el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 31 de agosto de 2023

NOCHE DE JUEVES

Vamos rapidito con un par de reseñas, que tengo poco tiempo... En 1969, una editorial de Brasil publicaba en ese país un comic-book de los X-Men, en blanco y negro, con las historias originales de Stan Lee y Jack Kirby. Pero como estas tenían 20 páginas y la revista 32, tenían que llenar la publicación con algo y se les ocurrió encargarle historias cortas de estos mismos personajes a autores locales, sin pedirle permiso a Marvel. La revista duró apenas 14 números, 10 de los cuales incluyeron estas historietas apócrifas, escritas por el experimentado guionista Gedeone Malagola (de larguísima trayectoria en el comic de Brasil) y dibujadas por Walter Gomes. Esto es, básicamente, una truchada, en el sentido más amplio del término. Los guiones son cualquier cosa: las personalidades de cada uno de los X-Men no están bien respetadas, Malagola tiene 8 ó 9 páginas pero cuenta historias que daban para cuatro o para 20, y el personaje más importante de esa primera etapa (el Profesor Xavier) aparece sólo en una de las 10 historietas de producción propia. En general son anécdotas muy menores, muy por abajo del material de Stan Lee, que tampoco era brillante. El dibujo de Gomes es muy desparejo, muy tosco. Cuando se limita a la mímesis, le va más o menos bien: reproduce la puesta en página y el trazo del Rey Kirby de un modo casi aceptable. Pero sobre el final empieza a probar otras cosas y opta por una puesta en página que se vuelve torpe y confusa, y por un trazo mucho más cercano al de Werner Roth, el dibujante que sucedió a Kirby y tuvo a su cargo la etapa menos atractiva de esta serie. Si esto se ve así en blanco y negro, no me quiero ni imaginar qué hubiese pasado si se publicaba a color, con el color que tenían las revistas brasileras en 1969. El tomo recopilatorio (donde tampoco aparece ninguna leyenda que nos aclare que estos personajes son de Marvel) incluye también tres historias cortas de Nick Fury que -al igual que las de los X-Men- fueron encargadas a autores locales por la editorial que publicaba en Brasil la revista del espía más capo de SHIELD. La diferencia es que nunca se supo quiénes fueron los autores de estos verdaderos papelones, mal escritos y pésimamente dibujados, con un festival de viñetas choreadas de comics de Barbarella, Rip Kirby, Modesty Blaise y siguen las firmas. Esto es algo que quería tener y me interesa conservar simplemente por el grado de bizarreada, de material imposible, que sólo aceptás que existe cuando lo tenés en la mano. En 1969 ya era obvio que X-Men era un título muy menor dentro de la cosmogonía de Marvel y que en cualquier momento lo cancelaban. Aún así, una editorial de Brasil (no precisamente de las más chicas) apostó por esta serie, quizás porque las más conocidas ya estaban compradas por otra editorial, y de yapa nos obsequió estos clásicos de la impostura y el choreo a mano armada. La edición de 2022 a cargo de Editora Criativo, un lujo, con muy buenos textos y gran calidad de reproducción para un material por lo menos polémico.
Me voy a Francia, año 2014, cuando Noël Simsolo y Frederic Bézian inician la serie Doctor Radar, con un álbum de 64 páginas titulado "Asesino de Sabios". Por ahí hay gente que no lo conoce, pero Bézian es uno de los mejores historietistas del planeta, un monstruo, un tipo de un talento descomunal. Cualquier cosa que lleve su firma se convierte en el acto en algo que merece ser comprado, leído y atesorado. Bézian es una mezcla perfecta entre Lorenzo Mattotti, Nicolas De Crécy, Alberto Breccia, Lionel Feininger y Carlos Nine (y Lucas Nine, incluso). Un dibujante virtuoso, plástico, expresivo, con una solidez narrativa impactante, un manejo de la masa negra que te hipnotiza, y que acá encima utiliza una paleta de colores limitada, potenciada por un juego de engamados pensado para resaltar los climas que quiere transmitir en cada página. No alcanzan las palabras para describir lo maravilloso que es el trabajo de Bézian en Doctor Radar, esto hay que verlo para creerlo. Y releerlo varias veces, para colgarse mal en cada viñeta, porque en cada una hay muchísimo para descubrir y para deleitarnos. El guion de Simsolo es interesante. Muy clásico, al punto que los diálogos recurren a esa prosa florida y protocolar típica de los álbumes de Tintin. Y con la suficiente cantidad de giros argumentales como para mantener el interés del lector hasta el final. El misterio principal, que tiene que ver con la verdadera identidad del Doctor Radar, se resuelve de manera magistral (e impredecible) cuatro páginas antes del final, pero lo que sigue no es un epílogo, sino más peripecias y más acción. La trama está ambientada en París en 1920, y la reconstrucción de la época es magnífica. Simsolo no deja sin visitar un sólo punto emblemático de lo que sería la famosa Belle Epoque parisina y nos pinta un fresco muy atractivo de aquella sociedad, sus vicios, miserias, búsquedas y hallazgos. Pobre tipo, haga lo que haga siempre va a estar opacado por la magia arrolladora del trazo de Bézian, pero la verdad es que de no conocer a Nöel Simsolo, pasé a considerarlo un guionista a tener muy en cuenta. El final deja una punta abierta, y efectivamente los autores la retomaron en otros dos álbumes de Doctor Radar, publicados en Francia, pero inéditos en España (de lo cual deduzco que a este no le debe haber ido bien en la Madre Patria). Espero conseguir las secuelas este año, cuando me toque visitar por primera vez el país de Astérix. Y esto es todo por hoy, y por este mes, que ya termina. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

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