jueves, 1 de abril de 2010
01/ 04: LOBO: PORTRAIT OF A BASTICH
Este libro (otro hallazgo de mesa de saldos, esta vez detectado con ojo clínico por Fede “Freak” Velasco en pleno Animatate) no es otra cosa que una reedición en un sólo tomo de las dos primeras minis del Capo: The Last Czarnian y Lobo´s Back. Acá fue donde Lobo se convirtió en todo un símbolo de una época, en un paradigma perfecto de todo lo que el comic de superhéroes tradicional NO PUEDE aceptar bajo ningún concepto.
Creado en 1983 por Roger Slifer y Keith Giffen, el personaje cuaja recién en 1990 cuando este último forma equipo con dos británicos, Alan “la Bruja” Grant y Simon “la Bestia” Bisley. Ese encuentro es también el encuentro entre las dos grandes ramas de renovación del género superheroico que estallan a partir de Watchmen y Dark Knight. Los británicos (con el Marshall Law de Pat Mills y Kevin O'Neill a la cabeza) exploraron más la vertiente deconstructivista, que es la que despoja al superhéroe de sus rasgos más glamorosos para quedarse con lo más básico y lo que -para la propia cultura inglesa- resulta más amenazante: el cana facho, violento, descerebrado y dispuesto a pisotear los derechos de cualquiera en pos de lo que cree correcto. Giffen, por su parte, lideró la vertiente costumbrista, es decir, el intento de enfatizar el lado humano del superhéroe, su faceta de "tipo que mira tele, toma birra con los amigos, sufre para llegar a fin de mes y se gana minas muy de vez en cuando". Y Lobo es el producto del cruce entre ambas, la fusión en un único personaje de los presupuestos "El héroe es un facho peligroso con cero respeto por la vida humana" y "El héroe es un tipo jodón, kilombero y medio ganso como cualquiera de nosotros".
Lo de “héroe”, por supuesto, entendido en un sentido laxo del término, porque empezamos por aclarar que el Capo es todo lo que el comic de superhéroes tradicional NO PUEDE aceptar. Y las reacciones a Lobo fueron, básicamente, dos. Una, obvia, inmediata y miope, fue la de Image. Los chicos no entendieron que Lobo era una ironía y lo tomaron como modelo: puteadas, chumbos gigantescos, mucha sangre, diálogos con mínima elaboración, machismo extremo, cero énfasis en la historia, el pasado y las motivaciones del protagonista, pocos o ningún personaje secundario interesante... todo eso era fácil de hacer, y hacia allí fueron toneladas de comics de Image y sus imitadores. En el camino se perdió el mensaje, disimulado tras la fina ironía británica y que era, básicamente, "Ser como Lobo está mal". Como Lobo vendía, ser como Lobo estaba bien.
La otra reacción tardó un poco más, y provino de los autores que sí entendieron el mensaje. Para ellos, un Lobo era tolerable, pero una industria basada en clones de Lobo, Punisher y Wolverine, seguro que no. Lobo estaba mal y había que redescubrir aquello que estaba bien. Esa es la consigna de los Neo-Tradicionalistas, un movimiento que tuvo a Kurt Busiek y Mark Waid como referentes centrales. Si leiste Marvels, o Kingdom Come, el mensaje es claro: tratemos de redescubrir qué es lo que nos hacía maravillarnos con los superhéroes cuando los conocimos. Seguramente no era que mataban gente cagados de risa, ni que se excitaban los unos a los otros con esos trajecitos ajustados. Había otras cosas, otras sensaciones, y hacia ahí se encamina esta búsqueda.
O sea que si flasheaste con Kingdom Come o si lanzaste con Bloodwulf, el culpable es uno sólo: Lobo. Y este libro, con el que te vas a mear de risa y cuyas imágenes salvajes y alucinantes te van a dejar el cerebro como un plato de mondongo recién vomitado por el Ogro Fabbiani, es el puntapié inicial de ese delirio de violencia festiva y guarrada de alto vuelo. Después, toooodo lo demás, tooooda esa bola que se armó alrededor de Lobo, toooodas esas historietas de Lobo mil veces más light que esta, se pueden discutir, o incluso ningunear o basurear. Pero lo que hacen Giffen, la Bruja y la Bestia en estas dos sagas es un laburo fundacional, para figurar ya no entre los greatest hits de los ´90, sino entre los libros de historia de la historieta. Frag ya!
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4 comentarios:
No puedo coincidir mas con esta reseña. Lobo fue, en aquellos días, un personaje que me obsesionó, y comencé a adquirir, de forma ciega e inconsciente, todo tipo de miniserie o One Shot que saliera de él. El título mensual de la Bruja Grant no me simpatizaba, así que lo descarté muy al principio, pero hoy por hoy debo tener cerca de 60 comics con el personaje como protagonista, fuera de su serie propia.
Aparte de estas dos minis, recomiendo el One Shot "Lobo Paramilitary Christmas Special" que tiene idéntico equipo creativo y es uno de los delirios mas altos de este equipo, y un predecesor de las futuras parodias que veríamos de Santa Claus en algunos Cartoons Yanquies (Futurama, por ejemplo). Y luego, la mini "Lobo Infanticide", esta ya no cuenta con Bisley en los lápices pero lo tenemos al propio Giffen haciéndose cargo de los mismos, que comienza con trazos bastante tranquilos y bien definidos en el 1er número para terminar delirando en grande hacia el final de la misma. Y la trama es sencilla pero genial, y efectiva: el enfrentamiento final debería ser una de las grandes "escenas" del Comic de los '90. Bite Me, Fanboy!
Excelente reseña,Andrés!Lobo es un gran personaje,y me pareció muy interesante lo que explicas ahí del neo-tradicionalismo y la barrera de aguas entre Kingdom Come (buen choreo a Twilight y el Squadron Supreme de Gruenwald) y abortos como Nightrasher o Youngblood. Te sugiero un blog del Main Man que es espectacular: lobosback.blogspot.com
la frase del mondongo es poesia pura.
Absolutamente de acuerdo con la reseña, y también con lo que dice Logan: Navidad Paramilitar e Infanticidio para mi juegan. Salvando las distancias, me hizo acordar un reportaje a García Marquez que contaba que de chico leyó La Metamorfosis de Kafka y dijo "mierda, no sabía que se podía escribir así". A mi me pasó en su momento lo mismo con Lobo cuando lo leí por primera vez, no sabía que se podían hacer historietas así. Let's get fraggin rock'n roll!
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