martes, 28 de noviembre de 2023
MARTES DARK
Ahora sí, tengo otros dos libritos listos para reseñar en este espacio que sigue firme junto al pueblo hace casi 14 años.
El sello Vendetta lanzó este año la tercera edición de Dossier Macabro, una antología de relatos de terror a cargo de autores argentinos (y autoras, claro). Nunca había visto los dos libritos anteriores, pero por suerte las historias son autoconclusivas y no requieren ningún tipo de lectura previa.
La primera historia nos presenta un guion bastante digno de Emilio Balcarce, junto a un dibujante (Julián Zacaríaz) que no me convenció. Tampoco tuve suerte con los dibujos de la segunda historia (a cargo de Grendel Belarrousse), que trabaja sobre un guion también bastante piola, y con un buen manejo del armado de las secuencias. Entre lo mejorcito de la antología destaco la tercera historia, "El Conjuro", muy buen guion de Federico Rodríguez, dibujado como la hiper-concha de Dios por Omar Hirsig. Gran laburo.
Además de coordinar el proyecto, Leo Figueroa aporta un guion ("Cacería") que está bien, cumple con la consigna de generar tensión en el lector y rematar par el lado que uno menos se imagina, incluso cuando parte de una premisa bastante trillada. Lo acompañan los dibujos (muy correctos) de Cecilia Desiata. Me quedan por destacar el trabajo de Luisina Módica en una historieta de 11 páginas que también sube al podio de este Dossier Macabro. También el dibujo de Dante Ginevra, sugestivo y efectivo en partes iguales, en una historia cuyo guion (obra de Antonio Sachs) es apenas una idea que no se llega a desarrollar. La historieta de Guido Barsi y Alfredo Retamar entra también al grupo de contenidos más que dignos, y también al de las premisas que el fan de los comics de terror ya sabe desde el principio para dónde van a ir. Y me gustaron también los diálogos de Jorge Carrión en las dos historietas que escribe, especialmente en "Los guardianes del hermano Inaro", cuya idea es bastante ganchera y su dibujante (Manel) bastante competente.
La antología cierra con una ilustración de Nahuel Greco realmente escalofriante, hermosa, de altísimo impacto. Me pregunto si no hubiese estado bueno usarla como portada, o como contratapa, y por supuesto me encantaría ver a este dibujante al frente de una historieta, en lo posible con buen guion. Dossier Macabro es un producto bien logrado, que sirve para descubrir a algunos artistas que por ahí uno no tiene en el mapa, para constatar la evolución de otros y otras, y (en el mejor de los casos) para enganchar con la historieta argentina a gente que consume cine y literatura de terror pero -por los motivos que sean- todavía no se hizo adicta a las viñetas. Falta un poco, hay tuercas para ajustar (sobre todo en la elección de los dibujantes), pero el camino es el correcto.
Vamos para atrás en el tiempo, al año 2010, cuando se empieza a serializar en la Skorpio italiana una historieta felizmente recuperada por Historieteca para nuestro mercado: Los Malditos, una saga creada por Eduardo Mazzitelli, originalmente pensada para ser dibujada por Lucho Olivera. Pero Lucho falleció antes de empezarla, y se activó el Plan B, que fue Sergio Ibáñez. Para mi gusto, el trabajo que hace Ibáñez en esta historieta es muy, muy bueno, sin nada para envidiarle al Lucho de la última época. Lo único que no me terminó de gustar son los primeros planos de las mujeres, pero aparecen muy pocas mujeres en las 72 páginas que tiene la obra, y hay varias que ni siquiera hablan. El resto de la faz gráfica me cerró por todos lados: los climas, los paisajes, los fondos, las escenas de acción, los detalles en trajes y armas. Ibáñez creó un mundo de fantasía oscura en el que se mueve con mucha solvencia, un mundo ominoso, adusto, duro, ideal para poblarlo con los personajes extremos y por momentos atroces que crea Mazzitelli. Es un trabajo parejo de punta a punta, con algunas páginas realmente consagratorias en las que Ibáñez deja la vida y más.
Mazzitelli pergeña una aventura con dosis moderadas de machaca, bastante intriga palaciega y mucho espacio para la reflexión. Se supone que vamos a ver al príncipe Iwan regresar al reino que gobernara su padre Gwenneg, pelear por el trono y tomar el lugar que le corresponde en la línea sucesoria. Pero a medida que avanza la historia, Mazzitelli nos revela detalles oscuros del reinado de Gwenneg, caracterizado por los excesos, la ambición desmedida y un talento escabroso para faltar a su palabra. Todo esto en "historias dentro de la historia" que sirven para darles carnadura a los personajes que deciden secundar a Iwan en su gesta, por motivos que al principio nos son esquivos y que el guion dejará en claro a su debido momento. El mandato familiar, el honor, la amistad, la justicia, el poder... todos temas que aborda el mítico guionista en Los Malditos y que enriquecen a la trama y la despegan de las clásicas convenciones del género de la epopeya fantástica con ambientación medieval, espadas y hechicería.
El resultado es sumamente satisfactorio y además nos gratifica a los fans de Mazzitelli que queremos ver recopilados más trabajos suyos, no sólo los realizados en dupla con Quique Alcatena. De hecho este año salió en Argentina otra obra de Mazzitelli e Ibáñez (Duncan) pero no la tengo. La voy a leer en digital para la votación de los Premios Cinder y si está al nivel de Los Malditos, no voy a dudar en comprarla, porque acá pude disfrutar de un equipo realmente afianzado y de una aventura que tiene -además de buenas ideas- muy buen ritmo, altas dosis de emoción y momentos que nos invitan a pensar y a ponernos en el lugar del otro. No es poco.
Y nada más, por ahora. Ni bien logre avanzar un poco más con la pila de lecturas pendientes, nos vamos a reencontrar con nuevas reseñas, acá en el blog. Mañana a las 22:30 hago un vivo en el canal de YouTube de Comiqueando. Si algun@ se quiere sumar, nos vemos ahí.
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sábado, 25 de noviembre de 2023
OTRA TANDA DE TRES
Bueno, hoy también tengo varios libritos leídos y un rato para redactar reseñas. Aprovechemos mientras se pueda.
Empiezo con Gravedancer, una extensa novela gráfica a todo color escrita por Juli Lorente (a quien no conocía) y dibujada por Rodolfo Ezequiel (de quien ya vimos otros trabajos, firmados como Ezequiel Rosingana), con una breve secuencia a cargo de Quique Alcatena.
El guion me resultó interesante, me gustó la forma en que Lorente salpica con toques de humor una historia que podía hundirse fácilmente en los pantanos de la solemnidad. Incluso en el momento en que el western picantito (con buenos diálogos y mala leche al estilo Sánchez Abulí) decanta hacia un lugar común más transitado que Plaza Constitución (la guerra entre ángeles y demonios que se va a librar en la Tierra), Gravedancer conserva casi intacto su atractivo, probablemente debido al buen manejo de los personajes, su evolución lógica y hasta en punto creíble, a pesar de lo fantástico de los elementos que pone en juego Lorente. Sin ser una maravilla, la combinación entre western grim ´n gritty, misticismo, acción y ese toque de comedia, funciona como para que en ningún momento se te ocurra colgar la lectura y dedicarte a otra cosa. Para ser la primera vez que leo un trabajo de este guionista, el resultado es bastante notable y bastante esperanzador.
En la faz gráfica, en cambio, veo varios problemas. La portada, ya desde el vamos, no es ganchera. No refleja la intensidad del relato que nos espera "puertas adentro". El color, si bien me gustan las paletas que elige Ezequiel, se ve empastado en casi todo el libro, supongo que por una disociación entre cómo se veían las páginas en el monitor del dibujante y cómo se ve eso mismo impreso en papel. La narrativa y la puesta en página están bien, se nota la destreza de Ezequiel para armar secuencias consistentes incluso cuando el texto es muchísimo. Y lo que me tiró un poco para atrás al dibujo en general es un cierto estatismo: a los personajes les falta un poco de plasticidad, tanto en el lenguaje corporal como en el gestual. No puedo decir que Ezequiel dibuje mal, para nada, pero lo sentí un poco duro a la hora de mover a los personajes. Las cuatro paginitas de Alcatena, una demencia exquisita.
Gravedancer es un entretenimiento sólido, con cosas para mejorar en el aspecto visual, pero más que digno. Estoy atento a los próximos trabajos de Juli Lorente, a ver con qué me sorprende. Y si esta edición se agota y Viajero del Alba reimprime el libro, queda abierta la posibilidad de trabajar mejor el tema del color para que se luzca mucho más que en esta primera edición.
Leí también el tomo que recopila los cuatro episodios de Hyperion, una miniserie a cargo de Guillermo Villarreal y Guido Barsi. En el texto de presentación, Villarreal da a entender que Barsi se sumó al proyecto cuando ya estaba iniciado, así que no sé exactamente si participó o no en la creación de la trama y los personajes, o si simplemente se sumó para aportar textos y diálogos con la historieta ya desarrollada. Lo cierto es que el guion me pareció malísimo. Confuso, retorcido, con unos flashbacks tan extensos y elaborados que ameritaban ser una novela gráfica en sí mismos. Incluso hay errores en los textos, los personajes por momentos se tratan de tú y a veces de vos... Me costó muchísimo engancharme con una historia que -a la larga- cuenta muy poco en 88 páginas.
Por suerte está el dibujo de Villarreal, mejor todavía que en sus trabajos anteriores, en un nivel realmente muy alto, que le permitiría insertarse profesionalmente en casi cualquier mercado. Le queda por mejorar sólo el tema de los enfoques, donde veo una tendencia a la repetición. Si incorpora más variantes, puede crecer aún más. Pero el dibujo en sí, el lápiz, la tinta, la aplicación de los grises, el trabajo en fondos y armaduras, la gestualidad de los personajes... todo eso está muy bien resuelto y puesto al servicio de la aventura.
Una aventura que -repito- para mi gusto hace agua por varios costados y que avanza a un ritmo con el que no pude sintonizar. Pero sospecho que esto no está pensado para que me guste a mí, sino a un lector más joven, más del palo del shonen o de los videojuegos tipo Diablo o God of War. En todo caso me sirvió para ver de cerca la evolución de Guillermo Villarreal, un dibujante que está ahí, a un buen guion de pelar una obra realmente importante.
Me doy cuenta de que llevo varios días leyendo sólo historietas en las que autores argentinos juegan a "cumplir con las reglas" de los clásicos géneros vinculados a la aventura, y se me hace un toque aburrido, por lo cual decidí mechar otra lectura, de algo distinto. Y le entré al Vol.2 de Fables Amères (nunca vi el Vol.1), una recopilación de historias cortas, autoconclusivas y sin personajes recurrentes, del maestro francés Christophe Chabouté. Son once historias de distinta extensión (entre seis y 14 páginas), varias de ellas mudas, todas en el maravilloso blanco y negro con el que asociamos a este autor.
Esto está todo dibujado por el Chabouté del Siglo XXI, es decir, un monstruo ya consolidado en su estilo, con un manejo del claroscuro descomunal, al nivel de José Muñoz, Jacques Tardi o e mejor Alfonso Font. Así que a nivel visual, el deleite está más que garantizado. En cuanto a los guiones, cualquier recopilación de once historietas va a ofrecer ciertos altibajos... y la verdad que acá hay pocos. La mayoría de las historias son brillantes, y en todo caso lo que se puede criticar es que a veces Chabouté se toma demasiadas páginas para llegar al remate, a esa estocada final que le pega un giro (a veces brutal) a lo que el lector venía asimilando como "la trama". Algunos de los recursos que pone en juego Chabouté son los mismos que le vimos a los españoles Tha y TP Bigart en Absurdus Delirium (busquen las reseñas, que ya hablamos de esto en el blog), pero los hermanos liquidaban el "chiste" en una sóla página mientras que el francés se toma unas cuantas para lograr el mismo efecto.
Las Fables Amères son breves secuencias que hablan de lo intrascendente, lo incoherente, lo alienante o lo rutinaria que puede ser la vida normal en las grandes ciudades y en la sociedad actual. Más que a rebelarse o a patear todo a la mierda, Chabouté nos invita a reflexionar, pero de un modo sutil, amable, pleno de imaginación. Hay una bajada de línea socio-política, claro, pero no pasa todo por ahí. El autor sabe combinar esta invitación a la reflexión con una sana cuota de intriga, de sorpresa, de juego con lo que el lector no está espeando encontrarse sobre el final de cada relato. El resultado es sencillamente magnífico y además sirve como demostración cabal de que Chabouté no es sólo un gran autor de novelas gráficas de chotocientas mil páginas. En espacios cortos (que podrían ser incluso más cortos) también puede pelar gemas y sacudir al lector con emociones, sensaciones y reflexiones que nos hacen mejores personas. Creo que este material no está publicado fuera de Francia, pero como varias de las historias son mudas, no es taaaan imprescindible manejar el idioma de Mbappé para disfrutar del librito. Y siempre está la posibilidad de que algún editor del habla hispana se despierte y traduzca las historias que tienen textos en francés.
Hasta acá llegamos. Vuelvo a sumergirme en el océano del nº8 de la Comiqueando Digital, que casi seguro estará disponible durante Enero. Gracias por el aguante.
viernes, 24 de noviembre de 2023
THE MARVELS
Película nº33 de ese mega-producto conocido como el Marvel Cinematic Universe, en este caso dirigida por Nia DaCosta y con la consigna de reunir a las tres heroínas vinculadas al nombre "Marvel". Por supuesto que esto es, desde el vamos, un guiño a los comiqueros, porque en su versión fílmica (o de Disney +) Monica Rambeau nunca fue llamada "Capitana Marvel". Los que la seguimos desde los ´80 sabemos que sí, que ese fue el primer nombre superheroico de la actual Photon.
La película se hace corta. Dura 105 minutos que se pasan bastante rápido. Tiene mucho ritmo, un buen equilibrio entre acción, chistes y un par de momentos más dramáticos y -lo más importante- las tres protagonistas tienen mucho desarrollo. Ninguna de las tres llega al final como estaba al principio. La gran Kelly Sue DeConnick estuvo ahí, supervisando un poco el guion, para que la Carol Danvers de Brie Larson se parezca lo más posible a la que escribía ella en los comics, y eso está muy logrado. De alguna manera, la propia Larson pega un salto cualitativo y se la ve menos acartonada, más dúctil, y además más linda que en las películas anteriores. En algún momento tendrán que hacerse cargo de que esta versión de Carol ya debe andar por los 55 años, pero bueno... un personaje que viaja a la velocidad de la luz y manipula esos niveles de energía probablemente no sufra los efectos del envejecimiento que sufrimos los humanos.
Dos cosas medio chotas: 1) la aparición de Nick Fury y el desarrollo del plot de los Skrulls está demasiado desconectado de lo que vimos en Secret Invasion. Ameritaba algún comentario, algo que integrara mejor a ambas piezas del rompecabezas. 2) tal como me pasó mientras miraba la infausta serie de Ms. Marvel, cada vez que aparecen en escena los padres de Kamala sentí un deseo irrefrenable de meter la chota en una picadora de carne. Acá están un poquito mejor integrados a la aventura, pero de nuevo en roles lamentables y totalmente prescindibles en el contexto de la trama.
Algo que no está mal, pero que es medio una canchereada, es esa escena en la que se manifiesta el puente Bifrost, aparece Valkyrie y se lleva a un montón de skrulls a Asgard... pero nadie nombra ni a Bifrost, ni a Valkyrie, ni a Asgard. Onda "dale, boludo, te tenés que dar cuenta solo... ¿o no viste todas las películas anteriores donde aparecen?". No te digo que nos expliquen desde cero qué es Asgard y por qué Valkyria quedó al frente del reino otrora gobernado por Odin, pero por ahí daba para que la escena le resultara menos desconcertante a quien no viene siguiendo todas las películas previas del MCU.
El resto, pulgar para arriba. Las guionistas pudieron armar una historia consistente, con buenos diálogos, le dieron un cierre más que digno al tema de los Kree y los Skrulls, y convirtieron a dos personajes medio tercerones (Monica y Kamala) en jugadoras listas para tomar roles preponderantes en futuras producciones de la factoría Marvel/ Disney. El conflicto central y la villana que lo lleva adelante no son ni una gilada atómica ni un delirio, sino que están bien planteados y justificados, al punto que (como todo buen villano) hay un instante en el que Dar-Benn (gran interpretación de Zawe Ashton) te convence de que lo que ella se propone hacer es lo correcto. Los efectos especiales están muy bien, hay imaginación y despliegue en trajes, armas, naves y paisajes, la música está buena... y en la escena post-créditos pasa algo que hacía muchos años que esperábamos con ansias y que realmente cambia el mapa del MCU a futuro.
No la quiero inflar demasiado ni convencer a nadie de que estamos ante un largometraje brillante, glorioso o fundamental, pero si venís enganchado con la mitología del MCU, y te interesa su desarrollo y su armado a futuro, no tengo dudas de que The Marvels te va a atrapar. Y como es una peli divertida, dinámica y bastante poco ajustada a las fórmulas tradicionales de este tipo de productos, se me hizo muy disfrutable. Lo suficiente como para recomendarla, no al nivel de gemas como las pelis de los Guardians of the Galaxy, pero sí por encima de la peli solista de Captain Marvel o de la casi irredimible serie de Ms. Marvel.
Ahora me falta ver la segunda temporada de Loki y ya estoy al día con todo. Qué cagada que el día tenga sólo 24 horas...
jueves, 23 de noviembre de 2023
MAS MATERIAL ARGENTINO
Sigo con la misión imposible de ponerme al día antes de fin de año con todo el material que se publicó durante 2023 en Argentina, que por suerte es un montón.
Desde la ciudad de Rosario llega el nº1 de Avalancha, una antología que reúne distintas historietas todas escritas por Gastón Flores, algunas de las cuales ya se habían publicado en la revista Términus (otra antología gestada en Rosario). La verdad, no me emocionó el contenido de este primer número. La portada me parece directamente fea, y ninguno de los guiones de las distintas historias autoconclusivas me partió la cabeza ni me sorprendió demasiado. Hay varios que están bien, que cumplen, pero ninguno de esos que te hacen levantar las cejas y decir "no puedo creer lo que estoy leyendo".
El desempeño de los dibujantes en general es muy bueno, la única historia que no me gusta cómo está dibujada es "El Dios Serpiente", a cargo de un Gonzalo Martínez que no es el prócer chileno. Despues hay otro trabajo mejor logrado por el propio Martínez, aportes muy dignos de Pablo De Bonis y Sergio Tarquini, seis páginas de Juan Manuel Frigeri a un muy buen nivel, y apenas cinco del mejor dibujante que alguna vez trabajó con Flores: el monstruo entrerriano Lisandro Estherren, hoy consagrado en EEUU. Desde lo visual, más allá de la portada, Avalancha es un producto bastante convincente. Pero es una antología creada y curada por un guionista, entonces lo que define son los guiones y -repito- ninguno me movió el amperímetro. Hay buenas intenciones, buenas ideas, pero sospecho que Flores es de los guionistas a los que el formato de historia corta (las más largas tienen ocho páginas) no les resulta demasiado cómodo. Veremos con qué nos encontramos cuando se publique el nº2 (supongo que en Enero, porque el nº1 salió en Julio y dice "publicación semestral").
Otra editorial con sede en Rosario y bastante actividad en esta última década es Rabdomantes, que ahora nos ofrece Ceferino Namuncurá y el Valle Perdido, una novela gráfica de 68 páginas escritas por Roberto Barreiro (amigo de hace mil años y colaborador de Comiqueando) y dibujadas por Javier Oliver, a quien ya me había cruzado en alguna antología. Vamos a decirlo rápido y sin medias tintas: no me gusta el dibujo de Oliver, me parece del montón, poco imaginativo, poco original, no le encuentro mayor atractivo. La narrativa está muy bien, el color me pareció muy correcto, pero el dibujo en sí, el trazo, la forma de plasmar la acción, las expresiones faciales, los fondos, la composición de la viñeta y hasta la ubicación de algunos globos de diálogo me parece que no están a la altura, ni del guion de Barreiro ni de la calidad de la edición.
Una pena, porque el guion me pareció ingenioso y entretenido. Barreiro imagina una ucronía en la que la nación mapuche se independizó de Argentina y de Chile y superó su origen de tribu aborigen de la Patagonia para convertirse en una potencia continental con vastos recursos naturales. La historia se sitúa a principios del Siglo XX y reserva roles importantes a figuras del mundo real como Julio Argentino Roca o el Coronel Enrique Mosconi (y el propio Ceferino, obviamente), y un rol menor a Hipólito Yrigoyen. No sé si por sugerencia de Barreiro o por decisión de Oliver, varios de los mapuches tienen rasgos que al toque remiten a los de Patoruzú, Upa y la Chacha, un guiño que realmente no sé cuántos lectores llegarán a captar, porque no creo que esto esté pensado para los fans de los clásicos personajes de Dante Quinterno.
La trama incluye acción, espionaje, sutiles pinceladas de comedia y una puntita romántica atractiva que no se llega a desarrollar, todo en un clima de aventura e intriga, con un buen equilibrio entre tensión dramática y clima de entretenimiento y diversión. Por momentos me pareció estar leyendo un guion de Maurice Tillieux para Gil Jourdan, aunque claro, Tillieux no debe haber tenido ni la menor idea de qué era un mapuche. No quiero spoilear lo que sucede, pero sí señalar que está todo bien planteado y bien resuelto, con textos ágiles y personajes con los que uno se quiere reencontrar.
Ceferino Namuncurá y el Valle Perdido nos lleva a una realidad paralela (un What If...) muy interesante, para vivir una aventura que te engancha a fuerza de sorpresas, roscas y acción. Con la faz gráfica a cargo de un dibujante mejor calificado, podría ser uno de los grandes títulos del 2023. Así como está, divierte y cumple, pero renguea un poco porque, por lo menos para mi gusto, no hay un correlato de calidad entre la labor de Oliver y la de Barreiro.
Esto es todo por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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martes, 21 de noviembre de 2023
TRES DE UN SAQUE
Bueno, retomamos. Pasó muchísimo tiempo sin nuevas entradas en el blog, pero la idea es volver a postear de manera bastante frecuente de acá a fin de año. No está fácil, porque estoy a full trabajando en el nº8 de la Comiqueando Digital, pero también en Enero se viene la votación de los Premios Cinder y eso me obliga a ponerme al día con las lecturas de material editado en Argentina durante 2023. De hecho, en la entrada de hoy, los tres libros que tengo para reseñar fueron publicados en Argentina durante 2023. Me traje una bestialidad de material de Europa, pero eso va a tener que esperar, porque el grueso de las reseñas hasta fin de año van a ir por este lado.
Los Animales Prehistóricos es prácticamente una secuela de La Caja Negra, el libro de historias cortas de Javier Olivares que vimos acá el 15/08/19. Hay unas 10 ó 12 páginas que son las mismas (y se lucen mucho más en La Caja Negra, cuya calidad de edición supera ampliamente a la del libro publicado por Loco Rabia) pero Los Animales... ofrece por lo menos 40 ó 50 páginas de material que no está recopilado en otros libros, ni siquiera en España.
Lo que menos me emocionó son las historias cortitas (a veces de una sola página) de Ono y Hop. El dibujo es descomunal, hay textos bellísimos, los climas son fascinantes, pero a veces con todo eso no alcanza para que el resultado final sea contundente. Por ahí por exceso de pretensiones o por escasez de espacio para desarrollar las ideas, pero esas historietas -sin ser chotas- no me terminaron de cerrar. Después hay material realmente magnífico como la historieta que le da título a la antología, Maine 1961, o incluso la última, donde reaparece Hop. Las dos historietas escritas por Santiago García (Amanecer Nuclear y especialmente 3 Páginas Sobre el Guernica) son verdaderas gemas, al igual que la adaptación que hace Olivares de Finlandia, un excelente relato del argentino (e hincha de Racing) Hernán Casciari. También hay una historia corta muy, muy buena escrita por el prestigioso crítico (y a veces guionista) Pepe Gálvez.
Lástima la edición, que no está a la altura del material. Hay páginas en las que le falta muchísima fuerza a los negros, que se ven apagados, casi grises, lejos de ese claroscuro visceral que Olivares maneja con tanta solvencia. Tengo a mano La Caja Negra y el catálogo de la Semana Negra de Gijón donde se publicó por primera vez 3 Páginas Sobre el Guernica, y la comparación es demasiado elocuente, no deja margen para el debate. Algo salió mal en el paso entre los archivos que trabajó la editorial y el libro tal como lo entregó la imprenta, es lo único que se me ocurre para explicar por qué se ven tan lavados los negros.
De todos modos, el dibujo de Olivares se disfruta muchísimo y hay historietas donde tanto el color como la puesta en página están ahí para que el trazo mágico del madrileño se luzca aún más. Y hay grandes historias cortas, algunas en dupla con quien sin dudas es el socio ideal para Olivares (García, obviamente). Así que Los Animales Prehistóricos es un libro que recomiendo sin tapujos a los fans del comic experimental, de fuerte impronta autoral, o a quienes quieran descubrir a un autor fundamental del comic español de los últimos 35 años que -injustamente- no tiene otras obras publicadas en nuestro país.
El segundo libro de hoy es secuela directa del que vimos el 14/03/22. De hecho, en Argentina se llama "Me Prometiste Oscuridad II". Nada, un bajón. Pensé que me iba a gustar tanto o más que el primer tomo, pero esta vez no me pude enganchar con lo que me trató de contar Damián Connelly. Me aburrí mucho, me saturó rápido el jueguito de los saltos temporales a antes, durante y después del supuesto apocalipsis, los personajes no me generaron empatía, las pinceladas de humor no me causaron gracia... La única explicación que le encuentro es que hay un cambio de registro: el primer Me Prometiste Oscuridad era un comic de misterio sobrenatural con pibes y pibas que tienen superpoderes. El segundo es básicamente machaca sobrenatural entre pibes y pibas que tienen superpoderes. Y la estética de Connelly y el ritmo que elige para narrar se ajustan (para mi gusto) mucho más al misterio que a la machaca. Para ver peleas entre personajes con poderes locos, prefiero una onda Mike Allred, colores, otra dinámica en la puesta en página, otra claridad en la narrativa...
Me Prometiste Oscuridad II no se puede tildar de "secuela innecesaria" porque el primer libro dejaba varias puntas abiertas para explorar y había presentado un universo complejo y atractivo. Pero este regreso de Sebastián, Yuko y el resto de los hijos del cometa no me transmitió las mismas sensaciones, se me hizo tedioso, confuso, enroscado al pedo. Por ahí es todo producto de ese ruido que me hace un estilo ultra-dark y ultra-fotográfico que utiliza Connelly para el dibujo, no lo sé. Lo cierto es que así como la primera saga me resultó interesante y promisoria, la segunda requirió un esfuerzo enorme para llegar al final. La edición argentina a cargo de Deriva, impecable, un verdadero lujo.
Con menos pretensiones y más fidelidad al concepto de "misterio sobrenatural", Favor con Favor se Paga me entretuvo y hasta me emocionó de punta a punta del librito (también, bellamente editado en este caso por Multiversal). La dupla de Lubrio y Nicolás Viñolo funcionaba bárbaro en la versión digital de Fierro y acá se termina de consolidar con una muy buena historia, emotiva, profunda, cercana, a la que no le faltan dosis muy logradas de violencia, mala leche y momentos pesadillescos en los que los autores coquetean con el género del terror.
Creo que lo único que no me fascinó es el color, muy jugado al truco de engamar la página entera en tonos azules, rojos, naranjas o verdes (según la secuencia). En la secuencia final, donde se ve un coloreado más tradicional si se quiere, se nota que Viñolo la tiene muy clara en ese rubro, y uno se empieza a imaginar cuánto mejor se vería toda la novela si estuviera toda coloreada como esa última página, que es hermosa. Pero el dibujo es excelente (al nivel de lo que había mostrado el dibujante mendocino en la gloriosa Vorágine), hay un gran trabajo en los personajes, sus expresiones, su vestimenta, su entorno. El relato fluye con naturalidad, conserva la claridad y ese gancho casi adictivo incluso cuando el guion de Lubrio se hace más enroscado, más introspectivo, menos aventurero. En el guion también, se nota un gran trabajo en el desarrollo de los dos personajes centrales (Branda y Zefira), muy buenos diálogos, muy buen manejo del tempo narrativo como para mantener el suspenso y la intriga hasta el final.
Favor con Favor se Paga es un comic muy notable, incluso con méritos más que suficientes para enganchar a lectores que habitualmente no consumen historieta, o a los que les cuesta entrarle a la historieta argentina actual. Tiene la duración justa, un equipo creativo en un nivel altísimo, mucha fuerza y mucho corazón. Quiero más trabajos de esta dupla autoral, en lo posible hoy mismo.
Y nada más, por hoy. Ni bien tenga más libros leídos, los comentamos por acá. Gracias y hasta pronto.
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miércoles, 18 de octubre de 2023
GRAN HOTEL ABISMO
Tengo un sólo libro leído, pero no quiero dejar la reseña para cuando vuelva de mi viaje, porque falta mucho y no me voy a acordar un carajo. Prefiero dejar hoy un texto más breve que los habituales y chau, me voy estando al día entre lo que tengo leído y lo que tengo reseñado en este espacio.
Gran Hotel Abismo es un libro de 2016, al que le tenía ganas hace mucho, pero recién ahora pude leer. El guion le pertenece a Marcos Prior, un autor que antiguamente firmaba como "Kosinski" y trabajaba en dupla con Artur Laperla. Y el dibujo y el color son obra del siempre impactante David Rubín, gallego de Galicia consagrado a nivel global. No tenía mucha idea de con qué me iba a encontrar, porque durante años esquivé a propósito las críticas y reseñas, precisamente para que el comic me sorprendiera cuando finalmente lo tuviera en mis manos.
Lo primero que me sorprendió es lo bien que funciona esta historia en el formato apaisado. Yo no soy fan de ese formato, prefiero mil veces el vertical, entre otras cosas porque las bibliotecas no están pensadas para guardar libros apaisados. Pero me cuesta imaginarme Gran Hotel Abismo en formato vertical. Así como está planeado, tenemos un relato que fluye de modo muy natural, y que deja mucho espacio para el lucimiento de la pirotecnia gráfica de Rubín que es -por sí sola- motivo más que suficiente para gastarse los mangos que te pidan por el libro.
En seguida volveremos sobre la faz visual de la obra, pero me parece que lo más importante es establecer de qué se trata. Gran Hotel Abismo es un comic que nos invita a pensar en lo que pasa cuando la gente se harta de un sistema que la exprime y la excluye. ¿Te acordás de lo que pasó en Chile hace cuatro años? Bueno, en la obra de Prior y Rubín pasa algo parecido, pero tres años antes. El famoso "se viene el estallido", contado en forma de ficción apenitas futurística. Por momentos te puede parecer que los niveles de violencia son excesivos, pero después estudiás un poco lo que fue la represión policial frente al levantamiento popular que se vivió en Santiago de Chile en 2019, y te queda claro que los autores de este comic se quedaron cortos. Es que cuando el experimento se pasa de rosca, cuando se aprieta demasiado (o durante demasiado tiempo) el cogote de la gente de a pie, la violencia resulta inevitable. Esa es la línea que baja Prior a lo largo de estas páginas: déjense de joder, porque esto termina mal. Y en el caso de Gran Hotel Abismo el final es -de alguna manera- esperanzador, pero para llegar hasta ahí, Marcos y David nos llevan a través de una hecatombe en la que la vida, la libertad, la democracia y varios de los derechos humanos más básicos son pulverizados.
Prior arriesga fuerte al desarrollar poco y nada a lo que vendría a ser el protagonista de la obra. En realidad, más que un protagonista es un catalizador. No sé si para despegarlo un poco del protagonista de V for Vendetta (otro comic que explora una temática similar) o simplemente para que esto se lea menos como una aventura épica y más como lo que es: la crónica anunciada de una revolución.
Y en un comic con claro mensaje revolucionario, el dibujo no se puede quedar atrás. Rubín sala al vacío mil veces con la puesta en página, con las paletas que elige para colorear sus dibujos, con la iluminación, con las angulaciones. Esto es una locura, hipnótica e incandescente, y a la vez es una narración clara, no clásica, pero fácil de comprender. Así como en El Héroe abundaban las referencias y los homenajes a la obra de Jack Kirby, esta vez Rubín recupera el juego de las pantallitas de TV del Dark Knight de Frank Miller, mientras cita a Lynn Varley como su principal influencia a la hora de plantear la impronta cromática de Gran Hotel Abismo.
La era de la posverdad, de la abundancia mal repartida, del estado de bienestar que se retiró en silencio, del imperio de un capitalismo salvaje y un mercado inhumano que se imponen frente a la sociedad solo de la mano de la represión, acá se hace añicos ante nuestros ojos en un despliegue de creatividad y talento por parte de dos grandes autores españoles. A pocos días de un nuevo proceso electoral en Argentina, es imposible no conectar los puntitos y pensar cuánto más nos pueden sacar sin que explotemos. Pasó en 2001 y fue heavy. Hoy está todo dado para que sea mucho peor. Por eso es importante que no lleguen al poder los que prometen el exterminio de los pocos vestigios que quedan de esa sociedad solidaria, de esos vínculos comunitarios, fraternos, igualitarios. La ley de la selva beneficia a muy pocos. Y cuando los que se quedan sin nada son muchos, sutilezas como "el equilibrio de poder" o "el respeto por las instituciones" dejan de importar y se va todo a la mierda.
Gran Hotel Abismo nos invita a reflexionar sobre estos temas desde un país donde se da por sobreentendido que lo que imaginan Prior y Rubín no va a pasar nunca. Leído en Latinoamérica, el comic cobra otra dimensión, otro espesor dramático. Porque acá esto ya lo vivimos, y nadie nos garantiza que no lo vamos a volver a vivir. Recomiendo mucho esta obra, por su belleza estética, por su intensidad narrativa, por los riesgos que asume, pero sobre todo por los debates que abre.
Ahora sí, vamos a la pausa y nos reencontramos a fines de Noviembre, acá en el blog.
martes, 17 de octubre de 2023
MARTES DE AVENTURAS
Como de costumbre, tengo muy poco tiempo para escribir reseñas, pero no me quiero ir a ver el partido de Argentina con mis amigos sin postear en el blog.
Arranco en Italia, año 1979, cuando se publican dos aventuras de Ken Parker luego reunidas por Panini en el Vol.13 de su colección dedicada al carismático personaje de Giancarlo Berardi e Ivo Milazzo. El libro trae dos aventuras de 96 páginas, y unos cuantos textos bastante interesantes.
Lo mejor, lejos, es la primera historieta: Lily e il Cacciatore (Lily y el cazador). Si bien está un poquito estirada (esa secuencia onírica de 17 páginas se podría omitir, o resumir bastante), es una historia emotiva, impredecible, muy al límite, sobre la amistad entre un hombre (Ken Parker) y una perrita. En el medio, indios mal llevados, un invierno de una crueldad inusitada, peligros y condiciones extremas en las que el protagonista sobrevive casi de milagro, en buena medida gracias al heroísmo y la lealtad de Lily, la perrita con más ovarios de la Norteamérica de fines del Siglo XIX.
La historia está tan bien escrita que, con mínimos retoques, podría reescribirse para que el protagonista no sea Ken Parker sino Juan Carlos Nadie, y que tenga total sentido como novela gráfica autoconclusiva, por fuera de esta magnifica serie que nos dio el comic italiano.
La segunda historia, Pellerossa (Piel roja), en cambio, es mucho más trillada: esta vez "los buenos" deben sobrevivir a una serie de ataques de los aborígenes (podridos de que los blancos incumplan los pactos que firmaron con ellos), hasta que al final Ken consigue dialogar con el capo de la indiada y apaciguar los ánimos. Lo bueno es que la solución aparece por el lado del acuerdo, por coincidir en esas cosas que nos hacen humanos a todos más allá del color de nuestra piel. Pero es una historia larga al pedo, y acá Berardi aporta sólo el argumento, mientras que el guion corre por cuenta de Maurizio Mantero. Incluso de las 96 páginas, Milazzo dibuja sólo las últimas 26: las otras sirven para demostrarnos que Carlo Ambrosini no está ni cerca del nivel del dibujante titular de la serie.
En esas 26 páginas de Pellerossa y en las 96 de Lily e il Cacciatore, tenemos a un Ivo Milazzo tocado con la varita mágica. Ya hablé maravillas de este monstruo las veces que me tocó reseñar otros libros de Ken Parker, y no me quiero repetir. Pero realmente Milazzo es una bestia, un narrador quintaesencial, con cosas de Oswal, de Enrique Breccia, de Jorge Zaffino (al que dudo que conociera en 1979, cuando dibujó estas historias), algún que otro "momento Moebius", cosas de Hugo Pratt y Dino Battaglia... Un infierno de felicidad gráfica, un trazo potente, vital, expresivo, casi mágico, que te hipnotiza de principio a fin.
Nunca es tarde para descubrir a Ken Parker y subirse a este tren de aventuras con un toque reflexivo, algo de humor y algo de bajada de línea política. Un auténtico clásico.
Me vengo a Argentina, año 2023, cuando las editoriales Loco Rabia e Historieteca publican la obra que resultara ganadora del Primer Premio Latinoamericano de Historieta: Náufrago Morris, la novela gráfica escrita por Pablo Franco y dibujada por Lautaro Fiszman.
La historia está narrada en primera persona por Isaac Morris, con textos muy breves, en un estilo sintético y adusto a la vez. Me imagino lo que hubiera hecho Robin Wood con esta historia: en vez de 96 páginas serían 96 episodios de 14 páginas, repletos de textos poéticos, con descripciones apasionantes... Pero no, acá Franco opta por meter poco texto y dejar que el peso narrativo recaiga sobre el dibujo de su compañero. Y la verdad que eligieron una historia tan potente, tan inverosímil (pese a ser 100% verídica) que sobran los motivos para estremecer al lector, incluso cuando los textos son escuetos y lo que sabemos del protagonista es poquísimo. Es muy difícil agarrar este libro y soltarlo antes de llegar a la última página: por la agilidad que le imprimen Franco y Fiszman al relato y por lo atrapante de lo que nos cuentan.
De nuevo, hace no mucho hablamos acá de Lautaro Fiszman (ver entrada del 13/09/23) y no quiero repetir los mismos elogios que se llevó con Nuda Vida. Acá hay mucha más narrativa secuencial que en ese trabajo, mucho menos texto, muchas más oportunidades para que el dibujo de Lautaro nos cuente la historia. Aflora, entonces, la capacidad del autor para ponerse el relato al hombro, y el enorme talento requerido para que su estilo (más pictórico que gráfico) no sea un obstáculo a la hora de narrar. Y acá está todo: la belleza descarnada, bestial, casi salvaje del pincel de Fiszman, y la solidez de un gran narrador gráfico. A lo alucinante del dibujo, a lo cautivante de los climas, a lo impactante del manejo del color (que se pierde un poco al estar impreso en un papel opaco, poco idóneo para un trabajo como este), Fiszman lo pone al servicio de la historia. Todas esas "bellas artes" de su trazo empujan hacia adelante la trama y trabajan horas extras para enganchar y conmover al lector con cada una de las peripecias de Morris y sus compañeros.
Visualmente, Náufrago Morris marca la consagración definitiva de un Fiszman que hoy ostenta un nivel descomunal. Una pena que la impresión del libro conspire contra el lucimiento de su paleta vibrante y extrema. De todos modos, lo importante, que es la conjunción de palabras e imágenes para contar una historia, está y está muy bien. Si te animás a una aventura distinta, tremenda, real y por momentos desgarradora, Náufrago Morris te garantiza una lectura excelente, con el plus de estar dibujada/ ilustrada por un monstruo como es Lautaro Fiszman.
Y nada más. El jueves temprano arranco rumbo a Europa, y si bien no descarto volver a postear mañana, tampoco lo quiero prometer, porque tengo chotocientas cosas pendientes, a resolver sí o sí antes del viaje. Ojalá haya posteo, y si no, nos reencontramos en Noviembre, a la vuelta, acá en el blog.
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viernes, 13 de octubre de 2023
NOCHE DE VIERNES
Hoy aproveché un par de viajes largos (a lo de uno de los dealers que me provee comics) para avanzar con las lecturas, así que tengo un par de libritos más para reseñar.
Del Mismo Barro es un recopilatorio de algunas de las historietas que escribió Osvaldo Lamborghini a principios de los ´70, antes de convertirse (de manera efímera, porque murió joven) en un referente de la literatura argentina. Como consecuencia casi lógica de la gran fama de Lamborghini entre los fans de la literatura, la edición de esta antología corrió por cuenta de un sello que suele editar literatura, no historieta, y por ahí pasa lo peor que tengo para decir del libro.
Esto está muy mal editado. Salvo el excelente prólogo de Federico Reggiani, el resto es una sucesión de malas decisiones. El tamaño, el espacio en blanco alrededor de las planchas de historieta, los escaneados, la tipografía de Columba que nadie se calentó en reemplazar, ese texto frutihortícola de Fabián González y Agustina Pérez que no dice nada, imágenes a las que no les tocaron ni siquiera los niveles en el Photoshop... Son todos errores que sólo puede cometer alguien que no tiene la menor idea de cómo se trabajan los materiales cuando se rescatan historietas de hace 50 años. Que la portada sea una foto y no un dibujo... vaya y pase. Pero todo lo demás es cualquiera, posta.
Vamos a las historietas en sí: la primera es la mejor, por los dibujazos de Gustavo Trigo (el historietista que más trabajó en dupla con Lamborghini) y porque los diálogos están repletos de expresiones y palabras 100% argentas, aunque la historia transcurre claramente en Estados Unidos. Evidentemente, Lamborghini tenía un manejo impecable del habla informal rioplatense de principios de los ´70 y eso se disfruta a pleno. La segunda historieta (la que da título al libro) no está mal: dibuja Rubén Sosa a un nivel aceptable, y si bien la historia termina medio en cualquier parte, el desarrollo de la situación y de los personajes la hace muy llevadera.
Estas dos historietas salieron originalmente en la revista Top. Nos quedan cinco que salieron en la D´Artagnan, y acá agarrate fuerte. Las tramas son todas parecidas: ambientación urbana, personaje o grupito de personajes vinculados al crimen urbano, traiciones, tiros, piñas, y algún giro interesante muy de vez en cuando. Los bloques de texto están bien (a veces sobran) y los problemas son varios. Primero, la cantidad de texto. Segundo, el rotulado de Columba, funesto hoy y siempre. Tercero, la cantidad de viñetas por página. Casi nunca vemos menos de 12 cuadros, y hay muchas páginas de 14, 15 y 16. Y cuarto, la pésima suerte de Lamborghini en la ruleta de los dibujantes. Acá lo vemos dibujado por Ascanio (muy mediocre), por Enio (también sin onda, y con el peor guion del libro), por un tal Cristóbal (flojito) y por Aníbal Rodríguez Uzal (otro del montón). Las mejores páginas de este tramo son las cuatro primeras de la historieta que dibuja Martha Barnes. Ahí vemos un despliegue de onda, de creatividad, un intento por darle al clásico "policial urbano" un estilo más atractivo, más personal. Pero en un punto Martha se da cuenta de que para hacer eso necesita contar la historia en más de 20 páginas, entonces para liquidarla en 10 páginas entra a meter 16 cuadritos por página en las seis que le quedan y ahí se esfuma cualquier intento por dibujar por fuera del molde de estas revistas, donde (por lo menos en los unitarios que salían en D´Artagnan entre 1971 y 1973) la calidad estética del dibujo realmente no importaba un carajo.
Nada, esto es para fans termo de Osvaldo Lamborghini, no para fans de las historietas. Nosotros lo podemos consumir como curiosidad, o bizarreada, pero no es mucho lo que nos aporta, más allá de esas páginas de Martha Barnes o las 16 primeras, en las que da catedra el Negro Trigo. El resto, no es menos olvidable que la gran masa de la historieta industrial "por kilo" que llenaba los kioscos de nuestro país hace 50 años. Y encima la edición tiene más problemas que Medio Oriente.
Le metí una pausa de cinco años a la relectura en TPB del glorioso Suicide Squad de John Ostrander (el Vol.4 fue reseñado el 24/08/18), pero acá estoy de vuelta con un Vol.5 brillante, que recopila los nºs 31 al 39 de aquella inolvidable serie de DC. En la bisagra entre los años ´80 y ´90, el Squad era una aplanadora. Y en este tramo puntual, Ostrander y sus colaboradores se dedican a cosechar a lo bestia un montón de puntas argumentales que venían sembrando desde los primeros episodios. De hecho, este tomo cierra tan bien, que si nunca más leés un comic del Squad, no pasa nada. Claro, hay tanto esfuerzo por desarrollar a algunos personajes, que sería un desperdicio dejarlos ahí y no tocarlos más. Pero está claro que la etapa clásica del título termina acá, en el nº39, y lo que viene después es otra cosa.
Estas son historietas que leí muchas veces, llenas de situaciones y diálogos que me acordaba de memoria, y aún así las disfruté enormemente. Sin meterme una por una en las historias, esto es mainstream yanki del mejor nivel imaginable. Ostrander te mechaba sagas largas con unitarios contundentes, y números en los que sólo había desarrollo de personajes (como el 31, centrado en Richard Craemer, el mejor cura católico de la historia del comic). Y en este rubro era sumamente plural y horizontal: sí, obvio, el personaje al que más bola le da es Amanda Waller. Pero también trabaja muchísimo a segundones, tercerones y hasta a personajes que aparecen muy de vez en cuando, allá al fondo, y no aspiran siquiera a un rol protagónico. Por todos lados (hasta en plena machaca) asomaban puntitas argumentales que luego cobraban preponderancia y se exploraban hasta las últimas consecuencias, excepto que alguna decisión argumental "de arriba" forzara a Ostrander a deshacerse de algún personaje al que DC necesitaba para otra cosa. El resultado es una serie de una intensidad devastadora, que se animó a mostrar al Universo DC desde una óptica distinta, más jodida, más política, más cínica, más sucia, pero sin ser solemne ni mucho menos aburrida.
En cuanto a los dibujos, este tomo tiene altibajos, pero me quedo con dos momentos: el nº31, donde lo dejan al zarpadísimo John K. Snyder entintar sus propios lápices, y los dos números finales, donde se termina de ensamblar el combo entre los lápices de Luke McDonnell y las tintas de Geoff Isherwood, con resultados sumamente potentes. Lástima que a mitad del nº38, McDonnell decide que no quiere dibujar más las zanjas entre las viñetas, algo que a mí me parece antinatural y medio choto. Pero por suerte el tipo sabe narrar y la desaparición de las zanjas no redunda en puestas confusas donde no se entiende qué pasa en una viñeta y qué en la de al lado.
Me queda clarísimo que de acá hasta el final vienen tres tomos (27 números, creo) donde no vamos a volver a los niveles de magia que tiran John Ostrander y su tropa en estos episodios, pero igual los quiero, aunque sea para que no me quede parte de la colección en libros y parte en esas revistitas pindongas con papel choto y decenas de páginas de publicidad.
Uh, me fui a la mierda con la extensión de las reseñas. Hasta acá llegamos. Gracias y nos reencontramos ni bien tenga más material leído, que ojalá sea pronto.
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jueves, 12 de octubre de 2023
PREVIA AL FINDE EXTRA-LARGE
Se viene mi último finde en Buenos Aires por un tiempo bastante largo y por suerte es un finde larguísimo y con muchas opciones. Pero antes, tenemos reseñas.
Algún día voy a terminar de encontrar y leer todas las obras del período oscuro de Osamu Tezuka. Cuando uno cree que ya las leyó todas, aparece una nueva. En este caso una que se llama Record of the Glass Castle, que pasó por dos antologías distintas pero quedó inconclusa. Eso no impidió que una editorial yanki lo publicara mediante un crowdfunding y que, eventualmente, cayera en mis manos.
Record of the Glass Castle es un thriller pasado de rosca, con un voltaje de sexo y violencia bastante ido al carajo. Está ambientado en 1992, que es -para cuando Tezuka escribe el manga- un futuro bastante cercano, pero aún así le habilita al autor la posibilidad de incorporar varios elementos que aún hoy, 30 años después, siguen siendo más fantasía que realidad. Como en Swallowing the Earth (ver reseña del 18/09/10) tiene mucho peso en la trama un personaje ingenuo al que varias mujeres intentan seducir. Como en Ayako (ver reseñas del 06 y 15/05/10) hay una relación incestuosa entre un hombre y una mujer con lazos sanguíneos de por medio. Como en MW (ver reseña del 28/06/10) hay un asesino inescrupuloso que burla varias veces a las fuerzas policiales.
Y como en todas las obras de Tezuka de esta época, la narrativa y la puesta en página son totalmente frenéticas. Seguramente llama la atención mucho más esto que el dibujo en sí, que es bueno, pero todavía muestra algunos resabios de cuando el Manga no Kamisama trabajaba para el público infantil, y por momentos parece un poquito apresurado.
El impacto grosso, sin dudas, está en el guion, que no da tregua. Tezuka te enrosca en una trama espesa, que es de esas en las que a partir de cierto punto te queda claro que puede pasar absolutamente cualquier cosa. Y ese rumbo toma la historia, con personajes muy bien construidos, cuyas motivaciones están perfectamente explicadas. Tras una acumulación de peripecias una más tremenda que la otra, a 20 páginas del final Tezuka mete un elemento nuevo: una rosca macabra entre el protagonista principal y un político que en realidad es un capo mafia. Pero no se llega a desarrollar, porque el manga se termina de un modo abrupto. Muy loco cómo el Manga no Kamisama le pega un volantazo tan radical a la saga, y cuando recién empieza esta "segunda etapa", la deja inconclusa.
En fin, no la quiero hacer larga al pedo. Record of the Glass Castle no es ni ahí el mejor manga de este período glorioso de Tezuka, y ni siquiera tiene un final. Es un lindo agregado para la colección de cualquier fan del Más Grande, más que nada por lo raro y por lo huevos que implica publicar en EEUU una historieta de un autor japonés, de los años ´70, que no termina y donde el protagonista es un tipo que asesina gente a lo pavote y se garcha a su sobrina.
Me vengo a Argentina, año 2023, cuando Loco Rabia publica la ópera prima del belga Joris Mertens, que se había editado en Europa en 2020. Se trata de una novelita de poco más de 100 páginas titulada Béatrice, cuya característica más saliente es que está toda narrada con imágenes, sin diálogos ni bloques de texto.
No es fácil contar una historia de más de 100 páginas con la imagen como única apoyatura, pero Mertens demuestra que le sobra jerarquía para acometer la epopeya. A nivel narrativo, la historia se desarrolla de manera clara y fluida, pasa de la cotidaneidad a la fantasía con total naturalidad. En esas transiciones es muy importante el color, que también es un elemento central en Béatrice. Mertens maneja unos engamados espectaculares, y cuando se va al blanco y negro también la rompe toda.
Estamos frente a una obra de una enorme belleza, que nos propone un viaje al pasado, a la nostalgia, a cuando las grandes ciudades europeas todavía conservaban una magia, un pulso, una dinámica que hoy se perdió. Béatrice nos invita a reflexionar acerca de eso, también acerca de la rutina, de un ritmo de trabajo que mecaniza y deshumaniza. Pero en un momento aparecen sueños, fantasías, anhelos, por qué no... y la trama se va en una dirección inesperada y maravillosa.
No quiero contar mucho más para no spoilear, pero sí, Béatrice es una obra fundamental, que pone a Joris Mertens en la lista de los autores a los que hay que seguir de cerca y comprarles todo. Me parece genial que una editorial argentina haya apostado por este trabajo, y que el autor belga haya aceptado que acá se publique en tapa blanda, tamaño más chico y papel más croto que el que debe haber usado Rue de Sevres para la edición francesa. En estas páginas vemos cómo la curiosidad de la joven protagonista abre las puertas hacia un mundo inesperado, cautivante y feliz. Ojalá los lectores y lectoras de nuestro país tengan ese mismo grado de curiosidad, le den una posibilidad a Béatrice y descubran esta auténtica maravilla. Gracias por la magia, es realmente emocionante encontrarse de la nada con autores tan talentosos a los que uno no tenía ni en pedo en su radar.
Nada más, por hoy. Falta poquito para clavar la pausa, pero vamos a intentar que no falten posteos de acá al 19. Gracias y hasta pronto.
lunes, 9 de octubre de 2023
SHOWCASE PRESENTS: THE UNKNOWN SOLDIER Vol.1
De a poquito y con paciencia, me bajé las casi 550 páginas de este masacote que republica las primeras 38 historietas del Unknown Soldier, todas aparecidas entre 1970 y 1975 en los nºs 151 a 188 de la revista Star-Spangled War Stories. Salvo alguna que otra excepción, son todas historias autoconclusivas y ninguna tiene más de 14 páginas.
Lo primero que hay que destacar es que las 10 primeras historietas las dibuja Joe Kubert a un nivel glorioso, en su estilo más moderno, más dinámico, pensado más para impactar que para agradar. Kubert era el editor de SSWS, es el creador del Unknown Soldier y en las primeras aventuras oficia de guionista y dibujante, con una libertad absoluta. Solo por estas páginas de Kubert (potenciadas por la posibilidad de apreciarlas en blanco y negro) se justifica tener el libro. Pero hay más.
A partir del quinto episodio, Kubert trae un guionista. Y no es Robert Kanigher (que aparece en el tomo, pero con un aporte muy menor), sino Bob Haney. Sí, el demente que escribía esas aventuras bizarras en Brave & the Bold, Teen Titans, Metamorpho y demás. Pero acá me saco el sombrero: los guiones de Haney tienen un nivel promedio más que decente, y un par ("Invasion Game" y "Totentanz") son brillantes. Haney se va a quedar al frente de la serie cuando Kubert deje de dibujarla, y aportará un episodio para que dibuje el maestro Doug Wildey (acá un poco más contenido que cuando le daban para dibujar historias del Far West) y dos para otra bestia como era Dan Spiegle. Acá me encontré a un Spiegle también muy ubicado, sin excesos, casi como si quisiera "ocultar" su estilo en favor de la claridad del relato. Hasta tiene secuencias que parecen dibujadas por Kubert o -para ser justos- por alguno de sus alumnos más aventajados, tipo Timothy Truman. Haney se queda incluso para escribir los dos primeros episodios de la larga etapa de Jack Sparling como guionista, y el primero de ellos ("Witness for a Coward") es excelente.
Yo suelo putear mucho cada vez que me aparecen historietas dibujadas por Sparling en los títulos setentosos de DC, y hoy no va a ser la excepción. El turro deja la vida en su primer episodio y para el segundo ya es cualquier cosa. Inexplicablemente, el tipo derrapa hacia un mamarracho que no le hace la menor justicia a los guiones y en total dibuja... ¡18 entregas! Casi medio libro te tenés que fumar a un dibujante que evidentemente no le ponía ni un gramo de amor al trabajo. Durante la "era Sparling" llega como editor y guionista el maestro Archie Goodwin y también escribe unas cuantas historias muy buenas (entre ellas clásicos como "Legends Don´t Die" o "Appointment in Prague"), pero el dibujo de Sparling desluce mucho el resultado final.
Cuando Goodwin deja los guiones entra en escena Frank Robbins, que va a intentar sin éxito armar arcos argumentales de más de un capítulo, y hasta nos va a presentar a una especie de contracara nazi del Unknown Soldier, también con resultados tirando a pobres. No es que todo lo que escribe Robbins sea choto, pero entre que tiene que suceder a un grosso como Goodwin y que para esa altura uno ya está hinchadísimo las bolas de padecer los dibujos de Sparling, es una etapa sumamente prescindible.
Finalmente, en el nº183 entra como editor el maestro Joe Orlando y cambia todo: las historias, si bien se mantienen en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, suman una arista más afín al género del terror y además llegan nuevos autores: un joven David Michelinie tomará los guiones y el filipino Gerry Talaoc tendrá a su cargo los dibujos. Michelinie no apesta ni la descose, y le va un poco mejor que a Robbins cuando intenta hilar varios relatos para armar una especie de arco argumental. Y Talaoc (extraña cruza entre Carlos Giménez, Alex Niño y los dibujantes españoles de línea clásica), sin ser genial, es claramente mejor que Sparling. El mejor episodio de esta dupla es, claramente, el que cierra este primer Essential. Tengo el segundo comprado, sin leer. El año que viene le voy a entrar, a ver con qué me encuentro.
En general, con el Vol.1 la pasé bien. Hay momentos en los que las misiones que le encomiendan al Unknown Soldier involucran peligros tan extremos, que decís "boludo, llamen a un superhéroe, no a un tipo común entrenado para ser re-poronga". No hace falta que sea el Spectre, o Green Lantern, con Hourman o Atom nos arreglamos. Pero claro, esto es de principios de los ´70, cuando las aventuras bélicas de DC estaban ambientadas en Tierra-1, la realidad en la que los superhéroes aparecieron unos 10-15 años después de terminada la Segunda Guerra Mundial. Después, cuando se unifican las tierras y los héroes de los comics bélicos co-existen en tiempo y espacio con la Justice Society, la lógica de estos relatos se deshilacha hasta hacerse absurda. Por eso siempre está bueno leer los comics en su contexto.
Nada más, por hoy. Gracias por el aguante y nos reencontramos en unos días, acá en el blog.
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jueves, 5 de octubre de 2023
JUEVES AL MEDIODIA
A ver si en el poquísimo tiempo que tengo llego a reseñar los dos libros que tengo leídos. ¿Dos libros, nada más, en... 258 días sin postear? Y, sí. Es lo que hay. Estoy con muy poco tiempo libre y además voy avanzando de a poco con un libro de muchísimas páginas que no se puede devorar todo de un saque bajo ningún concepto.
Arranco en 1997, casi en los albores de la carrera del increíble Joann Sfar y me zambullo en las 100 fabulosas páginas de París-Londres, una novela gráfica demasiado buena para ser real. Esto es un delirio genial, una aventura con toques cómicos en la que puede pasar (y de hecho pasa) cualquier cosa. Por momentos parece un tributo a las novelas decimonónicas de Jules Verne, por momentos parece una sátira a los clásicos relatos de espías de autores ingleses, y por momentos parece un sketch de Cha-Cha-Cha con presupuesto ilimitado. No sé cuánto de esto estaba planificado y cuánto improvisó Sfar sobre la marcha, pero el resultado es tan asombroso como satisfactorio. Me reí fuerte muchas veces, me copé con los personajes, el conflicto es delirante pero -en el contexto de la aventura rocambolesca que plantea el autor- tiene todo el sentido, los diálogos son brillantes (exquisita traducción de Ana Millán para la edición española) y una genialidad más, solo para entendidos: esta historia hace referencia a otras del mismo autor, y en un punto funciona como espina dorsal del Sfar-verso. Ya desde el vamos, uno de los protagonistas es Ossour Hyrsidoux, el personaje creado por Sfar para sus primeros dos álbumes. Después mencionan al pasar a Petrus Barbygère, protagonista de otros dos álbumes, que Sfar escribió (pero no dibujó) justo antes de este. Y en un momento, un personaje le cuenta a los otros la historia de "el Malka de los leones", la misma que Sfar va a desarrollar en un álbum de Le Chat du Rabin, pero en 2002. O sea que si sos fan del ídolo de Niza, acá vas a flashear fuerte de verdad.
El dibujo no se puede creer. Además de su característica (y sobrehumana) destreza con el plumín, acá Sfar usa pinceles más gruesos, fibrones, mete manchas onda Alberto Breccia, pasa de las texuras imposibles al claroscuro visceral incluso en la misma viñeta y rompe records en materia de expresividad y dinamismo en sus personajes, un elenco vasto y variopinto al que le saca un provecho inmenso. La puesta en página es clásica en casi todo el álbum: predomina la grilla de cuatro viñetas rectangulares del mismo tamaño, en dos filas de dos. Pero en las primeras 22 páginas (y en unas poquitas más a partir de ahí), Sfar prueba cosas distintas y le salen todas muy bien. A pesar de la plétora de detalles que mete este animalito en cada cuadro, y a pesar de que el texto no escasea para nada, la lectura se hace absolutamente dinámica y es casi imposible soltar el libro antes de llegar al final. Sin dudas, uno de los trabajos de Joann Sfar que más me pegó, que más disfruté y que más recomiendo en la voluminosa producción de este capo absoluto del Noveno Arte.
Un ya lejano 05/03/20 hablamos en este espacio del Vol.1 de Squirrel Girl. Desde entonces, el guionista Ryan North medio que "se puso de moda" y hoy debe tener muchos más fans que hace tres años y medio. Lo cierto es que recién anoche le entré al Vol.2 de esta serie que Marvel lanzó en 2015 y que llegó a acumular 58 revistitas, o 12 TPBs, como prefieras. La verdad, no creo que la compre hasta el final, pero este segundo librito me gustó mucho y por suerte tengo un par más en la pila del material ya comprado, a la espera de su turno para ser leído.
Este segundo TPB recopila apenas cuatro episodios de la serie regular, y se completa con apariciones de Squirrel Girl en historias cortas publicadas en otras revistas, todas escritas por el maestro Dan Slott. Y si bien ninguna está al nivel de las que escribe North, son anécotas divertidas, pequeñas boludeces que contribuyen a ilustrar cuál es el rol de esta joven heroína en el Universo Marvel. Y no, ninguna de esas historias cortas están tan bien dibujadas como las que salían en la serie mensual, donde el trazo de Erica Henderson realmente hace la diferencia y le otorga a estas aventuras esa dimensión única, casi emparentada con el comic indie.
En tres de los números que recopila el librito, North y Henderson se dedican a expandir el elenco de la serie, con nuevos personajes secundarios, nuevos villanos y la interacción de Doreen (nuestra joven protagonista) con más héroes y heroínas del Universo Marvel. Son aventuras que en un punto se vuelven desopilantes por la sobrecarga de elementos ridículos y extremos que incorporan, y esto está claro desde el principio. No es que te engañan prometiéndote la epopeya solemne y dramática y después te cagan, porque te dan una aventurita light y en joda. La consigna de la serie es, ante todo, cagarse de risa un rato y ver cómo esta piba se inserta de a poco en un panteón superheroico en el que -a priori- desentona grosso.
Y el primer número que ofrece el TPB (el 5 de la primera serie) es la gema: 22 páginas en las que varias personas cuentan historias sobre Squirrel Girl, todas improbables, o por lo menos inexactas. Esto le sirve a los autores para enfocar al personaje desde distintas ópticas que parecerían grotescas o distorsionadas... si no fueran versiones mínimamente alteradas de historias y dibujos que ya vimos en décadas anteriores en otros comics de Marvel. Acá vemos a Henderson acomodar su trazo para subrayar que lo que se narra es en realidad una paráfrasis de algo que ya narraron Frank Miller, Todd Mike Zeck, Jack Kirby... hasta en un momento hay un homenaje a Peanuts, como para ampliar aún más el universo de posibilidades. Esta historia es muy graciosa, le da mucha chapa a Nancy (la mejor amiga de Doreen) y además te deja claro que Henderson puede dibujar en el estilo que se le dé la gana. Prometo entrarle este mes al Vol.3, a ver con qué me encuentro.
Y hablando de encuentros, espero encontrarme a lectores y lectoras del blog (o de la Comiqueando) este finde en Paysandú, Uruguay, donde voy a estar participando una vez más de Heroica, el evento comiquero de dicha ciudad. Nada más. La semana que viene espero recuperar cierta regularidad en los posteos, y el 19 será momento de poner una pausa extensa en el blog, para dedicarme primero a un viaje de un mes por España, Francia y Bélgica, y después a la Comiqueando Digital que tiene que estar lista antes de fin de año. Gracias por tanto y perdón por tan poco.
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martes, 26 de septiembre de 2023
LA MAGIA DEL DIBUJO
A veces aparecen en los comics dibujantes tan brutales, tan categóricos, tan definitivos, que uno tira esa ya gastada frase de "esto podría no tener guion y aún así habría que comprarlo". Y algo muy loco es que estoy tentado de usar la frase para hablar de los dos comics que tengo para reseñar en el día de hoy.
El Vol.4 de Innocent tiene un argumento tan chiquito, que cualquiera capaz de estirarlo para que abarque 200 páginas es un genio, o un delincuente. Básicamente tenemos el final del plot que había quedado inconcluso en el tomo anterior (la truculenta ejecución de Robert-François Damiens) y las consecuencia de algo que sucede durante la ejecución y que potencia enormemente al personaje secundario más atractivo de la saga: Marie-Josephe Sanson. Con eso solito, Shin´ichi Sakamoto te tiene hipnotizado 200 páginas, gracias a la magia del dibujo.
La calidad gráfica que alcanza Innocent en este tomo es lisa y llanamente sobrenatural. No puede haber seres humanos en el numeroso equipo que secunda a Sakamoto. Son todos ángeles, djinns, duendes, hadas, marcianos... no sé qué corno son, pero el trabajo que ofrecen está a años luz de lo que se ve en el manga promedio. Acá vemos, ni más ni menos, a la atrocidad más abyecta convertirse en la belleza más sublime. Sólo un genio (o un equipo de genios) pueden hacer eso. La forma en que Sakamoto nos muestra el desmembramiento del pobre Damiens, seguido de la escena en la que Anne-Marthe tortura a su nieta, es algo que ningún fan de la narrativa gráfica puede olvidar jamás. Es sangriento, es truculento, es escabroso, sí, obvio. Pero es hermoso, es poético, es emotivo, te desarma todo por dentro y te deja pidiendo más.
Se ve que el material que quería meter Sakamoto en este tomito era poco, por eso al final vienen 20 páginas de texto, repletas de información. El autor y su equipo (tiene gente especializada en investigar el aspecto histórico de la época en la que transcurre el manga) nos brindan un montón de datos acerca de la vida real, perfectamente documentada, de la familia Sanson, y de cómo funcionaba a grandes rasgos esa justicia francesa que tenía a los verdugos como principales ejecutores de las sentencias que requerían la muerte de los acusados. Son más o menos los mismos datos que nos ofrece el manga a lo largo de la lectura de estos primeros cuatro tomos, pero presentados de manera más lineal, más compacta y más clara, como para que nadie diga "no entendí bien el contexto en el que está ambientada la saga".
La verdad que no quiero contar mucho más del argumento, y -como ya dije- el tomo consiste básicamente de dos secuencias muy extensas, a las que nada de lo que yo diga les puede hacer justicia. Recomiendo cada vez más Innocent y me alegra mucho que Ivrea haya confirmado la edición en Argentina de su secuela.
Y me voy a EEUU, año 2022, cuando se recopila en TPB la maravillosa Step by Bloody Step, la serie de Simon Spurrier, Matías Bergara y Matheus Lopes que antes se había publicado en simultáneo en ese país y en Francia. Acá el tema de "comprarla por el dibujo" está acentuado por un detalle bastante conspicuo: se trata de una saga de unas 160 páginas sin texto, donde todo lo que sucede está narrado con las imágenes.
¿Qué onda Spurrier? ¿Es un ñoqui que cobra por no trabajar? No, el británico imaginó a los personajes y trazó la historia, además de entregar un guion detallado, que explica cuadro a cuadro qué es lo que se va a ver. Y es una historia atrapante, con machaca, misterio, ternura, cierto vuelo poético... En general uno supone que las historias sin texto son bastante más básicas y sencillas que la que se propone contar Spurrier en Step by Bloody Step. Acá hay una trama ambiciosa, un world-building zarpado y un vínculo entre los protagonistas de la saga que no necesita palabras para ser profundo, creíble y vital.
Para contar una historia de 160 páginas sin palabras, necesitás que tu dibujante sea un maestro ninja del arte secuencial. Alguien que maneje perfectamente el armado de la página, el flujo de las secuencias, la elección de las angulaciones, la composición de las viñetas, las expresiones de los personajes... Y bueno, Spurrier ya se había sacado la lotería en Coda, cuando formó equipo con Matías Bergara, y acá una vez más el crack uruguayo demuestra por qué es uno de los historietistas más completos y talentosos que tiene el arte que más nos gusta. Potenciado como si fueran una sola persona por la paleta mágica y majestuosa de Matheus Lopes, Bergara se lanza a darle vida a este mundo fantástico y carnadura a estos dos personajes (la nena y el guerrero) a los que descubriremos a través de aventuras y ordalías clásicas, pero no obvias ni predecibles.
Al no tener texto, se supone que uno va a prestarle muchísima atención a cada viñeta de Step by Bloody Step... y cómo no hacerlo cuando la faz gráfica alcanza estas cotas de belleza, este despliegue de magia, imaginación y talento. Me encontré con imágenes que me remitieron a Moebius, a Philippe Druillet, personajes secundarios que me hicieron flashear Alfonso Font, secuencias que me hicieron sentir que estaba viendo una película de animación... La conjunción entre Bergara y Lopes me transportó por completo a este mundo, me hizo sentir en carne propia esos climas, vibrar con esas batallas, emocionarme con esas miradas, esos gestos... Realmente era el pedo ponerle palabras a este relato: en las imágenes está todo, y se disfruta enormemente, como cada vez que guion, dibujo y color se ensamblan de un modo tan increíble. Si no leíste Step by Bloody Step te estás perdiendo una gema del Noveno Arte, de verdad.
Bueno, nada más. Perdón por postear tan espaciado, pero estoy con muy poco tiempo libre. De acá a fin de año voy a poder postear realmente muy poco, así que también pido disculpas por adelantado, por lo que (no) va a suceder en los próximos meses. Nos vemos mañana a las 22:30 en vivo en el canal de YouTube de Comiqueando, y en persona los días viernes, sábado y domingo en el FIC de Santiago de Chile. Y ni bien pueda, reaparezco con nuevas reseñas acá en el blog.
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viernes, 22 de septiembre de 2023
MAÑANA OTOÑAL
Empezó la primavera, pero se ve que todavía no le llegó la notificación para presentarse a laburar, por lo menos acá en Buenos Aires. Todo bien, la esperamos un par de días más.
Vamos con las reseñas, que a eso vinimos. El 30/04 de este año me tocó hablar del Vol.6 de The Amazing Adventures of the Escapist, esa antología en formato prestige que publicaba Dark Horse allá por 2004-2005. Y bueno, ahora voy un toque para atrás, para reseñar el Vol.5. Un tomito de 80 páginas que por ahí no deslumbra tanto con el listado de autores que participan, pero me dejó bastante satisfecho.
La primera historia tiene un guion sugestivo, en el que Kevin McCarthy lleva a otro nivel el concepto de "escapar hacia la libertad". Es una estructura muy clásica, casi predecible, pero está claro que el foco no está puesto en la aventura en sí, sino en el mensaje. Y el dibujo de Shawn Martinbrough la rompe en mil pedazos. Después llega el maestro Paul Grist, con una historia breve, mucho menos sustanciosa, apoyada casi exclusivamente en el encanto mágico de su dibujo y su puesta en página.
Howard Chaykin dice "presente" una vez más, ahora como guionista de una historia bastante bien dibujada por David Hahn, un tipo que generalmente me produce bostezos. El guion es una especie de sátira a los comics de DC de la Silver Age, y por ese lado funciona bien. Jeffrey Brown nos propone la versión "comic indie" del personaje creado (en la ficción que inventó Michael Chabon) por Cavalier y Klay, en una anécdota menor que se hace larga al pedo. Y para terminar, una muy linda historieta, con resonancias intencionales a aquel famoso primer team-up entre Green Lantern y Green Arrow, en la que The Escapist demuestra que también está para ayudar a un viejo afroamericano que está en las últimas. Esto está escrito por Jason Hall y dibujado por Eric Wight, que es una especie de Steve Yeowell bueno.
Y una vez más, me encuentro con unos textos brillantes, en los que especialistas en la historia del comic (entre ellos nada menos que el mítico Roy Thomas) aportan artículos en los que nos retroinjertan en la continuidad (o sea, en la historia del medio) a The Escapist, sus autores y las editoriales que publicaron sus historietas a lo largo de las décadas. Esto está tan bien hecho que si no sabés la historia de The Escapist, de la novela The Amazing Adventures of Cavalier and Klay y demás, te podés comer tranquilamente el verso de que estamos hablando de un superhéroe posta aparecido en la Golden Age y continuado por distintos autores hasta los años ´70. Creo que me falta un sólo librito para completar todas las entregas de esta antología, así que sigo atento, a ver si aparece, porque hasta ahora, todas las entregas tienen unas cuantas cositas recomendables, ya sea en los guiones, los dibujos o los artículos. Y además soy muy fan de la novela de Michael Chabon, así que cualquier cosa que conecte con ese universo, me ceba.
Me vengo a Argentina, año 2023, cuando se recopilan en libro las 270 tiras de León Rey, originalmente publicadas con periodicidad diaria por J.J. Rovella en sus redes sociales. Lo más impactante de esta obra es eso: Rovella hizo cada una de estas tiras en un día. Son tiras que en algunos casos tienen hasta cinco o seis viñetas, con un nivel de dibujo que ya no se ve en las tiras de los diarios. Fondos muy laburados, grises aplicados con gran criterio, mucha variedad de enfoques (no son todas cabecitas que hablan), gran atención a detalles de iluminación, texturas... La verdad que lo que dibuja acá Rovella es demasiado para una historieta realizada con periodicidad diaria y pensada para publicarse de manera gratuita en la web. El argumento de la tira le da a Rovella la oportunidad de dibujar no sólo seres humanos, sino también un amplísimo abanico de animales, algunos antropomorfos y otros no, y todos están perfectamente retratados. Visualmente estamos ante una historieta fascinante, sin ningún tipo de fisuras ni titubeos.
El guion de León Rey es un toque más extraño. La historieta mezcla dos cosas: por un lado, la clásica tira diaria más o menos costumbrista, que busca cerrar cada entrega con un remate si no humorístico, por lo menos ingenioso. A veces es un chiste más tradicional, a veces un juego de palabras, pero va por ahí. Y por el otro lado, muchas de las tiras se concentran en el aspecto más aventurero de la obra y están armadas sobre un cierto andamiaje dramático, con finales jodidos en forma de cliffhangers y una tensión que Rovella hace crecer entrega a entrega. Esa tensión entre las dos formas de plantear la tira hace que la lectura sea rara, que uno diga "pará, ¿qué carajo está pasando acá?, ¿qué me quiere contar este tipo?"... hasta que ya para la segunda mitad del libro, la trama aventurera gana la pulseada y León Rey empieza a avanzar en una única dirección.
Y ahí nos encontramos con un relato también extraño, que ofrece explicaciones bizarras al estilo Twilight Zone para todo lo que vimos a lo largo de la tira, incluso cosas que parecían puestas ahí para generar un efecto humorístico, como el hecho de que León vea a los humanos con cabezas de animales. Nada es lo que parece ser, y a medida que caen los velos, Rovella blanquea quiénes son los malos, quiénes los buenos, cuáles son los planes de cada uno y cómo funciona este cruce entre realidades, cuya complejidad no tiene nada que ver con las tramas típicas de las tiras costumbristas onda El Loco Chávez o El Negro Blanco. Es increíble cómo en un formato tan restrictivo como el de la tira, Rovella logra contar una historia tan ambiciosa, en la que pasan tantas cosas zarpadas en espacios tan reducidos.
Si sos fan de Rovella, si todavía no lo descubriste, o si te interesa ver a un dibujante completísimo explorar los límites de lo que se puede hacer en el formato (y la periodicidad) de la tira diaria, entrale a lo bestia a León Rey. Una animalada, posta.
Nada más, por hoy. Nos leemos pronto por acá, o nos vemos en el canal de YouTube de Comiqueando, o nos escuchamos en el Podcast de Comiqueando o en Distinguida Competencia. O nos encontramos en vivo, en Santiago de Chile, en apenas siete días.
martes, 19 de septiembre de 2023
NOCHE DE MARTES
Bueno, salen con fritas dos reseñas más, de libros bastante breves.
Sigo a la caza de la colección de álbumes editados en Francia en los años ´70 por la editorial Dargaud, con reediciones de material originalmente aparecido en la mítica revista Pilote. Y así llegué a un tomito que no sabía que existía: Les aventures d´Al Crane, una serie de historias cortas en las que el maestro Gerard Lauzier oficia sólo como guionista y le deja los dibujos a Alexis, un dibujante cuyo trazo resulta muy idóneo para lo que se propone hacer Lauzier en esta serie: deconstruir, parodiar y ridiculizar al género western.
Alexis resulta un gran socio en esta tarea, porque es un dibujante muy correcto de estilo realista, probablemente influenciado por Jijé (como Jean Giraud), con un muy buen manejo de la documentación para recrear armas, carruajes, locaciones, caballos, indios y demás elementos clásicos del western. No le sobra mucho, y cuanto más trata de acercarse a la estética de Giraud, más se nota la abismal diferencia entre un dibujante y otro. Lauzier lo bombardea al pobre Alexis con algunas viñetas recontra sobrecargadas de texto, donde el dibujante no se luce en lo más mínimo, pero para compensar, las aventuras de Al Crane (que en francés suena igual que "alacrán") suelen tener secuencias mudas en las que sí lo vemos a Alexis más cómodo, más a gusto, con más herramientas para demostrar que es un dibujante por lo menos muy solvente.
Los relatos de Lauzier nos muestran al típico cowboy recio como un estereotipo violento, machista, racista y sin el menor altruismo. La primera historia es básicamente un chiste largo, muy jugado a un remate con el que los autores sorprenden al lector que cree estar leyendo un western más. Y después, Lauzier empieza a darle una forma más consistente a la serie, con personajes secundarios y situaciones que se van a desarrollar a lo largo de los distintos episodios autoconclusivos, a veces como motores de la trama central y a veces como decorado, como cosas que nos muestran de fondo mientras Al Crane resuelve otras cuestiones. Las historias que no se van de mambo con la violencia (encarada para el lado de un humor negro macabro y por momentos escalofriante) juegan con el tema del sexo, sin irse tan a la mierda, porque Pilote era una revista apuntada a un lector adolescente.
De este álbum (que, descubro después, es sólo el primero de varios) creo que las dos historietas que más me gustaron son la primera, porque nunca me vi venir el desenlace, y la quinta, que es donde el humor negro pega un salto cuántico y supera ampliamente mis expectativas. Leí muchas historietas de Lauzier, lo sigo con vehemencia desde que tengo 14 años, pero nunca me imaginé que el ídolo iba a pelar esos giros argumentales tan atroces, y menos en una historia corta, planteada básicamente en joda. Si sos fan de Lauzier y no conocías a Al Crane, ojalá esta reseña te haya servido para completa el mapa de las obras de este monstruo sagrado del comic francés, del que no encontré nunca una historieta que me decepcionara.
Me vengo a Argentina, año 2023, cuando se recopila en un lindo librito a todo color Mirame, una historieta que Diego Agrimbau y Tomás Aira habían serializado de modo muuuuy lento, a lo largo de muchos años en una plataforma de comic digital. El libro tiene un sólo problema: el texto de la contratapa te plantea una premisa que está genial... pero no tiene mucho que ver con lo que sucede en la historieta.
Fuera de eso (y sin meterme en la trama, porque cualquier detalle puede funcionar como spoiler), me encontré con una historia extraña, con varios giros impredecibles, que te atrapa desde la primera viñeta y te enrosca a gusto y piaccere. Agrimbau, gran conocedor del oficio del dramaturgo, juega con algunas nociones básicas de la puesta teatral, incluso por momentos sin que el lector lo note. Pero -como en las obras de teatro de escaso presupuesto- toda la historia transcurre en una única locación y todo está apoyado en los diálogos y la interacción entre cuatro (¿o cinco?) personajes en cuya construcción está el principal mérito del guionista. La tridimensionalidad de su elenco, la dinámica entre ellos y esos giros impredecibles que ya mencioné alcanzan para que Mirame te tenga hipnotizado a lo largo de sus 58 páginas, sin recurrir a nada ni remotamente parecido a una estructura de aventura, o de romance, o de sexo, o de rosca política. Acá prácticamente no hay acción, no hay cheap thrills. La cosa va por otro lado y va muy bien.
El trabajo de Tomás Aira me pareció realmente brillante. No sólo el dibujo, sino también el color, que es excelente. Me encantó cómo elige las tonalidades para los distintos momentos, y lo mucho que le suma esa paleta a un dibujo muy logrado. Aira trabaja en una estética realista, con mucha atención por detalles como la ropa, los peinados, y sobre todo el lenguaje corporal y las expresiones faciales de su elenco. Por ahí repite un poco algunos planos (esos que se centran en las cabezas de los personajes) y hay páginas en las que vendrían bien un par de viñetas más en las que aparezcan los fondos. Pero la narrativa es ágil, es clara, es ganchera y todo esto sin salir de grillas clásicas, sin experimentar para nada por el lado de la puesta en página.
Realidad y ficción, contención y psicopateadas, seducción e indiferencia, un toquecito de misterio, una pizca de violencia y unas cuantas sorpresas grossas te esperan en Mirame, una historieta tan atípica como difícil de olvidar. Perdón que no ahonde más en la trama, pero -repito- no quiero revelar ninguno de los secretos que Diego y Tomás guardan bajo la manga.
Suficiente, por hoy. Sigo adelante con las lecturas y queda la invitación para encontrarnos el miércoles 27 a las 22:30 en una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta (en el canal de YouTube de Comiqueando), o sino en unos días, acá en el blog.
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