martes, 6 de abril de 2010
06/ 04: VALERIAN: BROOKLYN STATION TERMINUS COSMOS
Otra del futuro, pero en la que viajan al presente, o sea, a nuestro pasado. Sí, ya sé, no se entiende nada… A ver: Valérian es del futuro, pero trabaja de agente espacio-temporal para una organización conocida como Galaxity. La misma detecta un problema de dimensiones cósmicas en 1980 y ahí lo mandan a Valérian. La fecha no es casual: esta historia se realizó en 1980 y se editó como álbum en el ´81. Por eso, para sus primeros lectores, esta era la historia en la que Valérian venía al presente y para los que la leemos 30 años tarde, no.
También es importante señalar que este es el décimo álbum de Valérian, o sea que agarramos a la saga no sólo ya empezada (lo cual poco importa, porque sin no leíste el tomo anterior, te lo resumen en la primera página), sino además completamente afianzada. Acá el maestro Pierre Christin ya había escrito todos esos guiones fundacionales, los que sentaban las bases científicas, geográficas y hasta ideológicas que le dan marco a la serie, y el grossísimo Jean-Claude Mézieres ya está tan canchero en lo suyo, tan curtido de dibujar naves y planetas fumados, que se banca dibujar con milimétrica precisión el París de 1980, que además le quedaba un poco más cerca que Alflolol o Hypsis.
Algún día escribiremos más a fondo (seguramente en la Comiqueando) acerca de cómo Valérian cambió la forma de pensar la ciencia-ficción, no sólo en la historieta, sino también en el cine. Sin esta serie no hubiésemos visto jamás escenas como la de la cantina de Mos Eisly en la primera Star Wars, sin ir más lejos. Pero ahora me tengo que concentrar en este tomo, donde termina la primera aventura de Valérian que se extiende a lo largo de más de un álbum (luego vendrán varias trilogías, como para devolverle el choreo al amigo George Lucas) y se sostiene a fuerza de un argumento más complejo que los habituales, donde la bajada de línea está, pero no con el protagonismo que le otorga Christin en los 5 ó 6 primeros álbumes.
Básicamente, algo muy grosso que está sucediendo en un remoto asteroide va a tener nefastas consecuencias para la Tierra en 1980, y ahí van los agentes a investigar. A Laureline le toca el asteroide y a Valérian la ciudad de París primero y Brooklyn después, a medida que las pistas lo llevan de un lado al otro del Atlántico. A esta altura ya hubo varios momentos hot entre ambos, y el hecho de estar separados y que Valérian tenga que arrastrarle el ala a una espía yanki para sacarle información, genera las chispas necesarias para que Christin meta certeros toques de comedia romántica. La acción esta vez es poca, porque la amenaza es tan grossa que resulta imposible contenerla con un rayito o un par de trompadas… aunque con un par de gambas y un par de pechos como los de Laureline, por ahí salvamos un empate. La otrora pacata Laureline (que proviene de la Europa medieval) se ve obligada a actuar como un yiro de cabarulo para salvar al universo y de paso, darle un poquito de eye candy a la muchachada.
Los otros personajes entran y salen de escena de modo armónico, organizado, sin confundir y sin dejar de hacer su aporte a la trama. El final deja a la mitad de los protagonistas con más preguntas que respuestas (sólo Valérian sabe lo que hizo Laureline) y le apuesta unas fichas al optimismo, al plantear que las mega-multinacionales cambiarán la cooperación por la depredación mutua.
Con personajes perfectamente desarrollados en una trama que combina aventura, ciencia-ficción, misterio, comedia, espionaje y un toquecito de erotismo, esto se acerca peligrosamente a la categoría de Historieta Perfecta. Pero bueno, es Valérian, una serie que durante más de 40 años mantuvo altísimos sus standards y los del comic de aventura en general. Falta mucho para que aparezca otra serie que se la banque allá arriba tanto tiempo…
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1 comentario:
Como con otras tantas reseñas de este oscilante blog, los análisis son bastante interesantes y nos dan ganas de leer el comic a los que no lo conocíamos previamente. Lo que sí me parece muy tonto es eso de subestimar al lector creyendo que no va a entender de una lo de futuro/presente/pasado. Con la primera oración bastaba, Papita, que seremos forros y subnormales pero no por ello tan estúpidos.
Light-kul
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