Hoy
tengo para reseñar dos libros que se complementan con otros dos ya reseñados
acá en el blog.
Empezamos
con Parker: The Outfit, la segunda novela de Richard Stark (en realidad, Donald
Westlake firmando con pseudónimo) que adaptara al comic el inolvidable Darwyn
Cooke. La primera (The Hunter) la reseñamos el 13/07/13.
El
libro arranca con una especie de serendipia, una yapa imprevista que está
demasiado bien para ser real: las 24 páginas de The Man with the Getaway Face,
un breve relato que funciona muy bien en sí mismo, pero además sirve como
puente entre The Hunter y The Outfit. Es una historia tan redondita, tan
jodida, que si le ponés un garche y cinco chistes se convierte en uno de los
mejores episodios de Torpedo 1936.
Y
después, la historia larga en la que Parker sale con los tapones de punta, a
escupirle el asado a una poderosa organización criminal que lo trató de matar,
justo a él, que es un genio del delito low-fi. Stark primero y Cooke después
nos cuentan minuciosamente cómo funcionan los grandes curros de este imperio
clandestino, y acá es donde el historietista canadiense encuentra el mayor
desafío: Buena parte de la novela es una explicación paso a paso, casi un
manual de instrucciones, de cómo está armada la logística de cada uno de los
negocios ilegales de esta “empresa” criminal. Son unas 30 páginas sin acción ni
conflictos, que ahondan en detalles minuciosos acerca de estos operativos, y
Cooke encuentra distintas formas de graficar estos procedimientos para hacerlos
visualmente interesantes para el lector de historietas. Con distinto éxito, no?
Porque no todos los recursos que emplea funcionan igual de bien. Pero el
resultado es sumamente satisfactorio, y para cuando Parker y sus aliados
empiezan a desbaratar sistemáticamente los negocios de “la empresa”, uno ya
entendió perfectamente cómo están estructurados, cómo circula la guita negra,
cómo se blanquea, cómo se reparte y demás. Una especie de Ruta del Dinero K, un
poquito menos delirante que la que te vendieron los medios neoliberales de
Argentina.
El
dibujo… ufff, ni tiene sentido intentar explicar la magia que tira Cooke en la
faz gráfica. A las influencias habituales de Bruce Timm, Alex Toth, Ty
Templeton y David Mazzucchelli hay que sumarle páginas dibujadas en una línea
clarísima, secuencias enteras ilustradas como si fueran cartoons humorísticos
de los años ´50… un despelote realmente extraordinario, con una sofisticación
increíble y una fuerza expresiva descomunal. Recontra-recomendable y sumamente
imprescindible para las viudas de Cooke que creen que el ídolo era sólo un gran
dibujante de superhéroes.
También
en 2013, el 14 de Septiembre, me tocó reseñar el primer librito de Fumetsu, una
saga de aventuras, machaca épica y ciencia-ficción creada por los chilenos
Felipe Benavides y Fernando Pinto. Era apenas el inicio de dicha saga, y en
esas primeras 48 páginas se empezaba a avizorar un universo vasto y atractivo.
El Vol.2 en vez de 48 páginas tiene 80 y termina donde tiene que terminar: con
el final de la historia de este bravo samurai del futuro remoto y su lucha por
liberar a la humanidad del yugo de los Warui.
Una
vez más, Benavides no se calienta mucho por desarrollar a los personajes. El
elenco está muy bien armado y varias de las mejores secuencias surgen de la
ingeniosa interacción entre estas criaturas. Pero no van del punto A al punto
B, sino que se concentran en los diálogos y en la acción. También al igual que
el Vol.1, esta segunda entrega tiene muchísima acción, extensas secuencias
prácticamente sin textos en las que vemos unos combates electrizantes, casi
siempre importantes para el devenir de la trama. La vez pasada, la abundancia
de machaca hacía que el librito durara muy poco, como esos tomitos de shonen de
190 páginas que te bajás en menos de 15 minutos. Esta vez, al tratarse de un
tomo bastante más voluminoso, eso se siente un poco menos.
Lo
mejor que tiene Fumetsu es cómo Benavides mueve a los personajes por este
mundo, cómo aprovecha ese trasfondo, esa complejidad de conceptos aventureros
que supo construir a lo largo de toda la saga para llegar a un final potente.
El dibujo de Pinto no desentona para nada con el clima épico de Fumetsu y
además potencia muchísimo el aspecto más humano, el de la interacción entre los
personajes. Una vez más me atrapó con ese trazo similar al de Enric Rebollo,
con la coreografía de las batallas y obviamente con la aplicación de los
grises, que es el punto más alto de la faz gráfica de Fumetsu.
No
estamos ante el comic que marcará un antes y un después en la historia de la
historieta chilena, pero la verdad que para pasar un rato entretenido y vibrar
al ritmo de la machaca, está muy bien.
Volvemos
pronto con nuevas reseñas y nos vemos este jueves en Sector 2814, donde voy a
estar charlando con mi amigo e ídolo Agustín Graham Nakamura. Sayonara.
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