Otro viaje largo, otro
Essential al buche.
Este maravilloso masacote
de casi 600 páginas recupera todas las apariciones solistas de Iron Fist desde
su debut en el nº15 de Marvel Premiere hasta el punto en que se forma la dupla
con Power Man, en el nº50 de la revista de este último. En total son 31
episodios, una animalada.
Al principio, la serie de
Iron Fist en Marvel Premiere es tan errática como cualquier otro comic de
superhéroes publicado por Marvel a mediados de los ´70. En las primeras ocho
apariciones meten mano cuatro guionistas y tres dibujantes, en un desfile
bastante caótico. Sin embargo, esos ocho episodios iniciales narran en
profundidad el origen de Iron Fist, delinean una misión, un sentido para el
personaje y llegan a un final (en el nº 22, escrito por Tony Isabella) que bien
podría haber sido definitivo. Si nunca más volvía a aparecer Daniel Rand
después de ese cierre, estaba todo bien, nadie se podía sentir defraudado. Y
además, los tres guionistas que suceden a Roy Thomas (autor de la primera
aparición de Iron Fist) conservan el principal hallazgo del guionista inicial:
los bloques de texto escritos en segunda persona, en los que el narrador
omnisciente le habla no al lector, sino al propio Iron Fist. Un recurso narrativo
de inmenso potencial y sumamente efectivo… que ya había puesto en práctica unos
años antes nada menos que Héctor G. Oesterheld en las aventuras de Argón, uno
de los personajes que le tocó escribir en su paso por Columba.
Lo cierto es que en el nº22
de Marvel Premiere la saga de Iron Fist no se terminó, sino que encontró a
partir del número siguiente a quien sería su guionista definitivo, a cargo del
personaje durante varios años: el maestro Chris Claremont, que en ese mismo
momento la estaba rompiendo en X-Men. Los dos primeros episodios de Claremont
son flojitos, poco trascendentes, pero a partir del tercero, justo cuando forma
equipo por primera vez con un joven John Byrne, empieza a levantar vuelo, a
tomar lo mejor que le dejaron los guionistas anteriores y combinarlo con ideas
nuevas. Siempre habilidoso para escribir personajes femeninos, Claremont le da
mucha bola a Coleen Wing y Misty Knight, reformula villanos tomados de otras
series y de los back issues de Marvel Premiere y crea a algunos nuevos, entre
ellos al celebérrimo Sabretooth.
¿En qué falla Claremont, o
por qué Iron Fist nunca levanta la temperatura que levantaron sus X-Men? Porque
lo mantiene siempre a un nivel urbano, con alguna aventura más internacional,
pero sin esa dimensión épica que –en sus mejores momentos- va a cobrar Danny
Rand una vez formada la dupla con Luke Cage. Estas son aventuras de barrio, con
fuerza dramática, con un héroe de apenas 19-20 años que tiene mucho que
aprender y mucho que replantearse, pero sin mayores consecuencias y sin
siquiera meterse en temas relevantes a nivel socio-político. Apenas hay una
referencia no demasiado explícita a la guerrilla irlandesa en Inglaterra y no
mucho más.
Los dibujantes anteriores
a Byrne son el maestro Gil Kane (a un nivel demoledor), Larry Hama (por
entonces asistente de Neal Adams, encima entintado por Dick Giordano, que
también compartía estudio con Adams y colaboraba con él en varios proyectos),
un muy tosco Arvell Jones y un Pat Broderick con mejores intenciones que resultados.
Y después tenemos el privilegio de ver evolucionar episodio a episodio a John
Byrne, quien -en las páginas de Iron Fist- pasará de dibujante primerizo recién
llegado a las “ligas mayores” a monstruo legendario.
Al principio lo entinta un
tal Al McWilliams, que lo achata, lo hace parecer un dibujante mucho más
clásico, una especie de Russ Manning con menos onda. Le va a ir un poco mejor
cuando lo entinte Frank Chiaramonte y va a llegar a su mejor momento al final
de la serie de Iron Fist, cuando las tintas estén a cargo del veterano maestro
Dan Adkins, al que le sobra oficio para tapar las ya poquísimas cagadas que se
mandaba Byrne. En el número final de Iron Fist y en la trilogía que desemboca
en la Power Man & Iron Fist nº50, el gran Dan Green se caga bastante en
Byrne, lo tapa considerablemente al poner su sello personal. Pero nada te
prepara para los dos numeritos de Marvel Team-Up, en los que Claremont cierra
los plots que le quedan colgados cuando se cancela Iron Fist: acá a Byrne lo
masacra ese asesino serial de dibujantes, ese verdadero criminal de la tinta
llamado Dave Hunt. Incluso con los lápices del prócer anglo-canadiense, esas
páginas precipitan la calidad gráfica del tomo al nivel del peor episodio de
Arvell Jones (el que entinta otro muerto, Vince Colletta).
Si sos fan de Iron Fist,
de las Daughters of the Dragon, de los Heroes for Hire, o de Chris Claremont, o
de John Byrne, y querés conocer los inicios de estas leyendas, acá tenés muchas
páginas muy disfrutables. En cambio, si lo que te atrae de Iron Fist es el
costado de las artes marciales, la verdad que no, que acá le dan mínima bola a
ese tema. Creo que sólo en los episodios de Doug Moench y Larry Hama se lo
toman más o menos en serio. El resto, lo sarasea bastante.
Tengo sin leer material
más reciente de Iron Fist, así que prometo reencontrarme con él en un futuro
cercano. Gracias a todos los que se acercaron a saludar en la Colossus Com de
Catamarca y volvemos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
2 comentarios:
Este tomo lo he visto a color, he dudado en comprarlo porque no se si he resistido el paso del tiempo. Que me dices al respecto Andrés?
Patricio Córdova
Que si sos fan de Claremont y Byrne te lo compres sin dudarlo. El resto sí, envejeció bastante mal.
Publicar un comentario