Un día, se encontraron Hugo Pratt, Moebius, Philippe Druillet, Sergio Toppi, Enki Bilal, Grzegorz Rosinski y Andreas y como les faltaban cuatro para armar el equipo de once, se prendieron Katsuhiro Otomo, Alex Niño, Frank Miller y Walt Simonson. ¿Dónde se encontraron? En el estilo gráfico del ucraniano Igor Baranko, una de las luminarias del Noveno Arte aparecidas en este siglo. El caso de Baranko es raro, porque empezó a publicar recién a los 33 años, una edad bastante por encima de la del promedio de los historietistas. Y casualmente su opera prima fue L'Empereur Océan, una saga de tres álbumes, publicada en EEUU (país donde reside Baranko desde 1999) en un único tomo con el título de “The Horde” en 2004, cuando recién se terminaba de editar en Francia. Como pasa de vez en cuando, L'Empereur Océan no se ve ni se lee como una opera prima. Acá no hay traspiés, no hay dudas, no hay “palotes” de autor primerizo. Estamos ante una obra ambiciosa en su concepción, desmesurada en su planteo y magnífica en su resolución. Baranko debutó a lo campeón, con un guión complejo, impredecible, lleno de cosas raras (ahora las vamos a mencionar), y con un dibujo devastador, de impactante versatilidad, capaz de pasar de la sutileza al grotesco y de lo íntimo a lo cósmico sin olvidarse jamás de que lo importante es acompañar al guión, no pelar virtuosismos estériles.
No quiero contar la trama de L'Empereur Océan, primero porque es complicada y después porque está armada con varias sub-tramas que Baranko teje y trenza hasta convertirlas en una cosa sólida, coherente y contundente. Además de la perfecta resolución y el gran ritmo que tiene el guión, llama la atención la acumulación de elementos extraños, que a priori parecerieran no poder convivir bajo una misma trama. Acá tenemos una Rusia gobernada por un dictador histriónico, pelado, drogadicto y con unos anteojos bizarros. Es una especie de Spider Jersusalem, pero que en vez de periodista fue escritor de ciencia-ficción. También hay un último sobreviviente de la masacre que acabó con los chechenes, un tipo sin nada para perder y al que le cabe la idea de convertirse en uno de los seres más poderosos del planeta. También un milico que nació en Chernobyl y recibió habilidades paranormales, producto de la radiación de aquel famoso reactor que voló a la mierda en 1987. Tenemos clones de Abraham Lincoln y Isaac Newton, el fantasma de Lenin, el espíritu de Gengis Khan en busca de la reencarnación, una diosa ancestral, el cadáver de un lama que cobra vida, espías varios, una gitana, una bruja que se roba la novela cada vez que aparece, OVNIs que abducen gente... Desde la primera página está claro que el misticismo y el delirio le van a disputar el protagonismo al thriller político futurista y de esos dos mundos en aparente conflicto Baranko saca un sinfín de ideas de increíble originalidad.
Lo más loco es que todo se entiende, todo cierra, nada se queda en la fumanchereada, ni en el mero golpe de efecto. Las distintas épocas por las que transita el guión están perfectamente ambientadas, los personajes están bien construídos (con la dosis justa de grotesco y exageración para que el realismo no le quite ritmo a la trama), los misterios están bien llevados y las distintas puntas argumentales confluyen al final de modo armónico, para nada forzado. Seguramente se entiende y se disfruta más si conocés la historia de Ucrania, su relación con la ex-Unión Soviética, la tragedia de Chernobyl, su extraño rol de “bisagra” entre Asia y Europa, etc. Si no, Baranko igual se encarga de que te metas a fondo en esta historia violenta, contaminada por una ciencia-ficción pesimista, un profundo debate político y una onda mística que la acerca más a Jodorowsky que a Warren Ellis.
A todos estos méritos hay que sumarle el extraordinario atractivo del dibujo de Baranko, con ese trazo recontra expresivo que pasa sin escalas de la línea clara preciosista al claroscuro más extremo; sus logros en materia de color, su narrativa ingeniosa, novedosa e impecable, y por supuesto el plus de la edición yanki, que nos permite leer la saga completa en un sólo tomo largo, en vez de fumarnos el continuará cada 46 páginas. De todos modos, no recomiendo bajarse todo este libro en una sóla sentada: en cada tramo de 46 páginas Baranko mete bastantes más cosas que en el álbum francés promedio, por lo cual las 138 páginas leídas al hilo pueden resultar una ordalía zarpada, una sobredosis capaz de dejarte al borde del ACV. Como sea, no dejes de descubrir a L'Empereur Océan, una historieta que además de jerarquizar a tu biblioteca, te va a dejar el bocho en ebullición, a fuerza de ideas e imágenes tan potentes como infrecuentes.
domingo, 28 de abril de 2013
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1 comentario:
Ahora lo reeditaron en HC de 148 paginas, con toda la historia completa bajo el nombre de JIHAD. La verdad es que de la tapa en adelante es un libro que te vuela la cabeza. Otro que recomiendo es la edicion de la Diosamante que sacaron hace unos meses.
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