“La verdad es que todo fue tan extraño, tan extraño al fin”, cantaba un grande de la música. Y es lo que siento cuando termino (por fin) de leer este bizarro experimento de Peter Milligan y Mike Allred, apañado en su ambición rupturista por Joe Quesada y Bill Jemas, la dupla responsable de la Tercera Era de Oro de Marvel.
“Yo podría haberlo hecho mejor”, decía el mismo grande en el mismo tema, y es lo que debería sentir Allred respecto de su trabajo en este último tramo de la serie. Este TPB tiene ocho episodios de los que el ídolo dibuja siete y la verdad es que está a años luz de lo que dibujaba en los primeros números de esta serie (cuando se llamaba X-Force) y mucho más lejos aún de lo que vimos en la más reciente iZombie. La desprolijidad no está en el flujo narrativo, ni en la puesta en página, ni siquiera en la composición de las viñetas, ni en la anatomía, ni en las caras. Básicamente las tiradas a chanta groseras están en los fondos, que brillan por su ausencia casi siempre, y en el acabado, en los detalles del entintado, que se ve precario, atolondrado, despachado con fritas para cumplir con la fecha de entrega, sin ningún cariño ni respeto por la labor del dibujante (que a su vez está entre los entintadores que meten garfio en sus páginas). Una pena, porque un montón de aspectos de la faz gráfica de la serie, empezando por el diseño de los personajes, es alucinante.
“Como siempre vuelvo a ensayar”, se escucha también en la misma canción del mismo grosso, y eso es lo que podría decir Milligan acerca de esta serie. Desde el primer momento esto fue un laboratorio, un espacio de experimentación donde el guionista inglés pudo probar un enfoque radicalmente distinto sobre el ya gastado tema del grupito de jóvenes mutantes que pelean contra... algo. En este tomo, abre el fuego con un arquito de dos episodios que indaga un poco en Vivisector (a priori, el personaje menos interesante de los que quedaron en pie tras la saga anterior) y de paso se mete con el tema de ser diferente, ya sea por ser mutante o por ser gay, como el mencionado Vivisector. Está muy bien, aunque los dibujos de Nick Dragotta (que reemplaza a Allred en el segundo episodio) le dan a la historia un tinte grotesco que el guión no tenía.
Y después, el cierre de la serie. Se viene un arco ambicioso, de seis capítulos, en el que Milligan enfrenta a X-Statix con los Avengers en una especie de remake bizarra de aquel famoso enfrentamiento entre los Avengers y los Defenders. Además de los muchos guiños a aquella epopeya setentosa, el guionista sorprende con un gran manejo de los Avengers clásicos, con diálogos graciosos y filosos, repletos de ingenio y a la vez fieles a la esencia del Capi, Iron Man, Thor, Hawkeye, etc. Y por si faltara algo, casi sobre el final y como quien no quiere la cosa, tira algunas puntas acerca de Doop, el enigmático bicho verde acerca del cual no sabíamos absolutamente nada. Ya sólo por eso, esta saga es más que satisfactoria.
“Hay un bumerang en la city, mi amor; todo vuelve, como vos decís”, dice la misma canción, y hacia Milligan y Allred vuelve el aplauso de los fans a los que nos gusta leer comic de autor disfrazado de mainstream, con espacio para ideas que no son las obvias, con apuestas fuertes, con riesgos, con momentos que te dejan helado porque no podés creer que estás leyendo lo que estás leyendo. Por supuesto hubiese sido genial que la serie tuviera otra periodicidad, como para que Allred pudiera cuidar más el dibujo. Pero también podría haber sido peor: lo podrían haber rajado para darle la serie a un pecho frío tipo Salvador Larroca o a un clon choto de Jim Lee como los que pululan en tantos títulos de DC. Y también podrían haber metido a los “héroes” de X-Statix en otras colecciones mutantes, a tratar de encajar en los cánones habituales de esos comics, lo cual también habría sido una aberración. Por suerte eso no sucedió, seguramente por un acuerdo entre Milligan y los capos de Marvel que estos últimos decidieron honrar.
No hay vuelta que darle. Cada vez que pienso en la Marvel de Jemas y Quesada, fue amor, fue amor...
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5 comentarios:
hasta aca llege no puede ser que un tipo con tanto comic ensima y años de bloggero no aya echo un puto posteo de fontanarrosa, entiendo que no leas un libro pero inodoro pereyra y boggie el aceitoso son historietas carajos!osea que tan especialista no sos andres para no haber leido nada de ellos!!!!
Yo también me voy! Haré mi propio blog, con juegos de azar y mujerzuelas!
Por supuesto que las de Fontanarrosa son historietas. Las tengo y las atesoro en mi biblioteca.
Y no sólo Boogie o Inodoro, también Semblanzas Deportivas, Sperman, Los Clásicos Según Fontanarrosa, etc.
No hay reseñas de esos libros, porque el blog es un reflejo de lo que yo leo día a día. Y todo ese material lo leí (varias veces) antes de Enero de 2010, cuando arranqué con este delirio.
Me falta un libro de Fontanarrosa que me encantaría tener: el de la colección azul de Hispamérica. Si algún día lo encuentro (o alguien copado me lo regala ;) seguro lo voy a leer y a reseñar en este espacio.
gracias andres por el blog de soretes azules, estoy imprimiendome algunas historietas cortas y desconocidas que subieron de trillo
Ja, yo justo ese es uno de los 2 que tengo de Hispamérica. Por mí te lo cambiaría por algo, si viviera en Bs. As.
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