el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 14 de agosto de 2024

MEDIODIA DE MIÉRCOLES

Mañana temprano arranco rumbo a Rosario, a disfrutar un par de días de una nueva edición de Crack Bang Boom, pero antes, un ratito para reseñar las últimas lecturas. En al año 2002, cuando todavía editaba libros en tapa blanda y en formatos copados, Astiberri publicó Caravana, una extraña historieta del guionista entrerriano Jorge Zentner y el dibujante francés Bernard Olivié. Son casi 160 páginas en las que -literalmente- no pasa nada. Hay un protagonista, un hombre con rasgos europeos, que camina por el desierto junto a una caravana integrada por camellos y por otros hombres (no hay mujeres) de rasgos arábigos, todos vestidos con los típicos turbantes y túnicas de los beduinos y demás habitantes de las zonas desérticas del Norte de África y Medio Oriente. Los personajes casi no dialogan entre sí, sino que los textos (que son muy pocos) están narrados en primera persona por el anónimo protagonista, a veces como bloques dentro de las viñetas y muchas veces como único elemento gráfico en páginas completamente en blanco. Sí, hay como 40 páginas completamente en blanco en las que solo vemos un breve texto, que a veces no llega a las 10 palabras. Son textos atractivos, con un extraño vuelo poético, casi haikus, que Zentner utiliza para darle más relieve a esta no aventura. A veces hacen algún aporte narrativo, otras veces son meramente descriptivos, y a veces reflejan sensaciones que los dibujos no pueden mostrar. Pero lo más importante es que Caravana no cuenta una historia. No sabemos por qué este personaje se sumó a la peregrinación, qué buscan, a dónde van... Pasan algunas cosas típicas de estos periplos (tormentas de arena, oasis, camellos que no quieren avanzar), se resuelven en poquísimas viñetas y la caravana continúa su marcha como si nada. Ni siquiera en la última página hay algún indicio de que el viaje está por llegar a su destino. No hay final, no hay destino, no hay rumbo. Es solo eso: gente que camina por el desierto. A la luz del giro que tomó la carrera de Zentner en los últimos años, que lo alejaron de la historieta y lo encumbraron como una especie de gurú new age, tienen más sentido todas esas frases que parecen sacadas de libros de autoayuda, y hasta me permito sospechar que hay un mensaje, o una enseñanza de índole espiritual que el autor quiere transmitir a través de este viaje por la nada hacia la nada. Mala mía: me jodo por comprar una historieta pensando que me va a contar una historia en vez de enseñarme a vivir :P El dibujo de Bernard Olivié me gustó bastante. Es como un continuador de la línea de Miguel Calatayud, al que le quedan muy bien la síntesis, la línea apenitas temblorosa que utiliza a menudo Fer Calvi, y que maneja muy bien la composición de las viñetas. Toda la historieta está publicada en blanco, negro y grises, y eso le da mucho peso a las formas y los contornos, muy bien trabajados por Olivié, al igual que la combinación entre las distintas tonalidades de grises, las masas negras y los espacios blancos. La cosa se empieza a hacer monótona y a derrapar hacia el choreo cuando los dibujos se empiezan a repetir. Claro, los personajes son siempre los mismos, el paisaje que recorren es siempre el mismo, no hay acción más allá de esa lenta caminata... y lógicamente Olivié cae en la tentación de repetir los dibujos que ya vimos. A veces cambia el enfoque, o tuerce un poquito la angulación, pero son los mismos dibujos que aparecieron unas páginas atrás. Entre esto y las páginas en blanco en las que solo hay texto, se desluce bastante una faz gráfica que podría haber salvado las papas. Caravana es claramente un comic experimental que, para mi gusto, no salió bien. Me sirvió para descubrir a un dibujante interesante, con un grafismo muy sólido, pero a partir de cierto punto me aburrió muchísimo, más allá de que algunos textos estén realmente bien escritos. No lo recomiendo a nadie que no sea talibán de Jorge Zentner y quiera tener el 100% de sus obras.
Allá por el 28/09/19 le entré a un TPB de Black Widow a cargo del equipazo integrado por Mark Waid y Chris Samnee, para encontrarme con la primera mitad de una breve serie de 12 episodios que Marvel publicó entre 2016 y 2017. Tarde pero seguro conseguí y leí la segunda mitad, en la que llega a su fin este thriller oscuro, trepidante y por momentos perturbador. Lo que más me gustó es, por lejos, el dibujo de Samnee. Acá sobran las escenas en las que el dibujante (y en esta serie también co-guionista) puede desplegar sin límites su talento inusitado para la acción, la gran plasticidad de los personajes y su manejo apabullante de la iluminación. En esos claroscuros extremos, en los que las figuras no fingen en lo más mínimo ser tridimensionales, sino que hasta se ufanan de su bidimensionalidad (como en las historietas del maestro Alex Toth) es donde más amé a Samnee y su estilo despojado y sutil. Pero además hay un gran trabajo en los fondos (muy valioso, porque es un dibujante que le mete muchísima mano a la referencia fotográfica al punto de otorgarle la misma impronta gráfica que a sus personajes) y una gran expresividad en cuerpos y rostros. Matthew Wilson tiene la dura tarea de sumarle algo más desde el color a unas páginas majestuosas, ricas en climas y efectos de iluminación zarpados, y la verdad que sale bastante bien parado, aunque no dudo de que esto se vería mejor en blanco y negro. Por el lado del guion, en estos seis episodios pasa un poco más que en los seis primeros, y se nota menos la intención de los autores de estirar un plot chiquito a lo largo de muchas páginas. Natasha zafa muchas veces de casualidad de situaciones muy extremas, gracias a los errores o la pésima puntería de sus oponentes, y lamentablemente dos de los tres nuevos villanos no llegan vivos al final del último número. Obviamente en Marvel esto no es impedimento para (eventualmente) hacerlos volver, pero bueno, quedó una villana interesante y una punta argumental, la de las seis nenas rusas, para retomar algún día, si Waid o Samnee vuelven a encontrarse con Black Widow. Entre venganzas, traiciones, manipulaciones, secretos antiguos, crímenes de lesa humanidad y peleas a todo o nada en locaciones exóticas, esta serie está buena para agregarle un poco de profundidad a Black Widow, explorar un poco su mitología, para atrás y para los costados, para leer a un Waid que cambia de registro y se parece (como señalé la vez pasada) más a Greg Rucka que a sí mismo, y para flashear a lo bestia con un Samnee prendido fuego, que deja la vida en cada página. Ah, no me quiero olvidar de esto. Un pedido a los guionistas de Marvel: ya sé que Maria Hill no tiene tanta chapa como Nick Fury, pero por favor dejen de retratarla como una cínica hija de puta con menos códigos que un "periodista" de La Nación + a sueldo de Milei. Ya son varias las historietas en las que esto se me hace muy evidente, y me parece que es hora de aflojar un poquito con esa caracterización tan grotesca, tan falta de matices, para un personaje que merece la oportunidad de ser mínimamente querido por los fans, más allá de la pátina de ambigüedad que debe tener cualquier referente del palo del espionaje. Nada más. Nos vemos mañana y pasado en la Crack, y seguramente a la vuelta habrá nuevas reseñas acá en el blog.

2 comentarios:

Condoricosas dijo...

Que tal, Andres.
Estoy leyendo pies descalzos, y estoy tan impresionado como cuando leí maus,
Deberían ser lecturas optativas ( por que Deberían ser obligatorias?) En los colegios secundarios.
Quisiera saber si hay una reseña tuya aquí

Andrés Accorsi dijo...

No, no nunca reseñé Barefoot Gen.