lunes, 24 de junio de 2024
ESPAÑOLES Y EXPERIMENTALES
Freno un ratito la maquinaria de producción de la Comiqueando Digital para reseñar algunos libros que leí en estos últimos días. Hoy, tres publicaciones originadas en España.
Le entré al Vol.10 de Nosotros Somos los Muertos, la inclasificable antología de historieta de autor creada por Max y Pere Joan, y me encontré con un número que -a diferencia del que vimos el otro día- no tiene colaboraciones de autores de EEUU. Eso es, claramente, un punto a favor, porque no me tuve que fumar 40 ó 45 páginas de material que ya había leído en inglés.
Esta vez, lo que me pasó es que encontré menos guiones convincentes. Destaco muy encima de la media al de Miguel Brieva (que además acá se juega a narrar más y a ilustrar menos), y la colaboración entre Santiago García y Pepo Pérez (los autores de El Héroe), en una historia chiquita y efectiva, un golpe al corazón con un gran equilibrio entre sensibilidad, mala leche y sorpresa. En el rubro guion, el trabajo que nos trae Keko en este número es muy superior al del anterior. Y en esa búsqueda de formas nuevas y atípicas de narrar, el glorioso Manel Fontdevila experimenta con una historieta sostenida en un 99% por los diálogos, con magníficos resultados. El dibujo de Manel siempre es sobresaliente, pero acá el tipo parece decirte "no importa el dibujo, no importa la puesta en página, prestale atención a los diálogos y vas a flashear".
¿Qué más hay) Gabi Beltrán, precioso dibujos para una historia que no me atrapó. Jens Harder, un guion demasiado limado, con dibujos aceptables. Miguel B. Núñez, capo en la narrativa, esta vez con un guion no choto, pero por debajo de la maravilla que nos ofreció la vez pasada. Lorenzo Gómez, alto ladri que visualmente le afana TODO a Dupuy y Berberian (y a Andi Watson) nos regala una historieta cortita, linda, entretenida. Sonia Pulido tiene un trazo increíble, una técnica genial, pero muy poco para contar. Javier Olivares aporta dos paginitas que ya vimos en otro libro. Linhart aporta una historia corta de su gran serie El Otro Lado (vimos el tomo completo el 19/01/17), Luis Bustos sorprende con su versatilidad, en un estilo que no asociaba para nada con él, pero que funciona muy bien. Lo de Óscar Julve es un ejercicio de narrativa que no me terminó de cerrar. Una vez más, Paco Alcázar trae un guion que me entusiasma mucho menos que sus dibujos. Y el resto son más que nada ilustraciones, algunas de monstruos como Thomas Ott o Arnal Ballester. No está mal, pero -con esos mismos autores- podría ser mucho mejor.
También en 2004 sale en España un librito de J.M. Ken Niimura titulado En el Camino de la Madeja. Son apenas 28 páginas de historieta, cada una con dos viñetas mudas, con lo cual se lee rapidísimo. Un comic de 56 viñetas se podría haber organizado tranquilamente en siete páginas de ocho viñetas, en una antología de tamaño grande como era NSLM. Alguien se encaprichó para que ese relato fuera un libro en sí mismo y no una colaboración de Niimura en una antología.
Lo importante es que se trata de un relato bellísimo, donde vemos al autor tirar poesía como nunca antes y nunca después. En un estilo totalmente distinto al de sus otras obras conocidas, Niimura trabaja con una enorme variedad de técnicas, desde el lápiz pelado hasta el cross-hatching, varía el grosor de la línea, sorprende con las texruras (por momentos me hizo acordar a los trabajos más locos de Pablo Burman), con los enfoques... y todo eso sin modificar nunca el tamaño o la forma de las viñetas. Es una historieta que te hace sentir cosas más parecidas a la música que a la literatura, y no se puede hablar mucho más de ella sin decir pelotudeces porque, como ya expliqué, son apenas 56 viñetas. Memorables cada una de ellas.
A principios de este año, y en simultáneo con España, Loco Rabia publicó en Argentina el nuevo trabajo de Francisco Torres Linhart (a quien vimos recién en NSLM): una novela gráfica titulada Röd i Snön (otro día hablamos de qué sentido tiene ponerle a un comic un título que los lectores no podemos pronunciar ni mucho menos memorizar). Esto no es exactamente experimental, pero tampoco es una historieta clásica, o del montón. Linhart nos lleva a un pueblito de Suecia, pasando la Loma del Orto, a donde llega un implacable inspector de seguros para tratar de dilucidar qué sucedió con uno de sus asegurados, que aparece muerto en misteriosas circunstancias. El inspector Arne Gunnarsson no es un hombre normal (tiene la psiquis fracturada), el pueblo no es un pueblo normal, la gente con la que tiene que interactuar tampoco... y sin embargo, después de 230 páginas narradas a un ritmo exasperantemente lento, la resolución es una que ya vimos en unos cuantos casos de intriga "policial".
Lo mejor que tiene Röd i Snön es cómo poco a poco se enrarece el clima, en una onda Twin Peaks, pero nórdica. Y cómo Linhart hace que el relato transite por distintos ritmos y atmósferas, sin romper nunca la grilla de seis cuadritos iguales por página. Después, si le pasás el peine fino, vas a encontrar que sobran páginas y páginas dedicadas a diálogos, flashbacks y demás secuencias que no tienen ningún peso en la trama. Esto mismo se podría haber narrado con 100 páginas menos, como mínimo. Pero es un thriller, entonces pasan cosas impactantes, o por lo menos retorcidas, como para que no quieras soltar el librito y dedicarte a otra cosa.
El dibujo de Linhart es excelente. Predomina una estética mezcla entre Chris Ware y Lucas Varela (incluso con el truco "vareliano" de acotar intencionalmente la paleta de colores, en este caso llevado prácticamente a un extremo), más algún que otro personaje más bizarro que parece de Charles Burns. Hay maestría en las composiciones, en el armado de las secuencias (incluso en las que están de relleno) y en la forma de meterse en la cabeza del lector y manipularlo para que sienta lo que el autor quiere que sienta: alienación, morbo, frío, tedio, furia, sorpresa, extrañeza... Repito que pegaría más fuerte y sería mejor con una extensión menor, pero así como está, Röd i Snön es una historieta atractiva, original y bastante satisfactoria.
Nada más, por hoy. Ni bien pueda, retomo las lecturas, así no falta material para reseñar acá en el blog.
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1 comentario:
Me tienta el de Linhart, la otra que habías reseñado acá de él la leí y me gustó mucho (rarísima, pero en un buen sentido), Del otro lado, creo que era.
Qué buen título para una antología Nosotros somos los muertos.
Gracias por tanto, Andrés!
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