpresa cuando entramos: The Pyramid era el perfecto antro darkie-ochentoso, con dos pistas, una barra y cuadros de Depeche Mode, New Order y demás bandas clásicas de los ´80. La pista del subsuelo era gótico-industrial, con una onda muy de reviente, poblada por flacos producidos onda Marilyn Manson y minas con más drogas que vestimenta, en un clima entre sórdido y estridente. Arriba, en cambio, el clima era el de los mejores viernes de Requiem, aunque con poca gente, porque era jueves. El DJ era un grosso, que elegía bien los temas y los bancaba hasta el final. Dennis lideró el baile y estalló cada vez que en los parlantes sonaba New Order, su banda favorita, de la que –igual que yo- se sabía todas las canciones. Su esposa y sus esbirros trataban de seguirle el ritmo, mientras los guionistas, amargos como la hinchada de Independiente, se pedían tragos en la barra y charlaban entre ellos sin siquiera mirar a una mina semi en bolas que bailaba por ahí. De mis amigos uruguayos, el único vencido por el cansancio era Nacho Alcuri, que además llegó a The Pyramid con las bolsas que explotaban de TPBs y que lo acompañaban desde que salió de la Convención, algo que ya percibíamos como si hubiera sucedido un par de días atrás.
Cuando Will Dennis se fue a dormir (con una sonrisa que no le entraba en su tintinesco rostro), sus asistentes aguantaron… tres minutos más y al toque se dieron a la fuga. Mis amigos y yo bancamos 15 ó 20 minutos más y pensando que al día siguiente nos teníamos que levantar temprano (y en todo lo que habíamos hecho ese día) también emprendimos la retirada. De ahí también me fui cantando “volveremos, volveremos…”. Muy resignados a tomarnos un taxi (que del East Village a Harlem capaz que salía un huevo), descubrimos con alegría que el subte de New York pasa las 24 horas. Ídolo absoluto. Hubo que esperarlo un ratito, pero antes de las cuatro de la matina estábamos de vuelta en el depto, con los pies devastados de caminar y bailar durante las 20 horas previas y con la sensación de haber vivido una semana, no un día. Al día siguiente nos esperaba otra jornada en la Comic Con y, por supuesto, más sorpresas. Retomamos pronto!
sábado, 10 de noviembre de 2012
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6 comentarios:
q capo garth ennis
Que onda Garth Ennis? Debe ser un cago de risa en un bar con unas cervezas, no?
Yo estuve en julio ahi, se hubieran tomado el taxi, entre los 4 les salia mas barato
Sí, Ennis es bastante gracioso incluso sin las cervezas de por medio.
Sólo quiero aclarar que de haber estado descansado tampoco hubiera movido las patas. Soy el Anti-Monitor de los que bailan.
¡Conozco esa foto de Will Dennis! Rosario 2010. Por un servidor. :)
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