el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 12 de junio de 2010

12/06: 1811


Sigo mi recorrida por la historieta reciente de los países latinoamericanos, y hoy, como pasé todo el día con Robin Wood, me puse las pilas para reseñar 1811, la novela gráfica en la que el creador de los greatest hits de la difunta editorial Columba recuenta en clave de historieta nada menos que la gesta de la independencia paraguaya.
Lo acompaña en el emprendimiento el maestro Roberto Goiriz, uno de los tipos que más saben de historieta paraguaya, y además uno de los historietistas paraguayos de mayor proyección internacional. Goiriz es una especie hombre del Renacimiento, que es la forma cool de llamar a los comodines, o a los jugadores de toda la cancha. Es ilustrador, diseñador gráfico, humorista, publicista, novelista, historietista, docente, y donde nos descuidemos, lo vamos a ver como intendente de Asunción, o como presidente de Cerro Porteño, el club de sus amores.
El trabajo de Goiriz en 1811 prioriza, ante todo, la accesibilidad. Experto en medios masivos, el dibujante sabe que la historieta se va a regalar junto al diario más vendido del país hermano, y en lugar de esforzarse por gustarle a los fanáticos del comic, pone todo para que la obra resulte visualmente atractiva para quien habitulamente no consume historietas. Todo está muy claro, muy fácil de digerir, y por ahí falta un poco más de expresionismo, un approach que acentuara desde lo gráfico el dramatismo de la historia, pero seguramente ese approach habría ahuyentado a ese lector ocasional al que apuntaba este trabajo. El colorista Edgar Arce, demasiado preocupado por iluminar cada escena con luz de vela o de fogón (que era lo que había en 1811) es el responsable de que sea casi imposible percibir algunos detalles finos y muy logrados del trazo de Goiriz, que uno pudo ver en sus originales en blanco y negro. Pero, de nuevo, el estilo utilizado por Arce es el ideal para que esta historieta le resulte atractiva al lector eventual. Goiriz, mientras tanto, no escatima algunas planificaciones más jugadas y pilotea con solvencia las extensas escenas donde sólo vemos gente hablando. Y por supuesto, trabaja con rigor histórico las vestimentas, armas y paisajes que la trama requiere.
Hablábamos del dramatismo de la historia, y la verdad es que Robin Wood la des-dramatiza bastante. Los personajes, más que héroes, son seres humanos. Y los picos de tensión, donde el tono deja de ser intimista y casi personal para acercarse a la epopeya, son uno o dos, puestos en momentos clave. Los protagonistas están (supongo yo desde el desconocimiento) un toque caricaturizados: el Doctor Francia es una especie de Sr. Spock, frío y calculador a niveles vulcanos, mientras que el Gobernador Velasco es un villano cobarde y carente de la menor dignidad. Manuel Belgrano aparece como un tipo equivocado pero bienintencionado y Fulgencio Yegros es una especie de Aragorn, que llega siempre en el momento justo para dar vuelta los combates decisivos.
Pero de nuevo, la historia además de humanizarse se respeta, y Robin plasma con rigor, pero también con onda, tanto las batallas como las intrigas palaciegas, que (si leíste Dago, Dax, o El Cosaco lo sabés bien) son una de sus especialidades. 1811 es un comic importantísimo para la historieta latinoamericana, de capital importancia para el Noveno Arte paraguayo, y que fuera de Paraguay puede abordarse como una lectura didáctica y dinámica, capaz de entretener al lector de aventura clásica casi sin proponérselo.

4 comentarios:

diegokbzon dijo...

Que grandes Robin y Goiriz (más ahora que sé que es de Cerro jeje). Por supuesto que tengo la serie.
Y aunque a la mayoría de las veces no tengo la más pálida idea de lo que estás hablando, siempre te leo porque resulta muy agradable hacerlo.
Un abrazo desde Paraguay.

Andres Accorsi dijo...

Gracias, Diego!

Anónimo dijo...

Genial Andrés!

ARIEL AVILEZ dijo...

YA QUE MENCIONA AL SPOCKEANO DR. FRANCIA -el mejor personaje de esta historia- LE RECOMIENDO UNA RECOMENDACIÓN DEL MISMÍSIMO GOIRIZ: EL NOVELÓN DE AUGUSTO ROA BASTOS, "YO, EL SUPREMO".
EL PERSONAJE HISTÓRICO ES RIQUÍSIMO; EL PERSONAJE DE LA NOVELA ES GENIAL.

GRAN RESEÑA!