el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 15 de diciembre de 2012

15/ 12: FALLEN WORDS

Cada vez que se habla de teatro japonés, caemos casi invariablemente en el kabuki. Pero a mí me gusta el Rakugo, que es -a grandes rasgos- algo así como el stand-up comedy nipón. Surgido alrededor del año 1670, el rakugo es un monólogo cómico, en el cual el humorista lleva adelante un relato y juega con su voz y sus expresiones faciales para crear distintos personajes. Se lo suele acompañar con un redoblante y con una flauta de bambú que suena cuando el cómico entra o sale de escena. El actor/narrador (llamado rakugo-ka) se viste con un kimono sencillo y actúa sentado en un almohadón, con una pequeña toalla y un abanico, los únicos objetos que pueden aparecer en escena.
Los relatos clásicos del rakugo son pocos (como los chistes de gauchos) y el público suele conocerlos de antemano, por eso es tan importante la interpretación del actor, que no puede jugarle todas las fichas al remate humorístico, llamado ochi. Por eso agrega inflexiones, detalles, objetos imaginarios y chistes para matizar el desarrollo de las historias. La llegada del cine primero y de la Segunda Guerra Mundial después, redujeron bastante el circuito y la difusión del rakugo, pero desde los ´60 el estilo recuperó popularidad, gracias a la tele. Hoy, además de tener programas de rakugo en la TV, hay teatros caros y prestigiosos que le dedican ciclos al género, mientras que varias universidades dictan talleres de rakugo para que los alumnos lo estudien y practiquen, aunque sea por diversión.
Y bueno, después del impactante suceso de A Drifting Life, su apasionante manga autobiográfico, el maestro Yoshihiro Tatsumi se mandó a adaptar al manga ocho relatos clásicos de rakugo. Una especie de traición a sus banderas históricas, ya que el tipo lleva décadas remando en el palo del gekiga, o sea, el manga de corte dramático y realista, que fue reduciendo gradualmente el margen para meter chistes hasta hacerlos desaparecer. En estas historias hay chistes y hasta incluso elementos fantásticos.
La primera, la del falso millonario que estafa al posadero y se gana la lotería, no está mal, va juntando tensión hasta ponerte nervioso. Lástima el final, abrupto, impredecible y muy raro. La segunda, la del nene caprichoso, irrespetuoso y cancherito es un espanto: dura 24 páginas y se hace eterna de tan insoportables que son los dos personajes centrales. La tercera, la del pintor y los gorriones, está bárbara si no fuera porque está toda armada en base a un juego de palabras que no es gracioso una vez que se lo traduce. La cuarta, la del tipo casado que lleva una doble vida junto a una amante, es perfecta hasta un punto y después, cuando aparecen los elementos sobrenaturales, derrapa.
La quinta, la que transcurre toda en un lupanar, zafa por la línea que baja, pero no es ni bizarra, ni tensa, ni graciosa. La sexta, la del pibe que cae engañado a un prostíbulo y conoce por primera vez el calor de un cuerpo femenino, es graciosa aunque un toque predecible. La séptima, la más extensa, la del falso médico confabulado con la muerte, es recontra-ganchera y está muy, muy bien llevada hasta la secuencia final, que –de nuevo- es abrupta y traída de los pelos. Una lástima, porque era mi favorita. Y la última, la del pescadero perdido en el vicio del alcohol, termina por ser la más redonda. La moraleja... bueno, se puede obviar. Pero la historia está muy buena y Tatsumi la cuenta de modo ágil, desconcertante y atrapante.
El dibujo del septuagenario sensei no brilla ni por casualidad como en A Drifting Life. Se lo ve apurado, descuidado, cada vez más convencido de que la gracia del manga no reside en la calidad del dibujo. Por momentos parece Stan Sakai dibujando sin ganas, o sin pulso. La narrativa está muy cuidada, la reconstrucción de época también, pero en el dibujo en sí se pasa un cachito de displicente. Si le juraste lealtad eterna a Tatsumi, lo tenés que tener. Si no, la verdad que se me ocurren muchos libros mejores en los que gastar u$ 20.

6 comentarios:

Andrés G. dijo...

Que cagada que no esté a la altura de 'A Drifting Life'.

Aprovecho para preguntar, que opinión te merece Chew?

Leandro dijo...

Increíble el conocimiento que tenés del teatro japonés!

Anónimo dijo...

Rakugo, Accorsi? En serio? Acaso hay algún género friki -de todas las épocas y regiones del mundo- que te sea desconocido? Tu blog es un manjar...

Andres Accorsi dijo...

Nunca leí Chew, maestro. Me lo han recomendado mucho.
Leandro y Anónimo, ese primer párrafo dedicado al rakugo es fruto de una investigación que hice para un articulito en la revista Komikku que nunca se publicó. En Komikku yo escribía una mini-sección llamada OtroMundo, dedicada a aspectos poco conocidos de la cultura y la vida cotidiana de los japoneses, entonces todo el tiempo buscaba cosas raras para investigar y desarrollar en ese espacio. Justo cuando escribí sobre rakugo la revista se canceló y ese texto quedó inédito... hasta hoy.
Parafraseando al Diego, el comic siempre da revancha.

Reznor dijo...

El nuevo proyecto del irlandes demente que posteaste en la pagina de comiqueando (Red Team) es la nueva serie regular del maestro despues de la grandiosa The Boys? Que va hacer el enfant sino? Dale, que te tomaste unas chalas en un bar de Nueva York co el y como sos vos le habras preguntado de todo, ja ja ja.

Andres Accorsi dijo...

No, Reznor, no es serie regular. Arranca con un arco de siete episodios y no sé si va a seguir más allá.