el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 23 de noviembre de 2012

23/ 11: IBICUS

Qué pena tener poco tiempo para dedicarle a esta reseña.
Este es el tomo integral de Ibicus, un mega-broli de más de 530 páginas que contiene lo que originalmente se publicó en cuatro tomos, entre 1998 y 2001. Yo había leido sólo el primero, hace varios años y en francés. Cuando vi barato el integral, no lo dudé un segundo: esa era una historia que me interesaba leer hasta el final.
Pascal Rabaté adapta en esta historieta la novela homónima de Alexis Tolstoi, de 1926, en la que –de la mano de Simeón Nevzorof- presenciamos el estallido de la revolución que le cambia la cara al decadente Imperio Ruso en 1917. A Rabaté (y presumo que también a Tolstoi) no le interesa tanto la revolución en sí como las consecuencias que genera en la vida cotidiana de los rusos, tanto los aristócratas como los burgueses, los empleados de los ricos que formaban algo así como una clase media. Simeón viene de ese palo, pero su ambición lo hace aspirar siempre a más: no va a parar hasta hacerse millonario y va a intentar capitalizar las turbulencias socio-políticas a su favor, con desparejos resultados.
Básicamente, de eso se trata Ibicus: Simeón, a fuerza de una pasmosa falta de escrúpulos y una perspicacia muy especial, sobrevivirá a todos los sacudones de esta Rusia convulsionada, a costa de convertir a su vida en una montaña rusa con caídas tremendas a la desgracia y la miseria y acensos meteóricos hacia sitiales de obscenos privilegios. Nada le dura demasiado a Simeón, excepto la convicción de que él está para más, de que su destino es uno de riquezas y prestigio más allá de quién gobierne a su país.
A lo largo de tantas páginas, al protagonista le pasa de todo. Y tan cambiante como la suerte de Simeón son los climas que propone la novela: hay momentos de euforia, momentos sórdidos, escenas teñidas por runflas espúreas, largas secuencias en las que se impone una atmósfera de espionaje, de capa y puñal, otras que derrapan hacia el patetismo más abisal... En todas, Rabaté demuestra un criterio y una sabiduría envidiables a la hora de elegir, de privilegiar los momentos que nos va a mostrar, los tramos de la novela en los que decide hacer hincapié. A la quinta o sexta página, te olvidaste de que esto originalmente era una obra literaria: Rabaté te convence de que Ibicus es, fue y será una historieta y pela un imbatible arsenal de recursos narrativos para que te sumerjas a fondo en la historia y no quieras soltar el libro hasta haber llegado al final.
Hay un sólo “problema”, un sólo item muy discutible: el estilo gráfico (no la narrativa) de Rabaté no es demasiado original. De hecho, es un clon milimétrico del Alberto Breccia de Perramus. Rabaté debe haber estudiado a fondo esas páginas, de alguna manera “le sacó la ficha” a ese estilo del Viejo que combina manchas negras con aguadas más sutiles para lograr varias tonalidades de gris, y hasta logró reproducir el mismo grado de estilización en los personajes. No así en los fondos, a los que Rabaté conserva más cercanos al realismo fotográfico (aunque laburadísimos en esta técnica aprendida de Breccia). También aparecen algunos “mattottismos” (bienvenidos sean), pero básicamente no hay viñetas de Ibicus que no nos remitan al Perramus de Breccia. Esto significa que tenemos por delante más de 500 páginas de una calidad visual majestuosa, porque –no jodamos- lo que hizo Breccia en Perramus fue monumental. Rabaté no se queda atrás a la hora de deleitarnos con imágenes bellísimas, de enorme impacto, de gran plasticidad, gran expresividad, siempre a tono con los climas que sugiere la trama. O sea que, así como le reprocho a Rabaté haber reciclado un estilo que él no inventó, también lo ovaciono por los óptimos resultados obtenidos.
No dejes escapar a Ibicus. Se merece infinitamente todos los premios que se ganó. Posta, es una lectura fundamental, ideal además para compartir con algún fan de la literatura rusa que todavía no se haya subido al viaje de ida del Noveno Arte.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Usted q se encarga de la distribucion y chusmerio de Cibersix, q a pasado con el namber chu(numero dos en ingles para aquellos q no entienden),se publicara?

Sucubo dijo...

Por lo que sabe, viene con el salariaso y la mudanza de la capital a viedma

Guido Cuadros F.A. dijo...

che, supongo que las reseñas que escribes así a la velocidad del pedo no las incluirás en tu libro ¿no? demasiado genéricas loco.

Anónimo dijo...

andres como puedo hacer para hacerte un pedido de comics que vos distribuis? Tenes algun mail?abrazo

Andres Accorsi dijo...

Anónimo, el contrato de Cybersix era por tres libros. Quiero suponer que se va a cumplir.
Guido, por ahora no está en mis planes lanzar nuevos libros con los textos del blog.
Otro Anónimo: yo le vendo a los comercios, no al público. Cualquier cosa acercate a mi mesa en la próxima Rocketbooks y fijate qué tengo, que ahí suelo vender por debajo de precio de tapa.

Mauro Vargas dijo...

Me compré el primer tomo y si, en lo gráfico Rabaté miro mucho a Beccia. Lo que tiene a favor en comparación al "Tripero" y su "Perramus"(Que aclaro me alucina), es que las páginas de Rabaté son legibles, los personajes respiran en las viñetas, mientras que en Breccia muchas veces tenes que hacer foco, detenerte ya que hay muchas texturas de grises. Pueden putearme tranquilos, yo mientras disfruto de ambos artistazos.

Muy buena reseña Andrés!
Saludos.